jueves, 11 de octubre de 2018

Yo Perón, claves íntimas de su polifacética personalidad

A 44 años de la muerte de Juan Domingo Perón, se reedita " Yo Perón" ( Sudamericana) de Enrique Pavón Pereyra, considerada la más fiel biografía del General , publicada originalmente en 1993 por quien escribió más de 100 libros sobre el y fundador y líder del movimiento, que aún hoy mantiene su influencia en la politica Argentina.
El peronismo llegó para marcar un antes y un después en la República argentina.
Escribe Felipe Pigna  en el prólogo a la reedita  en la historia argentina. Recorrer su trayectoria es un viaje vertiginoso, en el que vale la pena embarcarse —y sé que esto es muy difícil— con la menor cantidad de prejuicios posible.

Agrega Pigna, que se ha dedicada a la divulgación de la historia especialmente en los últimos 15 años Este libro de Enrique Pavón Pereyra, uno de los hombres que más frecuentó a Perón, está escrito en primera persona y con una prosa ágil y apasionante. El autor fue el elegido por el General para confiarle sus secretos, sus sueños y hasta sus miedos. Es un documento imprescindible para adentrarse en la historia del peronismo y en la biografía de su creador.

"Pero Pavón Pereyra no solo utilizó el invalorable y exclusivo material de sus entrevistas, sino que profundizó a lo largo de décadas de investigación exhaustiva en los distintos aspectos y protagonistas de la vida de Perón y el desarrollo de su movimiento", añade realzando el uso de las fuentes por parte de Pavón Pereyra.

Al leer el libro , Pigna revela la originalidad y la profundidad  " Yo Perón" , como lo sostenido por el biógrafo en relación a Evita:"  Hay confesiones como la siguiente, que el lector no encontrará en la casi infinita bibliografía sobre el tema: `Yo nunca quise que Evita se transformara alguna vez en una mujer ‘de la política’. Ella era mi mujer y como tal ‘hacía’ política. Su tarea era realizar, y estaba abocada a emprendimientos que dignificaban al hombre. Evita terminó de una vez y para siempre con la imagen pasiva de la mujer en la historia argentina, y lo hizo desde el sitio más encumbrado al que puede aspirar una mujer, que es el de primera dama, porque demostró no sólo que la pasividad no es sinónimo de virtud, sino que ese puesto de primera dama debe ser una extensión de la obra política del gobierno. En esto quizás Evita fue más allá de lo previsto e incomodó a hombres que no podían tolerar que una mujer consolidara su imagen por mérito propio y, a la vez, porque consideraban que la política social era sinónimo de dádiva y quienes la otorgaban eran los únicos dignos, y demostraban serlo mediante la beneficencia”.

O esta referencia a los hechos de junio de 1955: “Mi gobierno no mandó a realizar estas acciones imprudentes, pero es indudable que se realizaron a favor del gobierno y como respuesta a la acción canallesca de la oligarquía. Pero yo no quise que eso pasara, por la sencilla razón de que con eso contribuíamos a echar más leña al fuego. Después de todo había un dato que era indiscutible, los funcionarios públicos dejaban bastante que desear, la corrupción fue una realidad que nosotros debimos atacar antes que nada, para después sí llenarnos la boca contra nuestros detractores. Pero con que una sola de sus críticas fuese verdadera, nosotros no teníamos argumentación moral para discutir”.

Concluye Pigna: " Es una gran noticia la reedición de este libro, que nos ayudará a conocer la vida y el pensamiento de uno de los hombres más importantes de la historia y la política argentina".

En tanto, el Prólogo original, Pavòn Pereyra, subraya que su escrito es un "documento histórico" para conocer  y tratar de entender el fenómeno de un movimiento surgido en 1945, con un líder que vivió 18 años en el exilio , murió en ejercicio de la presidencia dejando un baño de sangre y cuya figura hasta hoy sigue despertando amores y odios.


Su trabajo e investigaciòn lo resume en tres adjetivos , asegurando que se trata del màs importante de su obra :"De todos mis trabajos, ninguno se me ocurre tan ambicioso, tan estremecedor y, a la vez, tan increíble como Yo Perón. Desde hace cuarenta años vengo reuniendo los testimonios de esa odisea. Contra lo que podría suponerse, el protagonista no es un hombre sino un pueblo, que sobrevive luego de la caída de su institutor".

Los sucesos de esta crónica histórica tienen lugar, efectivamente, en el Paraguay, Venezuela, Santo Domingo y España. Pero las consideraciones esenciales poseen en la República Argentina la respuesta sincrónica a través de la simbiosis ideal que establecen los argentinos y su líder.

Durante esas cuatro décadas me dediqué a la tarea de investigar, interrogar, examinar y evaluar antecedentes y memorias conexas con mi propósito. Tampoco he omitido el examen prolijo del “lugar de los hechos”, al tener los testimonios directos de los colaboradores que escoltaron a Perón en su interminable expatriación. Ésta es la epopeya de un hombre librado a las peripecias de la adversidad, enfrentado a un destino que le ha retirado su apoyo. Y al final, contra las previsiones, emprenderá la ascención definitiva como protagonista de la historia.

¿Qué ingredientes novedosos ofrece Yo Perón? ¿En qué consisten sus aportaciones sustanciales, las que autorizan al protagonista a quedarse con las apuestas adversarias?

E n primer término, cuento con casi la totalidad de las anotaciones cotidianas del propio Perón —la “ayuda memoria” imprescindible en los contactos humanos—, aparte de cuantas comunicaciones, borradores, correspondencia llevada en mano, tal como lo exigía la censura rigurosa. Además del pensamiento édito, me han transmitido su memoria quienes lo entrevistaron en los refugios sucesivos, contactos que a menudo reflejaban exigencias políticas insoslayables o vínculos de profunda amistad. Estos encuentros favorecían su juego dialéctico, su sarcasmo a veces corrosivo, y un humor que le permitió sobrevivir al agravio y no verse salpicado por la difamación o la injuria. Todo ese material de primer orden está enlazado con la propia, subjetiva e hipercrítica visión del protagonista sobre permitió sobrevivir al agravio y no verse salpicado por la difamación o la injuria. Todo ese material cuantos personajes demandaban su atención o impresionaban sus sentidos.

Al comienzo de los casi once años en que nuestra presencia osciló entre lo continuo y frecuente, ya desarrollaba una actividad intelectiva portentosa: más de medio centenar de gobernantes y ministros del continente americano, sin excluir el Canadá ni el Caribe, requerían a diario su consejo y su asesoría en el rubro de las relaciones internacionales; empero, él había optado por servir la causa de los Pueblos, a despecho de la moral utilitaria o de determinadas ofertas de los países hegemónicos.

Es oportuno destacar que ninguno de los prohombres americanos del presente siglo podría parangonarse con Perón, que respondía con su conducta personal en todas sus acciones; de ahí, de esta identificación coherente entre medios y fines, dimana el milagro de su rara vigencia, de su innegable actualidad. Se observa ahora que trabajó para el futuro. Él pertenecía al porvenir, a una raza antigua, donde vivir o morir, incluso el oficio del hombre, era ejercido con naturalidad. Aunque señor de multitudes, padeció una infinita soledad. A lo largo de medio siglo influyó más que ninguna otra personalidad política americana sobre la conciencia de los sumergidos. Miles de veces multiplicó los panes y los peces para saciar el ancestral hambre y sed de justicia de sus descamisados.

Perón poseía una naturaleza republicana y despreció todas las trampas tendidas por la sensualidad del poder. Pese a ser el gran elector y de haber acrecido con el correr de los años la cuota de confianza pública que se le dispensaba a su voluntad, prefirió ajustar al dictado de las leyes el capítulo de las aspiraciones y no se permitió designar sucesor alguno para reemplazar su persona. En el transcurso del exilio sobrevivió sin holguras económicas, sin quejarse ni lamentar ingratitudes, que hubiera sido justo denunciar. Ni la escasez de medios, ni las dificultades de su hogar modificaron su talante de austeridad y contralor de los gastos; por el contrario, dio más de una muestra de su rechazo por los bienes materiales, quizá temiendo caer en la trampa que la fortuna suele tender a quien favorece. Si nos atenemos a la pasión y aun al fanatismo que despertó a su paso, sus virtudes carismáticas sobrepasaban con holgura el odio de sus impugnadores.

Mi compromiso visceral era no morirme antes de concluir este libro.

He navegado entre la novela y la historia. Ex profeso remarco que a Perón le obsesionaba la visión histórica de su figura y que la intensa búsqueda de esa perspectiva, señaló la meta de cuanto ambicionaba. Relata Perón su existencia ante sí; asimismo, remarca la significación de su trayectoria olímpica que le toca asumir y que coincidía con ese humor acre de quien no se muestra resignado o con su naturaleza psicosomática en constante ebullición.

Se brindan aquí las claves íntimas de su polifacética personalidad, también trasluce su pudor de hombre público y, más que nada, la aceptación de haberse equivocado, en graduación constante, en esta cruelísima confesión en mitad de la noche.

En Yo Perón el conductor prodiga autocríticas y persiste en la aceptación de un destino superior en esto a sus méritos propios.


Fuente: Pavòn, Pereyra, E. ( 1993), "Yo Peròn", reeditado por Editorial Sudamericana, 2018

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