El primer ministro de economía del gobierno de Raúl
Alfonsín fue Bernardo , Grinpsun, que como dato saliente ademàs de su
formación académica y trabajo profesional, tuvo una militancia en el
radicalismo. Ese hecho hizo que Néstor Restivo y Horacio Rovelli calificaran su
gestiòn como un “accidente “, es decir que no respondía a ninguna corporaciòn
ni tampoco a empresa multinacionales alguna como sì lo habían sido sus
antecesores u sucesores
( José Martinez de Hoz con la Rural y Domingo Cavallo
fueron los casos emblemàticos ).
Restivo y Rovellli en” El Accidente Grinspun: un Ministro desobediente”, defienden la gestiòn del funcionario, sostienen que:”Entre el Rodrigazo de 1975 –el plan que marcó la antesala del programa económico de Martínez de Hoz– y la crisis de 1998-2002, la única excepción a las políticas de ajuste y de valorización financiera fue la que impulsó Bernardo Grinspún, el primer ministro de Economía de la democracia renacida a fines de 1983, quien además intentó activar una serie de mecanismos de concertación política multilateral para hallar una solución al acuciante problema de la deuda externa”, en otras palabras intentò darle una solución a la deuda externa heredada de la dictadura.
Grinspún fue desobediente, quiso (no pudo, no supo) no claudicar ante los organismos de crédito internacional como el Fondo Monetario Internacional
Restivo y Rovellli en” El Accidente Grinspun: un Ministro desobediente”, defienden la gestiòn del funcionario, sostienen que:”Entre el Rodrigazo de 1975 –el plan que marcó la antesala del programa económico de Martínez de Hoz– y la crisis de 1998-2002, la única excepción a las políticas de ajuste y de valorización financiera fue la que impulsó Bernardo Grinspún, el primer ministro de Economía de la democracia renacida a fines de 1983, quien además intentó activar una serie de mecanismos de concertación política multilateral para hallar una solución al acuciante problema de la deuda externa”, en otras palabras intentò darle una solución a la deuda externa heredada de la dictadura.
Grinspún fue desobediente, quiso (no pudo, no supo) no claudicar ante los organismos de crédito internacional como el Fondo Monetario Internacional
(FMI),así lo expuso al asesorar a Alfonsín en la
campaña electoral cuando propuso revitalizar el mercado interno y
apoyarlo en la idea plasmada en uno de los discursos del por entonces futuro
jefe de gobierno al anhelar:”levantar las cortinas de las fábricas
cerradas por la dictadura”. Ademàs tal como lo sostuvo Rovelli en
uno de sus artículos:”defendió la necesidad de politizar la deuda, que no se
debía pagar por su ilegitimidad, máxime que la misma era utilizada como una
hipoteca sobre la sociedad Argentina”.
El ministro planteó su oposición al FMI al afirmar: “Si nosotros nos negamos a pagar ellos no tendrán forma de cobrarnos nada”, fue una visión errada considerando lo sucedido en los hechos.
Su optismo era contrario a la realidad que mostraba la Argentina a fines de 1983 los derechos humanos habían sido violados en forma repugnante los militares habían hecho desaparecer a treinta mil personas a las que había que sumar a quienes se habían exiliado y a quienes fueron libertados después de estar confinados en campos de concentración y sometidos sistemáticamente a torturas que les dejaron secuelas físicas y psicológicas. Asimismo según Rovellli la salida del poder de los militares significó tambièn que los que “consintieron el fin de la dictadura y la salida democrática lo hicieron con el fin de legitimar su poder económico y buscaron denodadamente “ encorsetar al nuevo gobierno y encausar a su favor la situación para perpetuar el modelo de acumulación y distribución que tanto poder y riqueza les había prodigado mientras, como contracara necesaria, miles habían sido asesinados y millones marginados”.
Las consecuencias de la represión económica dejada por la dictadura en 1983 mostraron el crecimiento de la deuda externa argentina que pasó de 7.875 millones de dólares en 1975 a 45.087 millones en 1983. Las fuerzas armadas en su afán de reorganizar al país legaron una economía sin rumbo y un Estado quebrado: la deuda externa se cuadriplicó en los 7 años de gobierno del proceso; también aumentó la transferencia de capitales hacia el exterior y se redujo la producción y empleo industrial.
En ese contexto asumió y con eso tuvo que lidiar desde el 10 de Diciembre de 1983 hasta su renuncia el 18 de febrero de 1985, se fue sin poder solucionar los inconvenientes que lo jacquearon desde la primera hora, a pesar de haber luchado y haber sido consecuente con sus principios, tal como manifestó su hijo Gustavo:”Su desobediencia en su vida pública, tanto como a lo largo de toda su vida militante, no fue a su pertenencia política, sino a los poderes constituidos que cuestionó”.
El ministro planteó su oposición al FMI al afirmar: “Si nosotros nos negamos a pagar ellos no tendrán forma de cobrarnos nada”, fue una visión errada considerando lo sucedido en los hechos.
Su optismo era contrario a la realidad que mostraba la Argentina a fines de 1983 los derechos humanos habían sido violados en forma repugnante los militares habían hecho desaparecer a treinta mil personas a las que había que sumar a quienes se habían exiliado y a quienes fueron libertados después de estar confinados en campos de concentración y sometidos sistemáticamente a torturas que les dejaron secuelas físicas y psicológicas. Asimismo según Rovellli la salida del poder de los militares significó tambièn que los que “consintieron el fin de la dictadura y la salida democrática lo hicieron con el fin de legitimar su poder económico y buscaron denodadamente “ encorsetar al nuevo gobierno y encausar a su favor la situación para perpetuar el modelo de acumulación y distribución que tanto poder y riqueza les había prodigado mientras, como contracara necesaria, miles habían sido asesinados y millones marginados”.
Las consecuencias de la represión económica dejada por la dictadura en 1983 mostraron el crecimiento de la deuda externa argentina que pasó de 7.875 millones de dólares en 1975 a 45.087 millones en 1983. Las fuerzas armadas en su afán de reorganizar al país legaron una economía sin rumbo y un Estado quebrado: la deuda externa se cuadriplicó en los 7 años de gobierno del proceso; también aumentó la transferencia de capitales hacia el exterior y se redujo la producción y empleo industrial.
En ese contexto asumió y con eso tuvo que lidiar desde el 10 de Diciembre de 1983 hasta su renuncia el 18 de febrero de 1985, se fue sin poder solucionar los inconvenientes que lo jacquearon desde la primera hora, a pesar de haber luchado y haber sido consecuente con sus principios, tal como manifestó su hijo Gustavo:”Su desobediencia en su vida pública, tanto como a lo largo de toda su vida militante, no fue a su pertenencia política, sino a los poderes constituidos que cuestionó”.
En diferentes oportunidades cuestionó a
los “poderes constituidos”, en particular al FMI, en febrero de 1984 una misión del Fondo
encabezada por el ex ministro colombiano Eduardo Wiesner Durán aterrizó en
Ezeiza, Grinspùn le explicó que el país no podía pagar los intereses de la
deuda porque los militares se habían gastado las reservas que quedaban, 1.500
millones de dólares, "en armas, corbetas y fragatas". Meses más tarde
le mandó al Fondo una declaración de guerra, aclarando que no iba a reducir el
déficit fiscal y que la Argentina rechazaba "por excesiva y arbitraria"
la calificación de riesgo del país.
Otra anécdota que revela el carácter de Bernardo Grinspun se
suscitó en medio de una dura discusión con el representante del FMI Joaquín
Ferrán: "Si querés que me baje los pantalones, me los bajos". Sin
sonrojarse enseguida le dio la espalda y cumplió literalmente con su advertencia.
Las presiones internas y externas hicieron fracasar el plan Grinspún cuya estructura se armò en base a la
búsqueda de la reactivación y el desarrollo del aparato productivo, una
política antimonopólica y la regulación de las importaciones. Se intentó
restablecer el equilibrio interno, desacelerando la inflación.
Su proyecto consistió en darle a la economía un giro de 180 grados para
modernizarla economía , eran necesarios cambios
estructurales aumentarìa la de la productividad media –rebajando los costos de producción y
redistribuyendo de manera más equitativa el excedente– mejorando los salarios
con el fin de alcanzar un crecimiento del PIB del 5% anual. Grinspún lo
planteaba claramente cuando afirmaba que en la economía la Argentina era
necesario que “el crecimiento de los salarios sea mayor que el de los precios,
éstos a su vez se eleven por encima de la depreciación del tipo de cambio, y
que éste ultimo incremento debe ser mayor que la tasa de interés”.
El plan que finalmente
fracasó buscó acuerdos con sindicatos y grandes grupos empresarios que junto a
la Rural y la UIA se encargaron de boicotear cada paso que se dio, la armonía pretendida
jamàs pudo concretarse, todos ellos se unieron y presentaron una serie de puntos que incluìan el blanqueo de la deuda externa, en la que los principales
referentes de cada sector eran directamente beneficiados, y la necesidad de un
nuevo plan económico que les permitiera maximizar sus beneficios.
En en el denominado “Documento de los 20
puntos”, firmado por la UIA la SRA, CRA, Confederación Intercooperativa
Agropecuaria (Coninagro), Adeba, Unión de Entidades Comerciales Argentina
(Udeca), Coordinadora de Actividades Mercantiles Empresarias (Came), las
cámaras argentinas de Comercio y de Construcción, entre otras. Como muestra de
pluralidad y convergencia en la constitución del frente opositor, fue también
rubricado por la CGT. Fugazmente, se había constituido el entonces llamado Grupo
de los 11, los cuestionamientos arreciaron con la finalidad de echar a
Grinspoun del ministerio. Muchos radicales emperezaron a soltarle la mano al “Ruso”,
invitado a explicitar en Mar del Plata el futuro del plan.fue defendido, se mostraron los números
que avalaban el crecimiento del PBI y el aumento de los salarios reales en un
25%, de todas maneras el aspecto de mayor negatividad era la inflación que no
se había podido detener, el principal motivo aducía porque no se habían
adoptado las medidas necesarias, que según él, pasaban en primer término por
una profunda reforma financiera. Textualmente, dijo: “Hay un intento por hacer
que este plan naufrague, y llevar al país hacia la derecha, a través de la
infiltración de los partidos políticos”.
El anunciado final llegó después de una
nueva pelea con el representante del FMI Joaquín Ferrán. Al día siguiente el
presidente del Banco Central, Enrique García Vázquez, amaga con renunciar, el
19 de Febrero Alfonsín les solicitó tanto a Grinspún como a Vazquez la dimisión
Grinspún
fue reemplazado por Juan Vital Sourrouille, que puso en marcha quien el Plan
Austral, un plan de estabilización que dictaminaba el control de los sueldos, el ajuste en el plano interno para que produzca el mayor saldo comercial
posible. Sourrille legitimó en su totalidad la deuda externa heredada de la
dictadura militar y acordó con los grupos económicos locales y extranjeros que
operan en el país para que realicen inversiones que no se produjeron, todo se
mantuvo igual con fabricas con las persianas bajas y sin que se registre un
revitalización de la economía, se refinanció una
vez más la deuda externa que crecía a niveles casi sin control, se emitieron
bonos con tasas de alto rendimiento que produjeron la transferencia de ingresos de toda la población
a favor de los más ricos, consecuencia de ello dinamitò el
plan , su fracaso dio paso ya no a la inflación sino a la experiencia de la hiperinflación, la siguió
el “golpe de mercado” de 1989 y el arribo seis meses antes de lo previsto de
Carlos Menem al poder, con un discurso centrado en la modernización y entrada
al primer mundo, el riojano mal vendió las empresas del estado, cuando los
fondos de esas ventas se terminaron, todo se repitió fábricas
cerradas, inflación, desocupación y hambre.
Fuentes:
Fair, Hernán:"El legado político de Raúl Alfonsín"http://www.revcienciapolitica.com.ar/num9art3.php
EL RADICALISMO, LA ECONOMIA
EN EL GOBIERNO DE RAUL ALFONSIN Y BERNARDO GRINSPUN“No fue un accidente”, Pagina 12, 31/12/11
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-5708-2011-12-31.html
Rovelli, Horacio :"El accidente Grinspún, un
ministro desobediente", Diario Sur Año 4. Edición número 188.
Sábado 24 de diciembre de 2011
http://sur.infonews.com/notas/el-accidente-grinspun-un-ministro-desobediente
Tirarse contra las corporaciones fue siempre una afrenta a los negocios espurios de derecha conservadora, castigada con los pedidos de renuncias o asesinatos. Es decir..... lo de siempre.
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