sábado, 12 de octubre de 2019

Todo lo que dice Serrat arriba del escenario es verdad, además de ser un artista de muchísima calidad, a él lo mueve la comunicación con la gente,él quiere comunicarse con la gente

Joan J Manuel Serrat cumple 50 años en la Argentina , si bien es un orgulloso catalán y defensor de su cultura, el cantautor visitó en 1969 por primera vez nuestro país.Diego Fischerman en el prólogo del libro de Tamara Smerling "Serrat en la Argentina "( Planeta) relata que en 1969, Serrat un joven casi desaliñado. Alguien que cantaba la frase “tu nombre me sabe a hierba” como si se la estuviera diciendo en secreto a quien lo escuchaba. Era un músico, un cantante de quien se decía que era un poeta, que frecuentaba los programas interminables de los sábados, en la televisión argentina, con apenas una guitarra en la mano y un puñado de canciones que recorrían el mundo de Jacques Brel aprendido desde el franquismo. Y que pintaban el retrato más ácido –y también el más tierno– de esos personajes de pueblos blancos, que espiaban tras los visillos. Pero su historia, o, mejor, la historia de amor con la Argentina, contada con meticulosa pasión por Tamara Smerling, es a su vez otras historias. La de una época pero, sobre todo, la de un cambio notable en las maneras de escuchar y en las formas de relacionarse con la música. Las canciones de Serrat podían bailarse. Pero también debían escucharse. Como toda Gran Historia, se construye con las pequeñas historias. La de la chica que llamó por teléfono a su mejor amiga para decirle que se había enamorado, después de haberlo visto por primera vez, aún un desconocido, en la televisión; el improbable encuentro con Aníbal Troilo y Rubén Juárez, mientras empujaba su auto descompuesto hasta la vereda; los tira y afloja con los productores de la época. La historia de una voz, finalmente, contada, como se debe, a muchas voces.


Natalí Schejtman , en un reportaje publicado en 2015 en la revista Anfibia, recordaba que Serrat repudió la última dictadura y fue reticente a pisar suelo argentino durante el gobierno genocida de los militares del Proceso de Reorganización Nacional por lo tanto sus canciones prácticamente se habían esfumado de las radios y la televisión, los vecinos de la cárcel de Devoto pudieron haber escuchado algunos conciertos que irradiaba el lugar menos pensado: la minúscula ventana de una celda. Del lado de adentro estaba Liliana Chiernajowsky haciendo escalerita humana con sus compañeras para vociferar su acto de rebeldía: cantar canciones, salir momentáneamente de la cárcel desparramando versos como “Para la libertad,/ sangro lucho y pervivo” o “Los muertos están en cautiverio / y no los dejan salir del cementerio”, dos canciones de Serrat modelo 71. Acaso sea esa una de las imágenes más frescas que Liliana, militante, ex constituyente y legisladora de la ciudad de Buenos Aires y comunicadora, guarda de sus años de presa política, entre 1974 y 1981. La música –mucha música, autores diversos- y las historias, como los relatos minuciosos de los sueños que soñaban en la cárcel y de películas que habían visto antes de caer, eran, para ella, una especie de fuga. Y las canciones de Serrat aparecían ahí, como un emblema.

En el mismo reportaje, declaraba que su carrera lo marcó en lo personal y todas sus actitudes han estado debidas a una cosa: yo soy un artista popular. Si esta popularidad me ha llegado, es debido a una gente, a un pueblo, que es el que escucha mis canciones, compra mis discos, me viene a ver al teatro. Cuando existen problemas que implican a toda esta gente me implican a mí. Por el hecho de que soy un artista popular no me inhibo, al contrario, debo estar mucho más el servicio de todas estas cosas.

Schejtman observaba :"Todo lo que dice arriba del escenario es verdad. Él se siente un poco de aquí. Además de ser un artista de muchísima calidad, a él lo mueve la comunicación con la gente. Hay gente que no le da importancia a eso, dicen ´si se interesan, ya se interesarán´, pero él quiere comunicarse con la gente".

Schetjman definía a Serrat , reconociendo su impronta que excede la música: "no es sólo el emblema ideológico, un hombre maduro con el sex appeal intacto, el comprometido del 70, el rebelde partidario de vivir del 80, es también el botón que activa la memoria involuntaria, el que va y viene del presente al pasado, no sólo de su vida, sino de la de cualquier persona que “creció con él”, tal como uno de sus seguidores Hugo, y que considera a sus canciones la música de algunos hechos fundamentales de su vida: la cárcel, el amor, su infancia, la vuelta de la democracia o los hijos.

El mismo Joan Manuel Serrat teorizaba que el amor ( en general y el del público hacia él :" es en cierta forma un amor a uno mismo, como le decía hace unos años en un diario español: “Dicen que aman las canciones cuando lo que aman es lo que esas canciones les resucitan. Yo compongo en función de lo que la vida me dicta en cada momento y eso conforma la banda de sonido de los demás y la mía propia”

Fuente: Smerling, Tamara ( 2019), Serrat en la Argentina, cincuenta años de amor y aventuras, Planeta Argentina

Schejtman , Natalí " Crecer con Serrat", Revista Anfibia http://revistaanfibia.com/cronica/crecer-con-serrat/

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