martes, 23 de mayo de 2017

LA CORRUPCIÓN SE HA INSTALADO COMO PROBLEMA PUBLICO EN LA VIDA DEMOCRÁTICA, POR QUÉ SE BUSCA DESPLAZAR EL EJE CENTRAL DISFRAZANDO EL LIDERAZGO PERSONALISTA EN U NA LUCHA IDEOLÓGICA

En un análisis profundo , el politólogo y sociólogo Sebastián Pereyra abordó en 2013 un tema de suma actualidad  en Argentina" ( sin que en el mundo nadie esté exento).
enfocaba el fenómeno de de la "Política y transparencia" en nuestro país. Le sumaba como subtitulo: "la corrupción como problema político". Marcaba como parte-aguas la década del 90 con Menem en el poder , la "cleptocracia", como fue definida. Desde aquellos años, explica Pereyra, se produjeron  importantes cambios en los modos en que se juzga la actividad de quienes gobiernan.

Se preguntaba  ¿Puede decirse que quien se mete en política ha sellado un pacto con el diablo. A la vez buscaba indagar "¿Por qué se modificaron los estándares de evaluación de la política, incorporando controles técnicos y una permanente sospecha preventiva hacia los funcionarios? . 
Otra de las hipótesis planteadas fue  : ¿Quiénes y de qué manera se han dedicado a producir denuncias sobre la corrupción? . En seguida interrogaba : ¿En qué medida los escándalos que derivan de ellas son el síntoma de un desplazamiento central de la lucha ideológica que circula por carriles institucionales, partidarios, a la lucha entre liderazgos personalistas que se dirime en el terreno de la opinión pública, del activismo y la protesta?.
 Indicaba  que  su estudio tenía como finalidad analizar el proceso por el cual la corrupción  adquirió una centralidad inusitada como problema público en nuestras sociedades contemporáneas. 
Añadiendo que más allá de los índices cuantitativos nacionales e internacionales, exploraba  el crecimiento de los movimientos anticorrupción y el surgimiento de verdaderos “corruptólogos” o expertos en la materia, el aumento de los escándalos así como la puesta en marcha de políticas públicas de transparencia en las últimas décadas.
A partir de una investigación sólida y de un enfoque novedoso, este ensayo esclarece aspectos cruciales, como la separación entre gobierno y ciudadanía, el rol del periodismo y de los magistrados, o la brecha entre la nueva política, que recurre a una retórica virginal y la vieja política. Así, logra desentrañar el modo en que han impactado los discursos de la transparencia y la anticorrupción en nuestra vida democrática, e instalar sugestivas preguntas sobre los ejes de la disputa política actual y sobre el lugar de la representación, la legitimidad, la ley y la moral en esa disputa.

Pereyra Sebastián ( 2013) "política y transparencia " (la corrupción como problema público), Siglo Veitiuno, Argentina.
http://www.sigloxxieditores.com.ar/fichaLibro.php?libro=978-987-629-266-5

jueves, 11 de mayo de 2017

MACRISTOCRACIA,LEJOS DE SER UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO , EN EL GOBIERNO SE REÚNEN FUNCIONARIOS Y ADHERENTES A LAS DICTADURAS , AL MENEMISMO , REPENTINOS CORONELES DE LA JERARQUÍA DEL PODER

El PRO con su slogan "Cambiemos" ,se presentó como una fuerza nueva ante los partidos tradicionales que gobernaron la Argentina durante su historia.
Según su propuesta , se trataba de una" fuerza que venía a poner la gestión por encima de las ideologías". Cambiemos promueve el “emprendedurismo” y el mérito como forma de progresar en la sociedad, el esfuerzo individual ante todo", repetían. Sin embargo, al repasar los nombres  de los "nuevos dirigentes",  quedará desechada esa hipótesis. Así lo comprueba la investigación de Fernando Cibeira en su libro "Macristocracia" ( Planeta) .

En un juego de palabras entre el apellido presidencial y la procedencia social ( la aristocracia , la alta alcurnia) deja  evidencia que las vidas de los principales representantes de Cambiemos no son un ejemplo de mérito personal sino que, en su gran mayoría, se trata de beneficiarios de fortunas heredadas, empezando por el propio Presidente. 

Esa posición privilegiada les permitió formarse en colegios y universidades privadas de élite y perfeccionarse en los más selectos centros de estudio, educación que les proporcionó una forma de pensar acerca del rol del Estado, del funcionamiento de la economía, de la utilidad de los distintos estamentos sociales, de los alineamientos en las relaciones internacionales, de la protección de los derechos de los trabajadores,  aunque aseguren no tener ideología. 

Macristocracia repasa la historia de las familias que componen el macrismo entre las que, lejos de la novedad o pretendida bocanada de aire fresco, es posible ver linajes beneficiarios de las campañas contras los indios como los Braun, los Bullrich y los Luro; funcionarios y adherentes de gobiernos dictatoriales y conservadores como los Pinedo, los Rodríguez Larreta y los Massot; participantes del neoliberalismo que recortó conquistas sociales en los años noventa, como los Frigerio y los Triaca; o los amigos de colegio del Presidente,
repentinos coroneles de la jerarquía del poder. 


Este libro cuenta el pasado "clásico" de estos dirigentes "modernos" que han decidido subirse al escenario de la función pública. Los miembros de estas familias forman parte de un linaje que siempre ha estado cerca de las decisiones importantes de la Argentina, aunque seguramente no tan cerca como en la actualidad. Si la pregunta del libro es quién manda en la Argentina, Cibeira responde en detalle no sólo quién manda sino también por qué. 

Sobre el autor:
Fernando Cibeira nació en Buenos Aires en 1965. Como periodista de política trabajó en la revista Somos, en el diario Clarín y en la primera experiencia del diario Perfil. Desde 1998 se desempeña en Página/12, donde es editor de la sección Política. Macristocracia es su primer libro.

Fuente: Fuente: Cibeira, F. Macristocracia : la historia de las familias que gobiernan la Argentina
http://www.planetadelibros.com.ar/macristocracia-libro-248075.html

jueves, 4 de mayo de 2017

LOS GENERALES ARGENTINOS QUE ASEGURARON VENIR A SALVAR LA PATRIA JUSTIFICÁNDOSE EN LA DEFENSA DE LOS VALORES DE LA SOCIEDAD PERPETRARON NO SOLO EL SECUESTRO Y LA DESAPARICIÓN FORZADA , SINO TAMBIÉN VEJÁMENES PSIQUICOS Y FÍSICOS COMO LAS VIOLACIONES, TENÍAN UN AMPLIO CONOCIMIENTO DE LA BARBARIE QUE EMPRENDIAN


A partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, se instauró en el país una dictadura que implantó el “terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina” (*), y posibilitó la imposición de un modelo de país autoritario, económicamente regresivo y socialmente injusto requerido por los centros de poder internacional y los grupos económicos concentrados. Este golpe no constituyó una irrupción abrupta, sino que se insertó en una cultura política atravesada por prácticas de violencia estatal y paraestatal, y por la continua alternancia de dictaduras militares y democracias restringidas durante todo el siglo XX.


El objetivo de eliminar al activismo social, desmantelar la organización popular, disciplinar a la sociedad y vaciarla hasta de su propia memoria, requirió poner a la totalidad de las instituciones del Estado al servicio del terror. Tras el golpe de 1976, la dictadura institucionalizó y potenció el modo represivo previamente ensayado: la metodología de secuestro-tortura-desaparición y la instauración de los centros clandestinos de detención como dispositivos de exterminio de los prisioneros y de diseminación del miedo hacia la sociedad. En esa red de más de 500 centros desplegada a lo largo del país, la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)  constituyó un engranaje emblemático.


Hace pocos años al conocerse los fundamentos de las condenas a represores en Paraná se detalló la sentencia los delitos atroces que perpetraron los represores condenados: no solo el secuestro, privación ilegítima de libertad en centros clandestinos de detención, o delitos graves como el homicidio y la desaparición forzada; sino las cruentas vejaciones a que sometieron los verdugos a sus víctimas, “todas prácticas productoras de pesadumbres morales y perturbaciones psíquicas, que iban dirigidas a quebrantar a los militantes políticos-sociales” e inclusive se apuntó que “los imputados infligieron graves padecimientos a las víctimas y también a sus familiares”.

En ese marco, ratificó el tribunal que se trata de delitos contra la humanidad, cometidos en el marco “de una actuación ilícita del Estado, que ejecutó un plan nacional de exterminio para implantar un orden acorde a sus intereses”. Se dejó constancia además de que fueron delitos cometidos por “agentes estatales, planeados como una acción gubernamental” y, más aun, “fueron acciones concertadas desde el poder ilegítimo, para expandir la represión y la colonización ilícita de otro grupo”.

Genocidio

En otro tramo de la sentencia, el tribunal planteó una disquisición entre “crímenes de lesa humanidad” y “genocidio”, para concluir que en la Argentina “existió un plan para destruir a un grupo entero de la población civil y otro plan para ocultar los hechos” y que “el grupo nacional argentino fue exterminado ‘en parte’, ‘en una parte suficientemente sustancial como para alterar la relaciones sociales al interior de la propia nación’”. Por eso concluye que es aplicable el concepto de genocidio, según los términos en que lo plantea la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Según el tribunal, “en el caso, el grupo nacional argentino a destruir fue catalogado como ‘subversivo’ o ‘terrorista’ abarcando con tan difusa y ubicua denominación desde grupos político-militares de diferente ideología hasta militantes o activistas políticos, barriales, gremiales, estudiantiles, profesionales, religiosos, docentes y sus afines o parientes, más precisamente aquellos que –a criterio de la autoridad usurpadora– controvertían el estilo de vida de la occidentalidad cristiana”.

Existió un plan sistemático que consistió en secuestrar, torturar y asesinar de forma clandestina a miles de personas. Los “grupos de tareas” (comandos integrados mayoritariamente por militares y policías de baja graduación) se dedicaban a los secuestros y luego trasladaban a los secuestrados a centros clandestinos de detención que podían estar en un cuartel, una fábrica o una comisaría, entre otros lugares.

En ese período los generales y comandantes argentinos aseguraron que querí­an salvar a su paí­s del "monstruo " del materialismo comunista, estructurado en los grupos subversivos y fundar una nueva patria. Paradójicamente, justificándose en la defensa de los valores de la sociedad “occidental y cristiana”, no dudaron en favorecer las violaciones de monjas, los secuestros y torturas a algunos pastores evangélicos y sacerdotes católicos, así­ como el asesinato de personas motivadas en su lucha social por las convicciones cristianas

Memoria

Más adelante, el tribunal argumentó que el juicio celebrado contra nueve imputados –Ramón Genaro Díaz Bessone fue separado al comienzo del proceso por incapacidad mental y Albano Harguindeguy falleció durante el debate– “no consistió en volver al pasado sino en traer el pasado al presente a través de un acto de evocación y de comprensión retrospectiva, porque la impunidad era un hecho del presente”.

“En ese cometido, relevando también el carácter que toda sentencia tiene como un acto en que el Estado se comunica con los ciudadanos y más allá de la decisión concreta respecto de cada imputado, nominar como genocidio lo que ocurrió en Argentina es producir verdad y, en términos de sensibilidad normativa, acortar la incomprensible distancia entre la Justicia y la sociedad, entre la opinión que ésta suele tener –más precisamente las víctimas del terrorismo de Estado– acerca de lo que nos pasó como sociedad (un genocidio), de modo de favorecer la construcción de la memoria colectiva, tanto de sus víctimas directas como de su víctima indirecta, la sociedad toda”, se destacó en otro párrafo de la sentencia.

En ese marco, se remarcó que “ni el plan ni el accionar genocida dio comienzo con el asalto del poder político el 24 de marzo de 1976, sino que había comenzado como tal, en su modalidad de extermino y clandestinidad –al menos– el año anterior” y que lo ocurrido en ese período “admite ser catalogado como genocidio reorganizador”, mientras que hubo un “genocidio constituyente (u organizador)” que fue el que exterminó a los pueblos originarios desde finales del siglo XIX.

A manera de resumen, en el tramo final, se consigna que Dasso, Valentino, Crescenzo y Rodríguez “tenían conocimiento, cada uno en su esfera de actuación, de la ilegalidad de sus procederes, y de igual modo actuaron en violación de mandatos legales” y que “la aquiescencia para llevar a cabo los objetivos del plan macrocriminal permiten acreditar que tenían conocimiento de la barbarie que emprendían”.

Fuentes:
http://paginajudicial.com/%E2%80%9Cnominar-lo-que-ocurrio-en-argentina-como-genocidio-es-producir-verdad%E2%80%9D


http://www.menschenrechte.org/lang/es/regionen/la-impunidad-en-argentina

http://www.espaciomemoria.ar/dictadura.php