domingo, 27 de diciembre de 2020

De trabajar en el ferrocarril y manejar un taxi a transformarse en ícono de Rosario Central y dirigirlo en 7 etapas: la historia de Don Ángel Tulio Zof

Marcador de punta izquierdo como futbolista, jugó en Argentina, México, Canadá y Estados Unidos, pero no temió volver a su trabajo como ajustador mecánico o subirse a un taxi cuando colgó los botines. Sin embargo, una casualidad lo sentó en el banco de suplentes. Y pasó a la historia como un verdadero maestro, con huella más profunda en el corazón de los Canallas. Ángel Tulio Zof, fallecido hace seis años, fue acaso el mejor director técnico de la historia de Rosario Central, en el que jugó en los años cincuenta y dirigió en siete etapas distintas, y con el que obtuvo tres campeonatos, además de apagarle incendios haciéndose cargo de los distintos planteles, ya siendo muy veterano, en momentos muy complicados. Zof terminó siendo un personaje que excedió el marco de un jugador o entrenador y en 2005 fue nombrado “Ciudadano Ilustre” de Rosario, ciudad en la que estuvo vinculado también a su trabajo como ajustador mecánico en los ferrocarriles, y hasta manejó un taxi cuando regresó de su etapa final de futbolista en Norteamérica. Nació el 8 de julio de 1928 en Rosario en el seno de una familia humilde y trabajadora. Sus padres, Antonio Zof y María Boemo, eran inmigrantes italianos de la región del Friuli, y le transmitieron la cultura del trabajo y, como buenos campesinos, los pies en la tierra. Zof comenzó a jugar al fútbol en el club Gath y Cháves del barrio rosarino de La República y a los 17 años pasó a formar parte de las divisiones inferiores de Rosario Central, aunque su debut en Primera (ante Newell’s Old Boys, en 1950) se demoró cinco años porque, en esos tiempos, la formación era fija y su ídolo, Alfredo Fogel, no salía nunca hasta que con el paso del tiempo se fue generando el espacio. Por las mañanas seguía trabajando en los ferrocarriles como varios de sus compañeros. Cuando por fin arregló un sueldo cuando comenzó a alternar en la Primera, volvió eufórico a su casa porque lo que cobraría representaba mucho más que lo que percibía por el otro trabajo, hasta que le advirtieron que la paga era simplemente el básico que cobraban los futbolistas. Además de Fogel (al que reemplazó como marcador de punta izquierdo) cumplió el sueño de jugar con otros de sus ídolos y a quien siempre mencionaba, el “Torito” Waldino Aguirre. En el torneo de ese año, 1950, Rosario Central descendió de categoría debido a que tuvo que sufrir el éxodo de muchos de sus jugadores, pero en 1951 consiguió regresar a la máxima categoría con bastante comodidad. aunque tuvo continuidad como titular recién en 1953. Guillermo Ferretti, autor del libro “Ángel Canalla” y con “cientos de cafés” tomados en su casa durante una década, servidos por su esposa Norma (que decía que recordar cuestiones de fútbol le daba vida) indica que Zof siempre se caracterizó por su caballerosidad y buen comportamiento. Para su publicación, su ex compañero Federico Vairo (luego destacado jugador de River y de la selección argentina) le contó que siempre bromeaba con el partido que jugó ante River en el Monumental y en el que Zof tuvo que marcar a Enrique Omar Sívori, quien le dio un paseo justo cuando lo estaban observando dirigentes italianos que se lo llevaron a la Juventus. “Gracias a mí, River completó la herradura de su estadio”, solía decir, con ironía. Vairo relató que en uno de los goles, Sívori la empujó y con la cancha embarrada, él se tiró en la línea y no la pudo sacar y a los segundos, vio cómo Zof le daba la mano al goleador adversario para felicitarlo por el gol, con toda la bronca: “Al final yo me embarraba todo para que luego él saludara efusivamente a quien nos marcó el gol. Siempre fue así”. 1955 fue su último año en Rosario Central. Se destacaba por su muy buen estado físico y por ser derecho, pese a que jugaba como marcador de punta izquierda. En 1956 pasó a Huracán, dirigido por Adolfo Pedernera, pero sólo jugó 11 partidos por las permanentes medidas de protesta de los jugadores ante la falta de pago del club, y en 1957 fue capitán en Quilmes, en la Primera B, y peleó el ascenso pero no pudo conseguirlo. Con 29 años, pensó en dejar el fútbol pero un empresario, Héctor Almide, se lo llevó a México con otro ex compañero de Rosario Central, Roberto Appicciafuocco, con quien abriría una exitosa parrilla, “El Gaucho”. Fue por un par de meses al Oro de Guadalajara y luego, al Atlético Celaya, pero el equipo descendió y en 1961 firmó para el Morelia. De allí se fue a Canadá, donde vivió nuevas experiencias: le tocó marcar a Stanley Mattews (quien fue nombrado sir, fue el primer Balón de Oro europeo en 1956 y el jugador que se retiró más tarde en el profesionalismo, a los 50 años), debido a que la liga permitía que jugadores de otros torneos se anotaran en sus vacaciones; y ejerció como DT por primera vez, en Toronto, con jugadores yugoslavos, húngaros e italianos, con los que no compartía idiomas y utilizaba una mesa de billar con pelotas de papel y chapitas y si le entendían, levantaban el pulgar. Tras ser subcampeón de la liga, se trasladó a los Estados Unidos para jugar en los Philadelphia Ukranians y luego se mudó a Nueva Jersey para jugar en el Hakoaj de Nueva York mientras empezó a trabajar también en la General Motors y fue parte del primer partido televisado en la historia del soccer. Sin embargo, cuando ya parecía instalado en los Estados Unidos, decidió retornar a la Argentina en 1963 luego de sufrir algunos problemas con el nacimiento de una de sus hijas. Regresó entonces como ajustador mecánico a los ferrocarriles y al mismo tiempo, manejaba un taxi, alejado completamente del fútbol. Sin embargo, con el taxi comenzó a llevar a algunos ex jugadores de Rosario Central que viajaban a Bigand para jugar en el Independiente de esta localidad y cuando el equipo se quedó sin DT, estos jugadores hablaron de él en el club y terminó arreglando para quedarse con el puesto aunque con una condición: “Quiero que los pibes coman bien y de ser posible, que aquel que esté estudiando lo siga haciendo. Ya veremos cómo hacemos con los trabajos que tienen. Me interesa eso y que sean educados, buena gente. A algunos los conozco. Si se da eso, agarro”. Zof terminó ganando la Copa de Oro (hoy Copa Santa Fe) en la final ante Unión y así llegó a ser conocido y terminó siendo contratado por Newell’s Old Boys, aunque él se enteró por los diarios y por sus compañeros del ferrocarril a la mañana siguiente, cuando la decisión se había tomado la noche anterior. “Guardé el diario, me puse el mameluco lleno de grasa, agarré las herramientas y empecé a trabajar. Al rato se aglomeraron todos los obreros. Me preguntaban quién era ese Zof. No creían que era yo”, relató 40 años más tarde y remató con las palabras de “aliento” de uno de sus compañeros de trabajo: “Dos partidos y te rajan”. Pero dirigió tres años a Newell’s. Luego siguió en Los Andes, con el que le ganó a River en un recordado partido en el Monumental en 1968, y ganó el Torneo Reclasificación en 1969 hasta que Rosario Central lo contrató a mediados de 1970, reemplazando en el cargo nada menos que a Sívori para el Nacional, en el que llegó a jugar la final ante Boca y cayó 2-1 tras ir en ventaja 1-0 en el Monumental, aunque logró clasificarse para la Copa Libertadores. Aquel equipo que perdió ante Boca en la final del Nacional de 1970 fue la base para el que sería campeón nacional 1971 dirigido por Ángel Labruna (quien lo admiraba, al punto de que una vez, ya fallecido, su mujer lo fue a esperar a la puerta de salida de un vestuario para comentarle cuánto lo respetaba su marido) y luego, con Carlos Griguol, en 1973. En 1971, luego de renunciar, pasó a Atlanta, amenazado por el descenso, pero pudo salvarlo. Volvió por segunda vez a Rosario Central en 1972 y renunció cuando el Huracán de Menotti le ganó 5-0 como visitante en el Metropolitano 1973 y se fue a Atlético Ledesma de Jujuy para 1974 y en cinco años, logró clasificarlo tres veces para los Nacionales (1976, 1977 y 1978) y descubrió a dos juveniles como Héctor Chazarreta y el salteño Humberto “Coya” Gutiérrez. Tras su paso por el norte argentino, volvió a Rosario Central para su tercera etapa en 1979, en reemplazo de Griguol, y su inicio no pudo ser mejor en el Metropolitano: cinco triunfos consecutivos y once invicto. Conocedor a fondo de los jugadores técnicos, trajo desde Ledesma a Miguel Bacas, a Chazarreta y a Rubén Díaz, y también sumó a juveniles de las divisiones inferiores como Edgardo Bauza, Oscar Craiyacich, Juan Calos Ghielmetti, que se sumaron a Félix Orte, Guillermo Trama y el lateral Jorge García. Ese equipo, llamado “La Sinfónica”, fue semifinalista de los dos torneos del año, ambos ganados por River. Al año siguiente, en 1980, fue campeón Nacional en la final ante el Racing de Córdoba de su admirado Alfio Basile, ya con la incorporación del veterano goleador Víctor Marchetti, y los juveniles Daniel Sperandío y Daniel Teglia. Dirigió a Rosario Central hasta 1982 y en 1983 se incorporó a Platense con ex jugadores de Rosario Central como Ramón Bóveda, Roberto Cabral e “Hijitus” Gomez, y en 1984 volvió a Ledesma y lo clasifico para otro Nacional. En la temporada 1986/87 volvió para su quinta etapa en Rosario Central, que acababa de ascender desde el Nacional B con Pedro Marchetta como entrenador. Contaba con jugadores de buen pie como Roberto Gasparini, Osvaldo Escudero, Fernando Lanzidei, y Alejandro Lanari en el arco, más jóvenes como Hernán Díaz, Ariel Cuffaro Russo, Jorge Balbis y Adelqui Cornaglia. Terminó siendo campeón en su primera temporada en la máxima categoría, superando a Newell’s por un punto y se mantuvo en el cargo hasta 1990, cuando ya el equipo no pudo recuperar el nivel por la venta de su gran figura, Omar Palma, a River Plate. Como tantas otras veces, Zof promovió entonces otra camada de juveniles como Juan Pizzi, José Chamot, David Bisconti y Alberto Boggio. Se fue en la temporada 1990/91 pero volvió cuatro meses más tarde reemplazando a Carlos Aimar y hasta 1992, que se fue a San Martín de Tucumán, en su sexta etapa. Su séptimo ciclo comenzó a mediados de 1995 reemplazando a Marchetta y con el equipo ya clasificado para la Copa Conmebol, con jugadores como Cristian “Kily” González, Darío Scotto y Roberto “Nuno” Molina y se reforzó con Eduardo Coudet, el peruano Percy Olivares y especialmente, desde Gimnasia, con el uruguayo Rubén “Polillita” Da Silva, un expreso pedido suyo a la dirigencia. Y como tantas otras veces, apeló a los juveniles como Roberto Bonano, Martín Cardetti, Horacio “Petaco” Carbonari y Federico Lussenhof. Llegó a la final ante Atlético Mineiro, en la que perdió 4-0 en Belo Horizonte y ganó 4-0 y por penales en la vuelta en Rosario, consiguiendo así su tercer título de auriazul. Dirigió al equipo hasta 1997, cuando se retiró. Fue a las divisiones inferiores, aunque cada tanto tuvo que hacerse cargo del plantel profesional como en el Apertura 2004 y Clausura 2005, acompañado de Cuffaro Russo, y consiguió clasificar al equipo para la Copa Sudamericana 2005 y la Libertadores 2006, apagando otro incendio cuando ya era “Don Ángel” o “El Viejo”. Allí volvió a anunciar su retiro. Allí fue convocado por Jorge Bernardo Griffa para su fundación para trabajar en asesoramiento y capacitación con profesores y futbolistas de su club y estuvo un año pero tuvo que dejar por problemas de salud. Es el que más partidos dirigió a Rosario Central en el profesionalismo (608) y el más ganador, con 3 títulos (1980, 1986/87 y la Copa Conmebol 1995). “Cuando comencé era muy exigente. Ponía multas por llegar tarde, por insultar, por todo. Creía que hacía bien porque imponía disciplina. En una oportunidad llegué y escuché la vocecita de uno de los muchachos que decía ‘ahí vienen esos hijos de…'. Ahí recapacité y pensé ‘tiene razón. Si trabajo con ellos, tengo que ser un compañero más’. Cometí muchos errores, pero con el tiempo aprendí y no multé más a nadie”, reconoció una vez. Falleció el 26 de noviembre de 2014 y al año siguiente, Rosario Central bautizó con su nombre a la Ciudad Deportiva de Granadero Baigorria, y el Ministerio de Educación lo calificó como “Maestro de la Vida”. “¿Cuál es la clave del éxito? El buen jugador de fútbol. Por ahí se habla del DT, pero no, es el jugador. Si yo no elijo bien, si sólo pienso en defender para tratar de zafar, nunca voy a tener posibilidades de salir campeón ni de estar peleando arriba”, solía sostener aunque, al contrario de lo que parecía, la mayoría de sus indicaciones previas a los partidos, aunque sencillas, eran sobre la defensa porque creía que arriba había que darles libertades a los atacantes y no casualmente él mismo había sido defensor. Ferretti, su biógrafo, lo califica como “un tipo simple, sencillo, al que le gustaba poner el inodoro en el baño y la heladera en la cocina”. “A los 30 años tenía proyectos largos. ¿Y ahora qué puedo tener? Hay que ser inteligente y tener siempre inquietudes. Me levanto todos los días pensando qué puedo hacer. Si pensara ‘las sé todas’, entonces me estancaría y perdería. No me doy cuenta de la edad que tengo”, le dijo a la revista “El Gráfico” a los 76 años. Quien lo definió con su clásico sentido del humor fue otro centralista, el fallecido Roberto Fontanarrosa, en su libro “No te vayas campeón” (2000): “Una vez más, el viejo Zof había conseguido lo que logran esas amas de casa que, con dos pesos, mandan a los chicos a la escuela, les compran delantales, pagan la luz, pagan el gas, compran la comida y todavía se arreglan para que les sobren unos centavos para hacerle un regalo a alguna vecina”. Levinsky, Sergio, INFOBAE ( Argentina), 26 de Diciembre de 2020

Esperanza, creatividad, voluntad y paciencia, entre los valores y aprendizajes que el 2020 dejó a los argentinos

A través de una curiosa campaña, Santander intervino temporalmente las marquesinas de varias sucursales del país con juegos de palabras que reconocen el esfuerzo -y algunos aprendizajes- que dejó este particular año. Sin lugar a duda, el 2020 estuvo marcado por los distintos desafíos y aprendizajes. Para ponerlos en foco, Santander desarrolló una campaña que destaca todo lo que este año atípico deja en el camino. ¿Cómo lo hizo? Interviniendo las marquesinas en diversas sucursales del país. “Aprendizajes” se llama la iniciativa del banco que propone recuperar aquellos valores que los argentinos tuvieron durante el año; un 2020 en el que el coronavirus transformó la vida de todos. Por ello, más de 50 sucursales de Santander en todo el país intervinieron su marca dando lugar a juegos de palabras con cuatro variantes, según la sucursal: “Santacreatividad”, “Santapaciencia”, “Santavoluntad” y “Santaesperanza”. Silvia Tenazinha, gerente principal de Banca Comercial de Santander, dijo: “Durante este año tuvimos grandes enseñanzas y desarrollamos algunas fortalezas, alineadas a nuestros valores. Esto es lo que busca poner de manifiesto la nueva campaña”. “Este año fue de grandes desafíos. Eso sacó lo mejor de nosotros”, agregó Gabriela Balestrieri, gerente de Marketing. “La solidaridad, la empatía, la tolerancia son valores que los argentinos tenemos desde siempre, pero con todo esto que pasó quedaron más a la vista, y eso es lo que quisimos comunicar con la campaña”. Adriana Alesina, gerente de Comunicación Masiva y a Clientes, habló sobre la decisión desafiante de cambiar las marquesinas: “Cambiar el logo de nuestra marca no es algo menor, pero sentimos que había que reconocer el enorme esfuerzo que hicimos todos, destacar lo positivo. Este fue un año en el todos nos ayudamos entre nosotros; por eso quisimos cerrarlo haciendo este reconocimiento a las personas”. El mensaje principal de la organización es “Queremos ayudarte”, por eso, invita a cerrar el año rescatando valores como la empatía, la solidaridad, el impulso de ayudar al otro e, incluso, ese diferencial tan argentino que permite salir adelante en las situaciones más adversas: la creatividad. La intervención de las marquesinas de las sucursales consiste en que se puedan observar estas virtudes junto a la marca Santander, que explica las razones detrás de la elección de cada palabra: Santacreatividad: “Porque entre todos inventamos soluciones a problemas que nunca habíamos imaginado antes”. Santapaciencia: “Porque nos adaptamos rápidamente a nuevas formas de hacer las cosas”. Santaesperanza: “Porque seguimos mirando al horizonte confiando en un futuro mejor”. Santavoluntad: “Porque elegimos seguir adelante más allá de las dificultades”. Se cierra un 2020 duro, lleno de obstáculos. Pero, también, un año lleno de aprendizajes: Santander eligió rescatar los aspectos positivos que permitieron enfrentar los desafíos. Esperanza, creatividad, voluntad y paciencia, entre los valores y aprendizajes que el 2020 dejó a los argentinos, INFOBAE, 20 de Diciembre de 2020

lunes, 7 de diciembre de 2020

El Juicio de Nuremberg buscó que los nazis de rindieran cuentas por las atrocidades cometidas y de mostrar al mundo la realidad del régimen hitleriano, además fue un precedente a seguir si se volvían a producir calamidades humanas de naturaleza similar ( José Luis Pérez Triviño, 2015)

El juicio de Nuremberg es posiblemente el intento más desarrollado de respuesta jurídica a uno de los desafíos más terribles a que se haya enfrentado la humanidad. En este juicio se dilucidaba la suerte de los principales instigadores del nazismo, de los perpetradores del Holocausto, de los responsables del comienzo de la Segunda Guerra Mundial con toda su secuela de destrucción. Hay que recordar ciertos datos que dan cuenta de la magnitud de la responsabilidad de estas personas que fueron juzgadas en Nuremberg: como consecuencia del Holocausto se calcula que murieron más de seis millones de personas, y como resultado de la guerra murieron más de cuarenta millones. Los juicios de Nuremberg también son relevantes por su impacto en un asunto tan importante como el diseño normativo y judicial que establece la exigencia de responsabilidades jurídicas a los individuos y los estados que desencadenan una guerra, que llevan a cabo un genocidio o que cometen crímenes contra la humanidad. También los juicios de Nuremberg se han constituido en un referente ineludible cuando se trata de establecer tribunales internacionales en que se somete a juicio la responsabilidad por delitos internacionales. Después de la derrota final del Tercer Reich en 1945, algunos miembros del grupo dirigente nazi se habían escondido, otros habían huido y otros se suicidaron. Pero las potencias aliadas habían logrado encontrar, identificar y retener algunos de los principales dirigentes. La cuestión que se plantea- ba a los aliados era qué hacer. La respuesta, a pesar de las apariencias, no era fácil. Por una parte, no había precedentes históricos de enjuiciamientos a los responsables estatales de haber iniciado un conflicto bélico. Nunca hasta Nuremberg se había establecido un tribunal, unas normas, un procedimiento a través del cual se exigiesen responsabilidades jurídicas a individuos acusados de cometer crímenes tan aberrantes. La práctica habitual había oscilado entre el puro y a veces despiadado ejercicio de la revancha o la “justicia de los vencedores” y la inmunidad casi absoluta. En tal caso, al tomar conciencia de la magnitud de la mal- dad del régimen nazi algunos dirigentes de las potencias aliadas sugerían aplicar medidas “políticas” inminentes y taxati- vas que suponían ejecutar a los principales responsables del Tercer Reich. En palabras de uno de los abogados del equipo de la United Nations War Crimes Commision (UNWCC), Murray Bernays, esta medida se debía rechazar por el retroceso en el tiempo que significaría la ejecución de los criminales de guerra: “En tiempos del César, el enemigo se trataba como tal, es decir, se le esclavizaba o mataba sin contemplaciones. En tiempos de Napoleón se aplicaba el destierro y la prisión mediante lo que se llamaba ‘acción política’; hoy queremos imponer la muerte y sin duda eso es un retroceso y no un progreso”. Entre un extremo y el otro, finalmente en agosto de 1945 se tomó la decisión de celebrar un juicio que, además de rendir cuentas por las atrocidades cometidas y de mostrar a la opinión pública mundial la realidad del régimen hitleriano, también pudiese convertirse en un ejemplo a seguir si se volvían a producir calamidades humanas de naturaleza similar. Lo que se pretendió en Nuremberg era, según las palabras del fiscal norteamericano Robert Jackson, juzgar a las autoridades alemanas no por haber perdido la guerra, sino por haberla empezado. De esta manera, los juicios de Nuremberg se constituyeron en una semilla de la cual surgieron tribunales internacionales como el de Ruanda o el de la antigua Yugoslavia, y más recientemente el Tribunal Penal Internacional. La creación del tribunal y el desarrollo de los juicios no fue un camino fácil. Era un desafío abordar problemas hasta el momento nunca previstos y sus impulsores toparon con obstáculos jurídicos y políticos poderosos. Al fin y al cabo, los hechos que se trataba de juzgar no tenían comparación y el derecho histórico de aquel momento no estaba preparado para enfrentarse a ellos. Al acabar la Segunda Guerra Mundial el reto fue ver qué se podía hacer con los criminales nazis, cómo establecer un castigo que se adecuase a la magnitud de sus crímenes, pero sin salir de los márgenes jurídicos para entrar en las consideraciones emotivas que obviamente podían ser perturbadas y acabar en pura revancha al enfrentarse a unos hechos tan aberrantes como los que se trataba de evaluar y castigar. El reto principal era ver qué soluciones podía y debía dar la comunidad internacional, por una parte en atención al castigo de los culpables y por otro lado, como prevención para que hechos semejantes no volviesen a suceder. Otro interrogante era saber cómo reaccionaría Alemania ante tantos de sus propios ciudadanos gravemente manchados por la implicación que habían tenido en el Tercer Reich. El análisis del desarrollo del juicio así como también los problemas jurídicos y su valor de precedente en el derecho internacional constituyen el objeto de este libro. Pero para fi- nalizar esta introducción, señalaremos una circunstancia que en ocasiones es ignorada o por lo menos poco conocida y es que, en realidad, aunque se suele hablar en singular del tribunal o juicio de Nurembeg, lo cierto es que no hubo un único juicio de Nuremberg, sino varios. En el conocido como juicio principal, que es el objeto central de este trabajo, se juzgó al grupo principal de dirigentes del Tercer Reich, aquellos que por su posición o por su celebridad encarnaban los peores rasgos del nazismo y fueron los principales responsables de sus decisiones más terribles. Pero también se acusó y se juzgó en juicios posteriores a un conjunto muy variado de personalidades, desde juristas, médicos y empresarios hasta ciudadanos alemanes que habían delatado a vecinos judíos o que ha- bían participado en los Einsatzgruppen (los equipos móviles de matanzas de las SS). Y finalmente, se llevaron a cabo juicios en cada zona de las potencias aliadas (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la URSS), así como también en los países ocupados por los nazis donde se habían cometido delitos y donde se había podido capturar a los autores. Pérez Triviño,José Luis (2015), Editorial UOC, España

domingo, 6 de diciembre de 2020

A Maradona siempre será mejor recordarlo por esos goles de felicidad popular , antes también que por la imagen dolorosa de los últimos años ( Ezequiel Fernández Moores, 2020)

Ni siquiera muerto Diego Maradona tuvo paz. Se manchó algo más que la pelota. Unos cientos, barras incluidas, para arruinar la despedida multitudinaria, de los miles que fueron a la Plaza para el saludo final, que se apostaron al costado de la Autopista para el cortejo o que siguieron por TV la ceremonia, solo convencidos de que Diego había muerto una vez que vieron ese cajón cubierto por banderas, flores y camisetas. Agravaron el cuadro la organización insólita, la locura colectiva y la represión que alguien deberá explicar. No Diego. Esta vez, seguro, él no tuvo nada que ver. Estaba dentro de un cajón que debió ser removido de urgencia para salvarlo del caos. La despedida ofreció abrazos conmovedores entre hinchas de Boca y River, pero se precisaba algo más para contener a la multitud. Era algo acaso tan previsible como este final doloroso de Diego. Su muerte fue noticia inesperada el miércoles al mediodía, pero jamás sorprendente. En el primer momento, los canales deportivos que siempre compitieron por decirlo primero demoraron la noticia. Los colegas que eran más cercanos, los que siempre pujaron por las primicias sobre el crack, no sabían cómo decirlo. No querían decirlo. Uno de ellos recibió en su celular la confirmación de un familiar llorando. Tampoco le sirvió. Fueron minutos increíbles. De todos modos, sus caras serias y las medias palabras eran la confirmación. "Murió Diego". Algunos diarios publicaron el obituario de inmediato. Tan previsible que lo tenían preparado desde antes. Tal vez, Diego estaba muerto el día de su cumpleaños número 60, cuando fue a la cancha de Gimnasia. Aseguran que él mismo pidió ir. Si había que morir que fuera allí. Dentro de una cancha. Caminó como pudo. Al cronista le pidieron que ni siquiera le acercara un micrófono. Duró dos minutos sentado en su puesto de DT. La televisión, que siempre le puso un micrófono hasta dentro de las amígdalas, evitó ese día mostrar la salida. No fue así en los días siguientes, cuando un canal de noticias filmó clandestinamente el traspaso en camilla a la ambulancia en La Plata o cuando un portal puso un drone para mostrarlo dentro de Nordelta. Esa terminó siendo su última imagen vivo. La selfie indigna de la funeraria no cuenta. Si Diego hubiese decidido recuperarse en paz, no se lo hubiésemos permitido. La violencia tiene distintas caras. Cuando fue el último cumpleaños, y otra vez la televisión repitió su enésima maratón de goles, hazañas y frases, pensé si no había llegado la hora de darle algo de paz al mito. Imposible. Diego no era el único adicto. Era el adicto más famoso. Y sus contradicciones podían ser las de todos. Pero las suyas, claro, eran tapa de diario. Diego era el más amado, pero pedía todavía más amor. Más amor como remedio. Más amor como veneno. Cuesta admitirlo. Cuesta aceptar que el ídolo que dio pura felicidad no lograra él ser feliz. No es el primer caso. Siempre será más fácil hablar de los entornos. Afirmar que "ahora deberán dar explicaciones". Los demonios íntimos y autodestructivos del ídolo, más complejos, suelen tener menos rating. Reducir el fenómeno Maradona a su condición de futbolista genial, aún al mejor de todos los tiempos, es otra simplificación. Por supuesto que la pelota fue clave. Maradona es el fútbol. Pero no es la única explicación. "Nadie defendió a Nápoles como él", escribió Il Mattino, en una ciudad que también lo despidió ayer "con un aplauso jamás escuchado en la historia" de una ciudad que también lo amó hasta asfixiarlo. "La venganza del mezzogiorno", lo despidió el presidente francés Emmanuel Macron. Su funeral, es cierto, gozó de privilegios inéditos en tiempos de pandemia. Es Maradona. Y el fútbol tampoco fue lo único para explicar el fenómeno porque Fiorito, claro, fue siempre memoria. "Resentimiento con memoria de clase". Hay millones de Fiorito en el mundo. Y Diego, contradictorio, sí, jamás olvidó el origen. Fue coherencia pura. "Te atravesaba un río Diego", escribió Graciela Cabezón Cámara un texto hermoso en Anfibia. "El río de los artistas grandes, el de los que no se ahorran nada, el de los que se brindan hasta romperse, el de los que pueden crear una fiesta del pueblo porque son el pueblo". Y por eso la fiesta y el delirio. Porque "a los pueblos no nos gusta la austeridad". Escuché estas horas homenajes de gente que, antes de la muerte, expresaban puro desagrado a los modos del crack. Cabezón Cámara agradece en cambio al "cebollita que venció a la gravedad". Al astronauta del pueblo que fue de Fiorito a la Luna. O "en manos de Dios", como tituló un diario inglés. Un forista le respondió: "Prefiero creer que está trabajando duro, organizando a los ángeles". La TV, claro, vuelve a repetir los goles mágicos del artista guerrero. Otros seguirán lucrando con las miserias. Al cadáver de "Panamá" Al Brown, uno de los boxeadores más fabulosos de todos los tiempos, opiómano, homosexual y negro, muerto de tuberculosis en el Harlem en 1951, lo pasearon desconocidos por los bares para seguir ganando unos pesos. Por eso, aunque los repitan hasta el hartazgo, aunque inviten a "la jodida tentación de dormir el sueño de la eterna nostalgia", siempre será mejor recordarlo por esos goles de felicidad popular antes también que por la imagen dolorosa de los últimos años. La de ese último ingreso a la cancha sin poder caminar ni hablar, hinchado por tantos excesos acumulados. "Lástima nadie, maestro", gritaría igual Diego. Pienso en nuestro fútbol castigado. Y en el país difícil. Y en un viejo grafiti de Carlos Gardel en el barrio del Abasto y en el Morocho que pedía "No me lloren, crezcan". Por: Ezequiel Fernández Moores, La Nación, 27 de Noviembre de 2020

domingo, 1 de noviembre de 2020

Noche de los Cristales Rotos, Pogrom de Noviembre de 1938 ,frente a la pasividad de las potencias occidentales con respecto a la constante violación de los derechos de los judíos en Alemania, se aprovechó el incidente de París como cortina de humo para iniciar un pogromo a gran escala ( Óscar Hernández, 2010)

Desde 1933, numerosas leyes habían sido dictadas para restringir la actividad económica y ocupacional de los judíos. El 7 de noviembre, un joven judío disparó a un diplomático en la embajada alemana en Paris. Para Goebbels, el tiroteo en París fue una oportunidad para incitar a la población alemana contra los judíos y lanzar un pogromo, conocido como la Noche de los Cristales Rotos. En la noche del 9 de noviembre, por todo el Reich, los comercios judíos fueron victimas de la S.A. Los cristales fueron rotos y sus contenidos arrojados a la calle. Decenas de sinagogas fueron quemadas y miles de judíos fueron recluidos en campos de concentración. La brutalidad de los sucesos fue el primer paso hacia la Solución Final. A pesar de todas las medidas implantadas desde 1933, las autoridades alemanas seguían sin solucionar el problema judío, ya que todavía quedaban cerca de medio millón en el Reich. Hitler y sus subordinados necesitaban de una ocasión propicia para iniciar una política más contundente, que acabase de una vez por todas con el problema judío. La ocasión se presentaría el 7 de noviembre de 1938, cuando un desconocido asaltó la embajada alemana en París y hería de gravedad a uno de los funcionarios. Ese desconocido era Herschel Grynszpan, un judío de 17 años que había pasado clandestinamente a Francia en 1936. ¿Qué motivo había conducido al joven Grynszpan a realizar tal acto? .Tras permanecer dos años clandestinamente en un ático de la ciudad parisina, tratando de evitar a las autoridades francesas, el día 3 de noviembre de 1938, Herschel recibió una carta de su hermana Berta, donde se podía leer: “a las 9 de la noche del jueves llegó a nuestra casa un policía informándonos que debíamos presentarnos en la comisaría con nuestros pasaportes. Nos llevaron como estábamos a la estación de policía. Pusieron en nuestras manos una orden de expulsión diciendo que debíamos salir de Alemania antes del 29 de octubre”. La orden a la que hacía referencia la carta de Berta había sido promulgada por el mismo Führer el 18 de octubre, ante la pasividad que demostraron los países democráticos durante la conferencia de Evian. La resolución del Führer determinaba que unos 12.000 judíos debían abandonar el país antes de dicha fecha. Entre ellos se encontraba la familia del joven, quien decidió vengar a su familia y denunciar al mundo las injusticias por las que pasaba el pueblo judío en la Alemania nacionalsocialista. El funcionario que recibió los disparos era Ernst vom Rath, un joven de 29 años que se había afiliado al partido nazi en 1932 y había iniciando una carrera diplomática que le había llevado a desarrollar funciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores en Bucarest, Calcuta y París, donde se había instalado definitivamente. Poco pudieron hacer los médicos. Tras permanecer dos días en el quirófano, las graves heridas que había sufrido (bazo, estómago y páncreas) acabaron con su vida el día 9 de noviembre a las 04: 35 horas de la madrugada. Los éxitos conseguidos por Alemania en política exterior (anexión de Austria en marzo de 1938, apoyo a la causa franquista, el fracaso de la Conferencia de Evian, la cuestión de los sudetes) y ahora, el asesinato de vom Rath a manos de un judío, dieron a las autoridades nazis la confianza necesaria para iniciar una acción más “despiadada y directa” contra la población judía. El pogromo del día 9 de noviembre, que pasaría a la historia como Kristallnacht, por la cantidad de cristales rotos que cubrían las aceras de las ciudades alemanas procedentes de los comercios, casas, sinagogas y fábricas de judíos, estuvo dirigido y coordinado desde las más altas esferas del poder. Por orden del propio Hitler, la acción se coordinaría a través del ministerio de Propaganda, dirigido por el doctor Joseph Goebbels. El ministro supo aprovechar la coyuntura para organizar una verdadera “caza de judíos”. La primera decisión de Goebbels fue retrasar intencionadamente la noticia de la muerte de vom Rath hasta la noche, para que coincidiese el 15º aniversario del fallido pustch de 1923 en Munich. En ese momento, la ciudad se encontraba repleta de militantes nazis de toda Alemania, que habían acudido a la ciudad para escuchar el discurso que pronunciaría el Führer esa misma noche. A la vez que los camaradas de Hitler se reunían en Munich, se celebraba en toda Alemania el 20º aniversario del tan denostado acontecimiento conocido por los grupos ultraderechistas como “la puñalada por la espalda” o los “criminales de noviembre”, que simbolizaba la derrota de Alemania en la Gran Guerra y la posterior proclamación de la República de Weimar A las 20:00 horas, mientras en Berlín las secciones de la SS ultimaban los preparativos de la operación, y los últimos militantes ocupaban los escasos huecos que había libres en la cervecería, apareció en escena Hitler. El Führer, en lugar de dirigirse hacia el estrado, se sentó junto a las figuras del partido que habían acudido y cedió su lugar al ministro Goebbels. La cesión del discurso por parte del Führer a su ministro de Propaganda estaba pactada de antemano. Unos minutos antes, el ministro había informado al Führer que la noche anterior habían estallado unos disturbios anti-judíos en Hesse y en Magdeburgo-Anhalt, como consecuencia del atentado de París. Goebbels pretendía aprovechar la atmósfera de resentimiento entre los militantes para iniciar una operación de “escarmiento” contra la población judía de Alemania., por lo que solicitó a Hitler iniciar él mismo el discurso inaugural, a lo que Hitler respondió afirmativamente y dirigiéndose a Goebbels le dijo: “contén a la policía, pero la SA tiene permiso para actuar […] Los judíos deben sentir por fin la furia del pueblo”. Con luz verde por parte de Hitler, Goebbels se dirigió a su público: “Ernst vom Rath fue un buen alemán, un leal sirviente del Reich. ¿Debería deciros que le pasó? Fue disparado!” Los murmullos entre el público inundaron la sala. Tras una pausa, Goebbels continuó de forma más contundente: ¿Necesito deciros la raza del sucio canalla quien perpetró este asesinato? Un judío!”. El público presente estalló en improperios y amenazas contra los judíos, mientras Goebbels, observando a su público desde el atril concluyó: “Compañeros, no podemos permitir este ataque de la judería internacional. Nuestra respuesta debe ser despiadada, directa, saludable”, a lo que respondió el auditorio con gritos de ¡Heil Hitler! (Read, 2004). El pogromo había dado comienzo. Kristallnacht El pogromo que se inició esa misma noche se desplegaría en dos direcciones. Las primeras acciones estarían encabezadas por las brigadas de la SA, junto a grupos de civiles, quienes se dedicarían a intimidar, agredir, destrozar y quemar locales y edificios de la comunidad judía. Así, desde la medianoche, los disturbios se sucedían por todo el Reich: “Los edificios judíos fueron destruidos, demolidos o saqueados […] Un joven judío fue herido […] Camas y otros muebles y efectos personales son lanzados a través de las ventanas […]”, escribía el cónsul americano en Leipzig, David Buffum . Por otro lado, mientras las SA se dedicaban a sembrar el terror en todas las ciudades alemanas, las brigadas de la SS se encargarían de los registros en edificios y domicilios y a la detención de las autoridades más destacadas de la comunidad judía. Así, a las 22.45 p.m., después de recibir órdenes por parte del Reichführer Heinrich Himmler, las SS se ponían en marcha. Por su parte, el jefe de la GESTAPO, Heinrich Müller, tras mantener una conversación por teléfono, envió a las 23:55 p.m. un mensaje urgente desde la Prinz-Albrecht-Strasse a todas las comisarías de policía del Reich informando de la necesidad de estar preparados para que en “un margen corto de tiempo se iniciara una demostración contra los judíos”, especialmente contra las sinagogas. Las órdenes eran claras: se debía recoger “todo el material archivístico que exista en las sinagogas (…) para posteriores medidas”, en especial en la sinagoga de Colonia, donde “hay material especialmente importante”5. Este material será fundamental en las detenciones y deportaciones que se produjeron durante los días siguientes al pogromo. Aunque fue durante la madrugada cuando se produjeron los actos más violentos, los disturbios y las detenciones continuaron a lo largo de toda la mañana del día 10. Sí las sinagogas habían sido el objetivo durante la noche, por la mañana la acción se concentró en las instituciones y locales judíos repartidos por las distintas ciudades del país. Un escuadrón de la SS acudió a la Escuela Filantrópica Judía de Frankfurt, donde se encontraba el profesor Ráphael Rosenzweig. El profesor recuerda que “A primera hora de la mañana apareció un grupo de la GESTAPO y comunicó al Dr. Hirsch que debía acompañarlos”. Horas después, el director fue recluido en uno de los campos de concentración habilitados para los detenidos.6 En el orfanato de Dinslaken, cerca de Dusseldorf, su director, Y. S. Herz, también recibió esa mañana la visita de la GESTAPO. Herz recuerda que “A las 9:30 a.m. la campana de la puerta principal sonó persistentemente (…) Abrí la puerta y unos 50 hombres entraron en la casa […] Se dirigieron apresuradamente hacia el comedor y empezaron a destrozar todos los muebles y ventanas […] comenta Herz. “Libros, sillas, mesas, partes de un piano, mapas, etc., fueron tirados a la calle a través de las aperturas en la pared”. La actividad de las SS durante la mañana fue frenética. En algunas ocasiones, los registros iban acompañados de una violencia extrema. En Berlín, Benno Cohn, uno de los líderes de la comunidad judía de la ciudad, rememora aquel día: "A las 6:00 a.m. me llamaron por teléfono. Me dijeron, que en Meineckestrasse, donde estaban las oficinas sionistas, había un grupo de gente […] Me vestí inmediatamente. Lo que tardé en llegar al lugar, la gente estaba ya fuera y mi oficina destruida. La tensión fue intensa durante todo el día, y durante los días siguientes, oí que estaban “cazando” a los judíos en las calles” (Testimonio de Benno Cohn en el juicio de Eichmann . Las mismas escenas se repetían por toda Alemania. "Fuimos con mi señora y mi hermano a Bremen porque se casaba con una señorita de allí", cuenta Rodolfo Hirschfeld, ciudadano de Hamburgo, "pero esa misma noche nos sacaron con violencia del hotel sin darnos explicaciones y nos encarcelaron". Mientras se encontraba preso en Bremen, su fábrica fue atacada. "Todos los vidrios fueron destrozados. Al costado de nuestro negocio corría un canal y los guardias hicieron arrojar toda la ropa al agua". El pogromo se mantuvo activo hasta las 16:00 p.m., cuando Hitler, satisfecho de los resultados, concedió permiso a Goebbels para revocar la orden. La resaca. Durante las 24 horas que duró el pogromo se calcula que unas 7.500 tiendas y 29 almacenes fueron objeto de destrozos e incendios. De todas las sinagogas que había en Alemania, esa noche fueron arrasadas por el fuego cerca de 200 y otras 76 fueron demolidas con dinamita. De igual manera, una decena de centros judíos, capillas de cementerios y edificios pertenecientes a la comunidad judía fueron incendiados o destruidos. Se calcula que unas 171 casas fueron destruidas y unos 30.000 judíos varones fueron arrestados en todo el Reich y confinados en campos de concentración, como el de Dachau o Sachsenhausen. En cuanto a las victimas mortales se calcula que la cifra asciende a 91 victimas, aunque algunos autores elevan el número a 230 durante el pogromo y unas 2.500 personas en los meses siguientes como consecuencia de las condiciones de vida en los campos de concentración. El éxito de la operación fue tan abrumador que el propio Goebbels lo recoge en su diario: “La acción ha tenido lugar sin problemas”, escribía el ministro. "Diecisiete muertos. Pero no se ha dañado ninguna propiedad alemana” . Sin embargo, el entusiasmo de Goebbels no era compartido por toda la cúpula nazi. Las repercusiones internacionales que pudieran ocasionar los desmanes de las brigadas de las SA durante la noche preocupaban a las altas jerarquías de la política, de la banca y de la industria. Los destrozos ocasionados en los comercios judíos durante el pogromo debían ser sufragados por las compañías aseguradoras alemanas, ya que los comerciantes judíos tenían contratos aseguradores. Según cifras oficiales, se calculaba que los destrozos ascenderían a unos 6 millones de marcos. Además, durante el pogromo se produjeron actos de pillaje en las propiedades de judíos, que las autoridades calcularon en unos 25 millones de marcos, que también debía ser cubierto por las aseguradoras. Las compañías de seguros se levantaron en pie de guerra contra lo que consideraban un ultraje, ya que ellos no estaban dispuestos ha asumir el gasto por los disturbios de la noche anterior. El problema alcanzó hasta las más altas esferas del gobierno. El propio Hitler, preocupado de disgustar a los grandes empresarios alemanes, se manifestó en la misma línea a su ministro de Propaganda: “Deben arreglar por si mismos sus negocios. No se pagará ningún seguro”. Para resolver la situación, el mariscal Hermann Goering concertó una reunión con todos los ministerios, para el día 12 de noviembre, a las 10 a.m. A la reunión acudieron el ministro Goebbels, el representante de la SS, SD, Policía y Gestapo, Reinhard Heydrich, el representante del ministerio de Exteriores, Ernst O. Hernández (2010). Woermann, el ministro del Interior, Wilhelm Frick, el ministro de economía, Walther Funk, el ministro de Finanzas, Lutz Schwerin von Krosigk y el Dr. Hans Fishböck, ministro de Finanzas de Austria. En total acudieron a la reunión unas 100 personas. El objetivo de la comisión era coordinar la cuestión judía en el ámbito económico. Goering, quien estaba encargado de coordinar las medidas a tomar, se dirigió a su auditorio con voz tranquila: “Caballeros, creo que ya hemos tenido bastantes manifestaciones de violencia. No perjudican a los judíos, sino a mí mismo, como máxima autoridad en la coordinación de la economía alemana”. El tono de su voz era calmado pero severo: “Si hoy se destruye una tienda judía y sus bienes son arrojados a la calle, la compañía de seguros tendrá que pagar los daños, algo que ni siquiera afecta a los judíos”. Aunque el principal objetivo del pogromo era conseguir una solución que obligara a los judíos a abandonar Alemania, se determinó que éstos debían emigrar sin sus riquezas y propiedades, que pasarían a manos del Estado o de particulares. En un momento de necesidad económica y de un posible enfrentamiento con las compañías de seguros, las autoridades nazis habían puesto sus ojos sobre la riqueza que poseía la comunidad judía. Tras una pausa, Goering continuó: “No hemos venido simplemente a hablar, sino a tomar decisiones, e imploro a las instancias competentes que tomen las medidas oportunas para eliminar a los judíos de la economía alemana”. Para poner en práctica lo acordado durante la reunión, Goering aprobó una serie de decretos en los que atribuía a los judíos la responsabilidad en el atentado contra vom Rath y en consecuencia por los destrozos ocasionados por la respuesta popular. El decreto publicado con el nombre de Jewish Atonement Fine cargaba a la comunidad judía una multa de 1 billón de marcos, que tenía como finalidad evitar que las compañías alemanas abonasen el gasto. Junto al impuesto, se decretó una ley el 1 de enero de 1939, por la cual se prohibía a los judíos que tuviesen tiendas al por menor o de venta por correo o trabajasen como comerciantes autónomos. Además, los judíos podían ser despedidos con un aviso de sólo seis semanas de antelación y perdían todo derecho a reclamar el subsidio de desempleo o las pensiones de jubilación. A los judíos que habían sido encerrados en los campos de concentración se les obligaba a vender sus propiedades a precios muy reducidos o eran confiscados por la GESTAPO . Todas estas medidas, que habían tomado forma a partir de 1933, buscaban la emigración “voluntaria” fuera de Alemania de la población judía. Durante esos 5 años se aprobaron medidas encaminadas a privar a los judíos de ocupar puestos gubernamentales, mantener relaciones sentimentales con la población alemana, la imposibilidad de desarrollar cualquier actividad económica, etc. Debido a que estas disposiciones no surtieron el efecto deseado por parte de las autoridades nazis, y frente a la pasividad de las potencias occidentales con respecto a la constante violación de los derechos de los judíos en Alemania, se aprovechó el incidente de París como cortina de humo para iniciar un pogromo a gran escala. La Kristallnacht, orquestada por las autoridades nazis, fue mostrada dentro y fuera de Alemania como una respuesta espontánea de la población alemana frente al atentado de vom Rath. Ésa imagen se perpetuó a lo largo de los años, como recuerda el general von Manstein en 1946: "Todos consideramos que fue algo muy desafortunado, pero lo vimos como una parte de un movimiento revolucionario", pero como trasfondo estaba sobre la mesa el problema judío y su pronta solución. O. Hernández (2010). “La Noche de los Cristales Rotos. Una síntesis de los acontecimientos”, Proyecto Clio 36. ISSN: 1139-6237. http://clio.rediris.es

domingo, 25 de octubre de 2020

25 de octubre de 1997, el día que Maradona colgó los botines sin saberlo

Jugó su último partido en un Superclásico el 25 de octubre de 1997 El día que Maradona colgó los botines sin saberlo En la victoria 2-1 de Boca sobre River, el Diez disputó sólo 45 minutos y fue reemplazado; nadie en el Monumental podía imaginar su retiro. Por Fabio Lannutti "Con todo el dolor del alma, ha llegado el momento de anunciar mi retiro. Se terminó el jugador de fútbol. Nadie está más triste que yo", fue el lacónico mensaje que Diego Armando Maradona lanzó por radio cuatro días después de jugar su último partido en Boca como futbolista profesional, nada menos que ante River y en un Monumental repleto. Nadie, ni siquiera el propio protagonista, imaginó que aquel Superclásico del 25 de octubre de 1997 sería su canto del cisne. Un canto desaforado y feliz, porque pese a que estuvo apenas 45 minutos en cancha, el Xeneize pudo darlo vuelta y ganó 2-1. Pero el hecho relevante estuvo enmarcado por un magno evento: el pueblo argentino fue testigo de los últimos pases de magia del máximo símbolo de la redonda, dueño de una de las carreras más brillantes que se hayan visto en la historia del fútbol, matizada también por momentos oscuros. En ese caluroso sábado por la tarde hubo incesantes cantitos cruzados porque, claro, los hinchas visitantes podían ir a la cancha. Y los tesoreros de River se frotaban las manos, porque la recaudación superó el 1,1 millón de dólares. Pero la jornada en Núñez comenzó con un momento muy emotivo: se cumplían nueve meses del ominoso asesinato de José Luis Cabezas, y familiares y colegas desplegaron una bandera con los ojos del fotógrafo para exigir justicia. Atada con globos negros, la dolorosa mirada inscripta en esa bandera se elevó al cielo. El silencio, compartido por ambas hinchadas, fue conmovedor. Se definía la punta del Apertura: River llegaba a la fecha 10 como líder con 22 unidades, una más que Boca, que tenía una racha de siete años sin derrotas en la casa de su máximo rival. El capitán Maradona arengó a sus compañeros en la boca del túnel y salió al campo de juego a capear los atronadores silbidos de unos 50 mil hinchas millonarios que colmaban las tribunas del Monumental. El apoyo incondicional que partía desde la tribuna Centenario, copada por 10 mil fanáticos boquenses, volvió a estremecerlo. Y entonces sobrevino un momento incómodo en el banco local, cuando el Diez se acercó al trotecito para estrechar la mano del entrenador Ramón Díaz, un compinche futbolístico de antaño, luego devenido enemigo enconado. River pisó el césped con Burgos; H. Díaz, Ayala, Berizzo, Placente; Monserrat, Astrada, Berti; Gallardo; Rambert y Salas. Por su parte, el DT Héctor Veira alistó a Córdoba; Vivas, Bermúdez, Fabbri, Arruabarrena; Toresani, Cagna, Solano; Maradona; Latorre y Palermo. Pero Diego ya estaba disminuido físicamente y su fútbol no pesó en el partido. A falta de cinco minutos para el entretiempo, lejos de la jugada, algo errático y poco participativo, el astro tuvo que digerir que el chileno Salas se la baje de cabeza a Berti y que el ex volante de Boca, con un letal zurdazo cruzado, convirtiera el 1 a 0. Con el triunfo parcial de River por la mínima, la sorpresa llegó cuando todo estaba listo para el complemento. Ante el asombro general, Maradona no estaba ya entre los once de Boca. El Bambino Veira puso en su lugar a Claudio Caniggia. Y aunque la creencia popular asegura que su reemplazante fue Riquelme -en un simbólico traspaso de la Nº 10 xeneize-, en la planilla aquel Román de apenas 19 años ingresó en verdad por Nelson Vivas. Ya sin su capitán en la cancha, Boca igualó el trámite apenas 120 segundos después de reanudado el juego por intermedio de Toresani, quien recibió un magnifíco pase de Latorre que el ex volante millonario definió con "tres dedos" ante la salida desesperada de Burgos. Era el 1 a 1 y aún faltaba el dulce para la hinchada xeneize. Porque el visitante dio vuelta el encuentro con un Palermo de cabeza platinada que iniciaba así su tradición de marcarle a River. Bajo la persistente llovizna que tornaba épico el escenario, aquel inolvidable cabezazo del 9 -luego de que el Patrón Bermúdez cortinara a Burgos y de que la pelota se colara junto al palo derecho- le entregaba a Boca el definitivo 2-1, en medio de los airados reclamos al árbitro Horacio Elizondo de todo el conjunto local, que pedía falta del colombiano al Mono. El final del partido desató la locura de Maradona, que regresó al campo con el torso desnudo luego de ver el partido en el vestuario y, fiel a su estilo, cargó a los hinchas riverplatenses. Luego regaló otra de sus frases para la posteridad: "Boca jugó a lo Boca y River jugó a lo River. Ellos hicieron un gran primer tiempo, pero en el segundo se les cayó la bombacha". Pese a que el Diez se iría exultante y vencedor de Núñez (hasta declaró que pensaba en jugar hasta los 40 años), tres días después del partido comenzó a circular el rumor de que había dado positivo en un control antidoping. Y que debido a la amargura y la preocupación, su padre había fallecido. "Le había prometido a mi viejo que no le iba a dar disgustos ni motivos que dañaran su salud. Lo que se dijo con respecto a él fue una canallada", aseguró el ídolo que, harto de los dimes y diretes sobre su persona y su familia, decidió anunciar su retiro luego de 704 partidos, 360 goles y 11 títulos que llevaron el fútbol a su máxima expresión. Y aunque muchos creían que sólo se trataba de una finta más, lo cierto fue que el mejor jugador de la historia había dejado sus últimas pinceladas en aquella tarde de sábado en el Monumental. Al día siguiente, 30 de octubre, Diego cumplió 37 años. Pero no había mucho para festejar. Por si fuera poco, el pueblo futbolero se quedaba sin las genialidades del Diez campeón del mundo con la Selección Argentina en México '86 y subcampeón en Italia '90. Nada fue igual sin él en la cancha, porque dejó un hueco insondable que a la fecha se empecina con mantenerse vacío. Lannutti, Fabio: "El día que Maradona colgó los botines sin saberlo", Página 12, 25 de Octubre de 2020

La asunción de Alfonsín trajo las propuestas de cambio y renovación que aún hoy siguen siendo las más viables para quienes desean una Argentina moderna y justa, democrática y republicana ( Rogelio Alaniz, 2015)

Conviene tener presente esa fecha clave para nuestra democracia republicana. Como se recordará, Raúl Alfonsín decidió asumir la presidencia de la Nación el 10 de diciembre de 1983. El acto fue concebido como una jubilosa fiesta popular y el flamante mandatario habló desde el Cabildo, una manera visible de marcar diferencias con la tradición de presidentes hablando desde los balcones de la Casa Rosada. Después de siete años de dictadura, la sociedad ganaba la calle para reivindicar el Estado de derecho. En esa pasión, en esa euforia, en esa alegría, había mucho de esperanza y de ingenuidad. Se suponía que se iniciaba el reinado de la concordia y la justicia. El presidente electo había reiterado en sus discursos que con la democracia se educa, se come y se cura. El concepto era audaz, novedoso y, además, invitaba a creer. La fecha, no por casualidad, coincidía con la de la declaración universal de los derechos humanos. Todavía no se conocían cuáles habrían de ser las decisiones de Alfonsín en la materia, pero se daba por hecho que los culpables de la represión serían juzgados. Los más escépticos o los más conscientes, tenían sus dudas no sólo sobre la viabilidad del juicio, sino sobre la viabilidad misma de la democracia que se inauguraba. En los corrillos de la izquierda -pero no sólo de la izquierda- se suponía que más temprano que tarde los militares regresarían al poder. Medio siglo de intervenciones militares autorizaban esas prevenciones. La fiesta del 10 de diciembre era la culminación de esa otra fiesta popular que significó el triunfo de Alfonsín el 31 de octubre. El resultado de las urnas había sido sorpresivo. Por inercia, por hábito, se creía que el peronismo sería el ganador de la contienda. En las usinas radicales siempre se dijo que el único que tenía confianza en la victoria radical era Alfonsín. La derrota de los militares incluía la derrota del peronismo y del sindicalismo forjado en esa tradición. El pacto sindical-militar denunciado por Alfonsín durante la campaña no necesitó ser probado en los Tribunales; por prejuicio, intuición o certeza intelectual la gente sabía que efectivamente una de las claves del pasado que se intentaba dejar atrás era el acuerdo corporativo entre militares y sindicatos. El peronismo pagó en 1983 los estropicios políticos e institucionales de los tiempos de Isabel y López Rega. Nunca se sabrá hasta dónde la célebre quema del féretro auspiciada por Herminio Iglesias precipitó la derrota. En principio, se dice que Alfonsín ganó las elecciones recitando el Preámbulo de la Constitución Nacional. Diez años antes en la misma Plaza de Mayo las multitudes coreaban consignas festejado la muerte de Aramburu. Siete años de dictadura con sus pesadillas materializadas en los centros clandestinos de detención habían promovido un singular aprendizaje. También se dijo que la democracia se precipitó en la Argentina después de la derrota militar en las Malvinas. Algo de verdad hay en ese enunciado. Los militares que se habían constituido en el paradigma del orden y el miedo mordían el polvo de la derrota no en manos de los ejércitos populares de la izquierda populista, sino en manos de los ejércitos imperiales. Los mismos que habían salido de los cuarteles para librar una cruzada contra el comunismo y la defensa del Occidente cristiano, ahora eran derrotados por la coalición política militar anglosajona, representativa de los intereses que los generales criollos habían prometido defender. No va a concluir allí el asombro de los entorchados: dos años después, un tribunal integrado por jueces “burgueses” los juzgarán y los condenarán con la adhesión mayoritaria de una sociedad que en su momento había consentido y, en algunos casos aplaudido, la represión ilegal. Más allá de las consignas, los actos y los discursos, lo cierto es que Alfonsín llegaba al poder con un programa de realizaciones considerado hoy como el más completo que se presentó en la Argentina en el último medio siglo. El entusiasmo de la multitud por la celebración del 10 de diciembre se correspondía con esta intuición. La Argentina dejaba atrás una pesadilla autoritaria y se abría hacia una democracia republicana que prometía libertades públicas y justicia social, superando la antinomia de libertades con injusticia o justicia con autoritarismo. La racionalidad democrática, la voluntad de introducir reformas progresivas, eran las claves de los cambios abiertos hacia el futuro. Ni revolución social ni retorno al pasado. Se trataba de afrontar los nuevos desafíos de la época recuperando aquellas tradiciones democráticas que nos podían enorgullecer como argentinos: en esa recuperación estaban los nombres de Yrigoyen y Perón, pero también los de Lisandro de la Torre, Juan B. Justo y Alfredo Palacios. Se acepta que el 10 de diciembre fue una fiesta popular y el inicio de un ensayo democrático trascendente que, como la experiencia demostró luego, habrá de mantenerse a pesar de las dificultades, las deserciones y los sabotajes. Lo que se acepta menos es que esa renovación democrática fue encarnada por un partido y un candidato que propuso a la sociedad un programa de realizaciones alternativo y superador de las experiencias y desencuentros del pasado. Acá no había ni “relato” ni “modelo”, sino propuestas de cambio y renovación que aún hoy siguen siendo las más viables para quienes desean una Argentina moderna y justa, democrática y republicana. Las primeras medidas de Alfonsín apuntaron a marcar un antes y un después en la política argentina. La reforma del Código de Justicia Militar y el juicio a las cúpulas militares y a las cúpulas de la ultraizquierda daban cuenta de esa ruptura con el pasado. La reforma sindical prometía democratizar los sindicatos y poner punto final a una burocracia corrompida, autoritaria y, en más de un caso, cómplice del terrorismo de Estado. Elecciones democráticas, representación de las minorías, periodicidad en los mandatos, pluralismo político, descentralización y ampliación del rol de las comisiones internas, daban cuenta de un programa de realizaciones en el mundo del trabajo que -dicho sea de paso-, aún se mantiene pendiente, porque todos recordarán que la reforma fue derrotada en la Cámara de Senadores por el voto de uno de aquellos sátrapas de provincias feudales que hasta último momento estuvo esperando recibir “una oferta monetaria” para cambiar el voto. El Juicio a las Juntas Militares revelaba hasta dónde se proponía avanzar el nuevo gobierno para sancionar a los responsables del terrorismo de Estado; el fracaso de la reforma sindical ponía en evidencia los límites de ese reformismo, la resistencia que las corporaciones iban a levantar para impedir los cambios. La inflación, la deuda externa, el descalabro de las cuentas públicas, eran asignaturas pendientes a las que el gobierno se proponía corregir sin saber a ciencia cierta cuáles deberían ser los caminos y los instrumentos para hacerlo en un tiempo histórico singular donde el capitalismo y las relaciones económicas y financieras en el mundo estaban cambiando aceleradamente. Lejos de esas amargas cavilaciones, aquel 10 de diciembre el pueblo celebraba la recuperación de la libertad y de la fe en un político y en un sistema. Después, los rigores de la realidad se encargarían de poner las cosas en su lugar, pero ya se sabe que a las fiestas hay que disfrutarlas sabiendo de antemano que si bien no duran mucho, ayudan a vivir y su recuerdo es siempre una imagen cargada de luz y esperanza. Fuente: Alaniz, Rogelio: "El 10 de diciembre de 1983", http://rogelioalaniz.com.ar, 3 de Diciembre de 2015

lunes, 12 de octubre de 2020

La selección "fantasma" que ganó en Bolivia en 1973: planificación del cuerpo técnico, triunfo de los jugadores en la altura y desidia dirigencial

Ante un nuevo Argentina- Bolivjia, surgen distintos recuerdos, el falso corte de Julio Cruz en 1997 , cuando recibió un golpe en uno de sus pómulos y un rato más tarde apareció con un corte en el otro, fue un bochorno, una jugada con mucha mala leche, de Daniel Passarella que dias antes se habia pronunciado en contra de tener que jugar en la altura y lo había definido como “inhumano”. El Kaiser era uno de los propulsores de que prohibieran a aquella ciudad como sede para la competición. Otro recuerdo amargo fue en Abril de 2009jm, Maradona ya era el director técnico con el que Julio Grondona, eligió para potenciar el marketing en lugar del fútbol , Fue la primera y única vez que la Selección recibió seis goles en un partido de Eliminatorias del Mundial y por lejos la más abultada a manos de Bolivia, lejos de respetar la altura o realizar una planificación acorde a la altura , Maradona antes de emprender vuelo a Bolivia insistió en relativizar el impacto de los 3.577 metros sobre el nivel del barrio Miraflores, de La Paz, sus palabras le jugaron en contra, Argentina perdió 6-1. Fue la primera y única vez que la Selección recibió seis goles en un partido de Eliminatorias del Mundial y por lejos la más abultada a manos de Bolivia. Un caso distinto fue el de 1973. con una planificación seria y pensada desde el cuerpo técnico , pero ninguneada por la conducción de la AFA, la Selección argentina “alternativa”, posa como fantasmas antes de jugar con Bolivia por eliminatorias. Como sostenpia el Gráfico en 2017 Pasaron padecimientos y fueron ninguneados por la conducción, pero ganaron igual. Para afrontar el partido frente a Bolivia en La Paz por la eliminatorias para el Mundial de Alemania 1974, el DT de Argentina Omar Sívori decide que un grupo de jugadores, aparte de los titulares de la Selección, se prepare en la altura bajo las órdenes de Miguel Ubaldo Ignomirielo. Finalmente la Selección fantasma logró su objetivo, venció a Bolivia con gol de Fornari y aseguró gran parte de la clasificación para el Mundial de Alemania de 1974. La Selección argentina que trabajó en la altura tuvo sentido del humor para posar así en el vestuario para el fotógrafo Lucio Flores del diario “Hoy” de La Paz. En una nota de El Gráfico tiempo antes del partido, durante el proceso de preparación, el periodista Carlos Ares viendo los sufrimientos y el nulo reconocimiento que tenían tanto de la conducción de la AFA, de la prensa, de la mayoría del público y del mismo SÍvorí, la llama “La Selección fantasma” y con esa denominación pasó a la historia. LO MEJOR QUE TENEMOS La Victoria alcanzada en Bolivia deja tres cuartas partes de la clasificación para el Mundial de Alemania en poder del fútbol argentino. Pero al tiempo que saludamos al resultado conseguido, un deber de conciencia nos obliga a meditar nuevamente sobre los errores cometidos en la conducción del seleccionado nacional. En ese sentido, le pedimos que preste atención a palabras de José María Otero, un hombre de EL GRÁFICO, que ha seguido de cerca el proceso de preparación y ejecución de estas eliminatorias, que llegan desde La Paz a nuestra mesa de trabajo en un despacho fechado en la mañana del último domingo, pocas horas antes del partido con Bolivia: “Lo que sigue sin carburar ni medianamente bien es la conducción. Claro, es fácil de silenciar todo ante los triunfos y después destapar la olla si no nos clasificamos. O, de lo contrario, ponerles una corona de laureles desde el capitán hasta el portero de la AFA y olvidar los malos tragos, una vez logrado el gran objetivo”. Estos conceptos, a los cuales adherimos, se incluyen en una nota dedicada a la guerra de nervios que debió soportar la llamada “selección fantasma” antes del encuentro del domingo. Y no era guerra de nervios desatada por enemigos de afuera, por gente de Bolivia o de Paraguay que trataba de generar tensiones dentro del plantel argentino para sacar sus beneficios. Era guerra de nervios artificialmente fabricada por quienes tienen en sus manos la conducción. Era guerra de nervios llevada por las cabezas visibles de AFA y la selección contra un grupo de jugadores que no permitieron, con su trabajo silencioso y perseverante , con el espíritu de cuerpo y la fortaleza físico-moral adquiridos en su carácter de “selección fantasma”, ganar dos puntos decisivos para la clasificación en el altiplano boliviano. Coincidimos con nuestro enviado a La Paz: las victorias suelen borrar todos los errores cometidos. Pero no debemos, no queremos permitir que esa historia se repita. Porque seríamos injustos con los verdaderos artífices del resultado conseguido en Bolivia: LOS JUGADORES. Ellos, los que salen a jugar y a jugársela, sin ese apoyo logístico que debe tener toda selección bien preparada y organizada, al contrario, soportando la crisis de acefalía que venimos palpando desde antes de iniciarse la ronda eliminatoria, siguen siendo LO MEJOR QUE TENEMOS. Y no lo decimos con demagogia. Lo afirmamos con realismo, resignación y no poca vergüenza. Hasta la próxima... FONTANARROSA. Fuentes: A 11 años del humillante Bolivia 6 - Argentina 1, Ty C Sports, 1 de Abril de 2020 Se cumplen 23 años del escándalo de La Paz: el Bolivia-Argentina y el corte de Cruz, Ty C Sports, 2 de Abril de 2020 1973. La Selección fantasma Por Redacción EG · 26 de marzo de 2017

El “Guernica” de Quino: la transición hacia la democracia, a puro arte, en 1982, el ilustrador argentino, presentó dos viñetas con una reintrepretación de la gran obra de Picasso

Cómo dar respuesta al horror. En junio de 1937, a pocos meses del bombardeo a la ciudad vasca de Guernica que dejó centenares de muertos, Pablo Picasso expresó la angustia, el patetismo y el espanto en un famosísimo cuadro de casi tres metros y medio de largo. El Guernica de Picasso se exhibe en el Museo Reina Sofía de Madrid y pararse frente a él es una experiencia que altera los nervios, tal como sucede con Goya y los fusilamientos del 3 de mayo de 1808 o con La balsa de la medusa, de Géricault. Ver esos cuadros, ver especialmente el Guernica, es una manera de poner en presente la tragedia humana. Quino, con una capacidad sobrenatural para mostrar que el humor puede ser una forma del arte, actualizó el Guernica y, con una simplicidad maestra, lo cambió de signo. Para muchos —para todos—, Quino va a ser siempre el “papá de Mafalda”, el señor de anteojos y sonrisa campechana que firmaba durante horas en la Feria del Libro, el que le ponía el punto final a la revista del domingo con alguna ironía, con esos chistes que primero te hacen reír y después te hacen pensar de qué, realmente, nos reímos. A finales de 1982, la Argentina empezaba el lento camino para cerrar la etapa más cruenta de su historia moderna. El gobierno de facto que había impuesto una maquinaria atroz con el terrorismo de Estado mostraba, tras la derrota de la Guerra de Malvinas, resquebrajaduras en su solidez aparente y la democracia aparecía en el horizonte. En ese contexto, Quino hizo uno de sus chistes más perfectos; algunos años después, el original estuvo destacado en una muestra en el Palais de Glace. Con apenas dos viñetas, mostraba la llegada de un nuevo tiempo, el verdadero tiempo del progreso y la armonía. En el primer recuadro, una mujer y una empleada doméstica miran una habitación completamente caótica: hay libros y discos tirados en el piso, botellas vacías en la mesa, una lámpara tiene la pantalla desencajada y los almohadones del sillón están revueltos. En la pared, destaca el Guernica de Picasso. En el segundo, la casa está en orden. Y el cuadro también. Quino se apropiaba duchampianamente de Picasso para dar respuesta al horror con mensaje de múltiples interpretaciones: la habitación como un país en ruinas —como el fin de la fiesta de unos pocos o los despojos que deja tras de sí un grupo de tareas—, la esperanza en el futuro que se avecinaba, la concordia de las clases sociales. Es un chiste hermoso de una persona hermosa que nos enseñó a reír, pero, sobre todo, a pensar. Fuente:Zunini, Patricio, el “Guernica” de Quino: la transición hacia la democracia, a puro arte, Mensuario Identidad ( Uruguay), 9 de Octubre de 2020

lunes, 5 de octubre de 2020

A 20 AÑOS DEL TRIUNFO DE BOCA SOBRE REAL MADRID: LOS JUGADORES ESPAÑOLES NOS MIRABAN POR ARRIBA DEL HOMBRO,BIANCHI NOS DIJO QUE CUANDO NOS TOMARAN EN SERIO , NO IBAN A PODER REMONTAR EL PARTIDO ( JORGE BERMUDEZ, 2020)

El año 2000 estaba llegando a su fin cuando el 28 de noviembre sucedió un momento inolvidable en la historia de Boca y del fútbol argentino. Aquel día, el club de la Ribera se enfrentó al poderoso Real Madrid en Japón por la Copa Intercontinental coronando un legendario 2-0 en el Estadio Nacional de Tokio.Por un lado, el conjunto 'Merengue' contaba con estrellas como Raúl González, Roberto Carlos y Figo guiados por Vicente del Bosque en el banco de suplentes; por el otro, el 'Xeneize' con figuras como Martín Palermo, Juan Román Riquelme y Marcelo Delgado bajo el mando de Carlos Bianchi. Era el poderoso Real Madrid de los Galácticos, contra un boca mas que bien ensamblado con un Riquelme en su esplendor mandando dentro de la cancha , con la pisada, la gambeta, el amague y el pase gol ; además habia que sumar a un goleador tosco, pero que a la hora de meter la pelota en el arco, no dudaba y en el banco un guía fabuloso que supo armar un engranaje , un equipo sin grandes figuras, pero que en el césped , tiraban todos patra el mismo lado. Ese 28 de Noviembre de 2000, hace 20 años, en la mañana argentina y la tarde en Tokyo ,Boca dejó de lado toda especulación en cinco minutos le ganó el partido al Real Madrid. El Diario Marca así lo describía:Todo comenzó con una notable superioridad por parte del equipo argentino cuando a los 3 minutos, Riquelme apareció para habilitar al 'Chelo' Delgado y este tiró un centro que conectó Palermo para abrir el marcador.Luego, a los 6 minutos, Boca volvió a golpear de la mano de Román y una asistencia exquisita nuevamente para el 'Titán' que no perdonó ante la salida de Iker Casillas para poner el 2-0. Ya en tiempo de descuento, Roberto Carlos convirtió el descuento con un bombazo que no pudo alcanzar para el conjunto español."Nosotros estábamos muy mentalizados. Estábamos formados los dos equipos para salir juntos al campo de juego en el estadio Nacional y Boca estaba como una fiera enjaulada. No veíamos la hora de salir a jugar, teníamos ansiedad, ganas, no parábamos de movernos. A ellos los veíamos que estaban tranquilos. Tenían el apodo de Galácticos y como que salieron a ver qué pasaba. Yo creo que la copa la daban por ganada. Los sorprendimos de entrada y después ya no pudieron acomodarse, más allá que descontaron", reconoció años después Jorge Bermúdez, eje de la defensa de Boca.Cabe remarcar la actuación estelar de Riquelme manejando completamente los hilos del juego, dejando una huella imborrable ante uno de los equipos más grandes del mundo. Recibió una larga lista de ‘palos’ por parte de los medios de comunicación: ‘El Boca hace pagar al Madrid su desidia’, ‘El Madrid cayó de una forma intolerable’, ‘Boca se zampó en un abrir y cerrar de ojos al Madrid’, ‘Por desidia, por desinterés, por entrar distraído al partido y desconectado...’. Fue, en definitiva, una derrota muy dolorosa. El arquero Ilker Casillas, reconoció: Recuerdo la Intercontinental contra Boca en el 2000 que nos costó caro. Ese partido nos enseñó una lección", reconoció Iker Casillas en el 2014, previo a disputar la final del Mundial de Clubes contra San Lorenzo. Al cabo, esa derrota contra el equipo de Bianchi se trató de un aprendizaje para la Casa Blanca. Por su parte, Jorge Bermudez, el defensor colombiano que formara parte de la triada de su país con Oscar Córdoba y Mauricio Serna, reveló una anécdota que marca la inteligencia de Carlos BianchiEl : "los jugadores del Real Madrid nos miraban por arriba del hombro en el túnel, como si no estuviéramos ahí. Pero por suerte, a los 15 minutos ya estábamos ahí, 2-0 arriba. Bianchi nos había dicho que cuando nos tomaran en serio, les íbamos a estar ganando y no iban a poder remontar el partido y así fue". Lo cierto, es que tomando los dichos de Bermudez, boca conservó su humuildad, sufrió pocos sobresaltos y volvió con el jubilo y regocijo de una misión cumplida con creces Los equipos: Boca Juniors: Óscar Córdova; Aníbal Matellán, Cristian Traverso, Jorge Bermúdez, Hugo Ibarra; José Horacio Basualdo, Mauricio Serna, Sebastián Battaglia, Juan Román Riquelme; César Delgado y Martín Palermo. Entrenador: Carlos Bianchi. Real Madrid: Iker Casillas; Geremi Njitap, Fernando Hierro, Aitor Karanka, Roberto Carlos; Claude Makélélé, Iván Helguera, Steve McManaman, José María Gutiérrez (Guti); Luis Figo y Raúl Gonzáles Blanco. Entrenador: Vicente del Bosque. Goles: Martín Palermo para Boca Juniors (Minuto 3' y 6') / Roberto Carlos para el Real Madrid (Minuto 13').Árbitros: Óscar Ruiz (Colombia) asistido por el chino Liu Tiejun y el japonés Noboru Ishiyama.Estadio: Estadio Nacional de Tokio, Japón (65 mil espectadores). Fuente: El día que Boca humilló al Real Madrid, Diario Marca ( España), 26 de Abril de 2020 El Dia que Boca se zampó al Real Macdrid, Mundo Deportivo ( España), 25 de Noviembre de 2018 La última vez que perdió El Boca de Bianchi, el último que volteó a Real Madrid en una final internacional, Matias Bustos Milla, Diario Clarín ( Argentina), 26 de Mayo de 2018 Bermúdez y la orden de Bianchi que los hizo ganar al Real Madrid, diario As ( España) 22 de Mayo 2020

La maravilla del mundo creado por Quino, Mafalda, está triste, pero no temamos por ella: Mafalda no muere, no morirá ( Mario, Mactas)

En la cuna de la clase media urbana de la Argentina, nació en los 60 la niña que leía la realidad con ironía. Mafalda adoró al mundo y el mundo la adoró a ella. Suele decirse de algún creador, en cine, en plástica, en música, en política -que lo hubo y hay-, que permanecerán obras y hechos. Es cierto. Bonito lugar común, no agrede a la verdad. “Morir es una costumbre que suele tener la gente”, escribió para seis guitarras, milonga, Jorge Luis Borges. Y así vino a ocurrir, Quino, a los ochenta y ocho años. Magnífico dibujante y a la vez narrador de historias en pocos cuadritos o a toda página -el hombre muy, muy común vapuleado por lo que podemos llamar un sistema implacable que lo reduce a nada, tembloroso y sin defensa-, trajo a este mundo a Mafalda hacia la mitad de la década de los sesenta. Una década que, como de costumbre, alcanzaba conflictividad política. Una década en la que, como pocas veces, marchaba la economía con números auspiciosos y a la vez con el despelote que la exclusión del peronismo aportaba: fábricas tomadas, inquietud constante y ruidos en los cuarteles entre las facciones del Ejército. "Quino" posa en 2014 junto a su personaje de Mafalda (AP Foto/Natacha Pisarenko, Archivo) "Quino" posa en 2014 junto a su personaje de Mafalda (AP Foto/Natacha Pisarenko, Archivo) Gobernaba el ejemplar médico Arturo Illia y, eso ocurría en otras partes del lado occidental del mundo de entonces, era visible un aire de renovación y optimismo, libertad, oposición a la posibilidad nuclear, cambio de piel. Aquí, en la cuna de la clase media urbana de la Argentina nació por medio de Quino una niña, Mafalda, que leía la realidad con ironía, un poco de miedo, precisión de cronista de una pieza, corazón amoroso, zoquetitos blancos, la boca túnel del enojo, sus amigos diferentes pero queridos. La diversidad de la bondad civilizada y natural. Y así, se dispersó: el mundo la adoró y el mundo fue adorado por ella: en Polonia, en España, en Japón, en Italia. Donde quiera, porque donde quiera que fuera, Mafalda era la divertida y también la dolorosa del espejo del tiempo. Suponemos entre la maravilla del mundo creado por Joaquín Lavado, por Quino, que Mafalda está triste. No temamos por ella: Mafalda no muere, no morirá. Ni siquiera crece. Fuente: Mactas, M. El toque Mactas | La buena noticia es que Mafalda no muere, TN , 30 de Septiembre de 2020

lunes, 21 de septiembre de 2020

Día del periodista deportivo: el deporte se tornó en la Argentina la concepción de un consumo, no de un culto higiénico para la salud y la conducta ( Dante Panzeri, 1978)

  En el día del periodista deportivo, vale homenajear a Dante Panzeri, a quien descubrimos, como es mi caso, en la escuela de periodismo deportivo, descubrimos su lengua filosa o mejor dicho su pluma filosa que no dudaba en denunciar los manejos espurios de dirigentes , así como tampoco se casó con el poder de turno o, como lo dice aquí que el deporte se ha convertido en “artículo de consumo”, más que una práctica beneficiosa para la salud. El artículo fue publicado en 1978, cuando el boom tecnológico de Internet era un sueño y los pases  y sueldos  de los jugadores eran un 1% de lo que son hoy ; los medios de comunicación  no tenían el peso que tienen hoy y, obviamente las redes sociales , era un remoto sueño. Eso sí, lo que se mantiene vigente es su utilización como opio.

 

  Masivamente considerados, los argentinos no somos deportistas. Somos clientes de consumos deportivos exitistas. Al deporte lo vemos y lo leemos mil veces más que cuanto lo practicamos. En aquel caso está, en este momento, el tenis. "La materia prima de todo desarrollo es la instrucción”, decía visionariamente el gran Sarmiento. Ello es también válido para el deporte. Nos educaron inicialmente para que lo hiciéramos. Diría, en la época de Aldao. Después nos deseducaron para que lo consumiéramos como un producto más. Y allí se explica la llamada decadencia de los deportes que una vez alguien denominó "varios", porque empezó a entenderse que deporte (a secas) era lo que tenía mucho público. El resto era lo que, en un almacén de ramos generales, las mercaderías de venta secundaria. "Varios".

  El pauperismo en que viven la Natación, el Atletismo y muchos deportes igualmente misérrimos dentro de la súper congestión de casi 50 que pretendemos fomentar unos pocos argentinos (que no alcanzamos para atender eficientemente ni una docena de ellos) fue explicado una vez por el auténtico Ricardo Lorenzo, Borocotó, diciendo: "Son deportes a los que les faltan cronistas".

   En aquel momento, yo no entendí lo que quiso decir mí entonces director. Pasados unos años, me di cuenta del meollo del asunto; y en carne propia. Por aquellas determinaciones que frecuentemente en la vida surgen de las circunstancias, y no de las decisiones humanas, Alberto Salotto y yo nos apoderamos de hoy increíbles espacios (6, 8, 10 páginas a veces) semanal (de El Gráfico para Natación, Atletismo, Ciclismo; en fin, los deportes a los que las mismas circunstancias nos habían volcado. Fue enorme la publicidad (servicio totalmente gratuito) que les dimos, y mc atrevo a asegurar que en el relativo auge que esos deportes tuvieron en aquellos años abarcados por 1943 a 1956 (allí Salotto se volcó al Automovilismo y yo al Fútbol) tuvo muchísimo que ver El Gráfico, claro está, con una concepción integral del deporte que seguía la línea de su inspirador inicial, Aníbal Vigil, ex nadador, waterpolista, y muchas cosas más, en el Club de Gimnasia y Esgrima. La tapa de El Gráfico era mucho más estimulante para un deportista que un Olimpia de hoy. Y eran 52 por año.

 

  Aquella Argentina no deportista, pero si consumidora de productos deportivos, consumió mucha Natación y mucho Atletismo, merced, en gran parte a ello. Lo afirmo con plena conciencia, porque el pauperismo de esos deportes coincidió con la desaparición de aquellos espacios harto generosamente regalados por simple apasionamiento de Salott y mío con esos temas. Fue entonces cuando comprendí lo que en un primer momento no comprendiera de la explicación de Borocotó. Los nombres de Bonnhöff, Yantorno, Triulzi, Eileen Holt, Ana Maria Schultz, Dominguez Nimo, Noenni Simonetto, Durañona, Kistenmacher, decenas como ellos, estaban en la publicidad deportiva como hoy los de quienes producen rentas comerciales por ser profesionales o supuestos amateurs con mercado. Creo que actualmente yo no sabría reconocer, ni en la calle ni en una fotografía que no aclare su nombre, a Conrado Porta, porque "no tiene cronistas". Lo más provechoso para , esos deportes, referido siempre al servicio de gran difusión que le dábamos en El Gráfico, no fue quizá lo que por ser El Gráfico lo que entonces era El Gráfico... obligaba El Gráfico a escribir y hablar sobre Natación y Atletismo al resto del periodismo. Y entonces se dio para esos deportes lo que ridículamente ahora oigo llamar época de oro, que en realidad no fue ni de antimonio, porque minoritarios como deportes fueron siempre. Pero tenían el estímulo propicionado (y hasta exagerador con: su natural reclutamiento de cultores. Logramos, para esos deportes pobres,' un caudal de clientes acordes con nuestras tendencias (obligadas. por la pobreza de instalaciones deportivas en todo el país y desde hace muchos años) a mucho más ver y leer que practicar deportes.

   No quisiera que se interprete que considero a la, publicidad el factor determinante de la difusión (o pauperismo, en el caso contrario) de los deportes que como la natación o el Atletismo no tienen posibilidades de ofrecimientos ruidosos para el apasionamiento que genera el consumo deportivo por oleajes exitistas (caso del Tenis;  en otro momento, del Rugby; hace muchos años, del Ciclismo). No, nada de eso. Es más: creo que Atletismo y. Natación, bastiones olímpicos y acaso últimas reservas del deporte semipuro, fatalmente morirían como deportes recibiendo los supuestos beneficios empresarios que hoy llegan a otros ex pobres. Por otra parte, tanto Salotto como yo no publicitarnos ni inventamos sistemáticamente falsos valores. Encontramos la posibilidad de hacer conocer a deportistas que el consenso mundial ocupaban (en el reparto olímpico de conjuntos) entre el 13° y 15° lugares; que lograron Plazas finalistas en 1948 y 1952 (Chaves, Kistenmacher, Triulzi; Simonetto, Bonnhöff); que eran los primeros en América del Sur con cierta holgura. Encontramos, también, una vida social muy diferente a la actual, en la que la juventud estaba menos ocupada en cosas raras. Pero que lo que allí acontecía llegaba a la gente de la calle porque periodísticamente estábamos con el deporte sano, y no solamente detrás de lo que tenía multitudes, creo que es justo evaluarlo como la causa que exteriormente más apuntaló en aquellos años a esos deportes que hoy se debaten en la indiferencia general, tanto porque "no tienen cronistas" (Borocotó) cuanto porque, hoy, ningún periodista podría impulsar a hacerse nadador o atleta a un muchacho que tiene las mismas o menos pistas y piletas que las pocas que existían en aquel entonces. Y es que el deporte, a partir de 1943, tornó en la Argentina la concepción de un consumo, no de un culto higiénico para la salud y la conducta. Sus efectos se padecen hoy. Y me temo que por mucho tiempo. Aquí se confundió apoyo al deporte con apoyo al campeón.

Fuente: Revista Geba ( 1978), citado en El Gráfico, Los deportes que no tienen cronistas, por Panzeri . 


Por Redacción EG · 30 de mayo de 2019


 

LA LARGA NOCHE DE LOS LAPICES ES UN TESTIMONIO EN CARNE VIVA Y A LA VEZ UNA REFLEXIÓN EN VOZ ALTA SOBRE ESTA HISTORIA , QUE ES LA DE ELLA Y TODA SU GENERACIÓN

 En la madrugada del 17 de septiembre de 1976, Emilce Moler, de diecisiete años, estudiante secundaria, fue secuestrada de la casa de sus padres, en La Plata, por hombres armados pertenecientes al Ejército Argentino. Estuvo detenida-desaparecida durante seis meses, más tarde presa en la cárcel de Villa Devoto y finalmente bajo libertad vigilada, hasta los veinte años. Es sobreviviente de lo que dio en llamarse “la Noche de los Lápices”, ya que, efectivamente, su secuestro y posterior cautiverio –incluido todo el calvario imaginable– fueron parte de la suerte infausta que corrió ese grupo de adolescentes que eran sus compañeros de estudio y de militancia. "La Larga Noche de los Lapices" ( Marea),  su primer libro, está compuesto por relatos breves basados en sus propias experiencias y en sus escritos desde la cárcel.Es un testimonio en carne viva y a la vez una reflexión en voz alta sobre esta historia, que no es solo la de ella sino la de toda su generación : las pasiones de aquellos años, la frescura (distinta a la “inocencia”) con que estos adolescentes abrazaron sus ideales y los riesgos asumidos. También, es una respuesta a las nuevas generaciones en democracia. Por lo pronto, un mérito incontrastable de este libro es narrar los hechos más terribles con una espontaneidad y sinceridad en las que resplandece aquella chica de diecisiete años, portadora de una verdad que todavía nos interpela.

 Sobre la autora:

Emilce Moler

Emilce Moler nació en 1959, en La Plata, provincia de Buenos Aires. A los diecisiete años fue detenida-desaparecida, víctima y sobreviviente de lo que se conoció como la Noche de los Lápices. Después de recuperar su libertad se radicó en la ciudad de Mar del Plata. Desde los inicios de la democracia realizó actividades políticas, gremiales y participó en distintos organismos de derechos humanos. En forma paralela forjó una destacada carrera profesional y académica como docente e investigadora. Es doctora en Bioingeniería por la Universidad Nacional de Tucumán, magíster en Epistemología y profesora en Matemática por la Universidad Nacional de Mar del Plata. Fue directora de proyectos de investigación en temas de enseñanza de Matemáticas Superiores, Procesamiento de Imágenes Médicas y de Antropología Forense. Ha colaborado en la denuncia de represores ante la Justicia y participa de manera constante de actividades políticas y culturales tendientes a mantener viva la memoria sobre ese periodo, especialmente dirigidas a los jóvenes. Recibió numerosos premios y reconocimientos por su compromiso en el ámbito de los derechos humanos. Este texto testimonial es su primer libro.

Son pocas las sobrevivientes que, después de relatar una y otra vez ante la Justicia el horror, terminaron escribiendo su propia historia de vida. Es decir, no solo lo que percibieron a través de sus sentidos, como les piden los jueces a los testigos, sino también lo que sintieron después. Y cómo ven ahora la película de su existencia.

Martín Granovsky,del prólogo del libro)

Fuente: Moler, Emilce ( 2020)La larga Noche de los Lápices , Marea Editorial, Buenos Aires.





miércoles, 2 de septiembre de 2020

Alfonsín tuvo un rol decisivo para que Independiente y el Liverpool inglés jueguen la final Intercontinental en 1984

 Raúl Alfonsín y Ricardo Bochini se admiraban mutuamente. Tanto que el máximo ídolo de la historia de Independiente, tan brillante y reconocido en los campos de juego como ajeno al mundo de la política, sorprendió cuando hizo público su respaldo al entonces presidente de la Nación durante la campaña para las elecciones legislativas de 1987.

"Nunca me metí en política, sólo respondí lo que me preguntaron. A mí me gustaba Alfonsín, yo era hincha de Alfonsín... (sic), lo quería mucho y él me quería a mí. Era una persona humilde, que sabía de todo  y que agarró el país en una época muy difícil. Para mí, fue uno de los mejores presidentes que tuvo la Argentina", dice Bochini, en diálogo con LA NACIÓN.

Entre sus múltiples ocupaciones, ya fuese como abogado, político,estadista o promotor de los derechos humanos, quien hoy es considerado como "el padre de la democracia moderna" en nuestro país nunca dejó de atender su pasión por Independiente y hasta llegó a cumplir un papel clave en la disputa de la Copa Intercontinental de 1984.

El efecto de la Guerra de Malvinas

¿Por qué? ¿Qué fue lo que sucedió? Cuando Independiente y Liverpool se enfrentaron en Tokio hace 35 años, en la primera edición de la Copa Toyota Intercontinental, el recuerdo de la Guerra de Malvinas todavía estaba fresco. Cientos de jóvenes argentinos habían muerto en las islas y otros tantos habían regresado con las terribles secuelas de los campos de batalla. El clima de desconfianza entre ambos países era notorio. A comienzos de 1984, el gobierno argentino había enviado una delegación parlamentaria al Reino Unido, integrada por los senadoresAdolfo Gass y Julio Amoedo y los diputados José Horacio Bordón y  Federico Storani, que debió sortear varias "trampas" y algún encierro diplomático del Foreign Office.

En ese contexto, el partido programado para el 9 de diciembre en Tokio, primer enfrentamiento oficial entre un equipo de fútbol de la Argentina y otro de Inglaterra, fue corrido del plano deportivo y se convirtió en un tema de debate geopolítico. En Cancillería, en el Congreso Nacional y en la Casa Rosada se hablaba del encuentro. Y hasta se barajó la posibilidad de suspenderlo.

"Efectivamente no había ningún tipo de relaciones diplomáticas y la cuestión de jugar o no aquella final pasó a ser un tema central. A Independiente le había tocado enfrentarse a un equipo bien inglés como el Liverpool y debíamos tomar una decisión", recuerda a LA NACION.}.

Federico Storani, quien presidía la comisión de Relaciones Exteriore de la Cámara de Diputados.

La postura más radical la llevaba adelante el entonces subsecretario de Deportes de la Nación, Rodolfo "Michingo" O' Reilly, hombre proveniente del rugby -fue campeón como jugador del CASI y un reconocido entrenador de Los Pumas-, quien aconsejaba no jugar la final y así lo transmitía tanto en cónclaves políticos como en los medios de comunicación.

}"Como capitán de Independiente me vi en la obligación de salir a responder. ¿Por qué se podía jugar contra los ingleses al rugby o al tenis y al fútbol no? Ya habían pasado dos años de Malvinas y no había por qué mezclar la política con el deporte", sostiene Enzo Trossero..

Por consejo del presidente de la AFA, Julio Grondona, y con el visto bueno del resto de los dirigentes de Independiente encabezados por Pedro Iso, un grupo de jugadores concurrió al Congreso para manifestarse frente a diputados y senadores. "Fuimos a pedirles que nos dejaran jugar, que no mezclaran las cosas. La mayoría opinaba que no debíamos viajar y nosotros tratábamos de hacerles entender que no era un problema diplomático, que sólo se trataba de un partido de fútbol", precisa Jorge Burruchaga.}

La decisión final debía tomarla la mesa chica del gobierno. Se escucharon con atención las opiniones del canciller Dante Caputo, quien estaba a favor de jugar el partido y del vicecanciller Jorge Federico Sábato, quien instruía al resto de los funcionarios sobre la cuidadosa relación que debía mantenerse con Inglaterra. Alfonsín escuchaba. Él tenía la última palabra..

Desde un principio Alfonsín sostenía que no había que romper relaciones con Inglaterra, nos decía que debíamos estrechar lazos de todo tipo, porque para la cuestión de fondo -que era discutir la soberanía de Malvinas-, iba a ser peor. Encima, él era hincha de Independiente, así que lo comprendían las generales de la ley", agrega Storani, integrante de aquella mesa chica alfonsinista.T}

Tras analizar los "pro" y los "contra", Alfonsín aprobó el viaje. Hasta, cuentan allegados al expresidente radical, lo terminó viendo como una posibilidad de desdramatizar cualquier encuentro entre argentinos e ingleses, como si el fútbol pudiera terminar siendo una primera vía de intercambio pacífico entre dos países con la confianza astillada.

De todas formas, la gente, los hinchas y algunos jugadores, tenían un sentimiento especial. Las jornadas previas al viaje a Japón estuvieron cargadas de un clima nacionalista. La revista "El Gráfico", por ejemplo, despidió al equipo con un artículo titulado: "El país está con Independiente". Y los jugadores, vestidos con elegantes trajes de color beige y un escudo del club a la altura del pecho, fueron a la Casa de Gobierno antes de su viaje para recibir de manos del presidente el pabellón nacional.

De la "desmalvinización" al recuerdo de los soldados caído

Si el mensaje de los futbolistas y los dirigentes de Independiente había apuntado esforzadamente a desvincular la guerra de Malvinas con la final de Tokio en los días previos al viaje, la arenga del capitán, Enzo Trossero, en la noche anterior al partido sacudió nuevamente al plantel con el recuerdo de los soldados caídos y el dolor de las familias que no los vieron regresar.

"Somos un grupo de hombres y vamos a demostrárselo a los ingleses.Esto no es una guerra, pero daremos una respuesta como equipo. ¿Quién no tiene un amigo, un familiar o un vecino que no haya llorado por un soldado caído? Yo fui soldado, hice la colimba; me podría haber tocado a mí o a cualquiera de ustedes. Tenemos un país que nos está mirando que nos está apoyando y no podemos defraudarlo. Vamos a salir ganando de esa cancha o no salimos", alentó Trossero a sus compañeros.}

El arquero Carlos Goyén era el único uruguayo del equipo, pero vivió aquel momento con la misma intensidad. "Por más uruguayo que sea, uno no puede estar ajeno a una circunstancia así y mucho menos cuando se trata de un país hermano, latinoamericano y, por sobre todo, un país en el que yo estaba viviendo y que me estaba dando de comer", recuerdo Goyén.

"Pero cuando entramos en la cancha no hubo ninguna guerra, jugamos un partido de fútbol. Me hubiese gustado tener mano a mano a un gurka o  un asesino profesional, pero los que estaban enfrente eran deportistas, jugadores de fútbol como nosotros. Nos respetamos mutuamente", resalta el arquero, una de las figuras del triunfo por 1-0 sobre el Liverpool.

Burruchaga y Enrique: el año que vivieron en peligro

"¡Fuck you, men! ¡¿Qué te pasa? ¿Qué me mirás?!", disparaba el "Loco" Carlos Enrique, con rostro serio y la mirada clavada en uno de los jugadores de Liverpool, durante la formación de los equipos previo a saltar al campo de juego del estadio Olímpico de Tokio. Al lateral de Independiente, con sólo 19 años, le costó asumir que no habría venganza en el choque contra los ingleses. En parte por su juventud pero también porque la guerra le dejó sus huellas mientras realizaba el servicio militar en el Batallón de Arsenales 601 de Monte Chingolo.}

"Con los años me di cuenta de que había sido una falta de respeto, que no debí hacerlo, pero era muy joven y además venía de vivi situaciones muy tristes durante Malvinas, como no saber si me iban a  mandar a pelear o ver cómo un amigo se te suicida dentro del cuartel",

Cuenta el Loco Enrique. Había sido uno de los primeros conscriptos de 1982, por lo que su destino debía ser el sur, la zona del conflicto.

Pero gracias a una gestión de los dirigentes, se lo autorizó a permanecer en Buenos Aires para poder entrenarse con Independiente y también con el seleccionado juvenil.}

"Un día nos alistaron a todos en el patio, nos hicieron armar los bolsos, cargar los lanza granadas en la espalda y nos subieron a los camiones. Estuvimos ahí varias horas, lo único que quería era poder llamar a mi exmujer y decirle: "Cuidate y cuidame a la nena". Y hablar con mis viejos", relata.

Julio era uno de sus protegidos dentro del cuartel, un joven silencioso e intelectual. "Era un buen pibe, calladito... y en la colimba a veces te agarran otros que son más salvajes. Yo les decía:"Al que lo quiera gozar, lo c... a trompadas". El 2 de abril, cuando comenzó la guerra, mi hija cumplió su primer año. Un par de días después, fui y me dijeron que Julio se había disparado con un fusil. Mirá que soy un negro fuerte y orgulloso, pero me acuerdo y se me caen las lágrimas", se conmueve el Loco.

Cuando José Omar Pastoriza le dio la orden de marcar a Craig Johnston, la figura del equipo inglés, el "Loco" tardó seis segundos en tirarse en plancha sobre su tobillo. "El Pato ya me había mandado a marcar a Renato Portaluppi en la final de la Libertadores. 'Si lo marcás bien ganamos la Copa', me había dicho. Contra Liverpool, me pidió quehiciera lo mismo con Johnston. 'Quédese tranquilo, que no la va a tocar', le respondí".

A Burruchaga le tocó cumplir con el servicio militar en el Regimiento de Infantería "1" de Patricios. Autor de goles históricos, como el de la final de la Libertadores ante el Gremio o aquella corrida interminable en la definición frente a Alemania en la final del Mundial de México '86, debía recibir la baja cuando estalló el enfrentamiento bélico en Malvinas. Pese a los esfuerzos de la dirigencia de Independiente, quedó "a disposición de la Patria".

"Me llamaron de nuevo, me cortaron el pelo y quedé a disposición durante toda la guerra. Estaba obligado a ir a firmar al regimiento y después me iba a entrenar. La verdad es que tenía un miedo enorme", admite el mediocampista, que sería vendido al Nantes de Francia tras la Intercontinental. '¿Te acordás de fulano?', me preguntaban; falleció...". Yo estaba en el juvenil, en un sudamericano o en medio de una copa. Fueron momentos terribles", rememora.

Sin embargo, Burruchaga nunca catalogó sus triunfos ante a los ingleses como una venganza. "De ninguna manera trasladé aquella copa o el partido de cuartos de final en México '86 a lo que pasó en la guerra. Nunca lo sentí como una recompensa respecto de una guerra tonta, injusta, absurda y en la que murieron muchos chicos que fueron a algo para lo que no estaban preparados", afirma.

La final de Tokio y el "gol del mundo"

Lejos de las especulaciones, el partido fue correcto. A los 6 minutos del primer tiempo, José "Mandinga" Percudani sacó provecho de un pase largo de Claudio Marangoni y definió ante la salida de Bruce Grobbelaar, una de las figuras del Liverpool.

"Hicimos ese gol tempranero y después jugamos a nuestro ritmo. La diferencia en el marcador fue mínima pero el resultado fue justo.Independiente tenía un equipo bárbaro, nos conocíamos de memoria", destaca Burruchaga.

Percudani, autor del "gol del mundo", jugaba de niño a que era Daniel Bertoni. Y su hermano Walter simulaba ser Bochini. Su papá Alberto les había inculcado desde siempre ese amor por Independiente y hasta su madre Isabel estaba involucrada en esa simpatía por el Rojo. En su casa de Bragado, se hablaba del "Chivo" Pavoni, de Semenewicz, de Pancho" Sá...

"Estaba predestinado, mi familia es fanática de Independiente. Y gracias a la confianza del Pato Pastoriza pude quedar en la historia porque yo no venía siendo titular. Había perdido el puesto con Bufarini, que jugó la Copa Libertadores, pero ante Liverpool decidió ponerme por mi velocidad y terminé convirtiendo el gol", se enorgullece Percudani.

Trossero sostiene que el Rojo había llegado como "punto" y que para la mayoría Liverpool era el favorito. "Decían nos iba a pasar por arriba que tenían un equipo muy poderoso, que contaban con figuras como Grobbelaar, el central Alan Kennedy, Johnston, los delanteros Kenny Dalglish y el gales Ian Rush. Pero les ganamos con mucha autoridad", afirma.

"Aquel tanto ante el Liverpool y mi hija Constanza, que tiene 6 años y por supuesto ya es hincha del Rojo, fueron los mejores goles de mi vida. Me dicen "Mandinga" e hice el gol del mundo para Los Diablos ante los ingleses incluso antes que el de Maradona en el Mundial", se jacta Percudani.

El brasileño Romualdo Arpi Filho pitó el final del encuentro y los jugadores de Independiente desataron su festejo. Se abrazaron, cantaron y saludaron a sus derrotados colegas del Liverpool. En la zona de vestuarios, Dalglish se acercó a Trossero e intercambiaron sus camisetas, en uno de los gestos como los que podía haber imaginado Alfonsín.

Argentinos e ingleses se habían enfrentado en un partido de fútbol sin ir más lejos. A su regreso al país, los campeones fueron recibidos en la Casa de Gobierno con la copa. Es que de alguna forma, aquel hombre con sus decisiones había jugado también una parte importante de la final Intercontinental de 1984.

Fuente: Alfano, Carlos :"Raúl Alfonsín y su rol decisivo en la Intercontinental que Independiente ganó en 1984", La Nación,  2 de diciembre de 2019 .