sábado, 30 de mayo de 2020

Belgrano ve la educación como el origen de todo progreso social, de toda regeneración moral y de toda reconstrucción económica (Gagliano,2011)


  En sus escritos, Manuel Belgrano alienta la imperiosidad de la educación, no se conformó con los conocimientos académicos de la universidad española, tutelada por la censura siempre presente de la Inquisición y las fuertes tradiciones del monopolio eclesiástico. Intentó y logró acceder a la lectura de libros prohibidos y, con la dispensa del papa Pío VI, pudo leer con fruición los famosos libros interdictos que eran los de la Ilustración francesa –Montesquieu, Rousseau, señala  Rafael Gagliano en Escritos sobre educación de Manuel Belgrano.

En ese sentido, añade el intelectual  que Belgrano recibió y fue influenciado por las ideas de la Iglesia, pero se alejó del dogmatismo viviendo de manera sencilla “ Podría decirse que la educación de Belgrano recurrió a una triple apropiación de la cultura de su tiempo que lo constituyó como un liberal ecléctico de personalidad polifacética, tensionada entre épocas. Como formación de base sostuvo firmemente la tradición aristotélica tomista, con una fuerte inclinación por el culto mariano de vida piadosa y austera. Belgrano siempre se sostuvo como un católico sincero –filántropo y devocional–, pero no de sensibilidad barroca, aliada a las prácticas externas del culto, afín a supersticiones y milagrerías”

Además, buscó abrirse a otras ciencias :” Se  sumergió en los estudios modernos de su época, tanto en la solicitud y el aprendizaje de los idiomas vivos como en el de las ciencias de la experimentación, en las trayectorias iniciadas por los trabajos de Galileo y Newton: la Física comenzaba a ponderarse como el campo legítimo de los estudios sobre la realidad material del mundo sensible”.  Por último, también accedió a lo que en su época estaba vedado, en síntesis unió lo tradicional, lo moderno y lo prohibido que conformaron al al intelectual, funcionario de la administración colonial y político-militar revolucionario que fue Belgrano a lo largo de los diferentes períodos de su vida pública", añade Gagliano .

Por otro lado, siempre según Gagliano en : “En sus Memorias del Consulado Belgrano postula una sociedad de individuos desprendidos de una organización fundada en fueros, privilegios y prerrogativas. Confiar en una sociedad de individuos y no en una comunidad de corporaciones demandaba inteligencia y comprensión de los propios intereses de los sujetos, inscriptos en horizontes de aprendizaje. Asume actitudes exigentes en el pasaje intergeneracional de los saberes del trabajo, pero enfatiza siempre el carácter social de los conocimientos públicos: «[…] obligar a los maestros a que hayan de tener indispensablemente, uno o dos muchachos a quienes deberán enseñar el arte u oficio que ejercen; al contrario está en razón en que de algún modo retribuyan los beneficios que deben a la sociedad, y consiguen al mismo tiempo la utilidad, así en el servicio inmediato que pueden reportar de los muchachos, como en las obras que ejecutarán uno o dos años antes de salir de su poder». Es decir buscaba que nadie quede afuera de la educación e instaba a los docentes a formar otros, a fin de lograr pasaje intergeneracional.

Cuando Belgrano piensa la educación postula instituciones –colegios, escuelas, academias– y lo hace también desde lugares de la cultura pública –circulación de ideas en el periodismo, traducciones, libros, bibliotecas, tertulias y vida social–. Sin pretenderlo intencionalmente se diluyen las fronteras que forjan las nuevas ciencias del ciudadano: los que estudian son los que trabajan y los que trabajan son los que estudian.

Como pedagogo criollo Belgrano sostiene con fuerza política la educabilidad de todos los hombres y mujeres americanos, en su singularidad específica e identidades concretas –como labradores, como jornaleros, como artesanos, como huérfanos– y establece la educación como el origen de todo progreso social, de toda regeneración moral y de toda reconstrucción económica.
La construcción de escuelas como ámbitos de educación , haciendo hincapié en la moral su utilidad al  Estado y por consiguiente a toda la población “Debemos tratar de atender a una necesidad tan urgente, como en la que estamos de establecimientos de enseñanza, para cooperar con las ideas de nuestro sabio gobierno a la propagación de los conocimientos, y formar el hombre moral, al menos con aquellas nociones más generales y precisas con que en adelante pueda ser útil al Estado, y seguir a mayores fomentos en ramas tan preciosas”.
Sin quedarse en la simple dialéctica, ampliaba su idea de cómo desarrollarla , apelaba a que educadores y funcionarios de diferentes áreas se comprometan seriamente en su edificación:  “El modo de atenderla es muy sencillo y poco costoso, y para verificarlo nada más se necesita que el que los cabildos, los jueces comisionados, y los curas de todas las parroquias tomen con empeño un asunto de tanta consideración, persuadidos de que la enseñanza es una de sus primeras obligaciones para prevenir la miseria y la ociosidad y que de no cumplir con un deber tan santo faltan a todos los derechos, y se hacen reos ante Dios y ante la sociedad”.

A la Iglesia, que tanto conocía por su práctica así como a su educación  los instaba a que sean portadores a partir de su influencia para que los padres comprendan  la vitalidad de la educación desde niños :” Prediquen los párrocos acerca del deber de la enseñanza a los hijos; estimulen a los padres para que les den tan arreglada dirección, valiéndose de los medios que proporciona su influencia en los espíritus; franqueen sus iglesias para los exámenes públicos, en particular de la doctrina cristiana, y de las obligaciones del ciudadano, a cuyo efecto podría trabajarse un catecismo por alguno de nuestros sabios; distingan en público a los niños más aplicados, sin excepción, y estamos ciertos de que muy pronto se conocerán los efectos benéficos de la práctica de estas ideas que nada cuestan, y valen más que todos los intereses que deben repartirse con este intento”.
Estaba a favor de que los docentes tengan un sueldo digno, eso sí, les pedía que estén a la altura de las circunstancias y persistan:”  Basta con que los maestros sean virtuosos, y puedan con su ejemplo dar lecciones prácticas a la niñez y juventud y dirigirlos por el camino de la santa religión y del honor y pudiendo enseñar a leer bien, poco importa que su forma de letra no sea de lo mejor, suficiente es con que se pueda entender”.
Convencidos de la necesidad de separar de nosotros males tan graves por medio de los establecimientos de educación, adoptemos los arbitrios propuestos u otros que se juzguen más fáciles y muy pronto veremos cambiar el aspecto moral y físico de la patria

Fuente: Gagliano, R ( 2011)  Escritos sobre educación: selección de textos , Belgrano, Manuel , UNIPE , Buenos Aires.

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