Atlanta está reconocido como uno de los clubes
tradicionales del fútbol argentino, si bien
hace más de 30 años que no juega en primera ( 1984, fue su última temporada), los “bohemios”, mantienen
una hinchada fiel , que, como señala uno de sus hinchas más famosos, Sebastián
Wainraich , en el prólogo Atlanta, una historia de valientes ( Aguilar)es poco
entendible” ¿Por qué, a pesar de tantos golpes, una persona sigue persiguiendo
una causa que no termina de ser clara? , ¿Qué lleva a un ser humano a entregar
horas de su vida? (el tiempo es lo más preciado) a una cuestión que no deja de
lastimarlo.
Para intentar explicar lo planeado por Wainraich, Federico
Kotlar decidió desde la pasión escribir este
libro, un a historia integral del Club Atlético Atlanta, hecha a partir de
una profusa investigación periodística, con numerosas entrevistas y testimonios
pero siempre desde el punto de vista afectivo de un hincha de toda la vida.
Atlanta, tuvo su presidente emblema León Kolbowski (hoy
el estadio, construido bajo su administración, lleva su nombre), arrancó
en 1959. “Emprendedor y pícaro, fue el
motor que dio a la vida del Bohemio una enorme actividad en esos años.
Comunista él —aunque con la temeridad de un lobo para defenderse en una
sociedad capitalista—, asumió poquito después de que unos barbudos de su
simpatía derrocaran al dictador Fulgencio Batista en Cuba. Su legado se
extendería mucho más allá del tiempo en que ejerció el poder. El apellido Kolbowski,
de origen judío, como Wainraich y
Kotlar, por ejemplo, ligan a Atlanta con la colectividad judía, muchos de ellos
afincados en Villa Crespo. La ligazón,
le traería a Atlanta, satisfacciones y chistes, pero también un alto malestar
por la falta de respeto , por ser suaves ,de otras hinchadas que le cantan que
lo “van a hacer jabón”, tal como lo hizo Hitler con los judíos durante la
Segunda Guerra Mundial.
Decíamos que en 1983, Atlanta, consiguió por última
vez el ascenso a primera, de la mano de Juan Carlos el Toto Lorenzo, que ya había
llevado a Boca en los 70 a ganar dos veces la Copa Libertadores y una vez la
Intercontinental. Kotlar, relata ese momento… “la tensión mandaba en la concentración antes
del 19 de noviembre, y Jones se había clavado una pastilla para dormir.
Entonces, el DT lo hizo despertarse de madrugada para tantear su ánimo. El Ruso
Ribolzi me había contado que al Toto había que entrarle bien arriba. No sé
cómo, pero salí de la cama como una fiera y le pateé la puerta. ‘Yo te voy a
sacar campeón’, le dije”. Así se ganó la titularidad después de haber ido al
banco contra Morón y Gimnasia.
Kotlar, siempre apasionado, sigue “La formación en
el partido frente a Central Córdoba de Rosario , jugado en el en Newell’s
privilegió la máxima con la que el Toto había llegado al club: ´Si ganamos de
locales y empatamos de visitantes, somos campeones´. Se armó el medio con
Jones, Verón, Luis Díaz y Torres algo más adelantado, y arriba solo Villagra y
Rojas. Más de dos mil quinientos bohemios festejaron el gol del Ñato de penal en
el primer tiempo, y la radio trajo más alegrías: al final de la primera mitad,
Chacarita ( el eterno rival de Atlanta) le ganaba 2-0 a Tigre en San Martín, lo
que permitía consagrarnos hasta con un empate. Algo más relajados, en el
segundo tiempo concedimos un gol de Lebioso a cinco minutos del cierre para el
1-1 final de Central Córdoba, que igual bajaría a la C. Mientras tanto, se
consumaba el 6-2 a favor de Chaca, que daba un paso clave para entrar al
octogonal (e iba a conseguir el segundo ascenso). Éramos campeones ...
Después de la vuelta olímpica, emprendimos la caravana triunfal para seguir los festejos en Villa Crespo. El último partido, ante armenio, nos lo dieron por perdido porque la hinchada se quedó con todas las pelotas cuando ganábamos 3-2. En el rival el técnico era Carlos Pandolfi, quien junto con Carlos Della Savia resultaría elegido para dirigirnos en Primera. Porque el Toto se marchó, con la tarea cumplida.
Hoy, Atlanta, como sintetiza, Kotlar, siguen
esperando que algunas alegrías se encadenaran. Para ser tan
bohemios como siempre y en Primera, aunque ninguna derrota nos robará una
alegría profunda. Que aflora cuando caminamos hacia la cancha y saludamos a
algún conocido del que a veces no sabemos el nombre. Cuando escuchamos por
Humboldt los cantitos y las conversaciones. Cuando sabemos que en un rato vamos
a compartir con otros valientes el ritual bohemio que aprendimos a
amar desde chicos.
amar desde chicos.
Fuente:Kotlar, Federico (2019): “Atlanta, una historia de valientes”, Aguilar, Buenos Aires
No hay comentarios:
Publicar un comentario