Paulo
Freire fue uno de los autores prohibidos por las dictaduras. Primero en su
Brasil natal desde 1964 y luego durante la dictadura argentina a partir de
1976. Su obra fue quemada, incinerada” A
fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos, revistas… para que
con este material no se siga engañando
a nuestros hijos. De la misma manera que destruimos por el fuego la documentación perniciosa que afecta al
intelecto y nuestra manera de ser cristiana, serán destruidos los enemigos del alma argentina”, afirmó El
29 de abril de 1976, Luciano Benjamín Menéndez, jefe del III Cuerpo de Ejército
con asiento en Córdoba, cuando dio la orden de ejecutar el plan de “genocidio
cultural”).
Con
la lectura de su libro “Por una pedagogía de la pregunta”, escrito en co -autoría
con Antonio Faundez( Publicada originalmente en 1985 y reeditado por Siglo XXI
editores hace poco tiempo),
los motivos de la censura quedaban claros Hacia carne el
aliento a sus alumnos hacia el pensamiento crítico, a subvertirse (
una de las palabras que fue “maldita” para el gobierno militar del Proceso de Reorganización
Nacional, todo lo distinto era “subversivo y debía combatirse o eliminarse). Había
que rebelarse, no conformarse con lo establecido todo
alumno, toda persona debía tener una” participación crítica”, en donde sin
perder la responsabilidad, sientan el “gusto por el riesgo y la aventura intelectual” —sin la cual, no hay creatividad- pensaba. El centro del
asunto no está en hacer con la pregunta "¿qué es pregunta?, insistía, no
debe ser un mero juego intelectual. Por el contrario, la pregunta se debe vivir como una “indagación”.
El pedagogo brasileño, se oponía a lo que él llamaba la” castración
de la curiosidad”, en la que el alumno reciba la respuesta de parte del
educador ya “masticada”. Así consideraba “represora”
la famosa contestación “ pero, niño, por qué tanta pregunta",
"cállese, su padre está ocupado", "vaya a dormir y
deje esa pregunta para mañana", añadía que ese tipo de respuestas era el
comienzo de una represión mayor —la
represión al ser entero, a su expresividad en sus relaciones en el mundo y con el mundo.
De igual manera la educación
autoritaria tenía lugar en su vocabulario:” La impresión que tengo es de
que, en último análisis el educador autoritario
tiene más miedo a la
respuesta que a la pregunta, teme a la pregunta por la respuesta que debe dar”,
sostenía.,
al igual que cuando decía :”Toda práctica educativa que se funda en lo estandarizado, en lo preestablecido, en la
rutina en que todas las cosas están predichas, es burocratizante, y por eso mismo antidemocrática”.”Debemos confrontarnos con la certeza
ideologizada, según la cual el estudiante existe para aprender y el profesor
para enseñar. Esta "sombra" es tan fuerte, tan pesada, que el
profesor difícilmente percibe que, al enseñar, él también aprende, primero,
porque enseña, es decir, es el propio proceso de enseñar, que le enseña a
enseñar”
Freire narraba su experiencia docente y sus metas en la formación
de sus futuros colegas:” Para un educador en esta posición no
hay preguntas bobas ni respuestas definitivas. Un
educador que no castra la curiosidad del educando, que se inserta en el acto de ‘conocer,
jamás es irrespetuoso con pregunta alguna. Porque, asimismo cuando la pregunta
para él pueda parecer ingenua, mal formulada, no siempre lo es para quien la hace.
En tal caso, el papel del educador, lejos de ser el que ironiza al educando, es
de ayudarlo a rehacer la pregunta“.
En segundo lugar, él aprende con aquél
a quien enseña, no tan sólo porque se prepara para enseñar, mas también porque
revisa su saber en la búsqueda del saber que el estudiante hace. Siempre he
insistido, en trabajos antiguos y recientes, que las inquietudes, las dudas, la curiosidad de los estudiantes, deben ser
tornadas por el profesor como desafíos hacia
él. En
verdad, la reflexión sobre todo esto es
iluminadora y enriquecedora tanto para el profesor como para los alumnos.
Sus
ideas y posición política las plasmó cuando en expresó su preocupación por las asociaciones hechas generalmente, aunque no siempre explicitadas. La primera,
entre el procedimiento democrático y la falta de rigor académico; la segunda,
entre rigor académico y procedimiento
autoritario. Freire llegaba a la conclusión que en el fondo los que hacen estas asociaciones “esconden
una fuerte repulsión contra la democracia y contra la libertad. ‘Es como si para ellos y para ellas, la democracia fuese algo que no
tuviese nada que
ver con el contexto de un seminario o de un
laboratorio. Es como si fuese posible que, primero, de forma autoritaria, con
buen comportamiento, cuidadosamente orientados, bien encuadrados, nos
volviéramos rigurosos para, después, con el rigor así adquirido, hacer la democracia allá afuera. La democracia y la libertad no anulan la
rigurosidad. Por el contrario, vivir auténticamente la libertad implica
aventura, riesgo, creación. Una actitud silenciosa,
que distorsiona la libertad, es lo que compromete la rigurosidad”.
Fuente: Freire, Paulo y Faundez, Antonio, “Por una pedagogía
de la pregunta”, Siglo XXI Editores, 2013
La
quema de libros, http://www.elortiba.org/quelib.htmll
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