“La
polémica intervención del INDEC, los Índices de la discordia”, es el título del
artículo publicado en Octubre de 2007 por el economista especializado en
economía política, Javier Lindenboim. En
un rechazo tajante a los guarismos del Estado, manifestaba: “La comparación de
la evolución del IPC Gran Buenos Aires con el indicador de trece jurisdicciones
refleja la profunda distorsión generada por la manipulación en el Indec”.´
Asimismo agregaba en el estudio de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA:”Difícilmente
pueda imaginarse un Estado moderno que prescinda de un sistema ordenado de
estadísticas o que no procure mantener un sistema transparente y basado en las
mejores técnicas y prácticas o que no busque su constante mejoramiento.Todo
ello requiere, entre otras cosas, garantizar tanto la calidad intrínseca del
dato producido como velar porque éste pueda ser adecuadamente comparado históricamente”.
Esto
no significa que una serie no deba ser modificada, todo lo contrario. De hecho,
en la Argentina antes de llegar al índice de precios al consumidor vigente
desde 1999 se dispuso de media docena de antecedentes. Claro que cada uno de tales
cambios fue resultado de minuciosos
estudios que partieron de precisar el cometido principal que se buscaba, el universo
de representación deseado y demás atributos.
Hoy,
en su lugar hemos asistido desde hace un año aproximadamente a toscos esfuerzos
por lograr que el IPC (correspondiente a la ciudad de Buenos Aires y su entorno inmediato) dejara de reflejar la realidad y,
en cambio, sólo satisfaga las apetencias por mostrar un mundo carente de
dificultades y conflictos. Es decir, valores resultantes no de una metodología
establecida sino de las indicaciones de las autoridades de turno.
Probablemente
quienes operaron en tal sentido no fueron conscientes del daño poco menos que
irreparable que se infligía no sólo a la institución Indec sino a un bien
que cuesta mucho lograr, que es la
credibilidad. Credibilidad que refiere no sólo a la confianza en los resultados
obtenidos de sus procesamientos sino también credibilidad por parte de quienes
como ciudadanos proporcionan la información que sustenta aquellos resultados
construidos por los técnicos.
…”Los
planteos que asomaron en estos días sobre que
hace falta un cambio de metodología se destruyen en sus mismos términos
puesto que en este año iba a operarse el inicio del cambio metodológico, pero
con los recaudos apropiados y no en base a misteriosas y nocturnas manipulaciones.
Además, ningún cambio en adelante será válido si no se recalculan los datos de
todo el año en curso. Ese será el camino para conciliar al estadista con la
estadística.
Javier
Lindenboim: Licenciado en Economía Política. Investigador independiente del CONICET,
profesor regular de la Universidad de Buenos Aires (Facultad de Ciencias
Económicas/UBA). Director del CEPED (Centro de Estudios sobre Población, Empleo
y Desarrollo) del Instituto de Investigaciones Económicas (FCE/UBA).
Especialista en temas laborales y de desarrollo urbano-regional. Es autor de
más de 100 publicaciones nacionales e internacionales y de un número similar de
presentaciones en eventos y universidades del país y del extranjero.
Fuente: La polémica intervención del INDEC Indices de la discordia,
Facultad de Ciencias Económicas (
UBA; 2007)
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