domingo, 25 de octubre de 2020

25 de octubre de 1997, el día que Maradona colgó los botines sin saberlo

Jugó su último partido en un Superclásico el 25 de octubre de 1997 El día que Maradona colgó los botines sin saberlo En la victoria 2-1 de Boca sobre River, el Diez disputó sólo 45 minutos y fue reemplazado; nadie en el Monumental podía imaginar su retiro. Por Fabio Lannutti "Con todo el dolor del alma, ha llegado el momento de anunciar mi retiro. Se terminó el jugador de fútbol. Nadie está más triste que yo", fue el lacónico mensaje que Diego Armando Maradona lanzó por radio cuatro días después de jugar su último partido en Boca como futbolista profesional, nada menos que ante River y en un Monumental repleto. Nadie, ni siquiera el propio protagonista, imaginó que aquel Superclásico del 25 de octubre de 1997 sería su canto del cisne. Un canto desaforado y feliz, porque pese a que estuvo apenas 45 minutos en cancha, el Xeneize pudo darlo vuelta y ganó 2-1. Pero el hecho relevante estuvo enmarcado por un magno evento: el pueblo argentino fue testigo de los últimos pases de magia del máximo símbolo de la redonda, dueño de una de las carreras más brillantes que se hayan visto en la historia del fútbol, matizada también por momentos oscuros. En ese caluroso sábado por la tarde hubo incesantes cantitos cruzados porque, claro, los hinchas visitantes podían ir a la cancha. Y los tesoreros de River se frotaban las manos, porque la recaudación superó el 1,1 millón de dólares. Pero la jornada en Núñez comenzó con un momento muy emotivo: se cumplían nueve meses del ominoso asesinato de José Luis Cabezas, y familiares y colegas desplegaron una bandera con los ojos del fotógrafo para exigir justicia. Atada con globos negros, la dolorosa mirada inscripta en esa bandera se elevó al cielo. El silencio, compartido por ambas hinchadas, fue conmovedor. Se definía la punta del Apertura: River llegaba a la fecha 10 como líder con 22 unidades, una más que Boca, que tenía una racha de siete años sin derrotas en la casa de su máximo rival. El capitán Maradona arengó a sus compañeros en la boca del túnel y salió al campo de juego a capear los atronadores silbidos de unos 50 mil hinchas millonarios que colmaban las tribunas del Monumental. El apoyo incondicional que partía desde la tribuna Centenario, copada por 10 mil fanáticos boquenses, volvió a estremecerlo. Y entonces sobrevino un momento incómodo en el banco local, cuando el Diez se acercó al trotecito para estrechar la mano del entrenador Ramón Díaz, un compinche futbolístico de antaño, luego devenido enemigo enconado. River pisó el césped con Burgos; H. Díaz, Ayala, Berizzo, Placente; Monserrat, Astrada, Berti; Gallardo; Rambert y Salas. Por su parte, el DT Héctor Veira alistó a Córdoba; Vivas, Bermúdez, Fabbri, Arruabarrena; Toresani, Cagna, Solano; Maradona; Latorre y Palermo. Pero Diego ya estaba disminuido físicamente y su fútbol no pesó en el partido. A falta de cinco minutos para el entretiempo, lejos de la jugada, algo errático y poco participativo, el astro tuvo que digerir que el chileno Salas se la baje de cabeza a Berti y que el ex volante de Boca, con un letal zurdazo cruzado, convirtiera el 1 a 0. Con el triunfo parcial de River por la mínima, la sorpresa llegó cuando todo estaba listo para el complemento. Ante el asombro general, Maradona no estaba ya entre los once de Boca. El Bambino Veira puso en su lugar a Claudio Caniggia. Y aunque la creencia popular asegura que su reemplazante fue Riquelme -en un simbólico traspaso de la Nº 10 xeneize-, en la planilla aquel Román de apenas 19 años ingresó en verdad por Nelson Vivas. Ya sin su capitán en la cancha, Boca igualó el trámite apenas 120 segundos después de reanudado el juego por intermedio de Toresani, quien recibió un magnifíco pase de Latorre que el ex volante millonario definió con "tres dedos" ante la salida desesperada de Burgos. Era el 1 a 1 y aún faltaba el dulce para la hinchada xeneize. Porque el visitante dio vuelta el encuentro con un Palermo de cabeza platinada que iniciaba así su tradición de marcarle a River. Bajo la persistente llovizna que tornaba épico el escenario, aquel inolvidable cabezazo del 9 -luego de que el Patrón Bermúdez cortinara a Burgos y de que la pelota se colara junto al palo derecho- le entregaba a Boca el definitivo 2-1, en medio de los airados reclamos al árbitro Horacio Elizondo de todo el conjunto local, que pedía falta del colombiano al Mono. El final del partido desató la locura de Maradona, que regresó al campo con el torso desnudo luego de ver el partido en el vestuario y, fiel a su estilo, cargó a los hinchas riverplatenses. Luego regaló otra de sus frases para la posteridad: "Boca jugó a lo Boca y River jugó a lo River. Ellos hicieron un gran primer tiempo, pero en el segundo se les cayó la bombacha". Pese a que el Diez se iría exultante y vencedor de Núñez (hasta declaró que pensaba en jugar hasta los 40 años), tres días después del partido comenzó a circular el rumor de que había dado positivo en un control antidoping. Y que debido a la amargura y la preocupación, su padre había fallecido. "Le había prometido a mi viejo que no le iba a dar disgustos ni motivos que dañaran su salud. Lo que se dijo con respecto a él fue una canallada", aseguró el ídolo que, harto de los dimes y diretes sobre su persona y su familia, decidió anunciar su retiro luego de 704 partidos, 360 goles y 11 títulos que llevaron el fútbol a su máxima expresión. Y aunque muchos creían que sólo se trataba de una finta más, lo cierto fue que el mejor jugador de la historia había dejado sus últimas pinceladas en aquella tarde de sábado en el Monumental. Al día siguiente, 30 de octubre, Diego cumplió 37 años. Pero no había mucho para festejar. Por si fuera poco, el pueblo futbolero se quedaba sin las genialidades del Diez campeón del mundo con la Selección Argentina en México '86 y subcampeón en Italia '90. Nada fue igual sin él en la cancha, porque dejó un hueco insondable que a la fecha se empecina con mantenerse vacío. Lannutti, Fabio: "El día que Maradona colgó los botines sin saberlo", Página 12, 25 de Octubre de 2020

La asunción de Alfonsín trajo las propuestas de cambio y renovación que aún hoy siguen siendo las más viables para quienes desean una Argentina moderna y justa, democrática y republicana ( Rogelio Alaniz, 2015)

Conviene tener presente esa fecha clave para nuestra democracia republicana. Como se recordará, Raúl Alfonsín decidió asumir la presidencia de la Nación el 10 de diciembre de 1983. El acto fue concebido como una jubilosa fiesta popular y el flamante mandatario habló desde el Cabildo, una manera visible de marcar diferencias con la tradición de presidentes hablando desde los balcones de la Casa Rosada. Después de siete años de dictadura, la sociedad ganaba la calle para reivindicar el Estado de derecho. En esa pasión, en esa euforia, en esa alegría, había mucho de esperanza y de ingenuidad. Se suponía que se iniciaba el reinado de la concordia y la justicia. El presidente electo había reiterado en sus discursos que con la democracia se educa, se come y se cura. El concepto era audaz, novedoso y, además, invitaba a creer. La fecha, no por casualidad, coincidía con la de la declaración universal de los derechos humanos. Todavía no se conocían cuáles habrían de ser las decisiones de Alfonsín en la materia, pero se daba por hecho que los culpables de la represión serían juzgados. Los más escépticos o los más conscientes, tenían sus dudas no sólo sobre la viabilidad del juicio, sino sobre la viabilidad misma de la democracia que se inauguraba. En los corrillos de la izquierda -pero no sólo de la izquierda- se suponía que más temprano que tarde los militares regresarían al poder. Medio siglo de intervenciones militares autorizaban esas prevenciones. La fiesta del 10 de diciembre era la culminación de esa otra fiesta popular que significó el triunfo de Alfonsín el 31 de octubre. El resultado de las urnas había sido sorpresivo. Por inercia, por hábito, se creía que el peronismo sería el ganador de la contienda. En las usinas radicales siempre se dijo que el único que tenía confianza en la victoria radical era Alfonsín. La derrota de los militares incluía la derrota del peronismo y del sindicalismo forjado en esa tradición. El pacto sindical-militar denunciado por Alfonsín durante la campaña no necesitó ser probado en los Tribunales; por prejuicio, intuición o certeza intelectual la gente sabía que efectivamente una de las claves del pasado que se intentaba dejar atrás era el acuerdo corporativo entre militares y sindicatos. El peronismo pagó en 1983 los estropicios políticos e institucionales de los tiempos de Isabel y López Rega. Nunca se sabrá hasta dónde la célebre quema del féretro auspiciada por Herminio Iglesias precipitó la derrota. En principio, se dice que Alfonsín ganó las elecciones recitando el Preámbulo de la Constitución Nacional. Diez años antes en la misma Plaza de Mayo las multitudes coreaban consignas festejado la muerte de Aramburu. Siete años de dictadura con sus pesadillas materializadas en los centros clandestinos de detención habían promovido un singular aprendizaje. También se dijo que la democracia se precipitó en la Argentina después de la derrota militar en las Malvinas. Algo de verdad hay en ese enunciado. Los militares que se habían constituido en el paradigma del orden y el miedo mordían el polvo de la derrota no en manos de los ejércitos populares de la izquierda populista, sino en manos de los ejércitos imperiales. Los mismos que habían salido de los cuarteles para librar una cruzada contra el comunismo y la defensa del Occidente cristiano, ahora eran derrotados por la coalición política militar anglosajona, representativa de los intereses que los generales criollos habían prometido defender. No va a concluir allí el asombro de los entorchados: dos años después, un tribunal integrado por jueces “burgueses” los juzgarán y los condenarán con la adhesión mayoritaria de una sociedad que en su momento había consentido y, en algunos casos aplaudido, la represión ilegal. Más allá de las consignas, los actos y los discursos, lo cierto es que Alfonsín llegaba al poder con un programa de realizaciones considerado hoy como el más completo que se presentó en la Argentina en el último medio siglo. El entusiasmo de la multitud por la celebración del 10 de diciembre se correspondía con esta intuición. La Argentina dejaba atrás una pesadilla autoritaria y se abría hacia una democracia republicana que prometía libertades públicas y justicia social, superando la antinomia de libertades con injusticia o justicia con autoritarismo. La racionalidad democrática, la voluntad de introducir reformas progresivas, eran las claves de los cambios abiertos hacia el futuro. Ni revolución social ni retorno al pasado. Se trataba de afrontar los nuevos desafíos de la época recuperando aquellas tradiciones democráticas que nos podían enorgullecer como argentinos: en esa recuperación estaban los nombres de Yrigoyen y Perón, pero también los de Lisandro de la Torre, Juan B. Justo y Alfredo Palacios. Se acepta que el 10 de diciembre fue una fiesta popular y el inicio de un ensayo democrático trascendente que, como la experiencia demostró luego, habrá de mantenerse a pesar de las dificultades, las deserciones y los sabotajes. Lo que se acepta menos es que esa renovación democrática fue encarnada por un partido y un candidato que propuso a la sociedad un programa de realizaciones alternativo y superador de las experiencias y desencuentros del pasado. Acá no había ni “relato” ni “modelo”, sino propuestas de cambio y renovación que aún hoy siguen siendo las más viables para quienes desean una Argentina moderna y justa, democrática y republicana. Las primeras medidas de Alfonsín apuntaron a marcar un antes y un después en la política argentina. La reforma del Código de Justicia Militar y el juicio a las cúpulas militares y a las cúpulas de la ultraizquierda daban cuenta de esa ruptura con el pasado. La reforma sindical prometía democratizar los sindicatos y poner punto final a una burocracia corrompida, autoritaria y, en más de un caso, cómplice del terrorismo de Estado. Elecciones democráticas, representación de las minorías, periodicidad en los mandatos, pluralismo político, descentralización y ampliación del rol de las comisiones internas, daban cuenta de un programa de realizaciones en el mundo del trabajo que -dicho sea de paso-, aún se mantiene pendiente, porque todos recordarán que la reforma fue derrotada en la Cámara de Senadores por el voto de uno de aquellos sátrapas de provincias feudales que hasta último momento estuvo esperando recibir “una oferta monetaria” para cambiar el voto. El Juicio a las Juntas Militares revelaba hasta dónde se proponía avanzar el nuevo gobierno para sancionar a los responsables del terrorismo de Estado; el fracaso de la reforma sindical ponía en evidencia los límites de ese reformismo, la resistencia que las corporaciones iban a levantar para impedir los cambios. La inflación, la deuda externa, el descalabro de las cuentas públicas, eran asignaturas pendientes a las que el gobierno se proponía corregir sin saber a ciencia cierta cuáles deberían ser los caminos y los instrumentos para hacerlo en un tiempo histórico singular donde el capitalismo y las relaciones económicas y financieras en el mundo estaban cambiando aceleradamente. Lejos de esas amargas cavilaciones, aquel 10 de diciembre el pueblo celebraba la recuperación de la libertad y de la fe en un político y en un sistema. Después, los rigores de la realidad se encargarían de poner las cosas en su lugar, pero ya se sabe que a las fiestas hay que disfrutarlas sabiendo de antemano que si bien no duran mucho, ayudan a vivir y su recuerdo es siempre una imagen cargada de luz y esperanza. Fuente: Alaniz, Rogelio: "El 10 de diciembre de 1983", http://rogelioalaniz.com.ar, 3 de Diciembre de 2015

lunes, 12 de octubre de 2020

La selección "fantasma" que ganó en Bolivia en 1973: planificación del cuerpo técnico, triunfo de los jugadores en la altura y desidia dirigencial

Ante un nuevo Argentina- Bolivjia, surgen distintos recuerdos, el falso corte de Julio Cruz en 1997 , cuando recibió un golpe en uno de sus pómulos y un rato más tarde apareció con un corte en el otro, fue un bochorno, una jugada con mucha mala leche, de Daniel Passarella que dias antes se habia pronunciado en contra de tener que jugar en la altura y lo había definido como “inhumano”. El Kaiser era uno de los propulsores de que prohibieran a aquella ciudad como sede para la competición. Otro recuerdo amargo fue en Abril de 2009jm, Maradona ya era el director técnico con el que Julio Grondona, eligió para potenciar el marketing en lugar del fútbol , Fue la primera y única vez que la Selección recibió seis goles en un partido de Eliminatorias del Mundial y por lejos la más abultada a manos de Bolivia, lejos de respetar la altura o realizar una planificación acorde a la altura , Maradona antes de emprender vuelo a Bolivia insistió en relativizar el impacto de los 3.577 metros sobre el nivel del barrio Miraflores, de La Paz, sus palabras le jugaron en contra, Argentina perdió 6-1. Fue la primera y única vez que la Selección recibió seis goles en un partido de Eliminatorias del Mundial y por lejos la más abultada a manos de Bolivia. Un caso distinto fue el de 1973. con una planificación seria y pensada desde el cuerpo técnico , pero ninguneada por la conducción de la AFA, la Selección argentina “alternativa”, posa como fantasmas antes de jugar con Bolivia por eliminatorias. Como sostenpia el Gráfico en 2017 Pasaron padecimientos y fueron ninguneados por la conducción, pero ganaron igual. Para afrontar el partido frente a Bolivia en La Paz por la eliminatorias para el Mundial de Alemania 1974, el DT de Argentina Omar Sívori decide que un grupo de jugadores, aparte de los titulares de la Selección, se prepare en la altura bajo las órdenes de Miguel Ubaldo Ignomirielo. Finalmente la Selección fantasma logró su objetivo, venció a Bolivia con gol de Fornari y aseguró gran parte de la clasificación para el Mundial de Alemania de 1974. La Selección argentina que trabajó en la altura tuvo sentido del humor para posar así en el vestuario para el fotógrafo Lucio Flores del diario “Hoy” de La Paz. En una nota de El Gráfico tiempo antes del partido, durante el proceso de preparación, el periodista Carlos Ares viendo los sufrimientos y el nulo reconocimiento que tenían tanto de la conducción de la AFA, de la prensa, de la mayoría del público y del mismo SÍvorí, la llama “La Selección fantasma” y con esa denominación pasó a la historia. LO MEJOR QUE TENEMOS La Victoria alcanzada en Bolivia deja tres cuartas partes de la clasificación para el Mundial de Alemania en poder del fútbol argentino. Pero al tiempo que saludamos al resultado conseguido, un deber de conciencia nos obliga a meditar nuevamente sobre los errores cometidos en la conducción del seleccionado nacional. En ese sentido, le pedimos que preste atención a palabras de José María Otero, un hombre de EL GRÁFICO, que ha seguido de cerca el proceso de preparación y ejecución de estas eliminatorias, que llegan desde La Paz a nuestra mesa de trabajo en un despacho fechado en la mañana del último domingo, pocas horas antes del partido con Bolivia: “Lo que sigue sin carburar ni medianamente bien es la conducción. Claro, es fácil de silenciar todo ante los triunfos y después destapar la olla si no nos clasificamos. O, de lo contrario, ponerles una corona de laureles desde el capitán hasta el portero de la AFA y olvidar los malos tragos, una vez logrado el gran objetivo”. Estos conceptos, a los cuales adherimos, se incluyen en una nota dedicada a la guerra de nervios que debió soportar la llamada “selección fantasma” antes del encuentro del domingo. Y no era guerra de nervios desatada por enemigos de afuera, por gente de Bolivia o de Paraguay que trataba de generar tensiones dentro del plantel argentino para sacar sus beneficios. Era guerra de nervios artificialmente fabricada por quienes tienen en sus manos la conducción. Era guerra de nervios llevada por las cabezas visibles de AFA y la selección contra un grupo de jugadores que no permitieron, con su trabajo silencioso y perseverante , con el espíritu de cuerpo y la fortaleza físico-moral adquiridos en su carácter de “selección fantasma”, ganar dos puntos decisivos para la clasificación en el altiplano boliviano. Coincidimos con nuestro enviado a La Paz: las victorias suelen borrar todos los errores cometidos. Pero no debemos, no queremos permitir que esa historia se repita. Porque seríamos injustos con los verdaderos artífices del resultado conseguido en Bolivia: LOS JUGADORES. Ellos, los que salen a jugar y a jugársela, sin ese apoyo logístico que debe tener toda selección bien preparada y organizada, al contrario, soportando la crisis de acefalía que venimos palpando desde antes de iniciarse la ronda eliminatoria, siguen siendo LO MEJOR QUE TENEMOS. Y no lo decimos con demagogia. Lo afirmamos con realismo, resignación y no poca vergüenza. Hasta la próxima... FONTANARROSA. Fuentes: A 11 años del humillante Bolivia 6 - Argentina 1, Ty C Sports, 1 de Abril de 2020 Se cumplen 23 años del escándalo de La Paz: el Bolivia-Argentina y el corte de Cruz, Ty C Sports, 2 de Abril de 2020 1973. La Selección fantasma Por Redacción EG · 26 de marzo de 2017

El “Guernica” de Quino: la transición hacia la democracia, a puro arte, en 1982, el ilustrador argentino, presentó dos viñetas con una reintrepretación de la gran obra de Picasso

Cómo dar respuesta al horror. En junio de 1937, a pocos meses del bombardeo a la ciudad vasca de Guernica que dejó centenares de muertos, Pablo Picasso expresó la angustia, el patetismo y el espanto en un famosísimo cuadro de casi tres metros y medio de largo. El Guernica de Picasso se exhibe en el Museo Reina Sofía de Madrid y pararse frente a él es una experiencia que altera los nervios, tal como sucede con Goya y los fusilamientos del 3 de mayo de 1808 o con La balsa de la medusa, de Géricault. Ver esos cuadros, ver especialmente el Guernica, es una manera de poner en presente la tragedia humana. Quino, con una capacidad sobrenatural para mostrar que el humor puede ser una forma del arte, actualizó el Guernica y, con una simplicidad maestra, lo cambió de signo. Para muchos —para todos—, Quino va a ser siempre el “papá de Mafalda”, el señor de anteojos y sonrisa campechana que firmaba durante horas en la Feria del Libro, el que le ponía el punto final a la revista del domingo con alguna ironía, con esos chistes que primero te hacen reír y después te hacen pensar de qué, realmente, nos reímos. A finales de 1982, la Argentina empezaba el lento camino para cerrar la etapa más cruenta de su historia moderna. El gobierno de facto que había impuesto una maquinaria atroz con el terrorismo de Estado mostraba, tras la derrota de la Guerra de Malvinas, resquebrajaduras en su solidez aparente y la democracia aparecía en el horizonte. En ese contexto, Quino hizo uno de sus chistes más perfectos; algunos años después, el original estuvo destacado en una muestra en el Palais de Glace. Con apenas dos viñetas, mostraba la llegada de un nuevo tiempo, el verdadero tiempo del progreso y la armonía. En el primer recuadro, una mujer y una empleada doméstica miran una habitación completamente caótica: hay libros y discos tirados en el piso, botellas vacías en la mesa, una lámpara tiene la pantalla desencajada y los almohadones del sillón están revueltos. En la pared, destaca el Guernica de Picasso. En el segundo, la casa está en orden. Y el cuadro también. Quino se apropiaba duchampianamente de Picasso para dar respuesta al horror con mensaje de múltiples interpretaciones: la habitación como un país en ruinas —como el fin de la fiesta de unos pocos o los despojos que deja tras de sí un grupo de tareas—, la esperanza en el futuro que se avecinaba, la concordia de las clases sociales. Es un chiste hermoso de una persona hermosa que nos enseñó a reír, pero, sobre todo, a pensar. Fuente:Zunini, Patricio, el “Guernica” de Quino: la transición hacia la democracia, a puro arte, Mensuario Identidad ( Uruguay), 9 de Octubre de 2020

lunes, 5 de octubre de 2020

A 20 AÑOS DEL TRIUNFO DE BOCA SOBRE REAL MADRID: LOS JUGADORES ESPAÑOLES NOS MIRABAN POR ARRIBA DEL HOMBRO,BIANCHI NOS DIJO QUE CUANDO NOS TOMARAN EN SERIO , NO IBAN A PODER REMONTAR EL PARTIDO ( JORGE BERMUDEZ, 2020)

El año 2000 estaba llegando a su fin cuando el 28 de noviembre sucedió un momento inolvidable en la historia de Boca y del fútbol argentino. Aquel día, el club de la Ribera se enfrentó al poderoso Real Madrid en Japón por la Copa Intercontinental coronando un legendario 2-0 en el Estadio Nacional de Tokio.Por un lado, el conjunto 'Merengue' contaba con estrellas como Raúl González, Roberto Carlos y Figo guiados por Vicente del Bosque en el banco de suplentes; por el otro, el 'Xeneize' con figuras como Martín Palermo, Juan Román Riquelme y Marcelo Delgado bajo el mando de Carlos Bianchi. Era el poderoso Real Madrid de los Galácticos, contra un boca mas que bien ensamblado con un Riquelme en su esplendor mandando dentro de la cancha , con la pisada, la gambeta, el amague y el pase gol ; además habia que sumar a un goleador tosco, pero que a la hora de meter la pelota en el arco, no dudaba y en el banco un guía fabuloso que supo armar un engranaje , un equipo sin grandes figuras, pero que en el césped , tiraban todos patra el mismo lado. Ese 28 de Noviembre de 2000, hace 20 años, en la mañana argentina y la tarde en Tokyo ,Boca dejó de lado toda especulación en cinco minutos le ganó el partido al Real Madrid. El Diario Marca así lo describía:Todo comenzó con una notable superioridad por parte del equipo argentino cuando a los 3 minutos, Riquelme apareció para habilitar al 'Chelo' Delgado y este tiró un centro que conectó Palermo para abrir el marcador.Luego, a los 6 minutos, Boca volvió a golpear de la mano de Román y una asistencia exquisita nuevamente para el 'Titán' que no perdonó ante la salida de Iker Casillas para poner el 2-0. Ya en tiempo de descuento, Roberto Carlos convirtió el descuento con un bombazo que no pudo alcanzar para el conjunto español."Nosotros estábamos muy mentalizados. Estábamos formados los dos equipos para salir juntos al campo de juego en el estadio Nacional y Boca estaba como una fiera enjaulada. No veíamos la hora de salir a jugar, teníamos ansiedad, ganas, no parábamos de movernos. A ellos los veíamos que estaban tranquilos. Tenían el apodo de Galácticos y como que salieron a ver qué pasaba. Yo creo que la copa la daban por ganada. Los sorprendimos de entrada y después ya no pudieron acomodarse, más allá que descontaron", reconoció años después Jorge Bermúdez, eje de la defensa de Boca.Cabe remarcar la actuación estelar de Riquelme manejando completamente los hilos del juego, dejando una huella imborrable ante uno de los equipos más grandes del mundo. Recibió una larga lista de ‘palos’ por parte de los medios de comunicación: ‘El Boca hace pagar al Madrid su desidia’, ‘El Madrid cayó de una forma intolerable’, ‘Boca se zampó en un abrir y cerrar de ojos al Madrid’, ‘Por desidia, por desinterés, por entrar distraído al partido y desconectado...’. Fue, en definitiva, una derrota muy dolorosa. El arquero Ilker Casillas, reconoció: Recuerdo la Intercontinental contra Boca en el 2000 que nos costó caro. Ese partido nos enseñó una lección", reconoció Iker Casillas en el 2014, previo a disputar la final del Mundial de Clubes contra San Lorenzo. Al cabo, esa derrota contra el equipo de Bianchi se trató de un aprendizaje para la Casa Blanca. Por su parte, Jorge Bermudez, el defensor colombiano que formara parte de la triada de su país con Oscar Córdoba y Mauricio Serna, reveló una anécdota que marca la inteligencia de Carlos BianchiEl : "los jugadores del Real Madrid nos miraban por arriba del hombro en el túnel, como si no estuviéramos ahí. Pero por suerte, a los 15 minutos ya estábamos ahí, 2-0 arriba. Bianchi nos había dicho que cuando nos tomaran en serio, les íbamos a estar ganando y no iban a poder remontar el partido y así fue". Lo cierto, es que tomando los dichos de Bermudez, boca conservó su humuildad, sufrió pocos sobresaltos y volvió con el jubilo y regocijo de una misión cumplida con creces Los equipos: Boca Juniors: Óscar Córdova; Aníbal Matellán, Cristian Traverso, Jorge Bermúdez, Hugo Ibarra; José Horacio Basualdo, Mauricio Serna, Sebastián Battaglia, Juan Román Riquelme; César Delgado y Martín Palermo. Entrenador: Carlos Bianchi. Real Madrid: Iker Casillas; Geremi Njitap, Fernando Hierro, Aitor Karanka, Roberto Carlos; Claude Makélélé, Iván Helguera, Steve McManaman, José María Gutiérrez (Guti); Luis Figo y Raúl Gonzáles Blanco. Entrenador: Vicente del Bosque. Goles: Martín Palermo para Boca Juniors (Minuto 3' y 6') / Roberto Carlos para el Real Madrid (Minuto 13').Árbitros: Óscar Ruiz (Colombia) asistido por el chino Liu Tiejun y el japonés Noboru Ishiyama.Estadio: Estadio Nacional de Tokio, Japón (65 mil espectadores). Fuente: El día que Boca humilló al Real Madrid, Diario Marca ( España), 26 de Abril de 2020 El Dia que Boca se zampó al Real Macdrid, Mundo Deportivo ( España), 25 de Noviembre de 2018 La última vez que perdió El Boca de Bianchi, el último que volteó a Real Madrid en una final internacional, Matias Bustos Milla, Diario Clarín ( Argentina), 26 de Mayo de 2018 Bermúdez y la orden de Bianchi que los hizo ganar al Real Madrid, diario As ( España) 22 de Mayo 2020

La maravilla del mundo creado por Quino, Mafalda, está triste, pero no temamos por ella: Mafalda no muere, no morirá ( Mario, Mactas)

En la cuna de la clase media urbana de la Argentina, nació en los 60 la niña que leía la realidad con ironía. Mafalda adoró al mundo y el mundo la adoró a ella. Suele decirse de algún creador, en cine, en plástica, en música, en política -que lo hubo y hay-, que permanecerán obras y hechos. Es cierto. Bonito lugar común, no agrede a la verdad. “Morir es una costumbre que suele tener la gente”, escribió para seis guitarras, milonga, Jorge Luis Borges. Y así vino a ocurrir, Quino, a los ochenta y ocho años. Magnífico dibujante y a la vez narrador de historias en pocos cuadritos o a toda página -el hombre muy, muy común vapuleado por lo que podemos llamar un sistema implacable que lo reduce a nada, tembloroso y sin defensa-, trajo a este mundo a Mafalda hacia la mitad de la década de los sesenta. Una década que, como de costumbre, alcanzaba conflictividad política. Una década en la que, como pocas veces, marchaba la economía con números auspiciosos y a la vez con el despelote que la exclusión del peronismo aportaba: fábricas tomadas, inquietud constante y ruidos en los cuarteles entre las facciones del Ejército. "Quino" posa en 2014 junto a su personaje de Mafalda (AP Foto/Natacha Pisarenko, Archivo) "Quino" posa en 2014 junto a su personaje de Mafalda (AP Foto/Natacha Pisarenko, Archivo) Gobernaba el ejemplar médico Arturo Illia y, eso ocurría en otras partes del lado occidental del mundo de entonces, era visible un aire de renovación y optimismo, libertad, oposición a la posibilidad nuclear, cambio de piel. Aquí, en la cuna de la clase media urbana de la Argentina nació por medio de Quino una niña, Mafalda, que leía la realidad con ironía, un poco de miedo, precisión de cronista de una pieza, corazón amoroso, zoquetitos blancos, la boca túnel del enojo, sus amigos diferentes pero queridos. La diversidad de la bondad civilizada y natural. Y así, se dispersó: el mundo la adoró y el mundo fue adorado por ella: en Polonia, en España, en Japón, en Italia. Donde quiera, porque donde quiera que fuera, Mafalda era la divertida y también la dolorosa del espejo del tiempo. Suponemos entre la maravilla del mundo creado por Joaquín Lavado, por Quino, que Mafalda está triste. No temamos por ella: Mafalda no muere, no morirá. Ni siquiera crece. Fuente: Mactas, M. El toque Mactas | La buena noticia es que Mafalda no muere, TN , 30 de Septiembre de 2020