sábado, 20 de febrero de 2021

DÍA DE LA MUJER: ARDEN FOGATAS DE EMANCIPACION FEMENINA, VENCIENDO RANCIOS PREJUICIOS Y DEJANDO DE IMPLORAR SUS DERECHOS, ÉSTOS NO SE MENDIGAN, SE CONQUISTAN (JULIETA LANTERI)

Arden fogatas de emancipación femenina, venciendo rancios prejuicios y dejando de implorar sus derechos. Éstos no se mendigan, se conquistan “Todas unidas somos el legado de Julieta Lanteri, sintetizan Ana Laura Lanteri* y Sol Lanteri en su trabajo, “Los derechos no se mendigan”( Notas sobre Julieta Lanteri y el sufragismo femenino argentino en la primeras décadas del siglo xx") Allí remarcan que las luchas y conquistas de las mujeres a lo largo de los siglos XX y XXI, llevan el sello de Julieta Lanteri. Las autoras dan cuenta que la “ley Sáenz Peña” de 1912, si bien permitiría el sufragio secreto y obligatorio, en la realidad mostraría fuertes límites ya que, a pesar de que fue clave en la universalidad del voto masculino en el país, excluyó a las mujeres y fue fundamentada en una concepción biologicista, estableció la confección de un nuevo padrón basado en los listados de enrolamiento militar y el voto secreto y obligatorio para todos los ciudadanos varones mayores de 18 años (exceptuando a los indigentes y a los no aptos para las armas de la obligación de votar) En los hechos, la norma de 1912 legalizó la marginación de la mujer y la condenó a la minoría jurídica y a su misión “natural”: la reproducción, el cuidado de su familia y las ocupaciones del hogar. En este marco, nuevamente fue Julieta quien intentó hacer frente a dichas imposiciones y solicitó su inclusión en el padrón militar para realizar la conscripción y así obtener derechos políticos, hecho inusitado y arriesgado para una mujer a comienzos del siglo XX. La lucha y la búsqueda de reivindicaciones no se quedaron, señalan Ana Laura y Sol Lanteri ; Julieta combinó la lucha por los derechos cívicos con reivindicaciones del mundo del trabajo, participando en diversas solicitudes por los derechos laborales de la mujer y de los niños. Otro hecho subversivo de Julieta Lanteri, se dio cuando su figura disputó el “tipo femenino” coetáneo: se casó — tardíamente para aquel entonces— a los 36 años con Alberto Luis Renshaw, un hombre de ascendencia norteamericana catorce años menor y sin trascendencia pública. Claro, que el matrimonio no fue una excusa para que se quedara haciendo los quehaceres domésticos, por el contrario” fue una profesional de la medicina, alejándose del estereotipo tradicional de ama de casa”, subrayan las investigadoras. Su rebeldía tuvo otro punto, fue la única mujer de su generación que no se afilió a un partido político tradicional. Ella cuestionó —con un fuerte sentido del humor— las estructuras tradicionales y patriarcales además de las prácticas políticas de la época.. En efecto, el debate y la práctica pública en materia de derechos cívicos femeninos en el período 1912–1945 tuvieron un resultado dispar, en el marco de un movimiento feminista no homogéneo y de una convulsionada vida política nacional. Según resumieron tuvo lugar entonces “la consolidación del movimiento sufragista local caracterizado por la creciente tendencia universalista en la demanda sufragista, el aumento de la presentación de proyectos formales en las legislaturas, experiencias de elecciones municipales (…), la llegada a un parlamento provincial de una mujer y la problematización de las desigualdades de poder y género en los partidos políticos —planteada fundamentalmente por las radicales. Para Julieta Lanteri” la práctica formal del voto no agotaba los mecanismos de la acción política, por lo que se interesó en la conformación de un partido. Por tanto, en 1919 creó el Partido Feminista Nacional —que proponía además la igualdad de hijos legítimos e ilegítimos y el divorcio vincular— y profundizó la acción, al participar de dos simulacros electorales en base a la experiencia internacional de las sufragistas. Por este tema —el simulacro de voto— se enfrentó particularmente con la incansable”, explican ambas autoras con Alicia Moreau de Justo, pues según esta decía “…porque así como la mujer no puede prestarse a un simulacro de maternidad, jamás debe prestarse a un simulacro de vida cívica, nueva maternidad de las democracias”. De hecho, el discurso de politización de la maternidad “encarnó, así, en una práctica de representación”. Julieta Lanteri sostuvo que si las mujeres podían obtenerla “con su maternidad brindarían bondades sociales a la vida del país”. Sin embargo, su demanda de oficializar la lista electoral que encabezaba fue infructuosa. Desde entonces, fortaleció su estrategia y fue candidata a elecciones de distinto tipo en varias oportunidades sin éxito. Efectivamente, pese a que algunos legisladores de diversas tendencias partidarias presentarán proyectos a tal fin, no se avanzó en la sanción de leyes que avalaran la participación política de la mujer. Lo que sí implicó una transformación jurídica relevante fue la reforma de la legislación civil en 1926. La misma eliminó gran parte de los aspectos de la inferioridad, cómo obtener el consentimiento del marido para trabajar, educarse y testimoniar. Con todo, aunque establecía que la mujer mayor de edad, soltera, viuda o divorciada tenía plena capacidad civil, mantuvo a favor del marido un mandato tácito determinado por la ley para administrar los bienes dotales en tanto no lo revocara. La década de 1930 produjo lamentablemente una alteración de los progresos sufragistas. El golpe de Estado encabezado por Félix Uriburu en 1930 fue la oportunidad para que las agrupaciones de derecha alcanzaran gran visibilidad pública.16 Por ese entonces y luego de varios años de lucha y vaivenes, Julieta atravesaba problemas económicos y deudas varias. En agosto de 1927 la justicia federal de La Plata había dictado sentencia en su contra con costas sobre su pedido de enrolamiento, apelando infructuosamente a la Cámara Federal y luego a la Corte Suprema de Justicia. En este marco, Julieta desarrolló un tratamiento profesional contra la calvicie masculina al tiempo que realizó uno de sus últimos intentos electorales en marzo de 1930. Dos años después, el 23 de febrero de 1932 fue atropellada en Diagonal Norte y Suipacha en la ciudad de Buenos Aires y luego de dos días de agonía murió en el Hospital Rawson. Recién en 1947, bajo el influjo del peronismo, el sufragio femenino fue conquistado y ejercido por primera vez el 11 de noviembre de 1951. Los anhelos y la lucha de Julieta Lanteri y otras muchas mujeres cristalizaron así décadas después. Aunque hoy también, en palabras de Julieta, “arden fogatas de emancipación femenina, venciendo rancios prejuicios y dejando de implorar sus derechos. Éstos no se mendigan, se conquistan”, e igualmente van más allá de la constitución de la mujer como sujeto político. Nos hacemos eco entonces de las deudas señaladas en diversos ámbitos: subordinación social y laboral, cupo de representación en el Congreso Nacional, separación de la Iglesia y el Estado, entre otros. Porque ya nos vieron, porque todas unidas somos el legado de Julieta Lanteri, finalizan. Fuente Lanteri, Ana Laura y Lanteri Sol ( 2018) “Los derechos no se mendigan”, ”( Notas sobre Julieta Lanteri y el sufragismo femenino argentino en la primeras décadas del siglo xx"), Conicet Digital.

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