domingo, 1 de noviembre de 2020
Noche de los Cristales Rotos, Pogrom de Noviembre de 1938 ,frente a la pasividad de las potencias occidentales con respecto a la constante violación de los derechos de los judíos en Alemania, se aprovechó el incidente de París como cortina de humo para iniciar un pogromo a gran escala ( Óscar Hernández, 2010)
Desde 1933, numerosas leyes habían sido dictadas para restringir la actividad económica y ocupacional de los judíos.
El 7 de noviembre, un joven judío disparó a un diplomático en la embajada alemana en Paris. Para Goebbels, el tiroteo en París fue una oportunidad para incitar a la población alemana contra los judíos y lanzar un pogromo, conocido como la Noche de los Cristales Rotos. En la noche del 9 de noviembre, por todo el Reich, los comercios judíos fueron victimas de la S.A. Los cristales fueron rotos y sus contenidos arrojados a la calle. Decenas de sinagogas fueron quemadas y miles de judíos fueron recluidos en campos de concentración. La brutalidad de los sucesos fue el primer paso hacia la Solución Final.
A pesar de todas las medidas implantadas desde 1933, las autoridades alemanas seguían sin solucionar el problema judío, ya que todavía quedaban cerca de medio millón en el Reich. Hitler y sus subordinados necesitaban de una ocasión propicia para iniciar una política más contundente, que acabase de una vez por todas con el problema judío. La ocasión se presentaría el 7 de noviembre de 1938, cuando un desconocido asaltó la embajada alemana en París y hería de gravedad a uno de los funcionarios. Ese desconocido era Herschel Grynszpan, un judío de 17 años que había pasado clandestinamente a Francia en 1936. ¿Qué motivo había conducido al joven Grynszpan a realizar tal acto? .Tras permanecer dos años clandestinamente en un ático de la ciudad parisina, tratando de evitar a las autoridades francesas, el día 3 de noviembre de 1938, Herschel recibió una carta de su hermana Berta, donde se podía leer: “a las 9 de la noche del jueves llegó a nuestra casa un policía informándonos que debíamos presentarnos en la comisaría con nuestros pasaportes. Nos llevaron como estábamos a la estación de policía. Pusieron en nuestras manos una orden de expulsión diciendo que debíamos salir de Alemania antes del 29 de octubre”. La orden a la que hacía referencia la carta de Berta había sido promulgada por el mismo Führer el 18 de octubre, ante la pasividad que demostraron los países democráticos durante la conferencia de Evian. La resolución del Führer determinaba que unos 12.000 judíos debían abandonar el país antes de dicha fecha. Entre ellos se encontraba la familia del joven, quien decidió vengar a su familia y denunciar al mundo las injusticias por las que pasaba el pueblo judío en la Alemania nacionalsocialista.
El funcionario que recibió los disparos era Ernst vom Rath, un joven de 29 años que se había afiliado al partido nazi en 1932 y había iniciando una carrera diplomática que le había llevado a desarrollar funciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores en Bucarest, Calcuta y París, donde se había instalado definitivamente. Poco pudieron hacer los médicos. Tras permanecer dos días en el quirófano, las graves heridas que había sufrido (bazo, estómago y páncreas) acabaron con su vida el día 9 de noviembre a las 04: 35 horas de la madrugada. Los éxitos conseguidos por Alemania en política exterior (anexión de Austria en marzo de 1938, apoyo a la causa franquista, el fracaso de la Conferencia de Evian, la cuestión de los sudetes) y ahora, el asesinato de vom Rath a manos de un judío, dieron a las autoridades nazis la confianza necesaria para iniciar una acción más “despiadada y directa” contra la población judía. El pogromo del día 9 de noviembre, que pasaría a la historia como Kristallnacht, por la cantidad de cristales rotos que cubrían las aceras de las ciudades alemanas procedentes de los comercios, casas, sinagogas y fábricas de judíos, estuvo dirigido y coordinado desde las más altas esferas del poder. Por orden del propio Hitler, la acción se coordinaría a través del ministerio de Propaganda, dirigido por el doctor Joseph Goebbels. El ministro supo aprovechar la coyuntura para organizar una verdadera “caza de judíos”. La primera decisión de Goebbels fue retrasar intencionadamente la noticia de la muerte de vom Rath hasta la noche, para que coincidiese el 15º aniversario del fallido pustch de 1923 en Munich. En ese momento, la ciudad se encontraba repleta de militantes nazis de toda Alemania, que habían acudido a la ciudad para escuchar el discurso que pronunciaría el Führer esa misma noche. A la vez que los camaradas de Hitler se reunían en Munich, se celebraba en toda Alemania el 20º aniversario del tan denostado acontecimiento conocido por los grupos ultraderechistas como “la puñalada por la espalda” o los “criminales de noviembre”, que simbolizaba la derrota de Alemania en la Gran Guerra y la posterior proclamación de la República de Weimar
A las 20:00 horas, mientras en Berlín las secciones de la SS ultimaban los preparativos de la operación, y los últimos militantes ocupaban los escasos huecos que había libres en la cervecería, apareció en escena Hitler. El Führer, en lugar de dirigirse hacia el estrado, se sentó junto a las figuras del partido que habían acudido y cedió su lugar al ministro Goebbels. La cesión del discurso por parte del Führer a su ministro de Propaganda estaba pactada de antemano. Unos minutos antes, el ministro había informado al Führer que la noche anterior habían estallado unos disturbios anti-judíos en Hesse y en Magdeburgo-Anhalt, como consecuencia del atentado de París. Goebbels pretendía aprovechar la atmósfera de resentimiento entre los militantes para iniciar una operación de “escarmiento” contra la población judía de Alemania., por lo que solicitó a Hitler iniciar él mismo el discurso inaugural, a lo que Hitler respondió afirmativamente y dirigiéndose a Goebbels le dijo: “contén a la policía, pero la SA tiene permiso para actuar […] Los judíos deben sentir por fin la furia del pueblo”. Con luz verde por parte de Hitler, Goebbels se dirigió a su público: “Ernst vom Rath fue un buen alemán, un leal sirviente del Reich. ¿Debería deciros que le pasó? Fue disparado!” Los murmullos entre el público inundaron la sala. Tras una pausa, Goebbels continuó de forma más contundente: ¿Necesito deciros la raza del sucio canalla quien perpetró este asesinato? Un judío!”. El público presente estalló en improperios y amenazas contra los judíos, mientras Goebbels, observando a su público desde el atril concluyó: “Compañeros, no podemos permitir este ataque de la judería internacional. Nuestra respuesta debe ser despiadada, directa, saludable”, a lo que respondió el auditorio con gritos de ¡Heil Hitler! (Read, 2004). El pogromo había dado comienzo. Kristallnacht El pogromo que se inició esa misma noche se desplegaría en dos direcciones. Las primeras acciones estarían encabezadas por las brigadas de la SA, junto a grupos de civiles, quienes se dedicarían a intimidar, agredir, destrozar y quemar locales y edificios de la comunidad judía. Así, desde la medianoche, los disturbios se sucedían por todo el Reich: “Los edificios judíos fueron destruidos, demolidos o saqueados […] Un joven judío fue herido […] Camas y otros muebles y efectos personales son lanzados a través de las ventanas […]”, escribía el cónsul americano en Leipzig, David Buffum .
Por otro lado, mientras las SA se dedicaban a sembrar el terror en todas las ciudades alemanas, las brigadas de la SS se encargarían de los registros en edificios y domicilios y a la detención de las autoridades más destacadas de la comunidad judía. Así, a las 22.45 p.m., después de recibir órdenes por parte del Reichführer Heinrich Himmler, las SS se ponían en marcha. Por su parte, el jefe de la GESTAPO, Heinrich Müller, tras mantener una conversación por teléfono, envió a las 23:55 p.m. un mensaje urgente desde la Prinz-Albrecht-Strasse a todas las comisarías de policía del Reich informando de la necesidad de estar preparados para que en “un margen corto de tiempo se iniciara una demostración contra los judíos”, especialmente contra las sinagogas. Las órdenes eran claras: se debía recoger “todo el material archivístico que exista en las sinagogas (…) para posteriores medidas”, en especial en la sinagoga de Colonia, donde “hay material especialmente importante”5. Este material será fundamental en las detenciones y deportaciones que se produjeron durante los días siguientes al pogromo. Aunque fue durante la madrugada cuando se produjeron los actos más violentos, los disturbios y las detenciones continuaron a lo largo de toda la mañana del día 10. Sí las sinagogas habían sido el objetivo durante la noche, por la mañana la acción se concentró en las instituciones y locales judíos repartidos por las distintas ciudades del país. Un escuadrón de la SS acudió a la Escuela Filantrópica Judía de Frankfurt, donde se encontraba el profesor Ráphael Rosenzweig.
El profesor recuerda que “A primera hora de la mañana apareció un grupo de la GESTAPO y comunicó al Dr. Hirsch que debía acompañarlos”. Horas después, el director fue recluido en uno de los campos de concentración habilitados para los detenidos.6 En el orfanato de Dinslaken, cerca de Dusseldorf, su director, Y. S. Herz, también recibió esa mañana la visita de la GESTAPO. Herz recuerda que “A las 9:30 a.m. la campana de la puerta principal sonó persistentemente (…) Abrí la puerta y unos 50 hombres entraron en la casa […] Se dirigieron apresuradamente hacia el comedor y empezaron a destrozar todos los muebles y ventanas […] comenta Herz. “Libros, sillas, mesas, partes de un piano, mapas, etc., fueron tirados a la calle a través de las aperturas en la pared”. La actividad de las SS durante la mañana fue frenética. En algunas ocasiones, los registros iban acompañados de una violencia extrema. En Berlín, Benno Cohn, uno de los líderes de la comunidad judía de la ciudad, rememora aquel día: "A las 6:00 a.m. me llamaron por teléfono. Me dijeron, que en Meineckestrasse, donde estaban las oficinas sionistas, había un grupo de gente […] Me vestí inmediatamente. Lo que tardé en llegar al lugar, la gente estaba ya fuera y mi oficina destruida. La tensión fue intensa durante todo el día, y durante los días siguientes, oí que estaban “cazando” a los judíos en las calles” (Testimonio de Benno Cohn en el juicio de Eichmann .
Las mismas escenas se repetían por toda Alemania. "Fuimos con mi señora y mi hermano a Bremen porque se casaba con una señorita de allí", cuenta Rodolfo Hirschfeld, ciudadano de Hamburgo, "pero esa misma noche nos sacaron con violencia del hotel sin darnos explicaciones y nos encarcelaron". Mientras se encontraba preso en Bremen, su fábrica fue atacada. "Todos los vidrios fueron destrozados. Al costado de nuestro negocio corría un canal y los guardias hicieron arrojar toda la ropa al agua". El pogromo se mantuvo activo hasta las 16:00 p.m., cuando Hitler, satisfecho de los resultados, concedió permiso a Goebbels para revocar la orden. La resaca. Durante las 24 horas que duró el pogromo se calcula que unas 7.500 tiendas y 29 almacenes fueron objeto de destrozos e incendios. De todas las sinagogas que había en Alemania, esa noche fueron arrasadas por el fuego cerca de 200 y otras 76 fueron demolidas con dinamita. De igual manera, una decena de centros judíos, capillas de cementerios y edificios pertenecientes a la comunidad judía fueron incendiados o destruidos. Se calcula que unas 171 casas fueron destruidas y unos 30.000 judíos varones fueron arrestados en todo el Reich y confinados en campos de concentración, como el de Dachau o Sachsenhausen. En cuanto a las victimas mortales se calcula que la cifra asciende a 91 victimas, aunque algunos autores elevan el número a 230 durante el pogromo y unas 2.500 personas en los meses siguientes como consecuencia de las condiciones de vida en los campos de concentración.
El éxito de la operación fue tan abrumador que el propio Goebbels lo recoge en su diario: “La acción ha tenido lugar sin problemas”, escribía el ministro. "Diecisiete muertos. Pero no se ha dañado ninguna propiedad alemana” .
Sin embargo, el entusiasmo de Goebbels no era compartido por toda la cúpula nazi. Las repercusiones internacionales que pudieran ocasionar los desmanes de las brigadas de las SA durante la noche preocupaban a las altas jerarquías de la política, de la banca y de la industria. Los destrozos ocasionados en los comercios judíos durante el pogromo debían ser sufragados por las compañías aseguradoras alemanas, ya que los comerciantes judíos tenían contratos aseguradores. Según cifras oficiales, se calculaba que los destrozos ascenderían a unos 6 millones de marcos. Además, durante el pogromo se produjeron actos de pillaje en las propiedades de judíos, que las autoridades calcularon en unos 25 millones de marcos, que también debía ser cubierto por las aseguradoras. Las compañías de seguros se levantaron en pie de guerra contra lo que consideraban un ultraje, ya que ellos no estaban dispuestos ha asumir el gasto por los disturbios de la noche anterior. El problema alcanzó hasta las más altas esferas del gobierno. El propio Hitler, preocupado de disgustar a los grandes empresarios alemanes, se manifestó en la misma línea a su ministro de Propaganda: “Deben arreglar por si mismos sus negocios. No se pagará ningún seguro”. Para resolver la situación, el mariscal Hermann Goering concertó una reunión con todos los ministerios, para el día 12 de noviembre, a las 10 a.m. A la reunión acudieron el ministro Goebbels, el representante de la SS, SD, Policía y Gestapo, Reinhard Heydrich, el representante del ministerio de Exteriores, Ernst O. Hernández (2010). Woermann, el ministro del Interior, Wilhelm Frick, el ministro de economía, Walther Funk, el ministro de Finanzas, Lutz Schwerin von Krosigk y el Dr. Hans Fishböck, ministro de Finanzas de Austria. En total acudieron a la reunión unas 100 personas. El objetivo de la comisión era coordinar la cuestión judía en el ámbito económico. Goering, quien estaba encargado de coordinar las medidas a tomar, se dirigió a su auditorio con voz tranquila: “Caballeros, creo que ya hemos tenido bastantes manifestaciones de violencia. No perjudican a los judíos, sino a mí mismo, como máxima autoridad en la coordinación de la economía alemana”. El tono de su voz era calmado pero severo: “Si hoy se destruye una tienda judía y sus bienes son arrojados a la calle, la compañía de seguros tendrá que pagar los daños, algo que ni siquiera afecta a los judíos”. Aunque el principal objetivo del pogromo era conseguir una solución que obligara a los judíos a abandonar Alemania, se determinó que éstos debían emigrar sin sus riquezas y propiedades, que pasarían a manos del Estado o de particulares. En un momento de necesidad económica y de un posible enfrentamiento con las compañías de seguros, las autoridades nazis habían puesto sus ojos sobre la riqueza que poseía la comunidad judía. Tras una pausa, Goering continuó: “No hemos venido simplemente a hablar, sino a tomar decisiones, e imploro a las instancias competentes que tomen las medidas oportunas para eliminar a los judíos de la economía alemana”. Para poner en práctica lo acordado durante la reunión, Goering aprobó una serie de decretos en los que atribuía a los judíos la responsabilidad en el atentado contra vom Rath y en consecuencia por los destrozos ocasionados por la respuesta popular. El decreto publicado con el nombre de Jewish Atonement Fine cargaba a la comunidad judía una multa de 1 billón de marcos, que tenía como finalidad evitar que las compañías alemanas abonasen el gasto. Junto al impuesto, se decretó una ley el 1 de enero de 1939, por la cual se prohibía a los judíos que tuviesen tiendas al por menor o de venta por correo o trabajasen como comerciantes autónomos. Además, los judíos podían ser despedidos con un aviso de sólo seis semanas de antelación y perdían todo derecho a reclamar el subsidio de desempleo o las pensiones de jubilación. A los judíos que habían sido encerrados en los campos de concentración se les obligaba a vender sus propiedades a precios muy reducidos o eran confiscados por la GESTAPO .
Todas estas medidas, que habían tomado forma a partir de 1933, buscaban la emigración “voluntaria” fuera de Alemania de la población judía. Durante esos 5 años se aprobaron medidas encaminadas a privar a los judíos de ocupar puestos gubernamentales, mantener relaciones sentimentales con la población alemana, la imposibilidad de desarrollar cualquier actividad económica, etc. Debido a que estas disposiciones no surtieron el efecto deseado por parte de las autoridades nazis, y frente a la pasividad de las potencias occidentales con respecto a la constante violación de los derechos de los judíos en Alemania, se aprovechó el incidente de París como cortina de humo para iniciar un pogromo a gran escala. La Kristallnacht, orquestada por las autoridades nazis, fue mostrada dentro y fuera de Alemania como una respuesta espontánea de la población alemana frente al atentado de vom Rath. Ésa imagen se perpetuó a lo largo de los años, como recuerda el general von Manstein en 1946: "Todos consideramos que fue algo muy desafortunado, pero lo vimos como una parte de un movimiento revolucionario", pero como trasfondo estaba sobre la mesa el problema judío y su pronta solución.
O. Hernández (2010). “La Noche de los Cristales Rotos. Una síntesis de los acontecimientos”, Proyecto Clio 36. ISSN: 1139-6237. http://clio.rediris.es
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