El 1 de Mayo de 1984, el gobierno de Raúl Alfonsín, no llevaba todavía seis meses en el poder, todavía se vivía la primavera democrática, ya la CONADEP estaba en funcionamiento y a pesar de cientos de dificultades, el estado de derecho había vuelto a regir en la Argentina.}
Ése 1 de Mayo, día del trabajador, Alfonsín se dirigía a la Asamblea Legislativa , allí exponía sus directivas e ideales para la Argentina para los siguientes seis años y , tomando sus palabras, “para la posteridad”.
En primer
lugar, acorde a los valores democráticos, aseguraba que había que dejar de lado
todo egoísmo y se dirigía a todo el arco político y a toda la sociedad,
porque:” La democracia sólo funcionará en plenitud cuando todos estemos
dispuestos a anteponer los intereses de la República, a ideas particulares que
resultarían estériles si no se compatibilizaran con las del conjunto de la
sociedad”.
Era primordial,
sostenía en el discurso el diálogo, era la contraposición de la dictadura
militar que eliminó a todo aquel que “osará” oponerse sea en las ideas, sea en
las lecturas o cualquier otra situación, que hacía plausible que sean
catalogados como “subversivos” y que su
cuerpo desapareciera.
De nuevo veía
que la falta de dialogo era un error común tanto para la sociedad así como del
arco político, advertía que carencia de dialogo llevaría a una ruptura y
división no deseda.”Para ello se
requiere del diálogo, que presupone la unidad de los dialogantes. Y esta unidad
exige un amplio espíritu de reconciliación. Sin reconciliación y diálogo,
aparecerían y se acrecentarían las tendencias a la fragmentación.
Alfonsín aceptaba el, disenso y la discrepancia, siempre y cuando no sean meros caprichos ni obstáculo ( como finalmente pasó con diversos sectores). “Un gobierno democrático debe considerar siempre que, en el juego de las instituciones, la discrepancia constituye una forma efectiva de colaboración, además del ejercicio de incuestionables derechos”, ese era el rol que le cabía a la oposición, el Partido Justicialista como primera fuerza y a las demás facciones. Recordaba que :” La oposición ejerce la fiscalización de los actos de gobierno y propone, a su turno alternativas legítimas”.
Por otro lado,
advertía :”Una oposición que intentara la anulación del gobierno, se alejaría
de las reglas de juego del sistema democrático. El desarrollo de la pluralidad,
dentro de la unidad, irá acrecentando el espacio de la tradición democrática
argentina”.
Remarcaba, el
presidente electo el 10 de Diciembre de 1983 lo fundamental de no caer en el
autismo social y en un estado donde la paz y el orden , caerían en saco roto.
:” El diálogo constituye una empresa difícil, pero es tan urgente como
indispensable. Sin la existencia de un verdadero diálogo serían insostenibles
el orden y la paz. Estamos seguros de que la opinión pública y el conjunto de
la ciudadanía desean una paz interior que asegure posibilidades para la
búsqueda de mayor libertad, con mayor seguridad y mayor bienestar”.
Era
prioritario, resaltaba Alfonsín en 1984 lograr la “paz interior”, que no surgiría por
generación espontánea acarrearían un beneficio enorme para la paz dentro de la
sociedad argentina, había que aprender del pasado para no volver a cometer los
mismos errores:” no se establece ni se preserva por sí sola: la reconciliación
y el diálogo deben ser introducidos en la vida social, aun para asegurar el
mismo progreso material” .Recordaba no como meros ejemplos lo que había
ocurrido en el pasado:”Después de las guerras civiles del siglo pasado, la
tarea fundamental de artesanía política consistió en restaurar las condiciones
para la convivencia entre los argentinos. Y en diversas ocasiones, las luchas
se hubieran evitado si los tratados y acuerdos hubieran tenido lugar antes, y
no después de las confrontaciones. La reconciliación consiste, verdaderamente,
en tratar a los demás como prójimos, como próximos, como "a los otros que
son como nosotros".
Si bien hubo
otros presidentes que utilizarían la reconciliación, como deber ciudadano, para
Alfonsín, era una necesidad para retornar a la ética, la misma que los
militares habían conculcado, no solamente en la faz económico con la inflación
y el aumento de la deuda externa, sino también al no permitir el entierro de
seres queridos, después de detenciones ilegales y cuerpos tirados al Rio de la
Plata en los vuelos de la muerte. A su vez enfatizaba la importancia del dialogo,
de escucharse unos a otros, de dar un
paso atrás para ceder y evitar los egoísmos:
“ La reconciliación está en el centro del razonamiento ético, porque el
razonamiento ético implica siempre renunciar a una parte de las apetencias
propias en función del conjunto. A través del diálogo, se establece una
prioridad ética y solidaria”. La paz
interior, ya expuesta en su discurso de asunción, entendía es imposible si cada
uno atiende solamente sus propias necesidades, y no a las condiciones de
existencia de los demás”. Por medio del
diálogo y del esfuerzo en reconciliar a los argentinos, reconocemos que existen
diversidades. Del reconocimiento de esas diversidades parte nuestra propuesta,
pues si todos pensáramos lo mismo y tuviéramos las mismas necesidades e intereses,
el diálogo sería superfluo”, repetía enfatizando uno de sus puntos salientes en
su discurso ante la Asamblea Legislativa.
“ Toda ética se
basa en el respeto a los demás y en el reconocimiento de derechos propios de
los otros. El respeto a los demás parte del respeto a la vida y desde allí se
extiende. La reconciliación que proponemos, que debe ser una reconciliación
profunda, no puede sino basarse en la verdad: sin engaños, sin recursos
tácticos, sin verdades a medias, con una sinceridad absoluta de corazón,
podremos encontrarnos los argentinos. La grave crisis que estamos viviendo
exige el sacrificio de renunciar a ventajas ocasionales y aceptar una búsqueda
común de la verdad”, recalcaba Alfonsín que veía y sentía que la democracia era
el principio rector y con ella vendría n
el diálogo sincero y franco.
Recriminaba
Alfonsín a los que ponían piedras en el camino y obstaculizaban ( y
obstaculizarían ) su mandato “ No solamente son insinceros quienes usan del
oportunismo o de los fingimientos, sino quienes formulan exigencias -que en su
fuero interno saben de cumplimiento imposible-. La justicia exige verdadera
honestidad y verdadero interés por nuestros contemporáneos. No puede hablarse
de reconciliación ni de diálogo justo si, por voluntad de poder, o por
intereses creados o por espíritu de venganza, quien habla no está dispuesto a
ceder nada o quien escucha endurece su corazón”. Alfonsín le hablaba a quienes
se habían beneficiado con la dictadura haciendo negocios con ella y delatando
obreros, le hablaba también a sectores de la oposición que veían al radicalismo
como “una piedra en el zapato” y por eso le harían 14 paros nacionales y se
opondrían a toda democratización laboral, así como evitarían enviar
representantes a la CONADEP, que sacó a la luz los crímenes de la dictadura.
Por último les hablaba a un sector de la oposición que, aún apoyando a la democracia
y parte de las ideas de Alfonsín, optaron por no acompañarlo en la restauración
democrática.
Si bien el Parlamento, como ente representativo
debía cumplir su función dialoguista , a su vez se tornaba necesario , dejar de
lado posiciones que ciertos sectores consideraban inamovibles “El desbloqueo de
las rigideces “como los denominaba y tomar
conciencia verdadera de los
peligros que” nos acechan”, dejando de la lado esas “rigideces”, se abría “ la
esperanza común de dejar a nuestros hijos un país mejor”, para ello,
insistía, es indispensable lograr el entendimiento entre los argentinos.”
Aunque el Parlamento y las vías normales complementarias resulten
insustituibles para la convivencia, no son suficientes en la emergencia que
vive el país. Es indispensable superar antagonismos artificiales, que más bien
son residuos históricos, pero también superar antagonismos naturales que hacen
a la problemática específica que nos toca enfrentar”.
Acorde al
slogan electoral que propugnaba “Somos
la vida”, Alfonsín retomaba, el que, según decía , era “Uno de los aspectos
menos explicados de la vida política de todos los países: “la terrible
atracción que sobre algunos sectores tienen la destrucción y la muerte. Cuando
llamamos a la reconciliación y al diálogo estamos defendiendo la vida. La
elaboración de un mecanismo racional para la defensa de la convivencia
constituye el único camino que podemos seguir los argentinos para impedir
nuevos y peores ciclos de terrorismo y represión”, volvía Alfonsín recordando los golpes
militares que se habían sucedido desde 1930, sinónimos de “terrorismo y
represión”.
Finalmente, el presidente,
subrayaba la importancia de la justicia ( la CONADEP, el posterior juicio a
los militares, la remoción de abogados y jueces cómplices de la dictadura y su
recambio por colegas comprometidos con el valor de la democracia que eran parte del
sistema democrático: “Tenemos muy en
claro que debemos compatibilizar nuestra incalificable vocación de justicia,
con la convicción de que la justicia está al servicio de la vida. Existen
ocasiones en que la justicia -así ocurre en las guerras- suele ser invocada
antes como un arma, que como una metodología de la paz. La justicia se opone de
por sí a la destrucción y va acompañada necesariamente de la honestidad de
conciencia. Esto implica problemas que no son siempre fáciles de resolver.
Muchas de esas cuestiones pueden ser encaminadas a través de un espíritu de
reconciliación”, retomando la palabra reconciliación , en una Argentina
fracturada no solo económicamente, sino también en su cuerpo social fueron
parte de una Argentina que Alfonsín pergeñó , diseñó y defendió con creces, en
un nuevo a aniversario de su elección,
valgan sus palabras para hacerlas presentes y terminar con las divisiones estériles,
cerramientos, rigideces y egoísmos particulares que todavía son moneda
corriente en la Argentina de hoy.
Fuente:
Horacio Garcete ; Nathalie
Goldwaser Yankelevich ( 2018) “Raúl Alfonsín por Raúl Alfonsín : discursos
presidenciales ante la asamblea legislativa 1983-1989 1a ed . - Ciudad Autónoma
de Buenos Aires : Universidad de Buenos Aires. Cátedra Libre Democracia y
Estado de Derecho Dr. Raúl Alfonsín.
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