El artículo publicado en 2004, describía la situación socio política argentina:”Desde
hace al menos una década, en Argentina -un país que produce alimentos para una
población diez veces mayor que la suya- muere medio centenar de niños por día
por causas vinculadas con la desnutrición. Por otra parte, la violencia de los
delincuentes organizados y de la policía (la mayor parte de las veces
íntimamente ligadas), se ha cobrado ya centenares de vidas; quizá miles, si se
registrara sistemáticamente lo que ocurre a diario en todo el país, en
particular en las grandes aglomeraciones en que viven los millones de
marginados sociales”.
Néstor Kirchner, el candidato “tapado”, el menos conocido, el adalidad del saliente mandatario
provisional Eduardo Duhalde había logrado acceder a la presidencia de la Nación
con un porcentaje bajísimo de votos, casi sin quererlo. Con fuertes decisiones
como la renovación de la Corte Suprema, había estabilizado su poder y de a poco
recuperar algunos puntos de la devastada economía que heredó de manera
indirecta por parte de Fernando De la Rúa.
Sin embargo el 1 de abril tuvo su primer jacqueo
fuerte. Días antes un joven de clase media alta de San Isidro, Axel Blumberg había
sido asesinado y gracias a la movilización
de su padre, Juan Carlos, cerca de 100.000 personas salieron a las calles en Buenos Aires y frente al Congreso de la Nación (tomando como
bandera lo sucedido con Axel) de
reclamar por el “fin de la violencia y
la inseguridad”, tal como escribió Carlos Gabetta en la edición del Cono Sur del diario Le Monde diplomatique:"En
sólo dos o tres días, azuzada desde una serie de medios de comunicación
vinculados con la derecha política, pero evidentemente angustiada por una
situación real, la clase media argentina, que no se movilizaba desde que los
bancos decidieran el `corralito`, en diciembre de 2001, volvió a hacer sentir
su presencia en las calles”.
Como
decía Gabetta, la situación era “real”, no era parte de ninguna ficción o
“sensación”.Pensamientos diamentralmente opuesto a los de Aníbal Fernández que buscò constantemente minimizar lo que la
gente vivía día a día en todo el país. La inseguridad se palpaba, se sentía y se veía.
Había
otros fenómenos vinculados a “mafias”, grupos organizados que con el visto
bueno de los políticos funcionaban sin que nadie atinara a mover un dedo.Eran
entre otros ,según denunciaba Gabetta. :”El
juego legal y clandestino, el narcotráfico, la prostitución y una serie de
delitos organizados, desde los secuestros de personas hasta el asalto a bancos
("negocios" que mueven miles de millones anuales).
Agregaba
que los “negocios” están en :”Diverso grado en manos de dirigentes políticos,
jueces, policías y delincuentes comunes que se reparten el trabajo, según el
caso y la ocasión, de otorgar licencias, recaudar, proteger, extorsionar, falsificar
sumarios y estadísticas, liberar zonas´ o presos de las cárceles para delinquir
y hasta encontrar chivos expiatorios -los famosos perejiles para asumir delitos
ajenos”.
Los
responsables, consignaba el cronista se manifestaban en “mafias político-judiciales”
que se distribuyen las”enormes sumas
recaudadas entre los autores materiales de los diversos delitos y ´suben´ por
la escala jerárquica”. Eran “socios” :el comisario de la seccional y los altos jefes
policiales, jueces y políticos”, revelaba en el mensuario.
En una mezcla de lamento y decepción el enviado del periódico francés, admitía:”
Esta descripción no es en absoluto original. Al contrario, la conciencia que de
este fenómeno existe entre los ciudadanos y los medios de comunicación
constituye quizá su aspecto más escandaloso: “Argentina es uno de esos raros
países donde casi todo el mundo sabe que la mayoría de los dirigentes
sindicales o políticos y muchos periodistas, policías o jueces poseen bienes
millonarios y llevan una vida rumbosa que ni su procedencia familiar ni mucho
menos su salario justifican”. Algunos de estos personajes suelen aparecer en
las portadas de la prensa "rosa" abriendo las puertas de sus
mansiones y exhibiendo sus riquezas.
Lo
que sucedía era parte de la herencia dejada por la dictadura. Los militares se encargaron por un lado de aniquilar a la sociedad en
varios puntos: a la represión. Desaparición y tortura, se sumaron una enorme deuda externa y un aparato
productivo semidestruído. Se habían unido para concretarlo:”Un entramado mafioso-policial y de servicios de inteligencia (del Estado,
de las fuerzas armadas, de la policía) llevados al extremo.
En veinte de años de democracia, apuntaba:” Tanto
los gobiernos radicales como peronistas que le sucedieron no sólo no se
preocuparon por desactivar, sino que aprovecharon con el mayor desparpajo,
restituyéndole un antiguo socio: los llamados "punteros" políticos (eran
caudillos que lograban adhesiones mediante dos sistemas: “El reparto de prebendas y favores, al que condicionaban con
los “aprietes”(promesas e intimidaciones)”. Para los partidos políticos esos
serviles punteros representaban una”
fuente de recaudación importante”.
Un punto màs que sobresaliente, no había que
olvidar, precisaba Gabetta:” En democracia, también se corrompió un sector
importante del aparato judicial”.
Reproducido
por el sitio rebelión.org en la nota veía algo evidente:” El conjunto de la
sociedad está harto de la situación, del problema de la inseguridad. Aunque era
esperado, el estallido social, podría haberse producido de todos modos, en este
momento o en cualquier otro”.
No
especulaba sin embargo a la hora de señalar que hubo agitadores:”la derecha
política y mediática”, no escatimaron sus
recursos y aprovecharon el caso Blumberg , sin decirlo abiertamente para “Responsabilizar
al gobierno actual ante la opinión pública por el problema de la inseguridad”.
Kirchner,
aseguraba el periodista estaba seguro de su lucha para hacer de Argentina
"Un país serio". Pero para alcanzar la meta había que oponerse a “intereses concretos:” En el caso de la seguridad,
se trata de cortar de un tajo la relación políticos-policías-delincuentes”,
reclamaba.
Era
posible si Kirchner realmente se disponía a hacerlo, se imponía erradicar a las
mafias.Sabia que el resultado concreto ser alcanzaría confrontando la “feroz
oposición de la mayoría de los dirigentes de su propio partido, que no dejarán
de aliarse puntualmente en esa batalla con el radicalismo y la derecha.Era necesario prestar atención a esas fuerzas políticas y mediáticas; una “coalición de intereses que no puede
desestimarse”.
Habían
ayudado a esa maduración “la reacción de distintas organizaciones sociales y
políticas y de parte de los medios de comunicación que ante el intento de la
derecha de apropiarse de la bandera de la seguridad, desbarató la opción“.
Esta vez se mantenía vigente, existían reservas para profundizar el intento de
transformar el país.
Finalmente
recalcaba su idea que todo dependía de la voluntad de Kirchner, a él le va la
alternativa del triunfo o el fracaso en la tarea de reformar la política.
Fuente:
Gabetta, Carlos; 20 de abril del 2004 ."Argentina: La hora de la verdad para el gobierno de Néstor Kirchner"
Gabetta, Carlos; 20 de abril del 2004 ."Argentina: La hora de la verdad para el gobierno de Néstor Kirchner"
http://www.rebelion.org/hemeroteca/argentina/040420gabetta.htm
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