martes, 30 de abril de 2024

Iom Ha Shoà ve ha gburà, Dìa del Holocausto y el Heroìsmo :" no es conveniente arrojar cadáveres ensangrentados cuando se trata del delicada transmiiòn deHolocausto ( Jack Fuchs, sobreviviente)

Toda esta tragedia judía es al mismo tiempo una tragedia universal. En verdad, no soy un sobreviviente sino un resucitado. Después del fin de la guerra, seguían muriendo infinidad de personas. Y las que sobrevivían no soñaban con la venganza. Yo no sé si eso está bien o mal, pero, por mi parte, yo tampoco soñaba con vengarme. Sólo pensaba en cómo recomenzar, una vez más, a vivir”, explicó en Tiempo de recordar Jack Fuchs, Nacido en Lodz, Polonia, en 1924, en una familia judía, fue el segundo de cuatro hermanos. El 8 de septiembre de 1939, a poco de desatada la Segunda Guerra Mundial, la armada alemana, que acababa de invadir Polonia, se apoderó de Lodz. Al año siguiente, ya quinceañero, fue encerrado, junto a toda su familia, en el gueto de su ciudad, uno de los primeros que crearon los nazis. Allí permaneció encerrado cinco años y luego fue transferido, en agosto del 44, al campo de concentración de Auschwitz, donde vio por última vez a sus padres y a sus hermanos, que no sobrevivieron al campo. Fue rápidamente seleccionado para ir a trabajar al campo de Dachau, donde permaneció prisionero hasta el fin de la guerra. Tenía 21 años y sólo pesaba 38 kilos cuando terminó el horror. Padecía tifus y tuberculosis; y como pudo llegó a una granja de donde más tarde fue llevado hasta Saint Ottilien, un antiguo monasterio transformado en hospital. Fue allí donde, como solía decir, “volvió a nacer”. Muchos años más tarde, en 2010 en Pàgina 12, contó que, apenas empezando a recuperarse físicamente de las secuelas de los campos, rechazó el ofrecimiento de una tía instalada en la Argentina y se fue a los Estados Unidos: “Debieron pasar muchos años y muchos divanes para que me percatara del miedo que en aquel entonces había tenido, de enfrentar las preguntas que mi tía podría haberme hecho. ¿Qué pasó con tu mamá? ¿Y con tu papá? ¿Qué, con tus hermanos? ¿Y tus primos? Yo me había negado, tajante, a exhumar esos recuerdos sin lápida”. En 1946 llegó a Nueva York y vivió en Brooklyn, con ayuda del International Rescue Committee. Recién en 1963 se estableció definitivamente en la Argentina, donde se casó con una mujer de familia francesa y armaron un negocio de confección de ropa. “Uno no puede vivir con un dolor. La naturaleza misma te ayuda, hace un filtro. Uno no se propone recordar ni se compromete a no olvidar. La gente sigue”, expresó. Y confesó que nunca relató a su hija ni a sus nietas su experiencia en los campos nazis. En 1993, al cabo de medio siglo de silencio, Jack Fuchs fue interrogado por la Fundación Steven Spielberg, cuyo objetivo es recoger y conservar los testimonios de los sobrevivientes del holocausto. Desde entonces, salió de su mutismo y se dedicó con intensidad a hacer conocer la Shoah. Para eso dio innumerables conferencias en instituciones, escuelas y universidades y publicó libros en los que relató su experiencia, entre los que se destacan Tiempo de recordar (1995) y Dilemas de la memoria (2006), que describe el período que va desde su infancia en Lodz hasta Auschwitz. De todas maneras, los intereses de Fuchs fueron de un alcance mucho más general y reflexionó sobre la discriminación, los derechos humanos, y sobre todo acerca del silencio del que es capaz la humanidad cuando se enfrenta a un crimen en el momento en que se está cometiendo. Y puso en un plano de igualdad (en ese aspecto), la Shoah, Hiroshima y Dresde. “El fin de la guerra significó para mí, como sobreviviente, el comienzo de un duelo que me acompaña hasta hoy. También significó iniciar un camino para intentar comprender la siniestra dimensión de los crímenes que ocurrieron, la naturaleza de esa pesadilla y lo oscuro y estremecedor que resulta el fantasma de la guerra del hombre contra sí mismo, más allá de las infinitas justificaciones que utilicen los seres humanos para convencerse de sus motivaciones. Es ésa la guerra que está detrás de todas las demás”, expresó en 2006 a Página 12. Por su trabajo y su compromiso con los derechos humanos, en julio de 2010 la Legislatura porteña lo nombró Ciudadano Ilustre. Hace unos años, luego de un viaje de vuelta a Polonia y de una recorrida por los lugares que marcaron su vida y los campos de concentración transformados en museos y sitios de memoria, reflexionó: “Ocho días en Auschwitz fueron una eternidad, ocho horas en Auschwitz fueron una eternidad, porque todo estaba limpio, no quedaba nadie. Es muy difícil que la gente entienda esto y al sobreviviente”. Fuchs negaba que los aliados hayan liberado Auschwitz, sostenía con rigor que “Los aliados permitieron que durante toda la guerra la matanza se ejecutara sin obstáculos. “Hoy, escribo esta nota y me es difícil retroceder en el tiempo y verme en el planeta Auschwitz (digo planeta irónicamente, para evocar la idea de que la tierra, los hombres, no podrían dar forma a una máquina semejante de muerte, pero sin embargo fue en la en la tierra y son los hombres), donde los SS eran dioses siniestros que decidían sobre la vida y la muerte a cada momento. Henry Ibsen dijo que la mayoría no siempre tiene razón. Las Naciones Unidas, todas las organizaciones que preparan actos para la ocasión, la mayor parte de la prensa mundial hablan en estos días de la “Liberación” de Auschwitz, para mí se trata de una ironía de mal gusto, no puedo pensarlo de otro modo, quizá se trata sólo de una imprecisión en el lenguaje, quizá las cosas van más rápido que el lenguaje, pero no creo en esta interpretación, las palabras siguen hablando y a su modo dan cuenta siempre, fatalmente, de la verdad que ponen a cada momento en juego: las palabras y la verdad de lo que dicen y ensombrecen” Con una mirada crítica interrogaba ¿,Yo pregunto! o (me gustaría escribir como Zola: yo acuso, pero me reservo esa gravedad y ese entusiasmo ya un poco anacrónicos), ahora, 60 años más tarde, señores: ¿por qué los campos nunca fueron liberados? Y más, pregunto: ¿es la misma persona, soy el mismo, que hace 60 años, hasta unos meses antes, caminaba, si puede llamarse a eso caminar, entre los pabellones? . Fuchs reprobaba lo escrito en la entrada de Auschwitz :” Una placa escrita en 19 lenguas (hasta 1991 ese texto no figuraba ni en idish ni en hebreo), que pretende dar testimonio universal de la tragedia. Se lamentaba que se lo iguale a, por ejemplo a la casa del poeta Víctor Hugo “ Cuando el turista se pasea por Le Marais, en París y lee “aquí vivió Víctor Hugo”, el turista se detiene, se estremece, dice “Ah, la casa de Víctor Hugo”, y después sigue, hay muchas otras cosas para ver, se hace t! arde y quiere volver a su cuarto de hotel, sacarse los zapatos y tomar una ducha. Finalmente, dejó una frase en el documental que se hizo sobre su vida: ”El árbol de la Muralla”, en relación lo que hay que hacer cuando se relata la Shoá "no es conveniente arrojar cadáveres ensangrentados cuando se trata del delicado arte de la transmisión del Holocausto". A su vez el director del filme, reflexionó sobre su obra :” Y lo que él y su equipo intentaron: respetar esa idea para no caer en "la pornografía del horror, punto de vista que obtura cualquier posibilidad de llegar a algún grado de reflexión". Fuentes: Lòpez Fernando (2013) Dar testimonio sin odio, La Naciòn,Buenos Aires. Fuchs,Jacks ( 1995) “Tiempo de recordar”, Milà ,Buenos Aires. Jack Fuchs: «Auschwitz y la Shoá crearon un universo que nadie pudo entender, Educ.ar La última muerte de Jack Fuchs, Pàgina12, 26 de agosto de 2017 -

lunes, 29 de abril de 2024

1 de Mayo: Día internacional de las trabajadoras y trabajadores, las voces de las mujeres :que el género no sea tomado como categoría diferencial para separar y/o excluir.

El Día Internacional de las trabajadoras y los trabajadores, 1 de Mayo, se nos presenta como una jornada donde se reconocen y realizan diferentes reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras. En 1886 fueron ejecutados trabajadores de Estados Unidos tras realizar una serie de huelgas en reclamo de mejores condiciones laborales. Estos trabajadores fueron bautizados posteriormente como los Mártires de Chicago y es en su homenaje que se conmemora este día. En los registros históricos fotográficos generalmente encontramos imágenes de varones relacionados a movimientos socialistas y anarquistas. En correlato con el fuerte trabajo priorizando a la ESI como pedagogía del cuidado y desde las perspectiva de género proponemos también visibilizar a las mujeres quienes tuvieron y tienen un rol clave, pero no mencionado, en la celebración de éste día. Es por ello que consideramos fundamental acercar la historia del movimiento obrero también a través de la lucha feminista, sector fundamental pero muchas veces olvidado en la busqueda de equidad en el mundo laboral. Desde esta perspectiva consideramos importante vincular otros acontecimientos históricos como el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, en el que se recuerda a un grupo de mujeres costureras de la fábrica Cotton Textile Factory quienes en el año 1908 se proclamaron en huelga por la reducción de la jornada laboral a 10 horas, salario igualitario al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y mejora en las condiciones de trabajo. Los dueños encerraron a las trabajadoras obligándolas a permanecer dentro del establecimiento y provocaron un incendio en su interior que provocó la muerte de 129 de ellas. Los hechos mencionados son de gran relevancia para el movimiento obrero internacional y, sin embargo, el peso que tienen dentro de la esfera pública no es el mismo. Reciéntemente en el año 2017, diferentes grupos dentro del movimiento feminista lograron impulsar el primer Paro Internacional de Mujeres bajo el lema “si nosotras paramos, se para el mundo” con el objetivo de visibilizar las desigualdades sociales, económicas y culturales que enfrentamos las mujeres y las disidencias sexuales. Si bien, la manifestación se realizó en alrededor de 50 países y muchas mujeres pudieron visibilizar estos reclamos, numerosas trabajadoras, pertenecientes tanto a la economía formal y como a la informal, les fue imposible ausentarse de sus espacios de trabajo para unirse a la lucha, ya que el 8 de marzo sigue siendo un día laborable. La autora italiana Silvia Federici en su obra “Calibán y la Bruja”¹ desarrolla la idea de “domesticación” de las mujeres durante el proceso de acumulación capitalista a partir de la caza de brujas. Así la redefinición de la feminidad y la masculinidad estableció lo que conocemos como “división sexual del trabajo”. Es decir, la diferencia clara entre el trabajo productivo en manos de los varones y las tareas del hogar y reproductivas en manos de las mujeres. De esta manera, el salario establece un supuesto de trato justo en donde percibir una remuneración significa formar parte de un contrato social y ser reconocido como “trabajador”. La lucha y el reclamo sostenido de colectivos feministas y agrupaciones promueven la equidad de género. Políticas públicas, dando respuestas, avanzan sobre el reconocimiento y concreción de Derechos, entre ellas podemos nombrar: Ley 27499: Ley Micaela de capacitación obligatoria en género para todas las personas que integran los poderes del estado. Ley 27636 Ley de promoción de acceso al empleo formal para personas travestis,transexuales y transgénero "Diana Sacayan-Loahana Berkins". Ley 26485 Ley de Protección Integral a las Mujeres. Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia. Ley 27580 Convenio sobre la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Ley 27412 Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política. Ley 26743 Identidad de Género. Ley 13010 Derechos Políticos de la Mujer. Lo aquí expresado se complementa y amplía en los contenidos de las siguientes publicaciones: 1 de mayo: Día de los trabajadores y las trabajadoras | Campus Educativo El 1 de Mayo nos convoca a reflexionar sobre la igualdad de condiciones y oportunidades para lograr que cada una de las personas se posicionen por encima de las diferencias y que el género no sea tomado como categoría diferencial para separar y/o excluir. Nos encontramos en pleno proceso de cambio donde las acciones educativas y rol docente como garantes de derechos nos sitúan en un lugar de compromiso y responsabilidad social. Referencias: https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Caliban%20y%20la%20bruja-TdS.pdf Bibliografía consultada: Federici, Silvia. Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria. – 1a ed. – Buenos Aires: Tinta Limón, 2010 Gentili, Pablo. LA EXCLUSIÓN Y LA ESCUELA: el apartheid educativo como política de ocultamiento. Laboratorio de Políticas Públicas (LPP) Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) 2021. Rodríguez Enríquez, C: “ECONOMÍA DEL CUIDADO Y POLÍTICA ECONÓMICA: Una aproximación a sus interrelaciones “, 2005 Equipo provincial de Educación Sexual Integral. “Día de los trabajadores y las trabajadoras”. Ministerio de Educación de Santa Fe. 2021 Equipo pedagógico de Educación Inicial. “La dignidad del trabajo”. Ministerio de Educación de Santa Fe. 2020 Sitios consultados: http://www.sociales.uba.ar/ Imagen de placa: Manifestación, Antonio Berni. Año: 1934 fuente:Campus Educativo, Ministerio de Educaciòn de la Provincia de Santa Fe, 2022.

domingo, 28 de abril de 2024

Brindo porque, en un futuro muy cercano, nuestra amada Universidad Pública esté funcionando a pleno y cada vez con más estudiantes, porque nuestras instituciones y medios culturales puedan trabajar por entero y con todo su personal para el desarrollo y la difusión de nuestra cultura; ( Liliana Heker, inauguraciòn de la Feria del Libro2024) 2024

Discurso de Liliana Heker Inauguración de la 48.° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires Quiero celebrar de manera muy especial esta Feria y, en particular, al objeto impar que la convoca: el libro. En cierto modo, siento algo similar a lo que, medio siglo atrás, experimenté en mi primera feria. Y no se preocupen por hacer cuentas: tengo muy claro que esta, tal como se la conoce quienes no lo vivieron que hubo ensayos anteriores – lo investigué hace poco para apuntalar mi recuerdo—, ferias más o menos callejeras organizadas por la Sociedad Argentina de Escritores. Esa de hace medio siglo fue para mi historia personal una Feria del Libro con todas las de la ley y la viví con una intensidad irrepetible. Me recuerdo, radiante de felicidad, recorriendo los stands junto a mucha gente que parecía tan entusiasmada como yo, y vendiendo números atrasados de El escarabajo oro en un pequeño puesto editores independientes que nos habían cedido un espacio, y hasta firmando a una lectora desconocida un ejemplar de mi libro Acuario, publicado gracias a ese emprendimiento cultural extraordinario que fue el Centro Editor de América Latina, arrasado pocos años después por la dictadura cívico-militar. Esa Feria fue singular para mí porque fue la primera. Y siento que esta también lo es, aunque por otros motivos. Presumo que muchos de ustedes se estarán preguntando algo similar a lo que, durante los últimos tres meses, me estuve preguntando yo: ¿tiene sentido celebrar esta nueva emisión de la Feria del Libro en un país en el que día a día crecen la pobreza y la indigencia, hay millares de despidos sin fundamento, la salud y la educación pública están en emergencia, la obra pública fue cancelada, nuestras universidades son desfinanciadas al punto de correr el riesgo de cerrar sus puertas, la investigación científica y tecnológica y el ejercicio de la ciencia y la tecnología están siendo devastados, toda institución o medio que favorece el desarrollo y la difusión de la cultura ha sido desvirtuado o borrado, se entregan nuestras riquezas naturales y el Estado. parece ausente aun en caso de epidemia? Confieso que más de una vez una noticia de último momento hizo tambalear este texto mío aun antes de que empezara a darle forma. Y sin embargo acá estoy, celebrando, como hace medio siglo en mi primera Feria, el estar rodeada de libros y de una concurrencia que, sospecho, en buena medida viene acá porque anda buscando algo preciso o tal vez difuso que espera encontrar en un libro. Ahí está el punto: creo que el libro adquiere una significación muy especial en estos momentos. Por la inagotable diversidad de posibilidades que implica, y por ser el exponente de un amplísimo registro del conocimiento y del arte, me parece atinado instalarlo como un justo representante de todo lo que hoy es atacado en el campo de la cultura. Reivindicarlo entonces se me hace una cuestión imperiosa. Y no como autora, aunque la escritura sea el trabajo que amo: no es ese trabajo mío y privado el que corre riesgo. Aun durante la dictadura, dentro del pequeño ámbito de libertad de las cuatro paredes de mi pieza seguí escribiendo y ese trabajo y nuestra revista me sostuvieron en esa época de brutalidad inédita. Y estoy convencida de que, quienes nos dedicamos al trabajo creador, seguiremos encontrando también ahora nuevas motivaciones y nuevas formas de expresarnos y de estar presentes. Teatro Abierto fue una presencia muy fuerte durante la dictadura, y el Teatro Comunitario, una expresión luminosa en la crisis del 2001; no vamos a resignarnos al silencio, de eso no me cabe duda. Pero lo que quiero reivindicar reivindicar la lectura. En primer lugar, la lectura de ficciones, esa aventura maravillosa que algunos tuvimos la fortuna de experimentar desde chicos; la posibilidad de que se nos amplíe infinitamente el campo de nuestra experiencia, de que mundos desconocidos, o aun puramente imaginados o soñados o temidos se abran ante nosotros; de que todo sentimiento humano, por elevado o miserable que sea, -el heroísmo, el crimen, la demencia, la belleza, el dolor, la pérdida, el disparate, el absurdo, el miedo, el horror, la muerte-, se nos revelen en crudo de tal modo que nos ayudan a conocer a otros y a conocernos, a conmovernos con el dolor ajeno, a indignarnos con la injusticia y a apreciar hasta límites inesperados la belleza; a entablar, en suma, ese diálogo privado con un poema, con un cuento, con una novela, que nos permite interpretar e interpelar al texto, ambiguo e inagotable por su propia naturaleza, e ir descubriéndole sus distintas capas de significación. Y hago extensiva esta lectura múltiple a quien asiste a la puesta de una obra de teatro y a la exhibición de una obra cinematográfica, y también a quien observa una obra pictórica o una escultura o una fotografía artística. La obra de arte, en suma, nos convierte en espectadores-lectores agudos. Nos enseña y nos conmina a leer, no solo cada obra en sí; a leer cualquier dato de la realidad, por encubierto o indeseado que ese dato sea. Y cuando hablo de leer no aludo solo a la creación ficcional o artística. El acto de leer permite un diálogo libre y personal con cada cuestión en la que un lector elige sumergirse. Me refiero a la ciencia, a la filosofía, a la historia, a las religiones, al análisis político o económico o jurídico, al humor, a la mitología, al testimonio, a la biografía. Por eso, al referirme al libro estoy aludiendo a todo el amplio arco de la cultura. Y, en particular, a una condición asociada a la lectura, e irreemplazable: saber leer. No me refiero a “saber leer” en su significación primaria. Aunque también, ya que descifrar letras y palabras, estar alfabetizado, es la base sin la cual no se puede hablar de democracia plena. Hace muy poco, cuando se conmemoraron los cuarenta años de democracia, me pidieron una opinión al respecto. Escribí entonces: “Democracia plena, según lo entiendo, implica un pueblo soberano. Pero para que un pueblo sea realmente soberano tiene que estar en condiciones de elegir libremente, no solo a sus gobernantes, también su destino. Y para que cada uno pueda elegir su propio destino se necesita, ante todo, igualdad de oportunidades. Que cada habitante del país haya recibido y reciba una alimentación completa y nutritiva, que pueda acceder a una excelente educación en todos los niveles, que su salud esté protegida, que pueda conseguir un trabajo que cubra sus necesidades, que tenga una vivienda decente. ¿Hemos alcanzado en los últimos cuarenta años esa meta mínima? Basta mirar un poco a nuestro alrededor para saber que no. Hay mucha miseria en nuestro país, y eso implica que parte del pueblo no es soberano, que no actúa por elección sino por desesperación”. Creo que en esa meta mínima que señalé reside la condición imprescindible para que una persona sepa leer en el sentido amplio al que me referí hace un momento. No se trataría solo de interpretar un texto y extraer de él un conocimiento nuevo o alguna capa profunda de su significación; También de tener la capacidad de leer señales, descifrar gestos, desentrañar intenciones no evidentes, investigar datos; quien sabe leer es capaz de interpretar la realidad más allá de su apariencia más visible, o de la figura que le quieren imponer, o aun de la imagen que él mismo querría que tuviera. Y acá voy acercándome a una cuestión que me importa indagar: por qué esta intención manifiesta, por parte del gobierno, de menoscabar o suprimir toda institución o medio de comunicación que favorezca o divulgue el conocimiento, el desarrollo científico, la creación artística y la formación universitaria. Un intento de explicación que circuló cuando empezó a conocerse parte de estas medidas fue que habrían sido propuestas como una forma de distracción; para que pasaran a segundo plano otras medidas más pesadas, como podría ser la venta de nuestras riquezas naturales y empresas estatales, o la destrucción de la industria nacional y de las pymes en favor de los grandes monopolios. Sin duda una explicación tan ingenua solo podía estar rovocada por la perplejidad inicial. O tal vez fue una manera de eludir toda asociación con la frase tan temible que se le atribuye a Joseph Goebbels: “Cuando escucho la palabra ‘cultura’ desenfundo la pistola”. En cuanto al argumento que se utilizó desde distintas áreas del gobierno de que estas instituciones y medios culturales se llevaban los recursos que deberían estar destinados a los niños hambrientos, me pareció por lo menos sospechoso. Por dos motivos. El primero: con solo explorar mínimamente el modo en que se financia buena parte de estas instituciones se podría advertir que eliminarlas no va siquiera a atenuar el problema del hambre. El segundo porque, de acuerdo a las políticas que se están llevando a cabo, el hambre en sectores cada vez amplios de nuestra sociedad no parece ser una cuestión de interés para el gobierno. El haber dejado de enviar recursos para los comedores comunitarios resulta una prueba bastante nítida, aunque no es la única. A propósito: vi la interminable cola que se formó para acceder a una ración de alimentos al día siguiente de que se anunciara, de manera algo demencial, que cada necesitado debería solicitar por las suyas su ración al Ministerio de Capital Humano. Veinte cuadras tenía la cola, supe después. Y también supe que nunca se atendió a nadie. Antes de que llegara a destino el primer solicitante de la fila, la ventanilla se cerró y a otra cosa mariposa. Semejante crueldad es difícil de concebir, pero ocurrió. Y yo me pregunté: ¿cómo se puede no reaccionar ante una falta tan evidente del más mínimo respeto por un semejante? Y entendí dos cosas: Una: para la funcionaria o funcionario que ordenó cerrar la ventanilla, los que estaban haciendo esa cola no eran sus semejantes. Otra: resistirse a ver la realidad como es puede ser una salida cuando no se ve otra salida. Los que inútilmente estuvieron haciendo cola se negaban, al menos en ese momento, a ver lo que realmente acababa de pasarles. De lo que podría desprenderse algo como esto: que los argentinos no analicemos los mensajes, que no sepamos leer, puede ser a nivel gubernamental un buen modo de evitarse problemas. Y sugiere una explicación probable para el ataque que se viene haciendo a toda institución o medio que favorezca el aprendizaje, el conocimiento, la reflexión, y la actividad cultural en general. El objetivo de ese ataque, conjeturé, sería reducir al máximo el número de los que saben leer: apocar, diríamos, al adversario potencial. Y ya que utilicé un verbo tan borgeano como “conjeturar” voy a recurrir a Borges para tratar de explicarme. En su asombrosa y desopilante nota El arte de injuriar reproduce este episodio citado por De Quincey: “A un caballero, en una discusión teológica o literaria, le arrojaron en la cara un vaso de vino. El agredido no se inmutó y dijo al ofensor: ‘Esto, señor, es una digresión, espero su argumento’”. Saber leer, creo, es advertir que, pese a lo extravagante del impacto, un vaso de vino en la cara carece de argumento. Y, para el estilo de comunicación que viene eligiendo el gobierno, implica una posibilidad riesgosa: que se advierta la falta o la falla de los argumentos. Si cada argentino tuviera la capacidad de saber leer –si contara con los elementos para adquirirla- ¿qué pasaría con los pronunciamientos o exabruptos que se suelen lanzar? ¿Estarían en riesgo de perder su eficacia? Como anticipo pongo un ejemplo: las dos promesas de un bienestar inefable que nos va a compensar de lo mal que lo estamos pasando en la actualidad. La primera: dentro de treinta y cinco años este va a ser un país poderoso; la segunda: Argentina va a volver a ser ese gran país que fue a comienzos del siglo veinte. En cuanto a la primera promesa, el aparente rigor científico que confiere una cifra tan exacta lleva a preguntarse: ¿dónde están los estudios que explican por qué vamos a alcanzar ese estado de bienestar exactamente dentro de treinta y cinco años? Dejando de lado que como consuelo es un poco pobre ya que buena parte de los beneficiarios vamos a estar muertos: de vejez, de hambre, o por falta de medicamentos, lo de los treinta y cinco años me trae a la memoria una expresión que se usaba cuando yo era chica: el año verde. Cuando alguien trataba de acallar algún reclamo nuestro prometiéndonos que lo deseado iba a ocurrir, pero en un futuro que veíamos altamente improbable, decíamos: Sí, esto va a pasar el año verde. En cuanto a la segunda promesa: llegar a ser tan prósperos como un siglo y pico atrás, dejando de lado que, ya de por sí, un retroceso histórico de más de un siglo parece un poco dudoso como ideal, me gustaría saber si quienes se dejaron seducir por esa promesa de prosperidad se preguntaron cómo era realmente el país a comienzos del siglo veinte. ¿Tienen alguna idea de que en esa época había un grupo minoritario al que la sabiduría popular denominó “los de la vaca atada” porque viajaban habitualmente a Europa, y con su propia vaca para que, a sus niños, en el barco, no les faltara la saludable leche nacional, mientras que, en general, el pueblo se moría de hambre? Creo de verdad que quienes promocionan esa meta de retroceder al año 1900 no mienten cuando dicen que ese es el país al que aspiran, pero fuera de estos nuevos representantes de la vaca atada, ¿serán muchos los que quieren vivir según ese modelo? ¿O simplemente no creyeron necesario, o no tuvieron los recursos, para indagar en su significado? Es razonable suponer que sería la confianza en que, por razones diversas, un buen número de argentinos no analiza los mensajes lo que le permite al gobierno largar al ruedo cifras inverificables: una hipotética futura inflación del 15.000 por ciento, pongamos por caso, que no se explica cómo ni cuándo se habría alcanzado pero que –se nos comunica con alegría—no vamos a alcanzar gracias a un plan económico exitoso: celebremos. “La gente está contenta”, le escuché decir al ministro de economía y me pregunté: ¿de qué gente está hablando? ¿Con qué elementos construyó una generalización tan categórica? ¿Caminó alguna vez por la calle?, ¿vio a los que duermen en las veredas?, ¿trató al menos de imaginarse la desesperación de alguien que va a un comedor comunitario para calmar su hambre y ni siquiera allá encuentra comida? ¿Habló con alguno de los que, sin justificación, acaba de ser despedido? ¿O simplemente la frase le pareció simpática y la largó sin mucho problema? Debo decir que en algunos casos la irresponsabilidad verbal es tan desembozada que más bien se parece a un chiste: es el caso del vocero presidencial cuando aclaró que no era cierto que a los jubilados un aumento prometido se les iba a pagar en dos cuotas; no: simplemente se lo haría “en dos momentos distintos”. Si a esta pequeña antología de sinsentidos se le suman ciertos exabruptos al estilo de “El Estado es una organización criminal” o “La justicia social es un concepto aberrante”, se podrá sospechar que muy difícilmente el discurso –o no-discurso— oficial resistiría una lectura mínimamente atenta. En cuanto a la crueldad manifiesta que puede advertirse, por ejemplo, en la explicación de la canciller: ya que los jubilados se van a morir, qué sentido tendría darles préstamos; o en el razonamiento de un diputado: si un padre necesita a su hijo en el taller, es libre de no mandarlo a la escuela; pienso que para entender lo inhumano de estas “propuestas” basta con una mínima sensibilidad ante el sufrimiento, la injusticia y la impiedad. ¿Cómo protegerse de cuestionamientos que parecen casi inevitables? Un camino sería cercenar las posibilidades de acceso a una lectura analítica o sensible de la realidad y, si fuera factible, a la lectura en general. No conocer la historia, no tener elementos para cotejar el contexto actual con otros contextos o para delinear un futuro deseado. Una “sorpresa” del Doctor Martín Menem ilustra con bastante nitidez esta intención. Después de la manifestación multitudinaria del 24 de marzo dijo con cierta alarma que no se explicaba el motivo por el cual habían asistido jóvenes de dieciocho años a esa manifestación ¿Cómo?, parece expresar con su perplejidad, ¿así que hay jóvenes enterados de que ese día hubo un golpe cívico-militar que instauró un régimen que asesinó, torturó, hizo desaparecer a 30000 personas entre quienes había viejos, adolescentes, monjas, curas, y que además robó bebes recién nacidos? Y al parecer no solo están enterados, Doctor Menem; hasta dio la impresión de que les importan esos crímenes, que tienen la capacidad de entenderlos en carne propia, que saben que hubo mujeres heroicas que hicieron historia luchando por la aparición de sus hijos desaparecidos y de sus nietos robados y que hoy siguen luchando; esos adolescentes deben alguna información sobre nuestra historia reciente porque vivaron a las madres y a las abuelas de Plaza de Mayo y se manifestaron con tanta emoción y con tanto compromiso como todos los otros millares de personas de todas las edades que estábamos allí. Algo está fallando en el programa, sin duda: pese al empeño gubernamental no se ha podido conseguir, hasta el momento, una nueva y completa generación de ignorantes. Según se desprende de la perplejidad del Doctor Menem, ese parecería el propósito que se está buscando. Porque si no, ¿de qué se asombraría? ¿No fueron jóvenes los que hicieron la reforma universitaria de 1918? ¿No fueron estudiantes secundarios y universitarios quienes defendieron en 1958 la ley de enseñanza laica, gratuita y obligatoria? Los jóvenes en nuestro país siempre estuvieron a la vanguardia en las luchas. Y no pretendo dar un único signo a esas luchas. Fueron jóvenes universitarios quienes se opusieron al general Perón durante su primer gobierno y también fueron jóvenes, universitarios o no, quienes lucharon por que volviera años después. Fueron jóvenes universitarios, junto con los obreros, los que protagonizaron el Cordobazo en 1968, y dieron el gran puntapié inicial para acabar con la dictadura militar iniciada en el 66. Desde distintas posiciones, encararon una lucha y parecían saber por qué estaban luchando. Ahora, lo que en apariencia se busca es que los jóvenes, y los no tan jóvenes, carezcan de la oportunidad de acceder a la historia y de los recursos para actual en busca de un destino elegido, que sean incapaces incluso de desentrañar qué destino están construyendo otros para ellos. Lo que se intenta, en suma, desfinanciando las universidades, desprestigiando el trabajo docente, cancelando un programa que auspiciosamente se llamaba “leer aprendiendo” y estaba destinado a los chicos de las escuelas, cerrando centros de investigación de enorme prestigio (y podría seguir con un largo y doloroso etcétera) lo que se intenta, decía, es negarles a estos jóvenes, negarnos a los argentinos, la libertad de elegir. Que estemos desinformados, que nos adormezcamos bajo el arrullo de invectivas, anuncios inconsistentes, insultos a mansalva y “verdades sagradas” que no admiten réplica. No es descabellado conjeturar que la ignorancia puede tener un considerable peso estratégico. Mirando a mi alrededor y animándome, yo sí, a ver lo que no me gusta ver, debo admitir que no parece un objetivo inalcanzable de conseguir que muchos desesperados no entiendan -necesiten no entender- que debajo de tanto exabrupto tal vez haya propósitos que van en contra de sus intereses. Y, sobre todo, advertir que unos cuantos no- desesperados se sienten cómodos entre tanto grito, tanto insulto y tanta teoría express, al punto de que no miden o no les importan las consecuencias. Sin embargo, me animo a arriesgar que, como objetivo, esto de “ignorancia para todos” no va a llegar muy lejos. Ante todo, porque en momentos difíciles como el actual termina imponiéndose una lectura irrefutable de la realidad que no necesita de estudios previos: es la inducida por el hambre, y por la angustia de haber sido despedido del trabajo sin razón, y por cualquier otra injusticia que duele de cerca. Lecturas que –la historia universal y nuestra propia historia lo demuestran-- encuentran su expresión en la calle. La calle que, pese a la intención oficial de demonizarla, es la voz de los que no tienen voz. Y de los que no son escuchados. Y de los que queremos que, junto a todos los demás, se nos escuche. La marchas multitudinarias y altamente conmovedoras y comprometidas que ocurrieron este martes en Buenos Aires y en todo el país son una prueba muy clara de lo que digo. Solo leer los carteles que llevaban los estudiantes, la agudeza y la profundidad de lo que expresaban, fue una comprobación nítida de que el conocimiento y la sensibilidad son más valiosos que los insultos. Confieso que pocas veces canté el himno con tanta emoción y sintiéndome tan acompañada como ese día en Plaza de Mayo. Pero no voy a detenerme en esas expresiones ya que no son mi tema hoy. Mi tema hoy es la voz de los que sí tenemos voz. Los que tuvimos la oportunidad, y tenemos la decisión, de saber leer. Los que creemos que los argumentos y la solidaridad construyen más que los agravios y el odio; los que, al menos a grandes trazos, nos proponemos un país en el que las ideas, los análisis, las discusiones, prevalezcan sobre el vaso de vino arrojado en la cara. Pienso que, más allá de nuestra tarea específica, o a través de esa tarea, es necesario que demos testimonio de nuestra realidad y de nuestra historia. No solo en relación a nuestra actualidad; también respecto de lo que nos ocurrió en nuestro pasado reciente, ya que, así como se necesitan años de buena alimentación y enseñanza de calidad para crear un lector, inversamente, para producir semianalfabetos entre los sectores más sumergidos y vulnerables se requiere no solo años de pobreza; también muchas veces negligencia en las políticas sociales. En síntesis, el deterioro que vino sufriendo nuestro país sin duda tiene causas diversas pero desembocó unívocamente en la situación actual. Pienso que nos toca a nosotros analizarlo y dar cuenta de todo esto. En realidad, ese testimonio múltiple ya está empezando a ocurrir. Con lucidez y con pasión se están manifestando expertos de los sectores más diversos. Científicos, politólogos, economistas, universitarios, gente del teatro, del cine, de la literatura, gremialistas, juristas, docentes, trabajadores de diferentes áreas, pequeños empresarios, jubilados, periodistas, están haciendo oír su voz cada vez con más frecuencia y con más claridad. Es el principio de un camino, pienso. Estar bien despiertos y presentes. Porque no hay marcha atrás. Estamos en una situación nueva y tenemos que animarnos a verla, a decidir qué país queremos y a movernos en consecuencia. Ante todo, ponernos de acuerdo en algo muy básico: quiénes integramos este país. ¿La gente de bien? (escuché más de una vez desde representantes del oficialismo esta expresión poco confiable y me recordó a un humorista excepcional, Landrú, que irónicamente y para aludir a una clase que se consideraba encumbrada, dividía a los argentinos entre los mersas y “la gente como uno”). ¿Es esa “gente de bien” nuestro país o lo integramos todos los que lo habitamos? Porque en este último caso tendremos que admitir que a todos nos corresponden los mismos derechos. Para ser muy básicos: una buena alimentación, una educación de calidad, una salud protegida, acceso a una vida digna. Ahora, no dentro de treinta y cinco años: la vida que se pierde hoy ya no se recupera. Entre tanto podremos protagonizar todos los debates ideológicos que hagan falta. Es necesario que ocurran. Pero pienso que, cuando las papas queman, lo primordial es que encontremos los carriles de coincidir en lo esencial. El nuestro es un país que vale la pena. Esta Feria que desde hace casi medio siglo se viene llevando a cabo va a constituir mi primer ejemplo. Les cuento que, salvo una vez en que estaba de viaje, vine todos los años. Y que siempre la sentí como un espacio singular. No solo por el objeto impar que la convoca, también por la gente que la recorre. Y atención, porque a partir de acá, sin desentenderme del panorama sombrío que emergió hasta ahora, voy a mostrar mi hilacha optimista. Estuve en algunas Ferias de otros países, tan importantes o más que la nuestra. Vi libros de todas las editoriales, asistí a eventos, conocí celebridades. Pero casi no vi gente. Y en esta Feria nuestra, desde su primera emisión y aun en circunstancias históricas muy difíciles, el público viene, recorre los stands, busca o encuentra determinado libro, compra lo que puede, asiste a los actos culturales, habla con algún escritor, se encuentra con un amigo que hace tiempo no veía. Siente que este es un lugar que le pertenece. En nuestro país, en suma, el libro importa. Y ese es un dato nada desdeñable acerca de cómo somos. O de cuáles son nuestras posibilidades. Y no es el único dato. El movimiento teatral argentino es excepcional, nuestro cine es valorado acá y en el exterior, nuestros científicos son requeridos y admirados en todo el mundo, hay una literatura notable y, doy fe, siguen apareciendo año tras año nuevos y valiosos escritores, nuestros humoristas son de primer nivel, tenemos músicos y letristas admirables, numerosas editoriales y revistas independientes que se hacen a pulmón, y que, en las buenas y en las malas, publican un material de primer nivel. Pero no solo eso: es notable el sentido del humor popular, que se puede palpar en cualquier calle o en cualquier colectivo, y que muchas veces nos salva de la desesperación; milagrosamente persiste el hábito de encontrarnos en un café solo para conversar, seguimos manejándonos para arreglar lo que haga falta con un alambrecito. Y todo eso también es cultura, nuestra cultura, la que tenemos que preservar. No se asusten: no tengo la intención de idealizarnos: no es mi costumbre. Unos cuantos y bien bravos defectos debemos tener para que estemos como estamos. Pero contamos con un hermoso capital humano –esto y no otra cosa, según lo entiendo, es el capital humano—, un capital valioso para empezar a soñar con el país que queremos. No vamos a permitir que ese capital sea arrasado. Al contrario; tenemos que luchar para que se multiplique. Una buena alimentación y una buena educación, para todos, es la base (y no crean que es traída de los pelos una referencia a la alimentación cuando se habla de cultura; sin una buena nutrición en la infancia, no hay posibilidad de aprendizaje, no hay para nuestro futuro cultura posible). A partir de esa base imprescindible se abren los caminos. Seguramente estos libros que nos están rodeando, con sus diversos puntos de vista, con sus innumerables visiones de la realidad, tendrán algo que indicarnos. Ahora, para terminar como corresponde estas palabras (por algo soy cuentista) brindo porque, en un futuro muy cercano, nuestra amada Universidad Pública esté funcionando a pleno y cada vez con más estudiantes, porque nuestras instituciones y medios culturales puedan trabajar por entero y con todo su personal para el desarrollo y la difusión de nuestra cultura; porque siga existiendo a través de los años, cada vez más pujante y más popular, esta Feria del Libro, y porque haya muchas otras Ferias del Libro a lo largo y a lo ancho de nuestro país. Cada vez con más concurrencia, cada vez con más creatividad, cada vez con más lectores. Buenos Aires, 25 de abril de 2024

lunes, 22 de abril de 2024

El mensaje de Pesaj es justamente el de la libertad, que viene que ver con la superación de aquellas dificultades que hacen que el ser humanos se esclavice constantemente ( Rabino Eduardo Waingortin)

Por Rabino Eduardo Waingortin Pesaj Kasher ve Sameaj Pesaj este año es diferente a lo habitual. Celebramos a la sombra de la guerra. Una guerra desgarradora por fuera y por dentro. Pero volviendo a Pésaj no puede tener más actualidad en su mensaje en este año. El mensaje de Pesaj es justamente el de la libertad, que viene que ver con la superación de aquellas dificultades que hacen que el ser humanos se esclavice constantemente. Porque esa tendencia a esclavizarnos, a someternos, hace que el concepto de esclavitud sea relevante en cada generación, en cada momento y en cada lugar. Escuché del Rabino Marshall Meyer, Z.L., citando al Rabino Abraham Joshua Heschel, Z.L., que fue su maestro, decìa que Heschel planteaba que ser esclavo no es tener las cadenas que aprisionan tu cuerpo. Sino que ser esclavo es no intentar quitártelas de encima. Entonces, la libertad y la esclavitud, se transforman desde un estado a una tendencia. Y cuando nos empecinamos en quitarnos cadenas aunque estemos totalmente inmovilizados, somos libres, mientras que cuando -enganchados en modas y en conceptos que no quieren cambiar, o que no estamos dispuestos a escuchar la posibilidad de repensarlos- ahí, aunque tengamos las manos y los pies libres, somos esclavos. La celebración de Pésaj debe conmovernos para que siga siendo vigente y relevante. Será vigente cuando tomemos todos sus ritos y los hagamos de corazón , los disfrutemos y los gocemos. Y será relevante cuando, como dice la Hagadá, todo aquel que abunda en discutir y recuperar la esencia del Séder y del relato de la salida de Egipto, será bendecido. Quisiera desear una gran bendición a la comunidad judía. Y quisiera impregnarlos de la hermosa sensación que implica continuidad dándole vigencia a un Seder significativo con todos los pasos, donde hagamos a D-s presente entre nosotros, donde recordemos que Moshé no figura en la Hagadá para que sea nuestra tarea la de analizar y sentirnos que debemos salir de nuestros propios Egipto. Y quisiera desear una gran bendición a todos los judíos del mundo, en especial de Israel, para que podamos salir de viejos esquemas, que nos aprisionan. Y darle relevancia a ésta, que es una celebración muy antigua y profundamente moderna y actual. Por Rabino Eduardo Waingortin

REGRESA LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES, CON MÁS CULTURA QUE NUNCA

El desafío del evento más convocante en el universo del libro de habla hispana en su 48.ª edición es claro: devolverle el latido a la cultura. Esta es, pues, una feria con corazón, que propone impulsar la vida de las palabras, el encuentro artístico y la reflexión en torno a nuevas realidades. UNA EDICIÓN MUY ESPECIAL. Con Lisboa como Ciudad Invitada de Honor y destacadas personalidades internacionales que llegan de todos los países de Hispanoamérica, pero también de Estados Unidos, Irlanda, Israel, Alemania, Francia, Italia, China y Canadá, entre otros, este año la feria incorpora a su programación multicultural, un nuevo espacio de diálogo para escritores y escritoras de pueblos originarios. Además, diferentes voces y miradas se cruzarán en una nueva propuesta, “Los Debates de la Feria”, con el fin de estimular el intercambio de ideas, necesario para estos tiempos turbulentos. El discurso inaugural estará a cargo de la ensayista, cuentista, novelista y maestra de escritores Liliana Heker. Con una gran trayectoria, se espera que la autora que a sus 81 años acaba de lanzar una nueva novela, “Noticias sobre el iceberg”, nos estimule con un contenido potente. La programación cuenta con casi 1500 actividades en salas y stands para lectores, editores, bibliotecarios, libreros, ilustradores, docentes, estudiantes y toda la comunidad que comprende la cadena de valor del libro. La Feria estará abierta al público del jueves 25 de abril al lunes 13 de mayo y se realizará en La Rural, Predio Ferial de Buenos Aires. . Jornadas Profesionales - Del martes 23 al jueves 25 de abril. Editores, libreros, distribuidores, agentes literarios, ilustradores, bibliotecarios, diseñadores y traductores, tanto argentinos como del exterior, participan en nuestras Jornadas: Profesionales con el objetivo de fortalecer las redes de contactos profesionales y estimular la vinculación y el networking de todos los actores que integran el ecosistema del libro. Se destacan este año las capacitaciones sobre Inteligencia Artificial y Derecho de Autor, estrategias de marketing, acuerdos con plataformas de streaming, podcasts, audiolibros, y bibliotecas del futuro. NOVEDADES I: HOMENAJES y UN RECORRIDO FANTÁSTICO Se cumplen dos aniversarios en torno al escritor Julio Cortázar y, para honrarlo, la Feria le dedica su Maratón de Lectura. Durante dos horas, el martes 30 de abril, a partir de las 19h y por primera vez en Zona Futuro, escritoras y escritores, actores y actrices recorrerán la literatura de Julio Cortázar, autor de inolvidables cuentos fantásticos de la literatura argentina y de “Rayuela”, la novela que enamoró y desafió a los lectores en los años 60: “Julio Cortázar es nuestro escritor lúdico y experimental, entusiasta y comprometido, exquisito y popular. Este año lo ç recordamos en un doble aniversario: el de su nacimiento, hace 110 años, el 26 de agosto de 1914, y el de su muerte en París, el 12 de febrero de 1984, hace 40 años”, aclara Alejandra Rodríguez Ballester, coordinadora de la actividad. Entre los participantes, estarán Claudia Piñeiro, Liliana Heker, Mauricio Kartún, Cristina Banegas, Paula y María Marull, Rubén Szchumacher, Sylvia Iparraguirre, Jorge Consiglio, Gabriel Goity, Ingrid Pelicori, Federico Jeanmaire, Josefina Delgado, Mónica Sporra y Miguel Gaya, Patricio Zunini y la participación especial de Michi Strausfeld. Pero, además, habrá música compuesta especialmente por Marcelo Katz, que la interpretará al piano, una evocación de la pasión cortazariana por el jazz y de su juvenil espíritu de cronopio siempre dispuesto a la alegre transgresión. Este año, la Maratón se realizará en la Zona Futuro de la Feria, con un espíritu más experimental, en sintonía con las búsquedas literarias del mismo Cortázar.

viernes, 19 de abril de 2024

REMOLINOS, LA BANDA TRIBUTO A SODA STÈREO , REVIVE SU MÙSICA Y ENERGÌA

Creada en el 2016 por músicos profesionales, Remolinos es la banda tributo más aclamada por el público que brinda un homenaje cuidadoso y preciso al sonido y repertorio de los artistas más aclamados de Latinoamérica: Soda Stereo y Gustavo Cerati. Remolinos no es un disfraz, es revivir la música y sobre todo energía de los shows con un repertorio que abarca toda Más que un recuerdo, es un viaje en el tiempo donde cada arreglo ha sido estudiado para reproducir en vivo ese juego de magia de verlos volver. Esta banda fue formada por la admiración y fanatismo a ellos, pero sobre todo por la necesidad de escuchar las canciones que dejaron marca en toda una generación tal cual fueron creadas sin arreglos agregados o modificados, si no, tocadas tal cual lo hacían los originales tanto en giras como en los discos.Un recorrido por lo mejor de Gustavo Cerati en su carrera solista y las mejores canciones de Soda Stereo de las giras Ruido Blanco, Doble Vida, Dynamo y Sueño Stereo con arreglos originales y sonido stereo envolvente que te va a transportar en el tiempo. Con un trabajo detallado en efectos, arreglos vocales y musicales Remolinos recrea las canciones sorprendiendo al público en cada fecha. Nuestra meta no es mostrar un disfraz, si no que el público disfrute de la música como lo hacía cuando iba a los recitales en vivo. Más info, videos y redes https://tributoasoda.com/ Músicos: Tom Fernández: Voz principal, guitarra, programación de teclados, sonido en vivo. Horacio Cortés: Batería, coros Nicolás Perales: Saxo barítono, flauta traversa Luciano Lamione: Bajo, Guitarra REMOLINOS El 2019 tuvo a REMOLINOS como cierre del homenaje por los 60 años de Gustavo Cerati en el Planetario Galileo Galilei junto a parte de su familia coproducido con Aymará Producciones de Chile. Ese año también cierran la Fiesta del Jamón en la ciudad de Marcos Paz como teloneros de la banda Los Cafres ante 25mil personas y la fiesta por el 180 aniversario del nacimiento del pueblo de Pila, provincia de buenos aires antes 8000 personas.En 2020 participan virtualmente del homenaje internacional Por Cerati organizado nuevamente por Aymará Producciones de Chile compartiendo cartel junto a Fabiana Cantilo (ARG) y Cecilia Toutsant (MX). En 2021 producen en forma independiente un show por streaming para toda Latinoamérica transmitido por la plataforma Astribox, creada por Tom. Además durante Abril 2020, en pleno encierro, Tom creó el proyecto Iberoamérica Stereo junto a músicos de bandas tributo de otros países de Latinoamérica y las Islas Canarias (ESP) marcando un hito ya que nadie lo había realizado, editando, grabando y mezclando todo el material que le iban enviando los músicos desde sus casas. Este material está disponible en Youtube. Luego de los 100 shows del 2022 tocando en los principales locales de Buenos Aires, la gira de este año seguirá sumando fechas en toda la provincia de Buenos Aires y toda la Argentina. Este tributo nació en el año 2016 por el fanatismo de Tom Fernández y Horacio Cortés. Producción General: Remolinos Productor ejecutivo: Tom Fernández Músicos: Tom Fernández: Voz principal, guitarra, programación de teclados, sonido en vivo. Horacio Cortés: Batería, coros Nicolás Perales: Saxo barítono, flauta traversa Luciano Lamione: Guitarra, bajo Asistentes de escenario: Fernando Eransus, Andrea Tirra Iluminación y logística: Fernando Eransus Fotografía: Andrea Tirra Diseño gráfico: Diego Fernández Redes sociales: Agos y Tom Fernández Duración aproximada del espectáculo: 2 horasÇ