El pasado domingo 5 de Marzo se
cumplieron 29 años del fallecimiento del enorme Alberto "Negro
"Olmedo , valga como homenaje recordar algunas de sus frases que
todavía perduran en la memoria de quienes nos deleitamos con su humor.
Le sumo la tapa del libro " Queriamos tanto a Olmedo", editado por la escuela
de periodismo TEA en 1991.
Y... ¡si no me tienen fe!. ¡De acaaaaaaá!. ¡Éramos
tan pobres...! Si lo vamo' a hacer, lo vamo' a hacer bien. ¿Me trajiste a la
nena? ¡Adianchi, adianchi!.Siempre que llovió, paró".Piluso es bueno.
La muerte de Olmedo sorprendió a todos, y nos dejó
pensando en lo finito de esta existencia ante la realidad de que ni el dinero,
ni la fama, ni el éxito son armas que pueden luchar contra el inevitable
destino que nos aguarda.
Su vida estuvo signada por la contradicción.
Conoció la pobreza y el poder que da la riqueza. Conoció el desprecio y el
éxito. Y como una estrella de rock, vivió rápido y murió cuando aún tenía mucho
para dar.
Pasan los años y a pesar de que sus películas y
sus sketches televisivos ya han pasado a ser testimonio de la historia
argentina, y se han convertido en un verdadero material “retro”, lo cierto es
que al ver a Rucucu, a Chiquito Reyes, al Manosanta, a José Luis Borges, a
Rogelio Roldán y a tantos otros personajes se despierta en nosotros la alegría
y a la vez la nostalgia.
Alberto Olmedo nació pobre, en el humilde barrio
Pichincha de la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, el 24 de agosto de
1933. Lo crió su madre, Matilde Olmedo, quien abandonada por su pareja pasó a
ocupar los roles de madre y padre al mismo tiempo, trabajando incansablemente
para que su hijo pudiera tener techo, comida y educación.
Fue en el año 1947 cuando aún muy joven Alberto
realiza su primer acercamiento a la actuación, participando en algunas obras
del teatro La Comedia, de su ciudad natal, a la vez que se suma a la agrupación
artística vocacional La Troupe Juvenil Asturiana.
En el año 1954 toma una decisión que cambiaría por
completo el rumbo de su vida, ya que decide viajar a Buenos Aires para probar
suerte. Una vez allí, se incorpora como switcher en Canal 7, mientras intenta
generar contactos para lograr la posibilidad que tanto ansiaba.
Fue precisamente en la fiesta de fin de año de
1955 que Olmedo consigue tener una oportunidad para demostrar su talento,
realizando una improvisación cómica ante todos los asistentes al evento. El
entonces interventor del canal, Julio Bringuer Ayala, quedó sorprendido por el
joven humorista, por lo que lo incorporó inmediatamente al programa “La Troupe
de TV”.
De pequeños monólogos y participaciones en
sketches, surge poco a poco el gran Olmedo, que en principio logró su primer
rol importante en un ciclo infantil, que luego sería un éxito sin igual en la
pantalla de Canal 9: “El Capitán Piluso”. Poco después, y notando el interés
que Alberto había despertado en el público, fue incorporado al programa
“Operación Ja-Já” de Gerardo y Hugo Sofovich, en el que nacen Rucucu y el
Yéneral González, personajes inolvidables de su repertorio actoral.
La figura de Olmedo en la televisión argentina
crece de tal manera, que en 1981 comienza el ciclo “No toca botón”, que se
emitía por Canal 11, y contaba con la dirección del desaparecido Hugo Sofovich.
Fue en aquel ciclo en el cual Olmedo explotó por completo su talento y
creatividad, dando origen a inolvidables personajes como Chiquito Reyes, el
Dictador de Costa Pobre, El Pitufo, El Psicoanalista, el Manosanta, José Luis
Borges y el mucamo Perkins y Rogelio Roldán, entre otros.
Durante su trayectoria, también el cine fue uno de
los lugares que supo conquistar, alcanzando a filmar más de 40 películas, que
se inician en 1959 con su debut en el filme “Gringalet”, y culmina en 1988 con
“Atracción Fatal”.
Su dueto con Jorge Porcel lo llevó a lugares
inimaginables, lográndose convertir en un binomio que sin dudas era sinónimo de
comicidad. Junto al “Gordo” hizo cine, televisión y teatro, además de compartir
una amistad que trascendió el ambiente laboral.
El público lo amaba y en dos oportunidades debió
enfrentarse a la noticia de su muerte, ya que el 4 de mayo de 1976 todos los
medios del país anunciaban la desaparición física de Alberto Olmedo, luego de
que la noticia surgiera durante el estreno de su ciclo televisivo “El Chupete”,
por Canal 13. Y mientras el locutor leía el texto de condolencias por el
fallecimiento del capocómico, las cámaras mostraban al elenco del programa
probándose la ropa del actor. El gag había comenzado, y no podía ser rematado
de otra manera que con la llegada de Alberto Olmedo, quien inocentemente dijo
en complicidad con su público: “¿Qué pasa?, ¿acaso no se puede llegar tarde?”.
Aquello fue una farsa, una broma que habían
pergeñado el Negro Olmedo junto a director del programa. Pero la muerte lo
alcanzó como a todos los seres de este planeta, cuando en el verano de 1988,
por un accidente absurdo, Olmedo cayó del balcón de su departamento en el piso
11, en la ciudad de Mar del Plata.
Como presagio de su final,
Alberto Olmedo había
dicho: “¿Qué quiero que quede de mí? Una estatua a mis manos en la calle
Corrientes para que miren y digan: ‘Chau negro’. Nada más”. Hoy podemos decir
“Chau Negro” a sus manos, en la Avenida Corrientes 1753, donde se encuentra
emplazada la obra de José Martínez.
Fuente:
http://historiaybiografias.com/artistas10/
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