El nombre y la historia de Jaime Yankelevich están ligados a los medios de comunicación en Argentina. Gracias a su espíritu
emprendedor y la influencia de sus antecesores norteamericanos como David
Sarnoff y William Paley, logró ser el dueño de
la primera cadena de radios en nuestro país, así como más delante de un multimedios y el “fundador de la televisión”
Andrea
Matallana, autora de Jaime Yanikelvich, la oportunidad y la audacia, editada por
Capital Intelectual, en un nuevo libro de serie Paisanos, entiende que
Yankilevich,llegado desde Bulgaria a las tierras que
acogieron a la inmigración judía., supo transformar el hambre y la pobreza sufridas desde niño y traducirlas en emprendimientos.
Si bien la radiofonía estaba en sus
inicios, Jaime Yankelevich comprendió la necesidad de expandir el mercado y mejorar la programación. Durante esos años, las emisoras comenzaron a salir del modelo de experimentación
inicial para volcarse paulatinamente a un
modelo profesional
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En 1927, cuando Yankilevich se hace
cargo de Radio Nacional, el mayor desarrollo del sistema radiofónico de América
del Sur lo poseía la Argentina. Había 150.000 aparatos receptores en el país. Dos
años después la cifra había subido a
500.000, convirtiendo a la Argentina en la tercera nación importadora del
hemisferio occidental. El hecho llamó la atención en Estados Unidos, donde destacaban el modelo de un sistema abierto, que permitía a cualquier
ciudadano adquirir una licencia, hacía que el broadcasting, se expandiera
con rapidez en Buenos Aires, donde se hallaba la
mayor concentración de
habitantes, aun cuando el mercado potencial era más grande en el interior.
Radio Nacional fue el primer gran
invento de Jaime Yankilevich que capitalizó sus conocimientos adquiridos sobre
la importancia e influencia futura del
ya no tan incipiente medio de
comunicación, permitiéndole organizar
diferentes asociaciones de radiodifusores en nuestro país, además de ser
el impulsor y conductor del Primer
Congreso Continental de Broadcasting. Basado en la venta de publicidad
extendió su negocio, comprando emisoras
en otros puntos del país concretando la primera
cadena argentina”, formalizada en 1937.
Matallana
analiza y memora las dificultades y confrontaciones
encontradas por Yankilevich con los gobiernos. En 1933, un decreto del
Poder Ejecutivo impidió utilizar la
palabra Nacional en actividades privadas, obligando a Radio Nacional
a adoptar un nuevo nombre. Luego de un
concurso entre oyentes nació Radio
Belgrano.
Años después, en los años 40, las
radios empezaron a mirar al exterior. Surgió de esta manera la idea de
constituir la Unión Panamericana de
Broadcasting. La oposición del gobierno de Ramón Castillo hizo que la organización fuera descartada.
Un nuevo choque se produjo en 1941, fue
otra vez por orden del presidente Castillo, debido a
que desde su Ministerio del Interior prohibieron un homenaje al mandatario
norteamericano, Franklin Roosvelt.
El jefe de Estado argentino adujo que no tenían permiso para la emisión y declaró el
Estado de sitio
con el propósito de suprimir la propaganda
a favor de las potencias aliadas en
la II Guerra Mundial.El New York Times,
se mostró perplejo por la negativa , aunque admitió que un cٌconclave similar, pero a favor del Eje, también había sido prohibida por la situación internacional del momento.
Las injerencias
gubernamentales persistieron luego de la Conferencia Radiofónica realizada
en la ciudad de El Cairo, cuando Radio
del Estado inauguró su Escuela del Aire con un discurso del nuevo Director
de Correo y Telecomunicaciones, Adrián Escobar.
Escobar declamaba su intención de
incorporar la radio a la enseñanza
primaria oficial para educar y
desterrar el analfabetismo. Sin embargo y curiosamente, Radio del Estado
sólo podía ser escuchada en Buenos
Aires.
Matallana, señala en el libro que el
denominado “problema de la radiodifusión”
fue una constante desde los inicios de la década del cuarenta, con diferentes
ribetes, los gobiernos buscaron controlar
las emisiones de radio_ la televisión no existía aun en Argentina. Un ejemplo
que trae la autora fue el decreto
emitido en 1940 para determinar la expansión
de nuevas emisoras al interior del país, se manifestaba que se “impulsaba la creación
de nuevos servicios y la realización de una reestructuración técnica”.
La decisión sufrió
un duroas cuestionamientos en el Congreso.
Se acusó al
gobierno de tener intereses políticos, otros revelaban que el gobierno
había pactado con algunos de los posibles permisionarios: “no era aventurado
manifestar que ya se conocen los nombres de las personas que resultarán
permisionarios, señalaba un diputado socialista. Los
concursos se realizaron en diciembre de 1940, y a pesar de que el Congreso
intentó impugnarlos en 1941, fueron confirmados.
Uno de los legisladores, el diputado de la Unión Cívica, Raúl Cisneros
expresó su temor a que se concrete
un monopolio comercial. Sólo tres
cadenas operaban (Splendid, El Mundo y Belgrano), y en tiempos de la Segunda
Guerra esto representaba un problema
ya que la radio era un medio de
“contacto espiritual”. Por tal motivo el control del Estado con un “sentido altamente nacionalista” era
fundamental.
El problema
radiofónico tuvo su desenlace durante el
primer peronismo. En el caso
de Yankelevich, la resolución de esta tensión trajo aparejada implicancias
que databan desde finales de la
década de 1930. Según Matallana, Jaime Yankelevich pareció ser el elegido por
el gobierno de Farrell, y con posterioridad por el de Juan Domingo Perón, para vehiculizar los cambios añorados en la
radiofonía argentina.
Yankilevich buscó en aquel momento reforzar
su vínculo con el gobierno militar,
en parte, se basaba en el vínculo del dueño de Radio Belgrano con Eva Duarte, la futura esposa de Perón y futura jefa
espiritual de la Nación.
Evita dio sus primeros pasos actorales en Belgrano en 1937, cuando actuaba con el
conjunto Remembranzas y, posteriormente, como animadora de un concurso
cinematográfico auspiciado una de las revistas especializadas en Radio. Luego
de pasar por Radio el Mundo, volvió a Belgrano,
primero acompañada por un galán de la época y después_ gracias a su relación con uno de los generales cercanos
al poder- con una publicitada emisión de La amazona del destino.
Por los micrófonos de Belgrano habló el presidente
de la Nación, Pedro Pablo Ramírez, dirigiéndose al país con motivo de la
celebración del 12 de octubre. El libro cita la a la revista Antena en cuyo comentario destaca “merece señalarse que ello comporta como deferencia a un broadcasting que tanto se ha preocupado siempre porque en su onda se deje escuchar la palabra de los que deben estar en contacto directo con sus pueblos”.
Los miembros del gobierno asumido tras el
golpe de Estado del 4 de Junio de 1943,
fueron habituales visitantes de radio Belgrano. Perón visitó los estudios , donde fue agasajado por las autoridades
quienes le ofrecieron un vino de honor luego de recorrer las
dependencias de la casa y escuchar una audición de la orquesta de Francisco
Lomuto´”, publicaba Antena en Diciembre.
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Llegado
1944, Eva Duarte
protagonizaría el radioteatro Hacia un futuro mejor, un homenaje a la revolución del 4 de junio que
se emitía tres veces al día.
Una de las características del movimiento que
se estaba forjando fue el intento de controlar la radiofonía a través de leyes y regulaciones expresadas
fundamentalmente en el denominado Manual
de Instrucciones para las Estaciones
de Radiodifusión, que determinaba la manera de regular los contenidos de las programaciones.
El texto enfatizaba la función de control
que el Estado debía tener por sobre los
intereses comerciales y privados
que manejaban la casi totalidad de las emisoras. El Manual reglamentaba no sólo
la cantidad de espacios orales que debían tener las radios, sino también el numero de radioteatros episódicos que se podrían transmitir en cadena. Esta regulación
restringió de manera severa los
modos de funcionamiento de las
radios.
En 1947, ya con Perón afianzado como
presidente y líder, se emitió por Radio Belgrano un discurso donde el
mandatario despedía a su esposa que
partía hacia Europa. La alocución fue interferida por una voz que decía “no le crean nada,son todas mentiras”.
De inmediato el hecho se propagó y la
repercusión de las “expresiones
condenatorias hacia el Presidente” fijó la inmediata clausura de la emisora. A partir de ese momento Jaime
Yankilevich fue presionado para que
cediera su licencia al Estado.
Por
resolución de la Dirección de
Radiodifusión Nro. 3222, la emisora fue suspendida en sus operaciones. Un mes después, se levantó la medida, pero simultáneamente
se declararon caducas las licencias
otorgadas a Jaime Yankelevich para la comercialización.En Agosto de ese mismo
año, el empresario hizo una presentación al Poder Ejecutivo ofreciendo la venta
al Estado de su red
Finalmente el Estado aceptó la oferta que como subrayó en una nota reservada del Ministro de Comunicaciones, Oscar
Nicolini, dirigida al presidente del Consejo Económico Nacional la “adquisición llenaría una perentoria
necesidad del Estado fundada en elementales razones de la defensa nacional y concepción
espiritual’’.
En realidad, Nicolini, disfrazó con la compra de la radio y sus
componentes la clausura
por motivos políticos. De este modo se aseguraban poder seguir utilizando
los aparatos transmisores, en lugar de tener que comprar nuevos para montar emisoras
técnicamente expropiadas.
Pocos meses después,el gobierno declaró la caducidad
de varias de las emisoras que Yankelevich poseía en el interior del país,
denunciando un monopolio de Radio
Belgrano sobre el conjunto de las emisoras de radio en Argentina.
En pocos meses los demás concesionarios
devolvieron las frecuencias al gobierno.
Tal fueron los casos de El Mundo y Splendid antes de que finalizara el año
1947.
Luego de vendidos los activos al Estado, en
julio de 1948 Yankelevich fue electo Presidente de la InterAmerican Association of Broadcasters. Esto confirmaba su importante posición en el
del desarrollo de la radiofonía americana, a la vez que lo colocaba en una
situación compleja. Desde 1945, esta entidad venía denunciado el avance del gobierno de Perón sobre la libertad de prensa, cosa que había sido
sostenida por Yankelevich al menos hasta que el mismo le compró la licencia de sus emisoras,
nombrándolo luego Director General de
Radiodifusión( administrador de
todas las emisoras nacionales). Este
hecho ocurrido en 1948, representó un duro cruce de críticas entre la InterAmerican…y la Asociación de Radiodifusoras Argentinas (ADRA), ambas presididas
por Yankelevich, quien negó su apoyo a la denuncia contra el
gobierno del general Perón. La entidad interamericana separaría a ADRA de
su institución y solicitaría la renuncia
como Presidente del ex dueño de Radio Belgrano.
La situación política condicionó el desarrollo de los negocios de Yankelevich en la radio pero no
impidió que le surgieran nuevas
oportunidades . En medio del fuego
cruzado entre las radiodifusoras y el gobierno, los objetivos de expansión
del empresario estaban puestos en la nueva
tecnología de la televisión, para lo cual fue el encargado de analizar los
costos y traer los primeros equipos transmisores.
De la mano y del cerebro de Yankilevich La TV comenzó transmisiones en 1951; sin casualidades fue el 17 de Octubre. La TV, el “moderno milagro”, mostró el festejo del día de la Lealtad con Eva Duarte y Juan Domingo Perón
dirigiéndose al pueblo y a los descamisados convocados en la plaza. En su
libro La televisión criolla, Mirta
Varela reseña que el “eco en los medios fue escaso, con excepción
de la transmisión del 17 de octubre, que era además la reaparición de Evita en
público. Como señala la autora, el elemento que aparece más visible ante la
prensa es la “espectacularidad de los
equipos transmisores” y de la antena emisora que se erige en el Ministerio de Obras Públicas del gobierno nacional
Con su nuevo emprendimiento en
funcionamiento, en febrero de 1952, Jaime Yankelevich, el inventor de la radio
ya la TV en la Argentina, moría en
Buenos Aires. En los homenajes en los medios, se destacaba “nos deja su más grande conquista, la televisión”. O como anunció The New York Times “El pionero
de la industria de la radio en la Argentina, había muerto luego de una
larga enfermedad, después de haber abierto la primera estación de televisión en
el país”.
En la finalización del libro Andrea Matallana, recuerda que al momento
de su partida Jaime Yankelevich tenía 58
años. Había realizado una brillante carrera
que, concluye :significó la formación y
consolidación de la industria del entretenimiento, en una “aventura del ascenso social” que lo
levó desde un humilde negocio en la avenida Entre Ríos a la construcción de un imperio en la industria del entretenimiento en la Argentina del siglo XX.
Fuente:
Matallana, Andrea, Jaime Yankelevich, la oportunidad y la audacia. Editorial Capital Intelectual, 2013
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