La nota publicada como editorial, marcando la posición del diario, fue publicada en Clarín en Julio de 2002 cuando habían pasado pocos días del octavo aniversario del atentado a la AMIA. alertaba y remarcaba una frase que estaba presente desde los comienzos de la investigación y se acentuaría hasta la actualidad a 22 años de la explosión de la mutal judía:" el peligro de impunidad".
Sin precisiones y sin culpables, Clarín que había apoyado la política de Carlos Menem, aunque fue también responsable de las denuncias de corrupción que acecharon los 10 años del menemato, subrayaba que sin voluntad política y sin presión genuina todo seguiría como hasta entonces, con declaraciones de rigor, falsas condolencias y dobles discursos", modelos que profundizaron quienes siguieron a Menem en la presidencia argentina: declamaciones aún ante organismos internacionales y acuerdos oscuros con países que acusados de perpetrar el atentado jamás se prestaron a ponerse a disposición de la Justicia y hasta el nombramiento del responsable de la Policía de la metropolí más importante del país a un hombre acusado de encubrir el atentado.
El 22 de Julio de 2002 con Eduardo Duhalde como presidente, Clarín reflejaba lo que ya era una constante desde el 18 de Julio de 1994 ( y se mantiene hasta hoy, transcurridos 22 años:"Siguen pesando el dolor, la memoria y la indignante frustración por las irregularidades cometidas en la investigación, que pueden terminar en impunidad para sus responsables".
Otro aspecto fundamental para la falta de esclarecimiento era la inoperancia de la Justicia:" La investigación del atentado a la AMIA se convirtió en la mayor de toda la historia de la Justicia argentina, pero ha sido signada por la improvisación, la impericia, y la negligencia", enfatizaba Clarín.
Para completar la falta de luces de la Justicia, había que sumarle " las trampas", que revelaban, según sostenía Clarín :" Un gran cono de sombra sobre la voluntad genuina —política y judicial— de esclarecer los hechos".
Para Clarín el atentado a la AMIA era un parte aguas en la Argentina, si bien había sido precedido por el atentado a la Embajada de Israel en 1992 ( la investigación aquí también sigue en fojas cero), era una representación extranjera, por lo que había una distancia en cuanto a la visibilidad hacia la sociedad.
Sin embargo, el 18 de julio de 1994, el marco era diferente, la AMIA participaba en ámbitos que excedían la comunidad judía:"El país sufrió la más grave y repudiable agresión terrorista que una nación puede recibir: la que se descarga sobre población civil y sobre instituciones comunitarias por el solo hecho de su pertenencia religiosa o identidad cultural", indicaban desde el diario.
Los involucrados eran muchos, ellos en forma deliberada habían actuado para que nada se sepa :"Los graves errores cometidos en la sustanciación de la causa involucran a los policías que actuaron inicialmente en el caso, a los agentes de la SIDE que perdieron pruebas y al propio juez Juan José Galeano, que habría avalado un pago extrajudicial a uno de los detenidos a cambio de su colaboración"
Recordaba Clarín en 2002"Hace 10 meses se inició el juicio oral y público contra cinco personas que están acusadas de ser parte de la conexión local del atentado. Son ellos un ladrón de autos y cuatro policías con prontuario, que habrían conseguido la camioneta que se utilizó como coche bomba. Más allá de si estas personas fueron o no responsables de los hechos por los que están imputados, la circunstancia de que sean los únicos enjuiciados habla por sí sola del cortísimo alcance de una investigación que tiene enormes déficit", aludiendo que se omitía buscar a quienes lo planearon internacionalmente y quienes dieron el visto bueno en Buenos Aires a los "peces gordos", como se los llama habitualmente.
Los peces gordos había que buscarlos , acentuaba Clarín 14 años atrás en:"El poder político, de quien dependen los organismos de seguridad y control fronterizo y la propia Cancillería — en virtud de sus gruesos errores en la investigación". Ellos estuvieron:" Muy lejos de asumir la responsabilidad que le cabía, sobre todo en el esclarecimiento de la conexión internacional. Máxime cuando desde el primer día se sospechó que el atentado había sido ordenado por grupos terroristas del Hezbollah, en el marco de la guerra de Oriente Medio y en queja por la política exterior que tenía en su momento el presidente Carlos Menem", insistían.
El artículo, que vale recalcar fue escrito en 2002, remarcaba la situación que mantiene su vigor:" El dolor que perdura por lo sucedido y la necesidad de evitar un hecho similar, reavivan el deber de alcanzar la verdad y la obligación de evitar que los responsables queden impunes".
Fuente: El atentado a la AMIA y el peligro de impunidad, Clarín 22 de Julio de 2002
http://edant.clarin.com/diario/2002/07/22/o-01801.htm
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