miércoles, 14 de octubre de 2015

EL PAQUETE DE MEDIDAS ECONOMICAS TOMADAS POR EL GOBIERNO CONSTITUYE LA RESURECCIÒN DEL MÀS RANCIO POPULISMO DEMAGOGICO ( 2002)

El siguiente articulo que se publica en forma textual fue escrito el 11 de Enero de 2002, apenas 10 dìas despuès de la asunciòn de Eduardo Duhalde como presidente provisional argentino, electo por la Asamblea luego de la renuncia de Adolfo Rodrìguez Sàa, el penúltimo de los hombres que ocupò el sillòn de Rivadavia luego de la renuncia de Fernando de la Rùa,  Ramòn Puerta durante la crisis de Diciembre de 2001, paso que tambièn darìa Eduardo Caamaño, completando un inèdito tandem de cinco presidentes en diez dìas.

Observaba el academpico español Lorenzo Bernaldo de Quirós , presidente de Freemarket International Consulting en Madrid, España y miembro asociado del Cato Institute sobre las medidas tomadas por el ministro Remes Lenicov que marcaron la defunciòn de la convertibilidad que comenzara durante el menemismo con Domingo Cavallo como cerebro y que De la Rùa y el mismo Cavallo mantuvieran cuando el radical ocupò la primera magistratura de la Argentina (1).

El paquete de medidas económicas aprobado por el nuevo gobierno argentino constituye la resurrección del más rancio populismo demagógico que llevó al país de la riqueza a la pobreza y cuya propagación al resto del continente hundió a Ibero América en la miseria durante décadas. No hay una sola iniciativa sensata en el plan Duhalde y sí una colección de insensateces producidas por una mezcla a partes iguales de incompetencia y de demagogia. Tanto en el corto como en el medio y en el largo plazo, su puesta en vigor va a tener efectos demoledores sobre la economía y la sociedad australes, condenadas a retroceder a los negros años del pasado. Argentina ha entrado en el túnel del tiempo y no se percibe salida alguna a la crisis, salvo un agravamiento de la misma.

Cualquier devaluación de una divisa tiene efectos inflacionarios si no va acompañada de un plan de estabilidad monetaria y fiscal. Este riesgo es todavía mayor en países, como Argentina, con una crónica tradición inflacionaria e hiperinflacionaria. El abandono de la paridad peso-dólar es insensato si no se establece un objetivo preciso de inflación y se concede a un mandato a un banco central independiente un claro mandato para alcanzarle. Esto significa que el ejecutivo argentino va a imprimir billetes para financiar su endeudamiento y estimular la actividad productiva. La teoría económica y la evidencia empírica muestran que este tipo de actuaciones consiguen efectos opuestos a los esperados: mantienen al país en recesión y a la vez alimentan la inflación. Todo un éxito para el gobierno peronista.

En este contexto, es irracional fijar el tipo de cambio en presencia además de libre circulación de capitales y con un nivel reducido de reservas. Cualquier manual de macroeconomía elemental explica como terminan esas decisiones: los mercados financieros consideran insostenible la nueva paridad de la divisa, se realizan ataques contra ella y se produce una mayor depreciación de la tasa de cambio. Ante esta probable situación, el nacionalista Duhalde maldecirá a los "especuladores" e introducirá controles de cambios. Si opta por dejar flotar el peso, la inflación crecerá aún más y la economía argentina se adentrará en una dinámica explosiva similar a la experimentada a finales de los ochenta. Quien no recuerda la historia, ésta condenado a repetirla.

El tufo inflacionario-demagógico del plan Duhalde se percibe con nitidez en las medidas que acompañan al cese de la convertibilidad: la congelación de los precios de determinados bienes y servicios. De esta manera pretende camuflar las consecuencias inflacionistas de su política. Sin embargo, esto sólo sirve para embalsar temporalmente las alzas de los precios, para distorsionar el funcionamiento del mercado y para provocar una inflación mayor cuando, como sucede siempre, los controles se vuelven insostenibles. Transformar una inflación abierta en una "reprimida" es uno de los mayores errores de política económica que pueden cometerse porque sus costes sociales y económicos muy elevados. Los ejemplos son infinitos.

En su coherencia hacia el caos, el peronismo gobernante no podía eludir a la banca. La decisión de transformar en pesos los créditos de hasta 100.000 dólares, la mayoría de los concedidos, mientras las obligaciones de los bancos se mantienen en la moneda norteamericana pone en serio peligro la solvencia de una parte sustancial del sistema de pagos argentino, en concreto de los bancos de esta nacionalidad cuya posición en mucho menos sólida que la de las grandes entidades financieras extranjeras. El intento de compensar esta expoliación con otra, una tasa a las exportaciones de petróleo, es una ruptura de las reglas de juego que no sólo destruye la confianza de los inversores en el país, sino que penaliza las ventas de crudo argentino al exterior al encarecerlas en un momento de descenso de los precios mundiales del crudo.

Como no podía ser de otra manera, Duhalde ha introducido guiños al nacionalismo económico. Junto a su castigo a las multinacionales con la "pesificación" de las tarifas, el establecimiento del impuesto petrolero etc. ha diseñado un tipo de cambio preferencial para la importación de los bienes y servicios y para algunas transacciones de capital. La idea de utilizar la política cambiaria en favor de unas actividades concretas y, por tanto, en perjuicio de otras es ineficiente, no ha funcionado nunca y constituye un importante foco de corrupción porque pone en manos de políticos y funcionarios la posibilidad de otorgar importantes beneficios a los sectores favorecidos por la arbitrariedad gubernamental.

Por último, el viejo peronismo debía realizar alguna concesión a los sindicatos para comprar su apoyo. Esta ha sido muy generosa: prohibir los despidos en los 90 días posteriores a la entrada en vigor del Plan y doblar las indemnizaciones por esa causa en los 180 días posteriores al mismo. En uno de los mercados laborales más rígidos del mundo y en un país con una tasa de paro cercana al 20 por 100, esta decisión es suicida. Frenará la ya debilitada demanda de trabajo, incentivará el empleo sumergido y no disuadirá a las compañías de prescindir de su mano de obra en un marco de recesión en el que el programa del gobierno elimina cualquier expectativa de relanzamiento económico. De igual manera que es imposible crear puestos de trabajo por decreto, también lo es evitar su destrucción por esa vía.

De una tacada, el ejecutivo argentino ha logrado una proeza digna de constar en el Guinnes: ha destruido los escasos jirones de confianza y credibilidad que quedaban en el país y, con ella, las esperanzas de su recuperación. A partir de ahora, Argentina es una caja de bombas con espoleta retardada


Fuente : De Quirós,  Lorenzo Bernaldo: Argentina: Demagogia e incompetencia, Fundaciòn El Cato( España)11 de enero de 2002
http://www.elcato.org/argentina-demagogia-e-incompetencia

1) El dólar oficial pasò a costar $ 1,40 y se ampliò el retiro de efectivo ( el corralito como se lo denominò)
La devaluación fue de un promedio del 30 %. Se fijò un dólar para el comercio exterior y otro libre, se dispuso que no habrìa control de precios;las deudas hasta US$ 100.000 , al igual que las tarifas de los servicios.
La Naciòn ( Argentina, 07/01/2002)
www.lanacion.com.ar/02/01/07/dp_364828.asp




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