viernes, 12 de octubre de 2012

EL PROBLEMA DE LA SALUD ES MATERIA DEL ESTADO ( RAMON CARRILLO, MINISTRO DE SALUD, 1947

…. Hay que aceptar en forma inevitable que el problema de la enfermedad, mejor dicho, que el de la Salud, es una materia de Estado, siempre que se conciba al estado como organización política de la sociedad para el bien común. Es evidente que actualmente no puede haber medicina sin medicina social y no puede haber medicina social sin una política de Estado.

¿De qué le sirve a la medicina resolver científicamente los problemas de un individuo enfermo, si simultáneamente se producen  centenares de casos similares de enfermos por falta de de alimentos o viviendas antihigiénicas_ que a veces son cuevas- o porque ganan salarios insuficientes que no les permiten subvenir debidamente sus necesidades?.

¿De qué nos sirve que se acumulen riquezas en los bancos, en pocas manos, si los niños de los pueblos del interior del país andan desnudos por insuficiencia adquisitiva de los padres y tienen así  que soportar índices enormes de mortalidad infantil, del 300 por mil, como ocurre en algunas mal llamadas provincias pobres , que yo llamaría más bien, provincias olvidadas?

…Los problemas de la medicina, como rama del Estado, no podrán ser resueltos, si la política sanitaria no está respaldada por una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría, tampoco puede existir una medicina destinada a la protección de la colectividad sin una política social bien sistematizada para evitar el hambre, el pauperismo y la desocupación

.. Se nos impone un deber: el deber de solidaridad social de no violar los principios sanitarios por ignorancia descuido o despreocupación

( Ramón Carillo, primer Ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina,  Revista Continental Yapeyú,  Nómero 55, Junio de 1947, y Archivos de Salud Publica, Número 8, julio de ese mismo año, TomoII).:Tomado de: Ramón Carrillo, el hombre, el médico, el sanitarista / Arturo Carrillo y Augusto Carrillo_ 1 edición_ Buenos Aires: el autor, 2005, Páginas 231, 232 y 233)

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