martes, 30 de abril de 2024

Iom Ha Shoà ve ha gburà, Dìa del Holocausto y el Heroìsmo : “El fin de la guerra significó para mí, como sobreviviente, el comienzo de un duelo que me acompaña hasta hoy, también significó iniciar un camino para intentar comprender la siniestra dimensión de los crímenes que ocurrieron, la naturaleza de esa pesadilla y lo oscuro y estremecedor que resulta el fantasma de la guerra del hombre contra sí mismo" ( Jacks Fuchs, 1996)

Toda esta tragedia judía es al mismo tiempo una tragedia universal. En verdad, no soy un sobreviviente sino un resucitado. Después del fin de la guerra, seguían muriendo infinidad de personas. Y las que sobrevivían no soñaban con la venganza. Yo no sé si eso está bien o mal, pero, por mi parte, yo tampoco soñaba con vengarme. Sólo pensaba en cómo recomenzar, una vez más, a vivir”, explicó en Tiempo de recordar Jack Fuchs, Nacido en Lodz, Polonia, en 1924, en una familia judía, fue el segundo de cuatro hermanos. El 8 de septiembre de 1939, a poco de desatada la Segunda Guerra Mundial, la armada alemana, que acababa de invadir Polonia, se apoderó de Lodz. Al año siguiente, ya quinceañero, fue encerrado, junto a toda su familia, en el gueto de su ciudad, uno de los primeros que crearon los nazis. Allí permaneció encerrado cinco años y luego fue transferido, en agosto del 44, al campo de concentración de Auschwitz, donde vio por última vez a sus padres y a sus hermanos, que no sobrevivieron al campo. Fue rápidamente seleccionado para ir a trabajar al campo de Dachau, donde permaneció prisionero hasta el fin de la guerra. Tenía 21 años y sólo pesaba 38 kilos cuando terminó el horror. Padecía tifus y tuberculosis; y como pudo llegó a una granja de donde más tarde fue llevado hasta Saint Ottilien, un antiguo monasterio transformado en hospital. Fue allí donde, como solía decir, “volvió a nacer”. Muchos años más tarde, en 2010 en Pàgina 12, contó que, apenas empezando a recuperarse físicamente de las secuelas de los campos, rechazó el ofrecimiento de una tía instalada en la Argentina y se fue a los Estados Unidos: “Debieron pasar muchos años y muchos divanes para que me percatara del miedo que en aquel entonces había tenido, de enfrentar las preguntas que mi tía podría haberme hecho. ¿Qué pasó con tu mamá? ¿Y con tu papá? ¿Qué, con tus hermanos? ¿Y tus primos? Yo me había negado, tajante, a exhumar esos recuerdos sin lápida”. En 1946 llegó a Nueva York y vivió en Brooklyn, con ayuda del International Rescue Committee. Recién en 1963 se estableció definitivamente en la Argentina, donde se casó con una mujer de familia francesa y armaron un negocio de confección de ropa. “Uno no puede vivir con un dolor. La naturaleza misma te ayuda, hace un filtro. Uno no se propone recordar ni se compromete a no olvidar. La gente sigue”, expresó. Y confesó que nunca relató a su hija ni a sus nietas su experiencia en los campos nazis. En 1993, al cabo de medio siglo de silencio, Jack Fuchs fue interrogado por la Fundación Steven Spielberg, cuyo objetivo es recoger y conservar los testimonios de los sobrevivientes del holocausto. Desde entonces, salió de su mutismo y se dedicó con intensidad a hacer conocer la Shoah. Para eso dio innumerables conferencias en instituciones, escuelas y universidades y publicó libros en los que relató su experiencia, entre los que se destacan Tiempo de recordar (1995) y Dilemas de la memoria (2006), que describe el período que va desde su infancia en Lodz hasta Auschwitz. De todas maneras, los intereses de Fuchs fueron de un alcance mucho más general y reflexionó sobre la discriminación, los derechos humanos, y sobre todo acerca del silencio del que es capaz la humanidad cuando se enfrenta a un crimen en el momento en que se está cometiendo. Y puso en un plano de igualdad (en ese aspecto), la Shoah, Hiroshima y Dresde. “El fin de la guerra significó para mí, como sobreviviente, el comienzo de un duelo que me acompaña hasta hoy. También significó iniciar un camino para intentar comprender la siniestra dimensión de los crímenes que ocurrieron, la naturaleza de esa pesadilla y lo oscuro y estremecedor que resulta el fantasma de la guerra del hombre contra sí mismo, más allá de las infinitas justificaciones que utilicen los seres humanos para convencerse de sus motivaciones. Es ésa la guerra que está detrás de todas las demás”, expresó en 2006 a Página 12. Por su trabajo y su compromiso con los derechos humanos, en julio de 2010 la Legislatura porteña lo nombró Ciudadano Ilustre. Hace unos años, luego de un viaje de vuelta a Polonia y de una recorrida por los lugares que marcaron su vida y los campos de concentración transformados en museos y sitios de memoria, reflexionó: “Ocho días en Auschwitz fueron una eternidad, ocho horas en Auschwitz fueron una eternidad, porque todo estaba limpio, no quedaba nadie. Es muy difícil que la gente entienda esto y al sobreviviente”. Fuchs negaba que los aliados hayan liberado Auschwitz, sostenía con rigor que “Los aliados permitieron que durante toda la guerra la matanza se ejecutara sin obstáculos. “Hoy, escribo esta nota y me es difícil retroceder en el tiempo y verme en el planeta Auschwitz (digo planeta irónicamente, para evocar la idea de que la tierra, los hombres, no podrían dar forma a una máquina semejante de muerte, pero sin embargo fue en la en la tierra y son los hombres), donde los SS eran dioses siniestros que decidían sobre la vida y la muerte a cada momento. Henry Ibsen dijo que la mayoría no siempre tiene razón. Las Naciones Unidas, todas las organizaciones que preparan actos para la ocasión, la mayor parte de la prensa mundial hablan en estos días de la “Liberación” de Auschwitz, para mí se trata de una ironía de mal gusto, no puedo pensarlo de otro modo, quizá se trata sólo de una imprecisión en el lenguaje, quizá las cosas van más rápido que el lenguaje, pero no creo en esta interpretación, las palabras siguen hablando y a su modo dan cuenta siempre, fatalmente, de la verdad que ponen a cada momento en juego: las palabras y la verdad de lo que dicen y ensombrecen” Con una mirada crítica interrogaba ¿,Yo pregunto! o (me gustaría escribir como Zola: yo acuso, pero me reservo esa gravedad y ese entusiasmo ya un poco anacrónicos), ahora, 60 años más tarde, señores: ¿por qué los campos nunca fueron liberados? Y más, pregunto: ¿es la misma persona, soy el mismo, que hace 60 años, hasta unos meses antes, caminaba, si puede llamarse a eso caminar, entre los pabellones? . Fuchs reprobaba lo escrito en la entrada de Auschwitz :” Una placa escrita en 19 lenguas (hasta 1991 ese texto no figuraba ni en idish ni en hebreo), que pretende dar testimonio universal de la tragedia. Se lamentaba que se lo iguale a, por ejemplo a la casa del poeta Víctor Hugo “ Cuando el turista se pasea por Le Marais, en París y lee “aquí vivió Víctor Hugo”, el turista se detiene, se estremece, dice “Ah, la casa de Víctor Hugo”, y después sigue, hay muchas otras cosas para ver, se hace t! arde y quiere volver a su cuarto de hotel, sacarse los zapatos y tomar una ducha. Finalmente, dejó una frase en el documental que se hizo sobre su vida: ”El árbol de la Muralla”, en relación lo que hay que hacer cuando se relata la Shoá "no es conveniente arrojar cadáveres ensangrentados cuando se trata del delicado arte de la transmisión del Holocausto". A su vez el director del filme, reflexionó sobre su obra :” Y lo que él y su equipo intentaron: respetar esa idea para no caer en "la pornografía del horror, punto de vista que obtura cualquier posibilidad de llegar a algún grado de reflexión". Fuentes: Lòpez Fernando (2013) Dar testimonio sin odio, La Naciòn,Buenos Aires. Fuchs,Jacks ( 1995) “Tiempo de recordar”, Milà ,Buenos Aires. Jack Fuchs: «Auschwitz y la Shoá crearon un universo que nadie pudo entender, Educ.ar La última muerte de Jack Fuchs, Pàgina12, 26 de agosto de 2017 -

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