Quiero inaugurar
este momento trascendental que, vivimos, con un pedido, con un ruego, con una
convocatoria. Quiero que mis iniciales palabras como presidente de los
argentinos, sean una elevación al Cielo, a nuestras mejores, fuerzas, a nuestra
más vital esperanza.
Ante la mirada de Dios y ante el testimonio de la historia, yo quiero proclamar: ‘Argentina, levántate y anda.’Argentinos, de pie para terminar con nuestra crisis.
Hermanas y hermanos, con una sola voz para decirle al mundo: ‘Se levanta a la faz de la tierra, una nueva y gloriosa nación. Este gobierno de unidad. nacional que hoy nace, parte de una premisa básica, de una realidad que debemos admitir, para ser capaces de superar: todos, en mayor o menor medida, somos responsables y copartícipes de este fracaso argentino. Y entre todos, sólo entre todos, seremos artífices de un cambio a fondo y de una transformación positiva.
Sobre estas ruinas,
construiremos todos juntos el hogar que nos merecemos.Sobre este país
quebrado, levantaremos una patria nueva, para nosotros y para nuestros hijos.Sobre esta crisis que nos
paraliza y nos carcome, sacaremos coraje para sentirnos orgullosos’ y seguros
de nuestro destino.
A cada trabajador, a cada joven,
a cada empresario, a cada mujer, a cada jubilado, a cada militar, a cada niño,
yo le digo: hay un lugar vacante desde el cual se construye el porvenir. Y ese lugar nos está
esperando. Hay que decir la verdad, de una vez por todas.
Yo no traigo en mis
palabras promesas fáciles ni inmediatas.Yo no traigo el simplismo de la demagogia.
Para nosotros, la unidad
nacional no se consolida detrás de proyectos hegemónicos, ni de actitudes
paternalistas, ni de arrebatos pasionales, ni de emociones pasajeras. El
gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no puede depender del
mandato de un hombre, del capricho de un partido, de la imposición de un sector.
Yo llego con la realidad sobre mis espaldas, que siempre es la única verdad.Sólo puedo ofrecerle a mi pueblo: sacrificio, trabajo y esperanza.Sacrificio, trabajo y esperanza.
Sólo puedo asegurarle que
seré el primer argentino a la hora de la austeridad, de poner el hombro,
de apretar los dientes, del esfuerzo. Del esfuerzo de todos y no de unos
pocos.
No existe otra manera de
decirlo: el país esta quebrado, devastado, destruido, arrasado.La educación es un lujo
al que pocos acceden. La vivienda, apenas una utopía de tiempos
pasados. El hambre, moneda corriente para millones de compatriotas. El desempleo,
una enfermedad que se cierne sobre cada vez más amplios sectores de nuestra
comunidad.
El dolor, la violencia,
el analfabetismo y la marginalidad,
golpean a la puerta de nueve millones de argentinos
Porque toda la ciudadanía
sabe que no miento, si afirmo que estamos viviendo una crisis dolorosa
y larga. La peor. La
más profunda. La más terminal. La más terrible de todas las crisis de las
cuales tengamos memoria. Por eso, esta crisis no es una excusa. Esta crisis
es una oportunidad. Esta crisis es un desafío.
Para nosotros, la unidad nacional no se consolida detrás de proyectos hegemónicos, ni de actitudes paternalistas, ni de arrebatos pasionales, ni de emociones pasajeras. El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no puede depender del mandato de un hombre, del capricho de un partido, de la imposición de un sector.Se murió el país donde impera la ley de la selva.
Se acabó en el país el tiempo del peor de los subdesarrollos. El subdesarrollo de considerar como un enemigo al que piensa distinto.
No es un gobierno de
amiguismos. No es un gobierno de acomodaticios. No es un gobierno transformado en una sede
partidaria. Es un gobierno que ha convocado ampliamente a todos los
sectores. Es un gobierno que pretende buscar lo mejor de cada uno’ su
aporte más constructivo y eficaz. Porque hay que romper el pacto infame de
convivir con el egoísmo.Porque hay que pensar alto,sentir hondo y hablar
claro.
No vamos a administrar la decadencia. Vamos
a pulverizar esta crisis.
Creemos firmemente que no puede existir una
real unidad sin justicia. Por eso vamos a impulsar la adhesión a un
pacto federal y un pacto político, que tendrán que ser elementos fundadores de un
nuevo estilo ‘de organización política y social.
No vamos a administrar la decadencia. Vamos a pulverizar esta crisis.No vamos a transar con la mediocridad. Vamos a hacer un culto de la excelencia. El país nos está pidiendo a gritos que nutramos a esta democracia de eficacia, de desarrollo, de bienestar..
Con la firmeza necesaria como para no renunciar a nuestras más íntimas convicciones.Creemos en la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.
Para nosotros, la justicia social pasa hoy por la eliminación de todo tipo de privilegio; del privilegio de la impunidad, del privilegio de las prebendas estatales, del privilegio de la burocracia, del privilegio de la especulación, del privilegio de la falta de competencia.
Así como no puede existir nación sin esperanza, tampoco puede existir verdadera democracia con exclusiones. Los marginados del saber, de la ‘dignidad’, de la cultura, del trabajo, de la vivienda, de la salud y del bienestar, nos están marcando nuestra primera y gran responsabilidad. La de conjugar a esta democracia con la libertad y la justicia, con el pan y la paz, con las obras y la producción.
La justicia social pasa por no distribuir pobreza. Por no igualar hacia abajo. La justicia social pasa por no perpetuar nuestra declinación. La revolución productiva, que hemos proclamado a lo largo y a lo ancho de todo el país, tiene un corazón, una idea central, una esencia: terminar con una Argentina a la cual le está prohibido trabajar.
Para el cumplimiento de este objetivo nacional, resulta imprescindible encarar una serie de medidas firmes y decididas que pongan fin a la era de la especulación en la República.
De ahí que la justicia social; en una primera etapa, comenzará a consolidarse a partir de la asunción de una realidad terminante. Vivimos en una economía de emergencia. Estamos en una auténtica situación de emergencia económica y social: Y es bueno que el país lo sepa con crudeza: de esta tragedia nacional no vamos a poder salir sin realizar un esfuerzo.
La justicia social, para
nosotros, se va a conjugar con un solo verbo: producir, producir y producir.
La justicia social va a establecer un sistema con reglas claras, con necesarios
premios y castigos, y con las reformas de fondo que el país reclama. Al
desatar este nudo perverso del vértigo inflacionario vamos a poder
encaminarnos por la senda de la reactivación. Que quede bien en
claro: en la Argentina quedan abolidos, a partir de hoy, los privilegios de
cualquier signo. Así como en 1813 los fundadores de la patria nos libraron
de la esclavitud, hoy venimos también a librarnos del privilegio.
Vamos a refundar un Estado para el servicio del pueblo, y no para el servicio de las burocracias que siempre encuentran un problema para cada solución. La eficacia social, la participación de toda la ciudadanía, la sana administración, el protagonismo del usuario y la anulación de toda clase de feudo, serán instrumentos vitales para transformar a nuestro Estado.
Este cambio tendrá un
principal beneficiario: el propio trabajador.
Una economía de emergencia también será una economía que castigue severamente la evasión impositiva. Lo afirmo con énfasis, para que nadie se llame a engaño.
Así como vamos a ser generosos y amplios para convocar al capital extranjero y nacional, para que se incorpore en las mejores condiciones en esta nueva etapa nacional, también vamos a ser inflexibles con el delito de evasión fiscal.
Señores, créanme: vamos a terminar con el crimen de quienes le roban al fisco, de quienes nos roban a todos nosotros.
Cueste lo que cueste y
caiga quien caiga. El mundo entero también va a tener una muestra de amplitud, de
reglas de juego claras y transparentes, para recibir al capital que llegue
con fines productivos. Para este gobierno, el verdadero nacionalismo es el
nacionalismo del crecimiento, de la riqueza, de la producción. Porque
somos profundamente nacionales en la concepción de nuestra economía,
consideramos que no puede haber realización alguna en el marco del
empobrecimiento, del atraso, del retroceso y del aislamiento internacional.
Esta inmensa emergencia
nacional, requerirá un contacto directo con toda la población,un intercambio de
opiniones, un debate fecundo para poder instrumentar las políticas más
adecuadas. Cada argentino, tiene a partir de hoy el derecho y la
responsabilidad de conocer la marcha de. su gobierno. Cada argentino tiene
el deber y la prerrogativa de exigir a sus hombres públicos transparencia,
honestidad, aptitud, claridad en cada uno de sus actos.
Fuente: SEPA (Servicio de
Educación para el Arte)
http://www.sepaargentina.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=888%3Aayer-y-hoy-en-torno-a-la-justicia&catid=88%3Ahistoria-argentina&Itemid=69&limitstart=43
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