En Junio de 2002 Memoria Activa, una de las agrupaciones
que reúnen a los familiares y Amigos de las Victimas de la AMIA, realizaba uno
de sus tradicionales actos en Plaza Lavalle uno de sus oradores fue Juan Carlos
Gené, reconocido actor, director dramaturgo y pedagogo argentino, también destacado
por su militancia política cuando fue Presidente y Secretario General de la
Asociación Argentina de Actores,
Se transcriben aquí algunos párrafos de su discurso
Encuentro
demasiado sugerente que en este año 2002, estén terminando 10 años de impunidad
para los dos crímenes monstruosos que ocurrieron con las destrucciones de la
Embajada de Israel y la AMIA.
Lo
sugerente surge de esta conciencia, hoy generalizada, de que durante estos 10
años hemos sido desvalijados, robados, estafados y humillados hasta extremos
imposibles de imaginar. Y el error sería suponer que, todo este despojo y todo
este salvaje marginamiento del pueblo argentino entero, puede analizarse
separadamente de esos dos crímenes masivos con los que se atacó el corazón de
nuestra nacionalidad
La degradación Nacional y corrupción
estructural, hicieron que no se percibieran los ataques sangrientos, cuyo
blanco fue la comunidad judía, sino como atentados contra una minoría, o si se
percibieron como lo que eran en realidad, se simuló creer otra cosa.
No
sólo fueron crímenes indignantes, fueron hechos que abundaban en la intención
de destruirnos como Nación. Por supuesto, ante todo, fue un acto de agresión a
nuestro en los atentados no murieron solamente miembros de la comunidad judía,
porque aquí no hay nada que separar. Murieron argentinos agredidos de la manera
más cobarde en territorio nacional y también extranjeros, a quienes la
Constitución Nacional garantiza vida, hacienda y libertad. Se trata, a mi
criterio, de un corolario casi lógico de esa ola de devastación de este país,
pues cuando florece y se instala la corrupción como norma real, más firme y
vigente que las formalidades de la ley, la pendiente hacia el crimen es
inevitable.
En
esa atmósfera maduran todas las perversiones, y la historia muestra la
frecuencia con la que esta clase de proceso, de degradación de lo humano,
suelen ir acompañados como una excrecencia siniestra del antisemitismo.
Este
acto, que se renueva lunes a lunes en esta plaza, que debería ser la plaza de
la justicia, es hoy uno más de los actos de resistencia y de legítima rebeldía
que este pueblo Argentino, que hace tiempo ya, ha empezado a llamar a las cosas
por su nombre. A los ladrones, ladrones, a los asesinos, asesinos, a los
cómplices, cómplices, y que por eso quiere cambiar las cosas.
Fuente:
Memoria Activa
http://www.memoriaactiva.com/anteriores_abajo2002junio.htm
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