jueves, 19 de septiembre de 2013

LA CRISIS DEL SISTEMA POLÌTICO CONDUJO A LA EDUCACIÓN A UN NUEVO ORDEN Y REGULACIÒN, ACARREANDO LA PERSECUCIÒN DE LOS DOCENTES POR SU FILIACIÓN POLITICA Y UN FÈRREO CONTROL EN LA VIDA COTIDIANA DE LOS DOCENTES (ARGENTINA 1930)

La profesora Mariana Tealdi, docente del taller de tecnologías en comunicación de la Universidad de La Plata publicó en  2006 su trabajo de sobre desempleo y educación en Argentina en el marco de la Historia de la Educación. En la introducción al período que abarca los años 1930 a 1945, subrayó que en el comienzo de los años treinta el país vivía una crisis económica y política.

Mientras la primera se solucionó en un corto período, la segunda tuvo una larga duración donde los golpes militares y “revoluciones” se sucedieron, poniendo fin al denominado “consenso liberal”. En ese sentido, la Argentina no estuvo aislada del contexto mundial, donde surgieron  los movimientos totalitarios (nazismo y fascismo) que encontraron eco en nuestro país, repercutiendo en la vida política. Esas mismas ideologías se trasladaron  la educación y cultura que culminaron en la división del país.

Así diversos sectores intentaron reformar el modelo educativo e imponer sus perspectivas ideológicas. Tres corrientes se destacaron: nacionalistas, liberales y de izquierda quienes pujaron por  implantar en  el  contenido otorgado a los planes educativo los métodos pedagógicos y la formación docente. Finalmente los sectores nacionalistas predominaron en la conducción de la educación .Estos grupos proponían una organización corporativa de la sociedad, se oponían a la democracia y creían que la solución a la crisis radicaba en un orden asentado en las instituciones tradicionales –la nación, la familia y las agrupaciones profesionales- y en una sociedad jerárquica. En consonancia, la reforma de la educación tuvo un lugar destacado en el intento nacionalista de reformular la sociedad argentina. 

En relación a las políticas educativas hubo un objetivo principal: desterrar el laicismo y promover una educación religiosa. Fue en 1934 cuando se llevó a cabo del Congreso Eucarístico en Buenos Aires, posicionando a la Iglesia en el centro de la vida en Argentina que a tono con el contexto político junto con los grupos nacionalistas proponían que el país regresase a las tradiciones hispánicas y jerárquicas de la sociedad colonial.

En ese sentido, el Consejo Nacional de Educación estuvo dirigido por hombres vinculados a la corriente espiritualista, cuyo principio básico apuntaba a la creación de colegios que no sólo prepararan para la vida práctica, sino también que apostara por el desarrollo de la esencia espiritual del hombre. Figuras ubicadas en filas católicas y nacionalistas orientaron los programas a la enseñanza dirigiendo  la política educativa y orientando  la enseñanza en torno a una visión nacionalista, patriótica y moralizante en un grado que no había adquirido anteriormente.

Dada esta orientación nacional, la educación debía desarrollar a los niños en la faz espiritual brindando utilidad práctica. En oposición a lo que se denominaba el “academicismo de la cultura enciclopédica”, se gestionó una educación donde la escuela era vista como centro de trabajo intelectual y vital. 

Las ideas de los sectores derivaron en una reforma de los planes de estudios (1935) y una nueva reglamentación para el uso y selección de los libros de lectura y de texto (1933). La intención de reglamentar y sistematizar bajo nuevos parámetros la educación. Se proyectó también  la unificación de las escuelas de todo el país bajo la autoridad del Consejo Nacional de Educación que, finalmente, no prosperó.

Así, el triunfo de estos grupos produjo un quiebre en las políticas educativas, por lo que se atacaron las bases de la educación laica, se intervinieron las Universidades y el Consejo Nacional de Educación y se persiguió a maestros y profesores por sus posiciones políticas. 
Las prácticas en las aulas, no fue ajena al clima político del país. A partir de los años treinta, convivieron en las escuelas dos tendencias, una orientada a la experimentación pedagógica  y la otra de signo autoritario, docentes y alumnos se vieron obligadas a situarse en uno de esos dos extremos que varió en cada situación específica.

Por un lado, las corrientes de la escuela nueva apelaban a la libertad e inicaitva de los niños y docentes en el proceso educativo. Por otro, la crisis del sistema político y el nacionalismo condujeron a dar un nuevo sentido a la regulación y el orden de la actividad escolar, fenómeno que trajo como consecuencia la persecución de maestros por su filiación política acompañada por un férreo control en la vida cotidiana de los educadores, razón por la cual se reforzaron los reglamentos y pautas en el proceder.

Esto significó una mayor normatividad de la práctica docente, un refuerzo y mayor orden en  las  pautas del sistema pedagógico y formativo como así un superior poder de dominio de las jerarquías educacionales sobre los maestros. 

FUENTE: Tealdi, Mariana, Desempleo y educación, INTRODUCCION (1930-1945) LA OFENSIVA ANTILIBERAL, 


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