En el día del periodista deportivo, vale homenajear a Dante Panzeri, a quien descubrimos, como es mi caso, en la escuela de periodismo deportivo, descubrimos su lengua filosa o mejor dicho su pluma filosa que no dudaba en denunciar los manejos espurios de dirigentes , así como tampoco se casó con el poder de turno o, como lo dice aquí que el deporte se ha convertido en “artículo de consumo”, más que una práctica beneficiosa para la salud. El artículo fue publicado en 1978, cuando el boom tecnológico de Internet era un sueño y los pases y sueldos de los jugadores eran un 1% de lo que son hoy ; los medios de comunicación no tenían el peso que tienen hoy y, obviamente las redes sociales , era un remoto sueño. Eso sí, lo que se mantiene vigente es su utilización como opio.
Masivamente
considerados, los argentinos no somos deportistas. Somos clientes de consumos
deportivos exitistas. Al deporte lo vemos y lo leemos mil veces más que cuanto
lo practicamos. En aquel caso está, en este momento, el tenis. "La materia
prima de todo desarrollo es la instrucción”, decía visionariamente el gran
Sarmiento. Ello es también válido para el deporte. Nos educaron inicialmente
para que lo hiciéramos. Diría, en la época de Aldao. Después nos deseducaron
para que lo consumiéramos como un producto más. Y allí se explica la llamada
decadencia de los deportes que una vez alguien denominó "varios",
porque empezó a entenderse que deporte (a secas) era lo que tenía mucho
público. El resto era lo que, en un almacén de ramos generales, las mercaderías
de venta secundaria. "Varios".
El pauperismo en que
viven la Natación, el Atletismo y muchos deportes igualmente misérrimos dentro
de la súper congestión de casi 50 que pretendemos fomentar unos pocos
argentinos (que no alcanzamos para atender eficientemente ni una docena de
ellos) fue explicado una vez por el auténtico Ricardo Lorenzo, Borocotó,
diciendo: "Son deportes a los que les faltan cronistas".
En aquel momento, yo no entendí lo que quiso decir mí entonces director. Pasados unos años, me di cuenta del meollo del asunto; y en carne propia. Por aquellas determinaciones que frecuentemente en la vida surgen de las circunstancias, y no de las decisiones humanas, Alberto Salotto y yo nos apoderamos de hoy increíbles espacios (6, 8, 10 páginas a veces) semanal (de El Gráfico para Natación, Atletismo, Ciclismo; en fin, los deportes a los que las mismas circunstancias nos habían volcado. Fue enorme la publicidad (servicio totalmente gratuito) que les dimos, y mc atrevo a asegurar que en el relativo auge que esos deportes tuvieron en aquellos años abarcados por 1943 a 1956 (allí Salotto se volcó al Automovilismo y yo al Fútbol) tuvo muchísimo que ver El Gráfico, claro está, con una concepción integral del deporte que seguía la línea de su inspirador inicial, Aníbal Vigil, ex nadador, waterpolista, y muchas cosas más, en el Club de Gimnasia y Esgrima. La tapa de El Gráfico era mucho más estimulante para un deportista que un Olimpia de hoy. Y eran 52 por año.
Aquella Argentina no deportista, pero si consumidora de productos deportivos, consumió mucha Natación y mucho Atletismo, merced, en gran parte a ello. Lo afirmo con plena conciencia, porque el pauperismo de esos deportes coincidió con la desaparición de aquellos espacios harto generosamente regalados por simple apasionamiento de Salott y mío con esos temas. Fue entonces cuando comprendí lo que en un primer momento no comprendiera de la explicación de Borocotó. Los nombres de Bonnhöff, Yantorno, Triulzi, Eileen Holt, Ana Maria Schultz, Dominguez Nimo, Noenni Simonetto, Durañona, Kistenmacher, decenas como ellos, estaban en la publicidad deportiva como hoy los de quienes producen rentas comerciales por ser profesionales o supuestos amateurs con mercado. Creo que actualmente yo no sabría reconocer, ni en la calle ni en una fotografía que no aclare su nombre, a Conrado Porta, porque "no tiene cronistas". Lo más provechoso para , esos deportes, referido siempre al servicio de gran difusión que le dábamos en El Gráfico, no fue quizá lo que por ser El Gráfico lo que entonces era El Gráfico... obligaba El Gráfico a escribir y hablar sobre Natación y Atletismo al resto del periodismo. Y entonces se dio para esos deportes lo que ridículamente ahora oigo llamar época de oro, que en realidad no fue ni de antimonio, porque minoritarios como deportes fueron siempre. Pero tenían el estímulo propicionado (y hasta exagerador con: su natural reclutamiento de cultores. Logramos, para esos deportes pobres,' un caudal de clientes acordes con nuestras tendencias (obligadas. por la pobreza de instalaciones deportivas en todo el país y desde hace muchos años) a mucho más ver y leer que practicar deportes.
No quisiera que se interprete que considero a la, publicidad el factor determinante de la difusión (o pauperismo, en el caso contrario) de los deportes que como la natación o el Atletismo no tienen posibilidades de ofrecimientos ruidosos para el apasionamiento que genera el consumo deportivo por oleajes exitistas (caso del Tenis; en otro momento, del Rugby; hace muchos años, del Ciclismo). No, nada de eso. Es más: creo que Atletismo y. Natación, bastiones olímpicos y acaso últimas reservas del deporte semipuro, fatalmente morirían como deportes recibiendo los supuestos beneficios empresarios que hoy llegan a otros ex pobres. Por otra parte, tanto Salotto como yo no publicitarnos ni inventamos sistemáticamente falsos valores. Encontramos la posibilidad de hacer conocer a deportistas que el consenso mundial ocupaban (en el reparto olímpico de conjuntos) entre el 13° y 15° lugares; que lograron Plazas finalistas en 1948 y 1952 (Chaves, Kistenmacher, Triulzi; Simonetto, Bonnhöff); que eran los primeros en América del Sur con cierta holgura. Encontramos, también, una vida social muy diferente a la actual, en la que la juventud estaba menos ocupada en cosas raras. Pero que lo que allí acontecía llegaba a la gente de la calle porque periodísticamente estábamos con el deporte sano, y no solamente detrás de lo que tenía multitudes, creo que es justo evaluarlo como la causa que exteriormente más apuntaló en aquellos años a esos deportes que hoy se debaten en la indiferencia general, tanto porque "no tienen cronistas" (Borocotó) cuanto porque, hoy, ningún periodista podría impulsar a hacerse nadador o atleta a un muchacho que tiene las mismas o menos pistas y piletas que las pocas que existían en aquel entonces. Y es que el deporte, a partir de 1943, tornó en la Argentina la concepción de un consumo, no de un culto higiénico para la salud y la conducta. Sus efectos se padecen hoy. Y me temo que por mucho tiempo. Aquí se confundió apoyo al deporte con apoyo al campeón.
Fuente: Revista Geba ( 1978), citado en El Gráfico, Los deportes que no tienen cronistas, por Panzeri .
Por Redacción EG · 30 de mayo de 2019
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