En el discurso pronunciado por el Dr. Raúl
Alfonsín e1 26 de Octubre de 1983
faltando cuatro días para las elecciones
presidenciales que terminarían con los siete años de la dictadura en Argentina, se observan
confrontaciones entre la realidad vivida
bajo el autoritarismo del Proceso de
Reorganización Nacional que estaba en retirada y la libertad que daría la
democracia en el futuro cercano.
En ese sentido, Alfonsín comienza dirigiéndose a los “argentinos” buscaba generar
una inclusión. Apelaba a que con el final de la dictadura terminen
la “inmoralidad y la prepotencia” como así el” miedo y la represión” impuestos con el
golpe del 24 de Marzo de 1976. Enfatizando su posición el candidato radical
repetía la palabra “se acaba... se acaba”, es decir que marca que el suceso
se concretaría en lo inmediato.
A su
vez, el
candidato radical, referente en la lucha por los Derechos Humanos (fue
uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos),
recalcaba que con la democracia se acabarían
la prepotencia y el miedo”, características del gobierno de facto: los “uniformados”, como los llama.
El acto se hizo en la Plaza de la República, en el Obelisco, un lugar que marcaba una diferencia. Si la Plaza de Mayo era sinónimo del encuentro (y despedida) de Perón con su gente, para la UCR ahora era el centro porteño, la ubicación y la toma simbólica de la propiedad. Aquella tarde se reunieron miles de personas, las cifras variaron en forma sustancial según los medios: . Para los organizadores hubo 1.500.000 personas. En cambio para el diario La Época fueron 420.000. Para La Voz los congregantes fueron 500.000. Tiempo Argentino y Ámbito Financiero contaron 600.000 , el Cronista Comercial Buenos Aires Herald y la agencia DyN contabilizaron 800.000 y La Prensa vio casi un millón (969.000).
En contraposición a la
dictadura que tuvo como primer presidente a Jorge Videla, Alfonsín aseguraba
que con su arribo a la conducción de la Argentina nacería otro país.
Reiteraba el verbo “vamos”, simbolizando
en este caso a toda la sociedad sin exclusiones. Sin embargo, la
responsabilidad no sería solamente del gobierno, era necesario construir en base a la
solidaridad y esfuerzo (opuestos al plan económico iniciado por José Martinez de
Hoz que había dejado “hambre en el hombre común, el obrero y fábricas muertas”, además de generar el” imperio del dinero sobre el esfuerzo de la
producción, favoreciendo intereses espurios, de adentro y de afuera que se
encaramaron en el poder”. Criticaba así el modelo económico, los socios
civiles, la “represión financiera” que ligó a las grandes empresas nacionales
con las multinacionales extranjeras.
La idea democrática de Alfonsín incluía a todos los
argentinos contra lo que habían generado
los militares. Si ellos habían asumido prometiendo (“Vinieron con el pretexto,
según el discurso) “eliminar la corrupción y terminaron corrompiendo todo.
El “todo” significaba
no sólo la libertad y el aparato productivo, sino también las palabras” más
sagradas”. Ellas eran la vida y el
respeto a una sepultura, derechos que se conculcaron mediante
las torturas y desapariciones y mediante la violencia que trajo como
consecuencia una represión masiva, atroz
e ilegal.
A la ilegalidad, la
llegada de la democracia le respondería
con el retorno al estado de derecho que regiría a la Argentina tanto desde el 10 de Diciembre, día previsto para
la asunción del gobierno electo, como así para todas las generaciones”,
remarcando la identificación con el respeto
a las leyes ( con la referencia explícita al preámbulo de la Constitución Nacional que
señala que se asegurarán: “los beneficios de la libertad, para nosotros,
para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar
en el suelo argentino”.
En ese sentido el
recitado del preámbulo de la Constitución Nacional, recurso con el que Alfonsín cerró cada acto de su campaña manifiesta la contraposición a lo realizado por las Fuerzas Armadas que la quebrantaron
destruyendo el país con intolerancia y la violencia
Asimismo la democracia
para Alfonsín significaba “ responsabilidad” frente a la a “irresponsabilidad “con
la que había actuado Leopoldo Galtieri durante la guerra de Malvinas y a su
vez la recuperación de la autoridad.
La misma que había entrado en crisis primero con
Isabel Perón y luego con los militares que impusieron el temor a la inmensa
mayoría de los argentinos se restablecería con el dialogo , es decir con la
capacidad para “conciliar, la aptitud para convencer y no para vencer”, se lograría
con el consenso del pueblo encabezado por él, pero en donde todos tendrían participación,
se gobernaría con mucha firmeza para impedir que vuelvan a triunfar los “profetas
de la prepotencia y de la violencia” apodos dados a los responsables del
Proceso de Reorganización Nacional , los componentes de la tres Fuerzas
Armadas que se sucedieron en el poder
Otro objetivo de la democracia pregonado por Alfonsín
era la recuperación de la educación que
había sido destruida por la”
intolerancia y la prepotencia que llevaron a la persecución de docentes y,
científicos (aludiendo a la Noche de los Bastones Largos de 1966 durante el
gobierno del general Juan Carlos Onganía, como así a la política similar
llevada a cabo por la Triple A y por los militares, sucesivamente).
La síntesis de la visión democrática
de Raúl Alfonsín se basaba en el trabajo mancomunado donde todo obstáculo seria sorteado con la” voluntad inmensa del pueblo quese pone a
trabajar”. Se clausuraría
“definitivamente el camino a la prepotencia y la violencia y la destrucción”.
A su vez entendía el futuro presidente que la
fraternidad y la solidaridad entre los argentinos (los gobernantes y el
pueblo, ambos unidos), serian los
pilares , “no como una declaración, no como instrumento demagógico (mucho más
que un impulso ético.), sino enmarcándolas en la acción, como un propósito político en el sentido más
profundo de la palabra”. Enfatizaba así que no sería solamente una” promesa
vacía”.
A ello añadía en el
discurso:” la construcción y la defensa de la Argentina la haremos marchando
juntos, aceptando en libertad las discrepancias, respetando las diferencias de
opinión, admitiendo sin reparos las controversias en el marco de nuestras
instituciones”. De nuevo el camino no era la violencia, ni la prepotencia, ni
menos el desprecio. Sí en cambio el respeto, el dialogo , la concordancia. En
virtud de , como afirmaba” así y sólo así podremos lograr la unión que
necesitamos para salir adelante
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