martes, 27 de diciembre de 2022

En Barcelona, su ciudad, Serrat se despidió de los escenarios con el último recital de su gira

En el Palau Saint Jordi, en Barcelona, Joan Manuel Serrat dijo adiós a los escenarios. Así terminó “El vicio de cantar”, la gira mundial que comenzó en Nueva York y con la que dio en Argentina ocho conciertos. Esta gira por casi todos los países donde su canciones acompañaron a varias generaciones, lo tuvo arriba de un escenario en 74 recitales. Un récord que él y su equipo nunca imaginaron cuando se plantearon esa despedida. El accidente que Joaquín Sabina tuvo en escena fue lo que motorizó en Serrat este adiós de los escenarios. “Pero no voy a dejar de componer, de vivir, de amar”, dijo. Único, irrepetible, universal y quizá hasta eterno en un mundo donde solamente algunos ídolos parecen alcanzar ese estado. De todos modos, a veces las palabras son eso, simplemente palabras que no alcanzan ni de cerca para definir a un personaje como Joan Manuel Serrat, y a la hora de describir y calificar no pasan más allá de un vago intento. A lo largo de los 58 años que duró su carrera, Joan Manuel Serrat fue una figura que marcó a varias generaciones, a base de coherencia, talento y ese plus que hace que varias coordenadas se acomoden para que un artista sobresalga por encima de sus pares. Este catalán nacido en Poble Sec fue un testigo clave de su época, de varias épocas. Y el viernes 23 de diciembre dio el concierto que marcó su adiós de los escenarios, de las giras. La cita, como no podría ser de otra manera, fue en Barcelona con un recital en el Palau Saint Jordi que comenzaba a llenarse al cierre de esta edición. Última gira. Este show de despedida fue el punto culminante de El vicio de cantar, la gira mundial que Serrat comenzó el 27 de abril en el Beacon Theatre de Nueva York. Luego llegó el turno de Miami, Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Costa Rica, España, Venezuela, Ecuador, Argentina –donde brindó ocho conciertos–, Chile, Perú y Uruguay. Las fechas se fueron multiplicando por la alta demanda y el número final entre el continente americano y Europa es contundente: 74 conciertos para decir adiós y comenzar una etapa más privada. La señal. En paso por Argentina, quizá el país donde mayor cantidad de conciertos tuvo en esta mencionada gira, Serrat fue claro al respecto y dijo: “Vengo a despedirme de los escenarios, no de la gente, ni del país y los amigos (...) Escogí la música en lugar de la universidad. No pensé que duraría hasta hoy”. También relató que hubo un hecho que, en un punto, lo hizo comenzar a reflexionar sobre lo que finalmente fue decidir el retiro. “El día que Joaquín (Sabina) tuvo la mala fortuna de caerse en el escenario cuando estábamos haciendo nuestra tercera gira de Dos pájaros a tiro (N. de la R.: fue el 12 de febrero de 2020, en Madrid), empezó toda una necesidad de aclarar el futuro, de ver dónde estaba parado. Y justo después de eso, apareció la terrible pandemia de covid que cambió nuestras vidas. En mi caso, me tuvo recluido en mi casa, y hablo de una reclusión entre comillas, porque en mi casa tengo parte de las cosas que me son importantes y fundamentales: libros, discos, mi familia... Pero yo veía que el tiempo se me acortaba considerablemente en todos los sentidos, y me dije que, en cuanto se pudiera, me iba a plantear mi vida profesional como una última gira”. Y así lo hizo y a solo cuatro días de cumplir 79 años, el telón se subió y bajó por última vez. “ A ver, he tomado esta decisión de salirme del escenario, de dejar una de las partes más divertidas de mi oficio, donde me lo paso mejor, pero también la que requiere mayor disciplina, es más rigurosa. Pero no por eso voy a dejar de escribir, de componer, de amar, de vivir...”, repitió a lo largo de toda esta gira del adiós. Legado. En un universo donde lo efímero parece ser la norma, Serrat puede arrogarse haber dejado un legado y un aporte en la historia de la música hispanoamericana. A saber, la musicalización que hizo de poemas de Antonio Machado o de Miguel Hernández. También de ser autor de clásicos como Penélope, Lucía, Esos locos bajitos, o Mediterráneo, por mencionar solo unos poquísimos temas. Y también Serrat ha hecho duetos –cuando el término featuring no existía– con muchos de los artistas españoles y latinos de varias generaciones. Y con argentinos, mucho más, desde Mercedes Sosa a Diego Torres y algunos todavía más jóvenes. Y en esta última etapa recibió un álbum homenaje que le hicieron colegas y amigos y que se llamó Serrat…eres único. La fiesta. Hijo de José Serrat, un anarquista español y de Ángeles Teresa, una ama de casa oriunda de Zaragoza, Joan Manuel empezó a tocar la guitarra como aficionado y se convirtió en uno de los referentes de la nova canción catalana. Y desde entonces no paró. Lo que dijo en uno de sus recitales, se aplica a todos los públicos que lo recibieron: “Qué gusto que estén aquí y poder darles las gracias por acompañarme. Sepan que estoy despidiéndome de ustedes… Me despido, pero es con alegría. Que quede claro que la alegría va por delante: he podido disfrutar muchos años de una carrera plena, divertida; he sido feliz, me han ocurrido cosas realmente maravillosas que difícilmente hubiesen pasado si hubiese seguido el camino marcado y hubiera llegado, como mucho, a profesor adjunto en una universidad de provincia... Olvídense de la nostalgia que podamos arrastrar Fuente: roidevaux,P.( 2022) En Barcelona, Serrat se despidió de los escenarios con el último recital de su gira, Diario Perfil ( Buenos Aires, Argentina)

jueves, 22 de diciembre de 2022

Lionel Scaloni, conmovido, les dejó un mensaje a los hinchas argentinos

El director técnico de la Selección nacional campeona del mundo en Qatar expresó su agradecimiento en las redes. El entrenador de la Selección argentina de fútbol, Lionel Scaloni, manifestó este miércoles su agradecimiento a los hinchas que acompañaron al micro del combinado nacional por Buenos Aires, después de la conquista de la tercera Copa del Mundo en la historia del país. LEÉ MÁS - Lionel Scaloni se quebró al ver la multitud de hinchas esperando a la Selección "El sueño de todos los argentinos se hizo realidad. Eternamente agradecido y emocionado por verlos felices. Ustedes fueron el jugador número 12", afirmó el técnico en un mensaje en su cuenta oficial de Instagram, en la que publicó una imagen del vehículo descapotable rodeado de hinchas. Este reconocimiento fue correspondido por sus seguidores, con más de 300.000 "me gusta" en apenas una hora y decenas de mensajes afectuosos, entre ellos uno de Javier Mascherano, exfutbolista y actual entrenador de la selección argentina sub-20, mismo cargo que desempeñó Scaloni en 2018. "Gracias, 'Gringo querido'. Sos eterno", aseguró Mascherano en esta red social. El vuelo que trasladó desde Qatar hasta Argentina a la delegación aterrizó en la madrugada del martes en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires. Más de cinco millones de hinchas se concentraron este martes en distintos puntos del recorrido que, inicialmente, iba a transitar la 'Scaloneta' en su celebración del título logrado el pasado domingo en la final del Mundial de Qatar 2022 contra Francia, el tercero de la historia para Argentina después de los de 1978 y 1986. Durante las casi cinco horas que duró la travesía, Scaloni participó en los festejos junto al resto de jugadores, mostrándose visiblemente emocionado en varios momentos de la caravana albiceleste. LIONEL SCALONI, EL HÉROE NACIDO EN PUJATO Nacido en el pueblo de Pujato (provincia de Santa Fe) en 1978, Scaloni debutó al frente de la Selección argentina el 8 de septiembre de 2018 y fue ratificado en el cargo dos meses después, en medio de las críticas por su falta de experiencia. Con el paso del tiempo, el técnico santafesino se ha consagrado como uno de los más grandes en la historia del combinado nacional, conquistando la Copa América (2021), la 'Finalissima' ante Italia (2022) y la Copa del Mundo (2022), con un balance de 37 victorias, 15 empates y 5 derrotas. Fuente. " Lionel Scaloni ( 2022) conmovido, les dejó un mensaje a los hinchas argentinos", INFOBAE.

miércoles, 21 de diciembre de 2022

CINCO MILLONES DE PERSONAS FESTEJARON LA OBTENCIÓN DEL MUNDIAL

La Scaloneta volvió y tuvo a Argentina a sus pie. Entre 5 y 6 millones de personas se congregaron a lo largo del recorrido, inicialmente diseñado sobre unos 70 kms. Empezó lento en Ezeiza y finalizó en helicópteros. Buenos Aires fue una fiesta como nunca antes se vio. Lionel Messi y la selección argentina campeona del mundo pasearon por aire y tierra sobre la Ciudad de Buenos Aires y alrededores para celebrar su título mundial con millones de hinchas. El momento cúlmine, esperado por millones, fue cuando la Scaloneta sobrevoló el Obelisco en helicópteros. "Los Campeones del Mundo están sobrevolando todo el recorrido en helicópteros porque se hizo imposible seguir por tierra ante la explosión de alegría popular. Sigamos celebrando en paz y mostrándoles nuestro amor y admiración", escribió Gabriela Cerruti, portavoz de la Presidencia, en su cuenta Twitter. Los jugadores de la selección sobrevuela la ciudad saludando a la gente en las calles festejando el campeonato del mundo Los campeones del Mundo rumbo al obelisco La Scaloneta dio la "vuelta olímpica" terrestre y aérea y Buenos Aires fue una fiesta La caravana había partido poco antes del mediodía desde el predio de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), en Ezeiza, y se proponía llegar al céntrico Obelisco, en la avenida 9 de Julio, epicentro natural de las celebraciones. Pero después de casi cinco horas de muy lento recorrido, los jugadores con la Copa del Mundo tuvieron que renunciar a ese objetivo y subir a los helicópteros con los que sobrevolaron la ciudad. F>uete: INFOBAE

lunes, 19 de diciembre de 2022

Argentina campeón del Mundial en Qatar

La Albiceleste de Lionel Messi consiguió la gloria máxima tras el triunfo por penales ante Francia en el Lusail Stadium, luego de igualar 3-3 en los 120 minutos. Jugó un enorme partido hasta el descuento de Mbappé y no mereció sufrir. El haberse impuesto en la mejor final de la historia no hizo más que inyectarle épica a una conquista trabajada, sufrida, pero cargada de mística... Y muy buen fútbol. Se trata de la tercera estrella para la Selección y la primera en el torneo para el astro rosarino que, a los 35 años, logró su gran sueño, como Maradona en 1986 18 de Diciembre de 2022 Argentina campeón del mundo: El paso a paso hacia la gloria } El fútbol hizo justicia. La Argentina hizo justicia por botines propios. Lionel Messi tiene la foto que mereció toda su brillante carrera: con la casaca albiceleste y la Copa del Mundo en sus manos. La Selección se impuso 4-2 por penales ante Francia (tras igualar 3-3 en los 120 minutos) en el estadio Lusail y se consagró campeón del Mundial de Qatar 2022. A los 35 años, en el quinto intento del capitán (autor de dos goles; el restante de Di María), la pared se rompió. Fue un partido frenético de principio a fin. El equipo de Scaloni se puso al frente 2-0 con goles de Messi y una sublime definición de Di María. A falta de poco para el cierre, Mbappé convirtió dos tantos en un minuto para el empate parcial. En el tiempo suplementario, el capitán de la Albiceleste anotó de nuevo, pero el emblema de Francia mandó la final a los penales. En la tanda, Dibu Martínez fue el héroe y Gonzalo Montiel anotó el gol del título. Con las graderías copadas por los colores celeste y blanco, con todos los rincones del país embanderados y embargados por la emoción, los dirigidos por Lionel Scaloni jugaron la definición con plena concentración y seriedad, al punto que los galos no patearon al arco en toda la primera etapa. Apenas un síntoma de la exhibición que regaló Argentina. Con presión asfixiante, incómoda hasta para los espectadores que temieron verse encima a Julián Álvarez, rompiendo la pantalla de TV en alguna de sus corridas. Con paciencia y toque. Con personalidad. Con el acierto táctico del DT de colocar a Di María, una pesadilla, sobre Koundé, por la izquierda. Con De Paul empujando. Con Enzo Fernández manejando los tiempos. Con Messi disfrutando, ya despojado del peso de las tensiones que se evaporó tras ganar la Copa América 2021 en el Maracaná. Difícilmente se haya visto mayor diferencia conceptual entre dos equipos en una final del mundo como la que se advirtió en el primer tiempo entre Argentina y Francia. Gracias a Messi, de penal, tras una infracción de Dembelé a Di María, y al propio Fideo, luego de una jugada colectiva de excelencia, la Selección tomó ventaja. Tanto fue así que Deschamps realizó dos cambios antes del primer tiempo. En la segunda parte, después del enorme desgaste del primer tiempo, llegó el tiempo de resistir. Pero sin la necesidad de que los 10 jugadores se sujetaran al travesaño rodeando a Dibu Martínez. Scaloni definió el ingreso de Acuña por Fideo superstar para obturar caminos. De Paul con su manejo de los tiempos, haciendo lo que había que hacer en cada acción, más el manejo de Mac Allister y Fernández, más las perlitas de Messi, hasta supieron arrancarles algunos “ole” a las tribunas. Pero el suspenso llegó con el penal de Otamendi a Kolo Muani. Dibu estuvo a centímetros de atajarle a Mbappé. Y, con el efecto Países Bajos, casi inmediatamente llegó el 2-2, también de Kiki, con una volea. Minuto 81. Igual que el 2-2 contra Alemania en México 86. Entonces, Maradona tomó la pelota y arengó: “Ahora lo ganamos”. Lo mismo se propuso la Albiceleste. Y en el segundo tiempo del alargue parecía haber llegado el premio. Fue a los 108 minutos, luego del remate furioso de Lautaro Martínez que contuvo Lloris, y del rebote que tomó la Pulga, para volver a romper el score. El guión pedía algo así, la escena épica, con el muchachito de la película, para coronar tamaña obra. No obstante, otra vez se interpuso un obstáculo. Otro penal que Mbappé tradujo en su hattrick y en el 3-3. Y en los penales llegó la gloria. Otra vez con Dibu como héroe, atajando el penal de Coman y poniendo nervioso a Tchouameni para que desviara el suyo. Fue Gonzalo Montiel el héroe que puso el 4-2 decisivo. Kempes, Maradona y Messi: la computadora de los tres títulos de Argentina en los Mundiales que ganó Los tres futbolistas marcaron el termómetro de sus equipos en 1978, 1986 y 2022. Las definiciones tuvieron un final distinto en su extensión, pero todas tuvieron una idéntica conclusión en Argentina, México y Qatar VER NOTA Porque no fue un camino sencillo el de la selección argentina, tal como quedó comprobado en la final. Todo parecía marchar sobre ruedas después de la victoria 5-0 ante los Emiratos Árabes en la previa del inicio del torneo que sirvió para estirar el invicto de la Scaloneta a 36 partidos. Pero, después de aquel holgado triunfo conseguido el 16 de noviembre, Lionel Scaloni se encontró con la primera turbulencia. “Los jugadores son bastante grandecitos como para decir si están en condiciones de seguir o no”, disparó después del pitazo final y anticipó lo que ocurriría al día siguiente. Nicolás González y Joaquín Correa, dos fijas en este ciclo, fueron dados de baja y en su lugar convocó de urgencia a Ángel Correa y a Thiago Almada, quienes se encontraban en la Argentina y no esperaban el llamado. Ahora sí, con esos cambios, estaba definida la lista de 26 futbolistas para afrontar el desafío más importante de todos. El primer rival era Arabia Saudita, a priori, el más accesible del grupo en el que también estaban México y Polonia. El 22 de noviembre el Estadio Lusail, con capacidad para casi 89 mil personas, se vio invadido por una marea blanca y celeste, pero que en su mayoría estaba representada por fanáticos asiáticos que apoyaban a la Argentina pese a no hablar español. Eso, sumado a que los verdaderos hinchas de la Selección estaban dispersados por las tribunas, provocó que no se sintiera el aliento que se esperaba, sobre todo después del banderazo multitudinario que se había celebrado el día anterior. La historia comenzó de la mejor manera para el campeón de América porque a los 8 minutos el árbitro Slavko Vincic fue llamado por el VAR por una infracción en el área sobre Leandro Paredes en un tiro de esquina y cobró penal. El encargado de ejecutarlo fue Lionel Messi, que puso rápidamente en ventaja a la Albiceleste en lo que parecía ser el inicio de un sencillo trámite. Pero no. El gran protagonista de esa primera mitad fue el fuera de juego. Fueron tres los goles anulados a la Argentina por posición adelantada, uno de La Pulga y dos de Lautaro Martínez, unos por aciertos del juez de línea y otro por la intervención de la tecnología. Esto provocó que el equipo se sumergiera en la frustración por no poder liquidar un juego que no parecía traer mayores problemas, hasta que en el segundo tiempo llegó lo impensado. En una ráfaga de fútbol, Saleh Al-Shehri, con una corrida fantástica que dejó en el suelo a Cuti Romero, y Salem Al Dawsari, con un enganche en el área y tiro a colocar que se clavó en un ángulo, dieron vuelta el marcador y pusieron a Arabia Saudita 2-1 arriba. Entonces, Scaloni buscó reaccionar, entraron Julián Álvarez, Enzo Fernández, Lisandro Martínez y Nicolás Tagliafico, pero no hubo modificación posible que cambiara el destino: Argentina debutó con una derrota. El shock fue total. El campeón de América, el conquistador de la Finalissima, el equipo invicto, el ejército de Messi, besó la lona en el primer round. “Where is Messi?” (dónde está Messi) pasó a ser el grito más escuchado en Doha, mientras Neymar, Mbappé y Cristiano Ronaldo arrancaron con goles y triunfos, La Pulga había recibido un duro golpe de arranque. Pocos lo sabían entonces, pero el golpe fue necesario. Scaloni pateó el tablero para el siguiente partido, debía enfrentar a México que venía de empatar sin goles contra Polonia (el resultado que más necesitaba Argentina si aún pretendía acabar primero en la zona). No había margen de error porque una derrota lo eliminaba del torneo y por eso el entrenador mandó de arranque a Guido Rodríguez, Gonzalo Montiel, Alexis Mac Allister y Lisandro Martínez, por Leandro Paredes, Nahuel Molina, Papu Gómez y Cuti Romero, respectivamente. Después de un cero a cero en el primer tiempo con pocas llegadas, parecía que la historia se repetía, hasta que Messi contestó la pregunta que todos sus detractores se hacían. “Where is Messi?” “Acá”. A los 64 minutos, el Diez dominó a metros de la medialuna del área un pase filtrado de Di María y, sin levantar la cabeza, sacó un zurdazo bajo que se coló contra un palo del arco defendido por Memo Ochoa y desató la locura de la gente en Lusail. Luego del desahogo, el juego del equipo fluyó hasta asemejarse por momentos al que se había visto en los últimos amistosos y partidos de Eliminatorias hasta que llegó el segundo gol, el de Enzo Fernández. El ex Benfica había entrado poco antes del primer tanto y, en un estado de inconsciencia total, recibió un córner corto desde la izquierda, se metió en el área, con una bicicleta se armó el hueco y desenfundó un tiro espectacular que se metió en un ángulo y sentenció la historia. Argentina había vuelto a mostrar parte de lo que supo ser y ahora restaba Polonia. El equipo de Robrert Lewandowski acumulaba 4 puntos y con un empate podía asegurarse no sólo el pase a octavos sino además la clasificación a la siguiente ronda como líder del Grupo. Pero para ese entonces la Scaloneta ya había pasado por el taller mecánico y estaba lista para el partido. Alexis Mac Allister, Enzo Fernández y Julián Álvarez formaron como titulares para el partido que se destrabó en el arranque del complemento cuando Nahuel Molina desbordó por derecha y asistió al Colo para que definiera de primera al segundo palo. Ese tanto era una muestra de lo que ya se veía: el equipo podía generar peligro sin la necesidad de que Lionel Messi interviniera. Esto se repitió en el segundo cuando Enzo filtró un pase perfecto para la Araña que al dominar el balón quedó perfilado para sacudir de derecha y gritar su primer gol en un Mundial y darle a la Selección el pase a octavos como puntero del Grupo. Esa semana fue de festejos constantes en Doha porque mientras la Argentina se recuperaba, en otros grupos Francia, España, Brasil y Portugal recibían golpes inesperados ante selecciones menores, al tiempo que Uruguay, Alemania, Bélgica y Dinamarca armaban las valijas después de consumar sus fracasos. El siguiente rival iba a ser la inesperada Australia. La selección oceánica fue la gran sorpresa del Grupo D, en el que quedó por detrás de Francia y por encima de Túnez y Dinamarca. La Selección abrió el marcador a través de Lionel Messi en la primera mitad, con una gran acción individual de derecha a izquierda, como en sus comienzos en Barcelona, y con un disparo suave a colocar que dejó inútil la estirada del arquero Mat Ryan. Justamente, el portero australiano iba a ser clave en el segundo tiempo cuando en apenas 10 minutos, dominó larga una pelota y perdió ante la presión de Julián Álvarez. La Araña volvió a picar y puso el 2 a 0 parcial que parecía darle pie a la goleada. Pero no, aún había que sufrir. Cuando el combinado vestido de amarillo parecía haber arrojado la toalla, un zapatazo de Craig Goodwin que no llevaba ningún peligro se desvío en Enzo Fernández, descolocó a Dibu Martínez y se metió en el arco para el 1 a 2, cuando quedaban menos de 15 minutos para el cierre. El resto del encuentro fue sufrimiento porque la Albiceleste no pudo liquidar el duelo, ni siquiera con las tres ocasiones claras de gol que dilapidó Lautaro Martínez, pero pese al sudor que emergió sobre el final producto de los nervios, el marcador no se movió y la Scaloneta arribó a cuartos. Allí lo esperaba un viejo conocido con un nuevo nombre: Países Bajos (ex Holanda), a quien ya había enfrentado en 1974, 1978, 1998, 2006 y 2014. Los antecedentes sobraban para este gran duelo que sumaba un condimento especial, la presencia de Louis van Gaal. El experimentado entrenador que supo ser “el peor” en la carrera de Ángel Di María, según las palabras del propio Fideo, y el enemigo de Juan Román Riquelme en Barcelona, no tuvo mejor idea que declarar días antes que la Argentina defendía con 10 futbolistas, porque Messi no colaboraba con la marca. El neerlandés no supo que con esas palabras estaba cargando de polvora la bala de su enemigo. Los cuartos de final se transformaron en una batalla. Los jugadores argentinos, que hicieron silencio en la previa, salieron al campo de juego con la misión de ganar para asegurarse el séptimo partido, pero además para acabar futbolísticamente con el adversario naranja. Nahuel Molina, luego de una asistencia sensacional de Messi, puso el 1 a 0 en el primer tiempo, mientras que en el segundo el propio Leo, de penal, estampó el 2 a 0 y dejó una imagen que ya es bandera. Después de convertir, se abrazó con sus compañeros y corrió hacia el banco de suplentes neerlandés para colocar sus manos por detrás de sus orejas y hacerle el Topo Gigio a Van Gaal. El Messi más maradoniano de todos se hizo presente en Qatar y aún había más. Los europeos consiguieron el agónico empate con dos tantos de Wout Weghorst, un delantero que quedará por siempre recordado por ser el “bobo” al que Messi se refirió post-partido. Pero aún había tiempo para eso, porque antes apareció el héroe de los guantes. Dibu Martínez, de deslucida actuación en el Mundial hasta ese momento, fue clave en la definición por penales en la que se definió el boleto a semis. Desde aquel “mirá que te como” contra Colombia en la Copa América 2020 que el público sabía que tenía una garantía en el arco en una definición así, pero había que demostrarlo. El guardameta del Aston Villa tapó los dos primeros disparos. Sus víctimas fueron Virgil van Dijk y Steven Berghuis. Eso le dio a la Argentina el margen de error necesario para no sufrir con el fallo de Enzo Fernández, que buscó esquinar su tiro, y para festejar con la conversión final de Lautaro Martínez. Ahora sí. “Qué mirás bobo. Anda pa’ alla”, le dijo Messi a Weghorst en una frase que ya es remera, bandera, taza y hasta tatuaje. Messi se sacó. Fue a buscar a Van Gaal, le gritó que no hablara antes de los partidos, le negó el saludo al futbolista neerlandés que durante el partido lo había insultado y de fondo Dibu Martínez le espetaba un “I fuck you twice” (”Te cogí dos veces”) al técnico naranja, que había anticipado en la previa que en la definición por penales los europeos contaban con una ventaja. Otro error. El abrazo de Dibu Martínez y Dybala. Uno atajó el remate de Coman y "asustó" a Tchouameni en otra ejecución. El hombre de la Roma entró para mandar a la red su tiro (REUTERS/Peter Cziborra) El abrazo de Dibu Martínez y Dybala. Uno atajó el remate de Coman y "asustó" a Tchouameni en otra ejecución. El hombre de la Roma entró para mandar a la red su tiro (REUTERS/Peter Cziborra) Argentina se sumaba a Croacia y al día siguiente aparecieron Francia y Marruecos. Solo cuatro. Después de tanto, la Albiceleste era oficialmente una de las mejores cuatro selecciones del planeta y estaba a dos partidos de la gloria máxima. Antes, debía medirse contra el equipo comandado por Luka Modric, que en 2018 se había impuesto 3-0 en la fase de grupos y había clavado uno de los puñales más dolorosos en la historia reciente del seleccionado sudamericano. Para este partido la Argentina ofreció una gran perfomance. El resultado fue 3-0, con un gol de Messi y dos de Julián, héroe de la noche qatarí. Otamendi se consagró como el mejor defensor central del torneo, por si hasta ese momento aún quedaban dudas, Enzo Fernández se adueñó del mediocampo y la Selección alcanzó la gran final para mantener esa racha histórica y vigente de nunca haber perdido en semis. Después de ocho años de Brasil 2014, La Pulga tenía su tan ansiada -y por momentos inimaginable- revancha. Y el sufrimiento se estiró hasta los penales. Aunque Argentina hubiera merecido la gloria antes, incluso en los 90. Sirvió para que la descarga de emoción fuera aún mayor. Para que Messi, Di María, Dibu Martínez y Scaloni rompieran en lágrimas. Para que Argentina quebrara los 36 años de sequía. Llegó la tercera. La que ganó Maradona. La que disfrutan Messi y toda la Argentina. Fuete:"Argentina campeón del Mundial de Qatar 2022". INFOBAE, 18 de Noviembre de 2022

lunes, 5 de diciembre de 2022

Argentina 1985, la película sobre el juicio a las Juntas, vista por el Dr. Emilio Crenzel

Patio Bullrich, 16 horas. Son las cuatro de la tarde y estoy en la puerta de un cine en el Patio Bullrich, quizás el shopping más coqueto de la ciudad. En una fila breve, de gente mayor de 50 años, esperamos que abra la sala. El gris de las canas es el color dominante. Ropa combinada con estilo, tonos pastel. Parejas, grupos de amigos, conversan animados. Venimos a ver “Argentina 1985”. Son las cuatro de la tarde y estoy en la puerta de un cine en el Patio Bullrich, quizás el shopping más coqueto de la ciudad. En una fila breve, de gente mayor de 50 años, esperamos que abra la sala. El gris de las canas es el color dominante. Ropa combinada con estilo, tonos pastel. Parejas, grupos de amigos, conversan animados. Venimos a ver “Argentina 1985”. Faltan 20 minutos para que comience la función. Las puertas se abren y apenas se ocupa un 20% de las butacas. Sin embargo, en el tiempo que resta, la sala se llena. Se puebla de un público que, en su mayoría, reproduce el perfil que retraté. Jóvenes de ayer, aquellos que lo éramos cuando se desarrolló el juicio, incluso cuando gobernaba la dictadura. Pero hay, también, otros jóvenes, de hoy, vestidos con ropa de marca, rubios, de tez blanca, dientes impecables, también blancos. Uno de ellos sostiene un vaso grande de pochoclo. Algunos se sientan a mi lado. Conversan entre sí. Sonríen. Hablan de una reunión o fiesta a la que irán a la noche. La composición de clase de la sala es definitivamente homogénea y el perfil etario, como dije, un poco más diverso. Estoy con mi hijo. Alejados de ese perfil social, representamos esa composición generacional. En minutos, cuando comience la película, la gran mayoría del público regresará a una Buenos Aires conocida, se reencontrará con aquella ciudad que transitó en los primeros años ochenta y que el film recrea con detalle. Para los jóvenes de hoy, apenas reconocible en el edificio de tribunales, esa Buenos Aires es una ciudad ajena: autos prehistóricos, cabinas de teléfonos públicos, máquinas de escribir, el cigarrillo omnipresente. Pero, también, les resulta extraño el escenario político: una democracia naciente que convive con los autores de crímenes atroces que conservan cuotas sustantivas de poder. Mientras duró el juicio se emitían por televisión escasos minutos sin audio. Años después, se produjeron algunos programas especiales en aniversarios o contextos significativos que incluyeron breves fragmentos de las audiencias. De allí que, para la gran mayoría de los espectadores, la película constituye su aproximación visual, mediada por la recreación histórica, al juicio. Esta cuestión, junto a su éxito de público, instalan la importancia política de “Argentina, 1985”. Fuente: Crenzel, Emilio ( 2023).Argentina 1985 - Argentina 2022, Página 12, Buenos Aires.