domingo, 6 de abril de 2014

LA RESPUESTA DADA POR LOS MILITARES A LA GUERRILLA, FUE FEROZ CLANDESTINA Y COBARDE, LA REPRESIÒN SE TRADUJO EN LA ADOPCIÓN DE LOS MISMOS MÉTODOS CRIMINALES, PERO RENUNCIANDO A LA ETICIDAD;ESTUVIMOS EN PRESENCIA DE OTRO TERRORISMO, EL DE ESTADO QUE REPRODUJO EN SI MISMO LOS MALES QUE DECÍA COMBATIR ( FISCAL JULIO STRASSERRA, JUICIO A LAS JUNTAS, 1985)

 El debate sobre la inseguridad en la que se vive hoy en la Argentina y  los llamados”linchamientos”, que se ven agravados cuando se intenta imponer la discusión en torno a la “justicia por mano propia” y las comparaciones con lo sufrido durante la dictadura, son erradas de cabo a rabo.

En ese sentido, al releer el extracto de la Acusación del fiscal Julio Strassera en el Juicio a las Juntas Militares en 1985, entiendo que aún con mis enormes disidencias con el actual gobierno, la situación actual dista mucho de lo que se sufría en la Argentina de los ’70. Si bien, era muy chico cuando la dictadura asumió el gobierno, he leído abundante bibliografía relacionada con esos años.

Esto decía el fiscal Julio Strassera en el Juicio a las Juntas Militares denostando a quienes acusaban a Montoneros y el ERP como únicos responsables de la violencia:”La violencia, señores jueces, no era obra exclusiva de la izquierda revolucionaria como en vano se ha pretendido demostrar en este juicio".Recordó la existencia de la sobre la actuación de  la Triple A, o Alianza Anticomunista Argentina, al que calificó como un “ grupo terrorista especializado en la supresión de ciertos ciudadanos que cometían el delito de pensar”.

En tanto, alababa a las víctimas del terrorismo de Estado por no buscar venganza ni justicia por mano propia :”pues no exigirán tan solo el castigo de los delitos cometidos en su perjuicio. Abogarán, en cambio, para que ese ineludible acto de justicia sirva también para condenar el uso de la violencia como instrumento político”. 
Entiendo que a casi 30 años de ese alegato el debate se mantiene y se impone rever la actuación de la Justicia argentina.

Sin embargo, nada hay en común hoy con lo afirmado por el Dr. Strassera: "Los guerrilleros secuestraban, torturaban y mataban. ¿Y qué hizo el Estado para combatirlos? :Secuestrar, torturar y matar en una escala infinitamente mayor y, lo que es más grave, al margen del orden jurídico instalado por él mismo, cuyo marco pretendía mostrarnos como excedido por los sediciosos.
El texto rescata otras asimismo, otras afirmaciones que copio a continuación:”Señores jueces: La comunidad argentina en particular, pero también la conciencia jurídica universal me han encomendado la augusta misión de presentarme ante ustedes para reclamar justicia.

Razones técnicas y fácticas tales como la ausencia de un tipo penal específico en nuestro derecho interno que describa acabadamente esta forma de delincuencia que hoy se enjuicia aquí y la imposibilidad de considerar uno por uno los miles de casos individuales--, me han determinado a exhibir, a lo largo de diecisiete dramáticas semanas de audiencia, tan solo 709 casos que no agotan, por cierto, el escalofriante número de víctimas que ocasionó, lo que podríamos calificar como el mayor genocidio que registra la joven historia de nuestro país.

Pero no estoy solo en esta empresa. Me acompañan en el reclamo más de nueve mil desaparecidos que han dejado, a través de las voces de aquellos que tuvieron la suerte de volver de las sombras, su mudo pero no por ello menos elocuente testimonio acusador.

Empero, ellos serán mucho más generosos que sus verdugos, pues no exigirán tan solo el castigo de los delitos cometidos en su perjuicio. Abogarán, en cambio, para que ese ineludible acto de justicia sirva también para condenar el uso de la violencia como instrumento político, venga ella de donde viniere; para desterrar la idea de que existen "muertes buenas" y "muertes malas" según sea bueno o malo el que las cause o el que las sufra.

Si de este modo logramos sustituir aquel fanático "Viva la muerte" conque Millán Astray reivindicaba su perversa doctrina por un "Viva la vida" en rescate de los valores éticos sobre los cuales esta Nación fue fundada, habremos de darnos por satisfechos...

Pero la violencia, señores jueces, no era obra exclusiva de la izquierda revolucionaria como en vano se ha pretendido demostrar en este juicio.

Paralela y coetáneamente con aquella aparece en la escena nacional una organización particularmente siniestra, que nada tuvo que envidiar a la guerrilla; me refiero a las Tres A, o Alianza Anticomunista Argentina, grupo terrorista especializado en la supresión de ciertos ciudadanos que cometían el delito de pensar. Curiosamente, desde las esferas oficiales sus integrantes no eran considerados subversivos, sino una reacción necesaria de defensa social.

Pero mucho más grave que la desfachatada justificación desde el gobierno, es el hecho incontrovertible que las Tres A desaparecen de la escena a partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. ¿Porque, señores jueces? desde 
 esa fecha en adelante la más empeñosa búsqueda para detectar un hecho de esa organización resulta estéril. ¿Por qué? La respuesta es obvia; porque se integran al Estado. Porque la complicidad tolerante cedió paso a la acción directa, pasando sus miembros a revistar en los cuadros permanentes de la represión bajo la forma de las temibles patotas".

De otra manera, los anónimos operativos de detención en horas de la madrugada practicados por pandillas disfrazadas, carecían de explicación…”El cuadro de violencia imperante en el país cuando tres de los hoy procesados deciden, una vez más en nombre de las Fuerzas Armadas, tomar por asalto el poder despreciando la voluntad popular.


¿Y cuál fue la respuesta, luego de éste, que se dio desde el Estado a la guerrilla subversiva?-Para calificarla, señores jueces, me bastan tres palabras. Feroz, clandestina y cobarde. Porque si bien resulta inexcusable admitir la necesidad y la legitimidad de la represión de aquellas organizaciones que hacen de la violencia su herramienta de lucha política, a fin de defender los valores de la democracia, del mismo modo ha de admitirse que cuando esa represión se traduce en la adopción de los mismos métodos criminales de aquellas organizaciones, renunciando a la eticidad, nos encontramos en presencia de otro terrorismo; el del Estado, que reproduce en sí mismo los males que dice combatir.

Los guerrilleros secuestraban, torturaban y mataban. Y ¿qué hizo el Estado para combatirlos? Secuestrar, torturar y matar en una escala infinitamente mayor y, lo que es más grave, al margen del orden jurídico instalado por él mismo, cuyo marco pretendía mostrarnos como excedido por los sediciosos.

Y de aquí, señores jueces, se derivaron consecuencias mucho más graves para el orden jurídico. Al suprimirse el juicio, se produjo una verdadera subversión jurídica; se sustituyó la denuncia por la delación, el interrogatorio por la tortura y la sentencia razonada por el gesto neroniano del pulgar hacia abajo.

No existió entonces patrón de conducta al cual la víctima podía someterse para estar a cubierto de una posible injuria.El terrorismo de Estado la ponía en una situación de absoluta impotencia en lo concerniente a la determinación de su conducta y, por ende, en la decisión de su destino. El carácter arbitrario e indiscriminado de la represión sitúa el centro de la suerte de la victima fuera de ésta, pero continúa considerándola responsable de una conducta que no sólo no decide, sino que incluso no puede llegar a comprender.

Fuente:Acusación del fiscal Julio Strassera, Extracto,Juicio a las Juntas Militares. Año 1985 http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/juicios/juntas/acusa.htm

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