jueves, 27 de agosto de 2020

“Tenemos muy en claro que debemos compatibilizar nuestra incalificable vocación de justicia, con la convicción de que la justicia está al servicio de la vida, La justicia se opone de por sí a la destrucción y va acompañada necesariamente de la honestidad de conciencia (Raúl Alfonsín, 1984)

   El 1 de Mayo de 1984, el gobierno de Raúl Alfonsín, no llevaba todavía seis meses en el poder, todavía se vivía la primavera democrática, ya la CONADEP estaba en funcionamiento y a pesar de cientos de dificultades, el estado de derecho había vuelto a regir en la Argentina.}

  Ése 1 de Mayo, día del trabajador, Alfonsín se dirigía a la Asamblea Legislativa , allí exponía sus directivas e ideales para la Argentina para los siguientes seis años y , tomando sus palabras, “para la posteridad”.

  En primer lugar, acorde a los valores democráticos, aseguraba que había que dejar de lado todo egoísmo y se dirigía a todo el arco político y a toda la sociedad, porque:” La democracia sólo funcionará en plenitud cuando todos estemos dispuestos a anteponer los intereses de la República, a ideas particulares que resultarían estériles si no se compatibilizaran con las del conjunto de la sociedad”.

  Era primordial, sostenía en el discurso el diálogo, era la contraposición de la dictadura militar que eliminó a todo aquel que “osará” oponerse sea en las ideas, sea en las lecturas o cualquier otra situación, que hacía plausible que sean catalogados como “subversivos”  y que su cuerpo desapareciera.

  De nuevo veía que la falta de dialogo era un error común tanto para la sociedad así como del arco político, advertía que carencia de dialogo llevaría a una ruptura y división  no deseda.”Para ello se requiere del diálogo, que presupone la unidad de los dialogantes. Y esta unidad exige un amplio espíritu de reconciliación. Sin reconciliación y diálogo, aparecerían y se acrecentarían las tendencias a la fragmentación.

  Alfonsín aceptaba el, disenso y la discrepancia, siempre y cuando no sean meros caprichos ni obstáculo ( como finalmente pasó con diversos sectores). “Un gobierno democrático debe considerar siempre que, en el juego de las instituciones, la discrepancia constituye una forma efectiva de colaboración, además del ejercicio de incuestionables derechos”, ese era el rol que le cabía a la oposición, el Partido Justicialista como primera fuerza y a las demás facciones. Recordaba que :” La oposición ejerce la fiscalización de los actos de gobierno y propone, a su turno alternativas legítimas”. 

  Por otro lado, advertía :”Una oposición que intentara la anulación del gobierno, se alejaría de las reglas de juego del sistema democrático. El desarrollo de la pluralidad, dentro de la unidad, irá acrecentando el espacio de la tradición democrática argentina”.

  Remarcaba, el presidente electo el 10 de Diciembre de 1983 lo fundamental de no caer en el autismo social y en un estado donde la paz y el orden , caerían en saco roto. :” El diálogo constituye una empresa difícil, pero es tan urgente como indispensable. Sin la existencia de un verdadero diálogo serían insostenibles el orden y la paz. Estamos seguros de que la opinión pública y el conjunto de la ciudadanía desean una paz interior que asegure posibilidades para la búsqueda de mayor libertad, con mayor seguridad y mayor bienestar”.

  Era prioritario, resaltaba Alfonsín en 1984 lograr la  “paz interior”, que no surgiría por generación espontánea acarrearían un beneficio enorme para la paz dentro de la sociedad argentina, había que aprender del pasado para no volver a cometer los mismos errores:” no se establece ni se preserva por sí sola: la reconciliación y el diálogo deben ser introducidos en la vida social, aun para asegurar el mismo progreso material” .Recordaba no como meros ejemplos lo que había ocurrido en el pasado:”Después de las guerras civiles del siglo pasado, la tarea fundamental de artesanía política consistió en restaurar las condiciones para la convivencia entre los argentinos. Y en diversas ocasiones, las luchas se hubieran evitado si los tratados y acuerdos hubieran tenido lugar antes, y no después de las confrontaciones. La reconciliación consiste, verdaderamente, en tratar a los demás como prójimos, como próximos, como "a los otros que son como nosotros".

  Si bien hubo otros presidentes que utilizarían la reconciliación, como deber ciudadano, para Alfonsín, era una necesidad para retornar a la ética, la misma que los militares habían conculcado, no solamente en la faz económico con la inflación y el aumento de la deuda externa, sino también al no permitir el entierro de seres queridos, después de detenciones ilegales y cuerpos tirados al Rio de la Plata en los vuelos de la muerte. A su vez enfatizaba la importancia del dialogo, de escucharse unos a otros, de  dar un paso atrás para ceder y  evitar los egoísmos: “ La reconciliación está en el centro del razonamiento ético, porque el razonamiento ético implica siempre renunciar a una parte de las apetencias propias en función del conjunto. A través del diálogo, se establece una prioridad ética y solidaria”.  La paz interior, ya expuesta en su discurso de asunción, entendía es imposible si cada uno atiende solamente sus propias necesidades, y no a las condiciones de existencia de los demás”.  Por medio del diálogo y del esfuerzo en reconciliar a los argentinos, reconocemos que existen diversidades. Del reconocimiento de esas diversidades parte nuestra propuesta, pues si todos pensáramos lo mismo y tuviéramos las mismas necesidades e intereses, el diálogo sería superfluo”, repetía enfatizando uno de sus puntos salientes en su discurso ante la Asamblea Legislativa.

  “ Toda ética se basa en el respeto a los demás y en el reconocimiento de derechos propios de los otros. El respeto a los demás parte del respeto a la vida y desde allí se extiende. La reconciliación que proponemos, que debe ser una reconciliación profunda, no puede sino basarse en la verdad: sin engaños, sin recursos tácticos, sin verdades a medias, con una sinceridad absoluta de corazón, podremos encontrarnos los argentinos. La grave crisis que estamos viviendo exige el sacrificio de renunciar a ventajas ocasionales y aceptar una búsqueda común de la verdad”, recalcaba Alfonsín que veía y sentía que la democracia era el principio rector y  con ella vendría n el diálogo sincero y franco.   

  Recriminaba Alfonsín a los que ponían piedras en el camino y obstaculizaban ( y obstaculizarían ) su mandato “ No solamente son insinceros quienes usan del oportunismo o de los fingimientos, sino quienes formulan exigencias -que en su fuero interno saben de cumplimiento imposible-. La justicia exige verdadera honestidad y verdadero interés por nuestros contemporáneos. No puede hablarse de reconciliación ni de diálogo justo si, por voluntad de poder, o por intereses creados o por espíritu de venganza, quien habla no está dispuesto a ceder nada o quien escucha endurece su corazón”. Alfonsín le hablaba a quienes se habían beneficiado con la dictadura haciendo negocios con ella y delatando obreros, le hablaba también a sectores de la oposición que veían al radicalismo como “una piedra en el zapato” y por eso le harían 14 paros nacionales y se opondrían a toda democratización laboral, así como evitarían enviar representantes a la CONADEP, que sacó a la luz los crímenes de la dictadura. Por último les hablaba a un sector de la oposición que, aún apoyando a la democracia y parte de las ideas de Alfonsín, optaron por no acompañarlo en la restauración democrática.

   Si bien el Parlamento, como ente representativo debía cumplir su función dialoguista , a su vez se tornaba necesario , dejar de lado posiciones que ciertos sectores consideraban inamovibles “El desbloqueo de las rigideces “como los denominaba y tomar  conciencia verdadera  de los peligros que” nos acechan”, dejando de la lado esas “rigideces”, se abría “ la esperanza común de dejar a nuestros hijos un país mejor”, para ello, insistía,  es indispensable  lograr el entendimiento entre los argentinos.” Aunque el Parlamento y las vías normales complementarias resulten insustituibles para la convivencia, no son suficientes en la emergencia que vive el país. Es indispensable superar antagonismos artificiales, que más bien son residuos históricos, pero también superar antagonismos naturales que hacen a la problemática específica que nos toca enfrentar”.

  Acorde al slogan electoral  que propugnaba “Somos la vida”, Alfonsín retomaba, el que, según decía , era “Uno de los aspectos menos explicados de la vida política de todos los países: “la terrible atracción que sobre algunos sectores tienen la destrucción y la muerte. Cuando llamamos a la reconciliación y al diálogo estamos defendiendo la vida. La elaboración de un mecanismo racional para la defensa de la convivencia constituye el único camino que podemos seguir los argentinos para impedir nuevos y peores ciclos de terrorismo y represión”,  volvía Alfonsín  recordando los golpes militares que se habían sucedido desde 1930, sinónimos de “terrorismo y represión”.

  Finalmente, el presidente, subrayaba la importancia de la justicia ( la CONADEP, el posterior juicio a los militares, la remoción de abogados y jueces cómplices de la dictadura y su recambio por colegas comprometidos con el valor de la democracia que  eran parte del sistema democrático:  “Tenemos muy en claro que debemos compatibilizar nuestra incalificable vocación de justicia, con la convicción de que la justicia está al servicio de la vida. Existen ocasiones en que la justicia -así ocurre en las guerras- suele ser invocada antes como un arma, que como una metodología de la paz. La justicia se opone de por sí a la destrucción y va acompañada necesariamente de la honestidad de conciencia. Esto implica problemas que no son siempre fáciles de resolver. Muchas de esas cuestiones pueden ser encaminadas a través de un espíritu de reconciliación”, retomando la palabra reconciliación , en una Argentina fracturada no solo económicamente, sino también en su cuerpo social fueron parte de una Argentina que Alfonsín pergeñó , diseñó y defendió con creces, en un  nuevo a aniversario de su elección, valgan sus palabras para hacerlas presentes y terminar con las divisiones estériles, cerramientos, rigideces y egoísmos particulares que todavía son moneda corriente en la Argentina de hoy.


Fuente:

Horacio Garcete ; Nathalie Goldwaser Yankelevich ( 2018) “Raúl Alfonsín por Raúl Alfonsín : discursos presidenciales ante la asamblea legislativa 1983-1989 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Universidad de Buenos Aires. Cátedra Libre Democracia y Estado de Derecho Dr. Raúl Alfonsín.

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