La historia argentina, se sabe, se repite constantemente, apenas si van
decantando los políticos por una cuestión de edad, cuando el ciclo vital se
agota (aunque en algunas ocasiones permanecen en sus cargos ad eternum con
foros o bien pasan a un segundo plano y pocos recuerdan quién fue.
Para corroborar las casi inexistentes
variaciones vale rescatar lo escrito por Rosa Elena Núñez en su trabajo para la Universidad de San Juan analizando las elecciones de 2003 (donde nacería a nivel nacional el kirchnerismo y comenzaría a tomar fuerza el Frente Compromiso para el Cambio (origen y primer nombre del actual partido gobernante
del presidente Macri).
Para Nuñez,
la realidad argentina, dada la obligatoriedad del voto estaba en 2003 marcada a
fuego por representaciones que separan entre un pasado negro que no debía
repetirse, “la vieja política” y “los viejos políticos”, y un futuro promisorio
de una “nueva política” y unos “nuevos políticos”.
En
los discursos de campaña y en las representaciones expresadas por la gente sobresalía
la imagen del viejo político corrupto e incapaz de gobernar, más preocupado por
la deuda con las entidades crediticias extranjeras y por los capitales del
establishment que por las muertes por desnutrición infantil, las condiciones
precarias de vida de millones de argentinos desocupados y las bajas
remuneraciones de los asalariados, especialmente de los jubilados y pensionados (
queda claro que poco a cambiado y que a pesar de la intervención de gurués del
marketing y la aparición de redes sociales que multiplican la publicidad y los
discursos en campaña) en el “imaginario
colectivo de la ciudadanía contemplaban la esperanza, una vez más, de un
político ideal caracterizado por la honestidad, la capacidad de gestión y la
sensibilidad por los sectores más vulnerables de la población.
Sin
embargo, la recepción no cambió en 15 años:” La percepción de la gente que
había vivido una historia plagada de engaños, receptaba los mensajes salvadores
de los candidatos como promesas mágicas, imposibles de cumplir, sin sustento
real en los mecanismos capaces de concretarlas, sobre todo a corto plazo, trajo
aparejada una configuraron negativa de la política en la gente y si bien han
intentado revertir esa imagen apelando a un pasado idílico que de la mano de
ellos volvería , olvidan que la opinión pública está hastiada de aquellos que
prometen milagros, y sólo logran reafirmar la sospecha de engaño.
Nuñez,
busca sacar las vendas de los políticos y marketineros para que innoven y
terminen con lugares comunes y discursos perimidos, con anzuelos que ya nadie
se va a tragar:” Mostrar al candidato como el único salvador, prometer
soluciones y épocas de bonanza sin explicitar cómo harían para llegar a ellas,
es un método proselitista poco confiable y caduco para la sociedad argentina”.
Nuñez
distingue varios tipos de votos a partir de las representaciones y diferentes
significaciones que han estado presentes en las campañas y cuyos modelos se han
repetido, logrando que el desprecio hacia los políticos aumente así como el
desinterés:
El
voto “utilitario”: es el voto como “moneda de cambio”. La política se percibe
como un “mercado”; los políticos son negociantes y la ciudadanía es una
clientela a conquistar.
Existe
también, señala Nuñez El voto “mágico”: la política es el campo de lo ilusorio,
donde las fantasías de los ciudadanos se concretan por la intervención del
político-mago.
Son
captados por este tipo de voto quienes pertenecen a un tipo de ciudadano
facilista, crédulo, negador de un análisis racional de la realidad.
Un
tercer tipo es el voto “arma”: la política es un campo de batalla en donde la
ciudadanía es vulnerable en períodos de calma y poderosa en época electoral, ya
que el voto es un arma que le permite defenderse de los engaños y abusos de la
clase política.
Con
el que llama “ voto control”: la ciudadanía puede ejercer el contralor del
poder y evitar abusos permitiéndole un espacio de poder a la oposición, en el
juego democrático.
Para quienes son outsiders , es decir que no
provienen directamente del ámbito político , enfatizan “El voto “oportunidad”:
el voto que le permite por primera vez el acceso al poder a un candidato para
que demuestre su capacidad.
Nuñez
añade aquí que la elección de un out sider conlleva una esperanza de cambio en la clase política, aunque
se mantenga el riesgo a sufrir una nueva decepción y no se hallen diferencias
entre “nuevos y viejos políticos”.
Políticos
de todos los partidos que ya han pasado por el oficialismo o la oposición, han
ocupado cargos en el congreso y son parte de un “elenco estable” cuyo
objetivo ha sido desde siempre perpetuarse en el poder , cambiando de partido e
ideología sin sonrojarse, se dirigen a la población pidiendo el voto
“confianza”. Son los “viejos políticos”, como los define Nuñez.
Ellos quieren
seguir instalados en el poder y procuran recuperar la confianza de la gente en
la clase política. Su discurso se construye desde el lugar de No Político, o
Ciudadano Político”, es decir como si nunca hubieran tomado decisiones a
sabiendas que perjudicarían a una parte importante de la población.
En
las campañas aparece asimismo el ” El voto “moral”, un reclamo en el imaginario de todos los actores
de la comunicación política, y hace hincapié en la obligación moral de
participar responsablemente del acto eleccionario”. Al electorado se le pide
responsabilidad y moral, como una obligación. De parte de los políticos y
quienes pergeña la campaña, la obligación solamente existe desde la retórica,
jamás como una promesa que cumplirán. La misión de este tipo de votos está en captar
a apáticos y descomprometidos
Nuñez
subraya que la alusión a este voto en
los distintos discursos es producto de la falta de sanciones legales a quienes,
aún obligados por ley, no votan, o a quienes no se informan suficientemente sobre
los candidatos.
Divide
y triunfarás dice el viejo adagio , Ñunez lo llama “El voto rencor”: actualiza
y mantiene vigentes las discordias, las divisiones político-partidarias, y
también otorgar el voto a cualquiera, menos a aquel candidato que no se desea
ganador. Se asocia a la dicotomía “vieja / nueva” política.
Nuevamente
intentando quebrar la apatía ciudadana y llamando a los políticos a abandonar
el facilismo, a no ponerse el cassette y repetir en forma mecánica, Nuñez concluye:”
los discursos políticos deben nutrirse de las representaciones sociales de la
ciudadanía, configurando mundos posibles que se condigan con la realidad
cotidiana de la gente. Esto significa asumir que la palabra también es acción.
Fuente: Rosa Elena A. Núñez Que se vayan todos, representaciones politicas circulantes en las campañas a gobernador y Presidente de 2003, Universidad Nacional de San Juan , Argentina.
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