La siguiente nota
fue publicada en el Suplemento Futuro de Página 12 por el biólogo y periodista ambiental Sergio
Federovisky a raíz de las inundaciones producidas en la Ciudad de Buenos Aires a fines de Febrero de 2010, historiaba sobre el flagelo, la arquitectura de la capital argentina y las
declaraciones políticas.
En la visión de Federovisky
también presidente de la Agencia
Ambiental de La Plata urgía un cambio:era preciso
que los políticos dejaran de echarle la culpa a los cambios climáticos."Creen
que todo es un problema de diámetro de un caño" y que todo se resuelve con" obras, palabra que es sinónimo de topadora, de túnel, de hormigón”, señalaba .
Asimismo agregaba :”Esa
forma de razonamiento, la de sacar el agua de donde sobra y llevarla lo más
lejos que se pueda, es la misma que estaba vigente cuando apareció el problema.
Parece estar bastante comprobado –la lluvia de la semana pasada, de 90
milímetros en dos horas, así lo demuestra– que ese pensamiento hidráulico ha
fracasado".
“Buenos Aires ha sido afectada por
inundaciones desde el día siguiente a la segunda y definitiva fundación, en
1580. La reiteración dramática de esas inundaciones cuatro siglos después
obliga a usar otro paradigma de pensamiento”, subrayaba.
Ponía como años de quiebre los de la
década del ´80 del siglo veinte:” la reiteración
precipitada de inundaciones a partir de la década del 80 puso en
cuestionamiento tanto el diámetro del caño como la forma de pensar la ciudad.
Si bien recordaba
los dichos de ingeniero de Obras Sanitarias, Silvio Arnaudo que espantado en
1943 grito:” las obras de desagües están requiriendo una constante ampliación”,Federovisky
marcó la inundación del 31 de mayo de 1985 como una situación limite , una “bisagra".
Según escribió en la
nota:” los 295,4 milímetros caídos en treinta horas no sólo condujeron a que al
día siguiente un diario titulara en tapa: “El día que se hundió Buenos Aires”.
Fue también el comienzo de la “era moderna” en la que casi cualquier lluvia,
sobre una metrópolis de quince millones de habitantes, convierte a Buenos Aires
en la punta de un embudo. Los políticos, como corresponde a su raza, seguirán
insistiendo que “su” lluvia es la peor de la historia.
Sin embargo, la
estadística demuestra que el promedio histórico de lluvias sobre la ciudad de
Buenos Aires (unos mil milímetros al año) apenas ha crecido en unos cien
milímetros en los últimos treinta años, cifra no determinante. Podrá haber
alguna excepción puntual, ya que se trata de algo tan complejo como el clima
que puede dar lugar a un febrero lluvioso como el actual, pero, aun cambio
climático mediante, el departamento de Meteorología de la Facultad de Ciencias
Exactas de la UBA sostuvo que “no hay diferencias notables entre lo que ocurrió
en épocas anteriores y lo que se puede observar en el número de días lluviosos
y la precipitación mensual en la Capital Federal”.
Autor de varios
libros sobre la temática como” Historia del medio ambiente" y “El medio ambiente
no le importa a nadie”, Federovisky criticaba a los políticos que repetían una
formula:”Creer que la lluvia que inundó la ciudad durante su gestión fue la peor,
enviada claro está por la oposición salvaje, los políticos creen que todo es un
problema de diámetro de un caño. Y que todo se resuelve con obras, palabra que
es sinónimo de topadora, de túnel, de hormigón.
En forma rotunda instaba a oír y ver qué :”Esa forma de razonamiento, la de sacar el agua de
donde sobra y llevarla lo más lejos que se pueda, es la misma que estaba
vigente cuando apareció el problema: ese pensamiento hidráulico ha fracasado.
Mostraba que las
lluvias y las inundaciones en la ciudad no eran solamente una cuestión de caída
de agua son la : manifestación de una anomalía entre la sociedad y el medio en
que se ha instalado”, a su vez .explicaba el experto que la inundación “revela
cosas tan tontas y obvias como que la ciudad no tiene suficientes parques o
espacios verdes como para absorber la lluvia; ni áreas de retención de agua
para compensar las pérdidas de infiltración por la abrumadora
impermeabilización del suelo; que su urbanización ha avanzado a sitios como las
cuencas de los arroyos que la naturaleza dispuso para que el agua circule”.
Arengaba desde su lugar a los políticos
“ponerse lo pantalones largos” y hacer
las cosas en serio, cambiar el razonamiento y
sin poner excusas pensar a la ciudad como un ecosistema y a la inundación como
un problema ambiental que de tan complejo carece de una solución y un abordaje
únicos . Llamaba a Mauricio Macri, el jefe de gobierno porteño a no reiterar lo que habían realizado los alcaldes
desde 1985. El hombre del PRO, sin esfuerzo seguía con el pensamiento único y limitado:”hacer obras y “ agrandar caños”.
“Mauricio Macri se
desgañita en estos días acusando a sus predecesores de no haber hecho las obras
necesarias, sin reparar en algo tan obvio como que la reiteración del problema
con lluvias menores revela que las obras, en el mejor de los casos, serían apenas
una parte de la solución”, acusaba. Mostraba que el se “golpea
el pecho por el orgullo que le provoca el tremendo caño que está colocando y
que fungirá como aliviador del Maldonado. Pero había que observar con atención:”La
próxima inundación se gesta en la actual modalidad de crecimiento urbano
(torres y torres), definida por la especulación inmobiliaria y no por la
planificación ambiental del territorio”.
Como culminación
recalcaba la petición de manera irónica:”No seguir pensando con la con la lógica que creó el problema, sólo
seguiremos discutiendo el diámetro. Y así no hay caño que alcance”.
Fuente: Federovisky
. Sergio:” Avatares de un paradigma equivocado” (Inundaciones:
la lógica del caño)
Página 12, 27 de
Febrero de 2010
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-2306-2010-02-28.html
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