sábado, 7 de octubre de 2017

LA OPINIÓN PUBLICA ESTÁ HASTIADA DE AQUELLOS QUE PROMETEN MILAGROS Y SÓLO LOGRAN REAFIRMAR LA SOSPECHA DE ENGAÑO( 2003)

La historia  argentina, se sabe,  se repite constantemente, apenas si van decantando los políticos por una cuestión de edad, cuando el ciclo vital se agota (aunque en algunas ocasiones permanecen en sus cargos ad eternum con foros o bien pasan a un segundo plano y pocos recuerdan quién fue.

Para corroborar las casi inexistentes variaciones vale rescatar lo escrito por Rosa Elena Núñez en su trabajo para la Universidad de  San Juan analizando las elecciones  de 2003 (donde nacería a  nivel nacional el kirchnerismo  y comenzaría a tomar fuerza el Frente Compromiso para el Cambio (origen  y primer nombre del actual partido gobernante del presidente Macri).

Para Nuñez, la realidad argentina, dada la obligatoriedad del voto estaba en 2003 marcada a fuego por representaciones que separan entre un pasado negro que no debía repetirse, “la vieja política” y “los viejos políticos”, y un futuro promisorio de una “nueva política” y unos “nuevos políticos”.

En los discursos de campaña y en las representaciones expresadas por la gente sobresalía la imagen del viejo político corrupto e incapaz de gobernar, más preocupado por la deuda con las entidades crediticias extranjeras y por los capitales del establishment que por las muertes por desnutrición infantil, las condiciones precarias de vida de millones de argentinos desocupados y las bajas remuneraciones de los asalariados, especialmente de los jubilados y pensionados ( queda claro que poco a cambiado y que a pesar de la intervención de gurués del marketing y la aparición de redes sociales que multiplican la publicidad y los discursos en campaña) en  el “imaginario colectivo de la ciudadanía contemplaban la esperanza, una vez más, de un político ideal caracterizado por la honestidad, la capacidad de gestión y la sensibilidad por los sectores más vulnerables de la población.

Sin embargo, la recepción no cambió en 15 años:” La percepción de la gente que había vivido una historia plagada de engaños, receptaba los mensajes salvadores de los candidatos como promesas mágicas, imposibles de cumplir, sin sustento real en los mecanismos capaces de concretarlas, sobre todo a corto plazo, trajo aparejada una configuraron negativa de la política en la gente y si bien han intentado revertir esa imagen apelando a un pasado idílico que de la mano de ellos volvería , olvidan que la opinión pública está hastiada de aquellos que prometen milagros, y sólo logran reafirmar la sospecha de engaño.

Nuñez, busca sacar las vendas de los políticos y marketineros para que innoven y terminen con lugares comunes y discursos perimidos, con anzuelos que ya nadie se va a tragar:” Mostrar al candidato como el único salvador, prometer soluciones y épocas de bonanza sin explicitar cómo harían para llegar a ellas, es un método proselitista poco confiable y caduco para la sociedad argentina”. 

Nuñez distingue varios tipos de votos a partir de las representaciones y diferentes significaciones que han estado presentes en las campañas y cuyos modelos se han repetido, logrando que el desprecio hacia los políticos aumente así como el desinterés:

El voto “utilitario”: es el voto como “moneda de cambio”. La política se percibe como un “mercado”; los políticos son negociantes y la ciudadanía es una clientela a conquistar.

Existe también, señala Nuñez El voto “mágico”: la política es el campo de lo ilusorio, donde las fantasías de los ciudadanos se concretan por la intervención del político-mago.

Son captados por este tipo de voto quienes pertenecen a un tipo de ciudadano facilista, crédulo, negador de un análisis racional de la realidad.
Un tercer tipo es el voto “arma”: la política es un campo de batalla en donde la ciudadanía es vulnerable en períodos de calma y poderosa en época electoral, ya que el voto es un arma que le permite defenderse de los engaños y abusos de la clase política.

Con el que llama “ voto control”: la ciudadanía puede ejercer el contralor del poder y evitar abusos permitiéndole un espacio de poder a la oposición, en el juego democrático.

 Para quienes son outsiders , es decir que no provienen directamente del ámbito político , enfatizan “El voto “oportunidad”: el voto que le permite por primera vez el acceso al poder a un candidato para que demuestre su capacidad.
Nuñez añade aquí que la elección de un out sider conlleva  una esperanza de cambio en la clase política, aunque se mantenga el riesgo a sufrir una nueva decepción y no se hallen diferencias entre “nuevos y viejos políticos”.
Políticos de todos los partidos que ya han pasado por el oficialismo o  la oposición,  han ocupado cargos en el congreso y  son parte de un “elenco estable” cuyo objetivo ha sido desde siempre perpetuarse en el poder , cambiando de partido e ideología sin sonrojarse, se dirigen a la población pidiendo el voto “confianza”. Son los “viejos políticos”, como los define Nuñez. 

Ellos quieren seguir instalados en el poder y procuran recuperar la confianza de la gente en la clase política. Su discurso se construye desde el lugar de No Político, o Ciudadano Político”, es decir como si nunca hubieran tomado decisiones a sabiendas que perjudicarían a una parte importante de la población.

En las campañas aparece asimismo el ” El voto “moral”, un  reclamo en el imaginario de todos los actores de la comunicación política, y hace hincapié en la obligación moral de participar responsablemente del acto eleccionario”. Al electorado se le pide responsabilidad y moral, como una obligación. De parte de los políticos y quienes pergeña la campaña, la obligación solamente existe desde la retórica, jamás como una promesa que cumplirán. La misión de este tipo de votos está en captar a  apáticos y descomprometidos

Nuñez subraya que  la alusión a este voto en los distintos discursos es producto de la falta de sanciones legales a quienes, aún obligados por ley, no votan, o a quienes no se informan suficientemente sobre los candidatos.

Divide y triunfarás dice el viejo adagio , Ñunez lo llama “El voto rencor”: actualiza y mantiene vigentes las discordias, las divisiones político-partidarias, y también otorgar el voto a cualquiera, menos a aquel candidato que no se desea ganador. Se asocia a la dicotomía “vieja / nueva” política. 


Nuevamente intentando quebrar la apatía ciudadana y llamando a los políticos a abandonar el facilismo, a no ponerse el cassette y repetir en forma mecánica, Nuñez concluye:” los discursos políticos deben nutrirse de las representaciones sociales de la ciudadanía, configurando mundos posibles que se condigan con la realidad cotidiana de la gente. Esto significa asumir que la palabra también es acción. 

Fuente:  Rosa Elena A. Núñez Que se vayan todos, representaciones politicas circulantes en las campañas a gobernador y Presidente de 2003, Universidad  Nacional de San Juan , Argentina.

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