jueves, 4 de julio de 2019

Atlanta, una historia de valientes, la pasión bohemia, escrita con el afecto de un hincha de toda la vida


  Atlanta está reconocido como uno de los clubes tradicionales del fútbol argentino, si bien  hace más de 30 años que no juega en primera ( 1984, fue su última temporada),  los “bohemios”, mantienen una hinchada  fiel , que, como señala uno de sus hinchas más famosos, Sebastián Wainraich , en el prólogo Atlanta, una historia de valientes ( Aguilar)es poco entendible” ¿Por qué, a pesar de tantos golpes, una persona sigue persiguiendo una causa que no termina de ser clara? , ¿Qué lleva a un ser humano a entregar horas de su vida? (el tiempo es lo más preciado) a una cuestión que no deja de lastimarlo.

  Para intentar explicar lo planeado por Wainraich, Federico Kotlar  decidió desde la pasión escribir  este libro, un a historia integral del Club Atlético Atlanta, hecha a partir de una profusa investigación periodística, con numerosas entrevistas y testimonios pero siempre desde el punto de vista afectivo de un  hincha de toda la vida.

  Atlanta, tuvo su presidente emblema León Kolbowski (hoy el estadio, construido bajo su administración, lleva su nombre),   arrancó en 1959. “Emprendedor y pícaro,  fue el motor que dio a la vida del Bohemio una enorme actividad en esos años. Comunista él —aunque con la temeridad de un lobo para defenderse en una sociedad capitalista—, asumió poquito después de que unos barbudos de su simpatía derrocaran al dictador Fulgencio Batista en Cuba. Su legado se extendería mucho más allá del tiempo en que ejerció el poder. El apellido Kolbowski, de origen  judío, como Wainraich y Kotlar, por ejemplo, ligan a Atlanta con  la colectividad judía, muchos de ellos afincados en Villa  Crespo. La ligazón, le traería a Atlanta, satisfacciones y chistes, pero también un alto malestar por la falta de respeto , por ser suaves ,de otras hinchadas que le cantan que lo “van a hacer jabón”, tal como lo hizo Hitler con los judíos durante la Segunda Guerra  Mundial.
  
Decíamos que en 1983, Atlanta, consiguió por última vez el ascenso a primera, de la mano de Juan Carlos el Toto Lorenzo, que ya había llevado a Boca en los 70 a ganar dos veces la Copa Libertadores y una vez la Intercontinental. Kotlar, relata ese momento…  “la tensión mandaba en la concentración antes del 19 de noviembre, y Jones se había clavado una pastilla para dormir. Entonces, el DT lo hizo despertarse de madrugada para tantear su ánimo. El Ruso Ribolzi me había contado que al Toto había que entrarle bien arriba. No sé cómo, pero salí de la cama como una fiera y le pateé la puerta. ‘Yo te voy a sacar campeón’, le dije”. Así se ganó la titularidad después de haber ido al banco contra Morón y Gimnasia.
  Kotlar, siempre apasionado, sigue “La formación en el partido frente a Central Córdoba de Rosario , jugado en el en Newell’s privilegió la máxima con la que el Toto había llegado al club: ´Si ganamos de locales y empatamos de visitantes, somos campeones´. Se armó el medio con Jones, Verón, Luis Díaz y Torres algo más adelantado, y arriba solo Villagra y Rojas. Más de dos mil quinientos bohemios festejaron el gol del Ñato de penal en el primer tiempo, y la radio trajo más alegrías: al final de la primera mitad, Chacarita ( el eterno rival de Atlanta) le ganaba 2-0 a Tigre en San Martín, lo que permitía consagrarnos hasta con un empate. Algo más relajados, en el segundo tiempo concedimos un gol de Lebioso a cinco minutos del cierre para el 1-1 final de Central Córdoba, que igual bajaría a la C. Mientras tanto, se consumaba el 6-2 a favor de Chaca, que daba un paso clave para entrar al octogonal (e iba a conseguir el segundo ascenso). Éramos campeones  ...

   Después de la vuelta olímpica, emprendimos la caravana triunfal para seguir los festejos en Villa Crespo. El último partido, ante armenio, nos lo dieron por perdido porque la hinchada se quedó con todas las pelotas cuando ganábamos 3-2. En el rival el técnico era Carlos Pandolfi, quien junto con Carlos Della Savia resultaría elegido para dirigirnos en Primera. Porque el Toto se marchó, con la tarea cumplida.
  
Hoy, Atlanta, como sintetiza, Kotlar, siguen esperando que   algunas alegrías se encadenaran. Para ser tan bohemios como siempre y en Primera, aunque ninguna derrota nos robará una alegría profunda. Que aflora cuando caminamos hacia la cancha y saludamos a algún conocido del que a veces no sabemos el nombre. Cuando escuchamos por Humboldt los cantitos y las conversaciones. Cuando sabemos que en un rato vamos a compartir con otros valientes el ritual bohemio que aprendimos a 
amar desde chicos.
Fuente:Kotlar, Federico (2019): “Atlanta, una historia de valientes”, Aguilar, Buenos Aires



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